Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Aventura] [Autonarrada] [Tier-1] Immigrant Song
Lobo Jackson
Moonwalker
Asomándose por la amura de babor, prácticamente en la proa, se perfilaba una silueta azulada y peluda con la boca abierta y la lengua afuera. Esta pintoresca figura que rebosaba vida se mostraba evidentemente emocionada en contraste con el aire más relajado de los demás viajeros que iban a bordo del "Sirena Vagabunda ", que hacía zarpado desde Loguetown y que estaba a punto de atracar en el popular y adinerado reino de Oykot. Los marineros del buque estaban realizando los últimos preparativos para la operación de atraque, guiada por un capitán experimentado que había navegado por el East Blue durante la mayor parte de su vida y se conocía la travesía de cabo a rabo.

Pronto, la "Sirena Vagabunda" había atado sus cabos al muelle. Tanto la tripulación como los marineros comenzaron a desembarcar, unos dedicándose a las tareas portuarias mientras que los otros se perdían entre el gentío que se había reunido alrededor del barco para saludar a los recién llegados, vender baratijas, ofrecer sus servicios o quizás probar suerte y encontrar algún saco de monedas descuidado. 

Aquel ser de melena azul cobalto que cubría todo su cuerpo, engalanado con ropa de cuero ajustada y colorida, portando junto así una pequeña bolsa de viaje y una guitarra eléctrica enfundada, fue el último en desembarcar. 

Pero para él, un desembarco no se trata de descender por una pasarela de madera hacia el suelo empedrado del muelle y perderse como un don nadie entre la población, ¡qué va! Para él, aquella cubierta era el escenario perfecto y los transeúntes del muelle eran el público perfecto para dar una fantástica primera impresión. 

- El público espera una actuación estelar-gara. - Se animó al tiempo que sacaba la guitarra de su funda, asegurándola a su cuerpo con una correa que iba sobre sus hombros. - No les hagamos esperar-gara. - 

Los viandantes del muelle, entre ellos los viajeros y marineros de la "Sirena Vagabunda", empezaron a escuchar una serie de golpes rítmicos que provenían del barco. Poco a poco, estos golpecitos aumentaron su intensidad con un ritmo y tono in crescendo que ganaba fuerza y se hacía sentir por todo el barco como un enorme tambor que parecía ser una manifestación del espíritu musical del buque. La humilde "Sirena Vagabunda" pronto pasó a convertirse en una batucada flotante que llamó la atención de quienes alcanzaban a oír su ritmo cautivador.

Cuando parecía que el tamborileo había alcanzado su climax, una figura apareció saltando desde una de las trampillas de bodega con gran agilidad, utilizando una de las cuerdas que sujetaban la vela mayor para impulsarse hacia arriba como si bajo él hubiera un gigantesco resorte. Todos observaron como un torbellino azulado giraba ingrávido sobre sí mismo hasta que, de pronto, aterrizó con estilo sobre la cubierta junto a la pasarela. 

Un silencio expectante capturó aquel muelle donde incluso los estibadores se quedaron con la carga a medio transportar, mirando hacia el ser que marcaba una espectacular pose con la mano apuntando hacia arriba y su rostro, de morro alargado y lupino, observando hacia el suelo. Algunos de los allí presentes podrían reconocer que se trataba de un mink, un hombre lobo con muchísimo estilo.

- ¡Gente de Oykot! ¡Mi nombre es Lobo Jackson! ¿Estáis listos para el rock-gara? - Exclamó una voz sorprendentemente melódica y aguda para un hombre lobo, tan hermosa e impactante que hizo que algunos de los espectadores quedaran atónitos frente a tal pregunta. - ¡¿Estáis listos para el rock-gara?! -

Muchos de los que estaban allí presentes mantuvieron su confuso silencio, un par de ellos incluso se preguntaron qué puñetas era un "rockgara", pero cinco tipos que habían comenzado la mañana con un carajillo y que dedicaban su tiempo a ser alcohólicos funcionales levantaron las manos hacia arriba y exclamaron con mucha energía: - ¡Siiiiiiii! -

Sonriendo para sí mismo, el mink realizó otra pose con su guitarra en mano y comenzó a cantar. Más que tocar la guitarra, parecía moverla a su alrededor y utilizarla para apuntar a los demás, como si quisiera imbuir a los oyentes con el propósito de su pegadiza canción. 

I m m i g r a n t   S o n g  
- By Lobo Jackson

Verso 1:  
A la luz de la luna, mi voz se alza,
Con un aullido profundo, mi alma se realza.
Con la fuerza del rayo mi canción te animará,
Y tu cuerpo con fervor, bailar querrá-gara~.


Estribillo:
Siente el ritmo del rock, energía total, total, total,
Mi voz es una llama, te hará vibrar, vibrar, vibrar.
En esta noche brillante, el poder se desatará-gara,
Soy el lobo del pop, la fiesta no se acabará-gara~.
~
El mink bajaba la pasarela al ritmo de su canción, dando pasos de baile con pequeños saltos donde enfatizaba cada verso con un movimiento de su cintura, un giro en sus pies, un juego de manos y un paseo de guitarra alrededor de su cuerpo. Quienes dudaron de aquel extraño desconocido y sus intenciones pronto vieron que se trataba de un músico con una voz capaz de estar a la altura de sus palabras.

Algunas personas parecían mover su cabeza al ritmo de la música, otros hasta sonreían con gracia los movimientos del lobo. Aunque la música no era santo de devoción de todos los presentes, ninguno podía negar el talento que aquel bailarín demostraba con su coreografía improvisada sobre la pasarela.

Pero algo inusitado rompió el encanto de aquella demostración musical, un sonido chirriante que se entrometió en la canción de Lobo Jackson como si alguien le hubiera pisado la cola a un gato. Un ruido que provocó que todos alrededor del muelle se girasen para buscar el origen de tal discordia rítmica. 
El gentío pareció dividirse en dos para hacer hueco al motivo de la disonancia. Lobo Jackson, quien se había sorprendido como todos los demás por aquella inesperada interrupción, puso toda su atención en el grupo de personas que se hicieron presentes al otro lado de la multitud y que reclamaban la atención como una urraca despechada. 
Se trataba de un grupo compuesto por seis personas: un hombre de menuda estatura que vestía de negro y que portaba un enorme sombrero de copa que debía de alcanzar el metro de altura y que, además, lucía el mostacho más espectacular que había visto nunca en ningún otro ser humano. Y tras él se encontraban cinco chicas jóvenes vestidas con un seductor trajecillo de conejito con orejitas a juego, pero su cualidad más llamativa era su igualdad pues se trataba de un grupo de quintillizas cuyo único factor diferenciador era que cada una utilizaba un estilo de peinado particular y que el color de sus trajes era de distinto color.
Las bailarinas
- ¿Qué es este ruido tan burdo y desagradable? - Exclamó el hombrecillo con una voz penetrante e hiriente similar a arrastrar un tenedor sobre un plato de porcelana, a quien Lobo Jackson atribuyó el extraño chirrido que interrumpió su concierto. - ¿A qué se debe este menosprecio por la buena música? - El hombrecillo dedicó miradas analíticas y recriminatorias a todos hasta que cayó en la presencia del hombre lobo, quien le guiñó el ojo con un enorme exceso de confianza. - ¡Tú! -
- ¿Ruido burdo y desagradable-gara? Señor, le recomiendo que deje de decir tonterías y beba un poco de agua para mejorar esa garganta maltratada-gara. - Proclamó Lobo Jackson al tiempo que se acercaba hacia él dando pasos de baile, usando cada palabra para mover los hombros y terminando con una voltereta sobre sí mismo. - Aunque si se refiere a mi canción, entonces le recomiendo que se haga un pequeño chequeo auditivo para que pueda escuchar mejor-gara.
El rostro del hombrecillo se volvió escarlata, sus ojos parecían querer salirse de sus órbitas y en su frente apareció el bulto de una vena a punto de estallar. Era evidente que aquel señor se sentía ofendido en el alma por las palabras del mink, quien no hizo más que posar frente a él con el pecho al aire y marcando los abdominales con un leve movimiento del vientre.
- ¡Señoritas! ¡Vamos a enseñarle a este impertinente chucho callejero cómo es la verdadera música! - Exclamó con rabia, dándose la vuelta y dirigiéndose al grupo de chicas que de la nada sujetaban instrumentos entre sus manos. Un tambor, un violín, un saxofón, unas maracas y una flauta travesera respectivamente. - ¡Vamos! ¡Desde el principio! - Exclamó sacando una batuta del bolsillo de su chaleco y levantándolo hacia el cielo. Pronto, las conejitas empezaron a tocar al sol del movimiento del director de la banda con una tonadilla agradable y rítmica que la gente Oykot conocía bien, pues se trataba de la banda oficial del Reino. 

Lobo Jackson observó con atención el despliegue musical que tenía frente a él y sonrió al tiempo que su cuerpo se movía al ritmo de la música. Aquellas chicas tenían talento y cada una sabía manejar el instrumento con la facilidad de quienes han estado practicando desde una temprana infancia, llevando el compás sin problemas. Pero si el pequeño dictador de comparsa creía que con ello intimidaría al mink, pronto descubriría lo equivocado que estaba.
Jackson comenzó a bailar alrededor de la pequeña banda, utilizando la canción popular para mostrar su agilidad en cada paso, cada giro, cada expresión corporal con la que sus músculos seguían el compás y hacían que el pelaje del lobo brillase como impregnado de un brillo casi sobrenatural. Cuando el director de la banda le miró, Lobo Jackson volvió a guiñarle un ojo y éste casi parte la batuta con la furia con la que apretaba el pequeño palito de dirección. En cambio, el populacho parecía sentirse intoxicado por aquel despliegue de talento y se unió a Lobo Jackson en un baile que parecía transmitirse como la plaga entre los que estaban allí presentes.
Las chicas de la banda, quienes se mantenían tan concentradas en la canción como les era posible, no podían evitar sonreír cada vez que Jackson pasaba delante de ellas y luchaban con todas sus fuerzas para no mirar a los ojos al director, quien las observaba con atención colmada de celos y envidia. 
- La música no es mala, es una expresión del ser-gara. - Le dijo Jackson con voz melodiosa al gruñón de menuda estatura. - ¡Es lo que nos hace únicos! ¡Lo que nos mueve! ¡Lo que nos da vida-gara!
Fue entonces cuando el mink agarró su guitarra y, como por arte de magia, comenzó a tocar haciendo que ésta se uniera a la tonadilla de la banda, tocando un solo tan brutal en su ejecución que parecía que la propia guitarra estuviera gimiendo de placer. Cada acorde que el mink tocaba, rasgueando con la punta de sus largas uñas lupinas, provocaba suspiros de admiración por parte del público. La canción, que había comenzado como una simple melodía de pueblo, se transformó de pronto en un acompañamiento para el solo de guitarra más épico que la gente del reino de Oykot había escuchado jamás.
- ¡No! - Exclamó el hombrecillo, quien había perdido el dominio tanto de la banda como de sus propios nervios. - ¡Esto no es música!
- ¡Abre tu corazón-gara! ¡Deja que tu alma escuche el amor de esta canción-gara! - Respondió el mink, quien le apuntó con la guitarra y empezó a tocar a toda velocidad haciendo que tanto la gente de su alrededor como las chicas de la banda guardaran silencio por la impresión de aquel efecto tan sublime en cada cuerda de la guitarra.
El director de orquesta, quien parecía al borde de una crisis nerviosa, se agarró la cabeza y comenzó a ponerse cada vez más rojo. La guitarra de Lobo Jackson aumentaba en volumen e intensidad, tal era la pasión con la que Lobo Jackson tocaba que parecía emular el canto de un fénix que renace de sus cenizas para incinerar el mal con sus llamas ardientes. 
Y entonces, cuando el director mostraba todos los síntomas de sucumbir a un infarto y su rostro era un claro ejemplo de tomate maduro para la recolecta, la guitarra de Lobo Jackson llegó al climax de su solo y algo inesperado ocurrió: la ropa del director explotó. Como si hubiera portado una bomba bajo su atuendo negro, la tela se rasgó por todas partes y salió despedida en un espasmo muscular tan violento que la gente de alrededor se vio cubierta con los restos de la ropa. Y bajo aquella cubierta azabache apareció un cuerpo vestido con colores chillones y alegres, una vestimenta tan llamativa como la de los disfraces de conejita de las chicas que, atónitas, sujetaban los instrumentos por pura memoria muscular.
- ¡Muestra al mundo tu verdadera naturaleza-gara! ¡Sé quien eres de verdad! ¡Se tú mismo-gara! - Proclamó el hombro lobo al tiempo que posaba con magnificencia con la guitarra sobre su cabeza.
De pronto la multitud estalló en aplausos y ovaciones. Monedas y billetes de todo tipo empezaron a llover sobre Lobo Jackson, quien se inclinaba en reverencia a diestra y siniestra agradeciendo de corazón aquella muestra de afecto.
- ¡Gracias! ¡Gracias querido público-gara! - Decía al tiempo que atrapaba los berries que podía con la bolsa de viaje como si recolectara agua de lluvia y se los guardaba con toda la humildad posible. - ¡Estaré en cantado de tocar para vosotros en el futuro-gara! - 
El hombrecillo se acercó hasta el mink, con una mirada colmada de admiración y alegría. Parecía ser otra persona completamente diferente, incluso su bigote había adquirido un aspecto más estilizado. - No sé cómo agradecerte que me hayas enseñado a escuchar a mi corazón.
Lobo Jackson le puso la mano sobre el hombro, y con una sonrisa de oreja a oreja, le dijo: - No hay mayor honor para mí que hacer que alguien descubra su verdadera naturaleza y viva acorde a sus deseos, como hombre libre y sin ataduras-gara.
Y como si su tarea ahí hubiera concluido, el mink colocó su guitarra a la espalda y puso su mochila al hombro, andando camino a la capital bajo la atenta mirada de los demás. Varios quisieron seguirle, otros seguían vitoreándole y aplaudiendo. Las chicas de la banda le miraban con admiración. Pero quien más atención le prestaba era el hombrecillo, que lagrimeaba al ver cómo un verdadero ídolo seguía el camino del estrellato hacia el horizonte del pop y el rock and roll.
#1


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 4 invitado(s)