¿Sabías que…?
... el Reino de Oykot ha estrenado su nueva central hidroeléctrica.
[Autonarrada] [T3] Preparándose para lo desconocido
Octojin
El terror blanco
8 de Otoño de 724

Octojin se encontraba en su habitación dentro del cuartel de Loguetown, sentado en el borde de la cama mientras observaba su equipo. Estaba reflexionando sobre momentos pasados mientras observaba su gran chaqueta de la Marina, que estaba doblada sobre una silla, y sus flamantes nudilleras que descansaban apoyadas en la pared. Llevaba toda la tarde dándole vueltas a la misma idea: una nueva misión, esta vez fuera de Loguetown, con una duración aproximada de veinte días. No tenía más información que esa. Ni siquiera sabía de qué trataba, ni qué lugar era ese tan misterioso.

No era la primera vez que salía de la base para realizar un encargo, pero nunca había pasado tanto tiempo fuera. Desde que había sido destinado a Loguetown, su trabajo se había mantenido principalmente dentro de la isla o en misiones cortas por el East Blue. Pero esto… Esto era distinto.

¿Qué significaba realmente estar fuera tanto tiempo? ¿A dónde lo enviarían?

Sus pensamientos se agolpaban en su mente mientras sus dedos trazaban distraídamente la tela de su chaqueta. La marina tenía una misión y él debía cumplirla. Siempre era así, solo que esta vez se daría en otro lugar.

La cosa es que no tenía mucho sentido darle muchas más vueltas. Podía ser cualquier cosa. Desde la protección de algún alto mando en un viaje hasta la investigación de una organización criminal en otra isla. Incluso podía tratarse de un despliegue de vigilancia o combate en el North Blue. Después de todo, los rumores sobre los recientes movimientos de piratas y revolucionarios en esa región estaban creciendo cada vez más. Y eso tenía como consecuencia más y más trabajo para él y la marina en general.

Si lo enviaban al North Blue, tendría que prepararse para un clima mucho más frío de lo que estaba acostumbrado. Ya de por sí, el invierno en Loguetown era duro, pero las heladas del North Blue eran de otro nivel. Pensar en las aguas gélidas le hizo estremecerse un poco. Sabía que su cuerpo era fuerte y resistente, pero aun así, prefería las temperaturas más templadas del East Blue. A pesar de que bajo el agua la temperatura subía conforme ibas bajando, allí arriba era algo más sensible a esta.

Si la misión lo llevaba a la Grand Line… Bueno, eso ya era otro asunto. No había estado allí desde que ingresó en la Marina, y aunque su fuerza había crecido considerablemente, no podía evitar sentir cierto respeto por el mar más peligroso del mundo. Allí las reglas eran diferentes, y lo que funcionaba en los Blues podía ser completamente inútil contra los enemigos de la Gran Ruta.

Se inclinó un poco hacia adelante y apoyó los codos sobre sus rodillas, frotándose el rostro con ambas manos. La incertidumbre era lo peor de todo. Si al menos supiera cuál sería su tarea, podría empezar a mentalizarse, a prepararse adecuadamente, a centrarse en el objetivo de la misión, a estudiar las zonas de la isla... Pero la falta de información lo dejaba en una especie de limbo incómodo, donde solo podía hacer conjeturas y planear sobre escenarios hipotéticos. Y eso, generalmente, no era de ninguna ayuda.

Independientemente del destino, tenía que asegurarse de que estuviera listo para cualquier cosa. Había aprendido a no confiarse, sobre todo en misiones largas donde el desgaste físico y mental podía ser determinante. Y ahí entraba el territorio de la psicología. Mantener la cabeza en su sitio solía ser siempre lo más complejo. Pero si lo conseguías, tenías mucho ya hecho. Sin embargo, en aquella ocasión, prefirió hacer una lista mental de todo lo que necesitaba hacer.

Primero, debía asegurarse de su resistencia. Si iba a estar tanto tiempo fuera, tenía que entrenar aún más su cuerpo para mantenerse en su mejor estado. Nadar más a menudo, mejorar su control del haki y fortalecer sus reflejos. Enfrentarse a lo desconocido significaba estar preparado para cualquier situación. Fuera la que fuese.

Segundo, debía prepararse mentalmente. Las misiones largas traían consigo momentos de tensión, pero también largos períodos de espera y observación. Tenía que mantenerse enfocado, no permitir que la impaciencia lo dominara. En más de una ocasión había visto a marines cometer errores por descuidos durante misiones de vigilancia. Él no podía permitirse eso.

Tercero, debía elegir bien su equipo. Si iba a un lugar desconocido, no podía permitirse llevar solo lo básico. Sus nudilleras eran indispensables, pero ¿qué más podría necesitar? Ropa adaptada a la temperatura de la isla. Suministros médicos, por si no tenía acceso a un doctor fácilmente. Y un poco de dinero extra nunca estaba de más en caso de que necesitara conseguir recursos adicionales fuera del cuartel.

Otro tema que le preocupaba era el aislamiento. En Loguetown tenía su equipo, sus camaradas, incluso la rutina del día a día le ofrecía cierta estabilidad. Pero en una misión de larga duración, eso desaparecía. No podía contar con la base ni con su brigada si las cosas se torcían.

Se preguntó si enviaría un mensaje a Asradi antes de irse. No sabía si ella todavía estaba en la isla o si se había marchado con su grupo. Pero en caso de que aún estuviera cerca, le gustaría despedirse. Aunque no pudiera contarle los detalles, al menos podría decirle que estaría fuera por un tiempo.

Pero más allá de eso, ¿cómo afrontaría la misión en solitario? Era fuerte, sí, pero no podía negar que el trabajo en equipo era algo que le había ayudado mucho desde que se unió a la Marina. ¿Tendría algún compañero en la misión o le tocaría manejarlo todo por su cuenta?

Sus dedos tamborilearon sobre su rodilla mientras miraba la pared con la mirada fija en un punto indefinido.

Aunque no le gustaba obsesionarse con los peligros, tampoco era ingenuo. Fuera donde fuera, habría enemigos. Piratas, revolucionarios, bandidos… Siempre había alguien con intenciones dudosas dispuesto a desafiar la ley. Pero lo que más le preocupaba era la posibilidad de enfrentarse a alguien con un poder mayor al suyo.

La Marina estaba llena de combatientes hábiles, pero también lo estaban los piratas y los revolucionarios. Si su misión lo llevaba a un enfrentamiento con una tripulación fuerte o con una célula bien organizada de enemigos, tendría que medir sus opciones cuidadosamente.

Tenía que recordar que su haki del rey ahora era una herramienta más. Aún no lo dominaba por completo, pero podía ser una ventaja en combate si lograba entrenarlo bien antes de partir. Sin embargo, el haki por sí solo no bastaba. Su fuerza física, su resistencia, su capacidad de análisis… Todo debía estar en su punto máximo.

Se levantó y estiró los brazos, sintiendo el peso de sus pensamientos en los hombros. Tenía que despejarse. Quizás un poco de entrenamiento nocturno le ayudaría a aliviar la tensión. Y, sobre todo, a dejar de pensar en aquello. Hasta que no tuviese más detalles, no podría hacer mucho más. Así que lo mejor era relajarse.
#1


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)