Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Diario] En algún lugar del mundo
Illyasbabel
cuervo de lobos
Una noche distante hacer por los menos cuarenta años atrás, dos manos celestiales arrojaban a un niño en la soledad de una pequeña Isla en el basto East Blue, una isla despoblada y sumamente salvaje, el apenas niño, con lagrimas en sus ojos, caía desde la altura atestiguando como su Madre lo abandonaba por motivos desconocidos a él. Cayó y cayó durante unos cuantos segundos, apenas pudo volar para aterrizar sobre la copa de un árbol. Lleno de rasguños y lloriqueando un poco Illyasbabel era despojado de su familia, nunca supo porqué, con el tiempo el sentimiento de familia se desvanecería de su corazón, quedando como una meta pendiente en su futuro, ¿ Que pasó esa noche? se preguntaría durante años.

 Su primer noche fuera de casa, ahora rodeado de bestias y criaturas que atestiguarían su vida durante los próximos años, pura soledad y supervivencia serían los únicos consuelos del niño. El viento frío de la noche silbaba entre las ramas mientras Illyasbabel, aún temblando de miedo y confusión, se acurrucaba en una cavidad del árbol. Sus alas negras, torpes y débiles, lo envolvían como un cálido manto protector. Las estrellas brillaban sobre él, indiferentes a su sufrimiento y tristeza. Cada sonido del bosque resonaba como un eco de su propia desolación, el crujido de las hojas, el aullido lejano de algún lobo, el zumbido de los insectos nocturnos y restos de ruidos propios de su increíble imaginación.

 Con el amanecer, la isla despertaba a su propio ritmo. Illyasbabel, hambriento y agotado, no tenía demasiadas opciones, por lo que se aventuró fuera de su refugio improvisado. El bosque era un laberinto de desafíos y sorpresas para él, alguien que nunca había salido de la conformidad de su hogar, sin duda tendría valiosas experiencias por delante . Sus pasos eran torpes, sus movimientos inseguros pero su mirada era curiosa, a pesar de su corta edad, la voluntad de sobrevivir brillaba intensamente en sus pequeños ojos oscuros.

 Cada día era una lucha contra el bosque y sus criaturas, fue difícil adaptarse al ambiente, con el tiempo aprendió a cazar pequeñas criaturas, a recolectar frutas y raíces, a encontrar agua fresca en arroyos ocultos, inclusive llegó a adentrarse en la cueva de un gran oso, al cual apenas sobrevivió, gracias a un potente destello de su fuego interno es que pudo espantar a la criatura. Su cuerpo se llenó de cicatrices, cada una contando una historia distinta por su batalla de supervivencia. Las criaturas del bosque se convirtieron en sus maestros y testigos, enseñándole a moverse con sigilo, a observar y aprender de su entorno, inclusive, algunas de ellas llegaron a tomarle cariño.

 El tiempo pasaba y, aunque la soledad seguía siendo su única compañía, Illya se volvió más fuerte, más ágil, audaz con sus alas, inclusive logro manipular el fuego a su voluntad. Sus habilidades de vuelo mejoraron considerablemente al igual que el tamaño de sus alas, permitiéndole explorar la isla desde el aire y encontrar refugios más seguros, con el paso del tiempo llegaría a domar algunas bestias y a hacerse amigo de las mismas. La llama interior de su linaje Lunarian poco a poco comenzó a manifestarse, como un signo de vitalidad y valentía, brindándole calor en las frías noches y en algunos casos como herramienta de defensa contra los depredadores.

 En una de sus exploraciones, Illyasbabel descubrió un pequeño claro en el corazón del bosque, un lugar donde la luz del sol penetraba a través del dosel de árboles y creaba un cálido refugio. Allí, construyó un rudimentario hogar con ramas y hojas, un lugar donde podía descansar y sentirse algo más seguro. A las pocas semanas de haberse construido una muy humilde choza, conoció a su primer amigo, un cuervo, con el pasar del tiempo se harían amigos y serían compañeros de travesuras. Resultó ser un vínculo extraño, pero que el salvaje Illya supo entender y disfrutar. Ahora volando en compañía y observando la Isla a gusto, le gustaba imitar los movimientos de su compañero, al cual apodo, ni más ni menos, como "cuervo", no sabía nombres propios más que el suyo, ni tampoco había sido enseñado en la escritura, por lo que sus capacidades de comunicación eran bastante escasas.

 Las estaciones cambiaban, y con ellas el joven Lunarian también. Su mente, aunque aún atormentada por preguntas sin respuestas, se enfocaba en la supervivencia diaria y en el aprendizaje de combate, por alguna extraña razón le gustaban las espadas, más precisamente espadas de madera. El bosque se convirtió en su hogar, las bestias en sus vecinos y la soledad en su más fiel compañera. En el fondo de su corazón, una chispa de esperanza seguía ardiendo, una esperanza de que algún día encontraría su lugar en el mundo y descubriría la verdad sobre su origen, su porvenir sería mas significativo que aquella desolada Isla, aunque hasta entonces, el pequeño Illya, desconocía su triste futuro venidero, lo que terminaría de forjar de mal carácter y lo convertirían en un cazador afín.

 Pasaron cinco años hasta que una mañana de primavera, y de pura casualidad, un barco aparecía en las costas de aquella insólita Isla, tuvo suerte de ser detectado por la expedición comercial, quien lejos de recibirlo, estaban dispuestos a darle caza, al fin y al cabo era perteneciente a una raza no muy popular, la cual podía traer intereses perturbadores. De no ser por una de las integrantes de la embarcación, el joven Illya nunca habría salido de la Isla. Una mujer adulta y de extenso pelo negro, era la capitana de aquel barco, decidió adoptarlo y llevarlo consigo hacia la civilización, para luego darle la educación mínima y todo el cariño que un niño necesita. Illya llego a amarla, ella sería su única madre, aprendió el arte de la espada gracias a ella, un recuerdo que permanecería siempre en su mente. Fueron años de felicidad y disfrute, nunca había comido tanto en su vida, se la pasaba comiendo y usando la espada, en ocasiones su madre le preguntaba de donde había venido y le insistía en que ocultara sus alas, hasta llego a proponerle quitárselas, pero Illya se negó todas las veces, nunca lo permitiría, su voluntad y carácter se forjarían como buen Lunarian, él siempre le respondía - es lo que soy y permaneceré así - , entonces ella lo miraba y aceptaba con amigable resignación. No había nada por hacer ante la extrañeza de sus habilidades, solo procurar el buen uso de ellas y la discreción con las mismas, por eso es que la mujer empeño en contratar algunos maestros capaces de enseñarle la disciplina y carácter de un guerrero, puesto que su único destino, al menos hasta entonces, sería convertirse en un cazador.
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