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Takahiro
La saeta verde
09-08-2024, 06:42 PM
Isla Kilombo
Día 9 de Verano, 12:03 PM.
Isla Kilombo. Ese pequeño paraíso del mar del este en que cualquiera querría vivir. Largas y extensas playas de arena blanca para disfrutar, rodeada de acantilados que le otorgan un toque salvaje y poco urbanizado. Un pueblo sacado de los cuentos de hadas como es Rostock, con edificaciones de piedra rojiza siguiendo un medio plano lineal en su origen al encontrarse en la costa, pero que se ha ido transformando en uno ortogonal con el paso de los años, comiéndole terreno poco a poco a la montaña, que posee una gran vegetación, que hace que sea interés turístico para aquellos que buscan algo más que una playa bonita. ¡El paraíso! ¡Ah, por cierto! Tiene calas ocultas y muy bonitas cerca del faro.
Sin embargo, no todo va a ser bueno.
Si bien la isla forma parte de los incontables territorios del gobierno mundial, la cual se encuentra custodiada por los honorables marines que forman parte de la Base G-23, muchos piratas nóveles y desconocidos habitan a sus anchas por la isla haciendo de las suyas. Muchas veces son capturados y castigados, pero otras salen indemnes de sus infracciones y violaciones de la ley.
El sargento Murray Arganeo, uno de los encargados del cuartel, ha hecho llamar a varios de sus marines más prometedores para que hagan una rueda de reconocimiento por la isla, entre los que se encuentra el soldado raso Galhard.
—Cómo bien sabéis esta este mediodía ha comenzado la fiesta de la sardina —recordó a los marines, que muchos de ellos se miraban como si hubieran estado alguna vez en su vida y hubieran creado recuerdos inolvidables—. Y todo es alcohol, baile, buena comida y jolgorio. ¡Todo lo que busca un pirata! —se levantó de golpe de su asiento, gruñendo como un perro viejo enfadado—. Tenéis la misión de patrullar la ciudad e informar si ocurre algo importante.
Todos los marines habéis recibido un informe de la zona que tiene que patrullar y de cuando se hará el relevo. En resumen, el informe dice que Galhard tiene como cometido patrullar y proteger la sección septentrional de la isla, es decir, la región norte. Si bien la fiesta se condensa en el centro, muchas familias se quedan en las zonas periféricas para estar más alejado del bullicio.
Off
Recuerda poner el comando [ personaje ] todo junto en el primer post. Intentaré tener un tiempo de 48 entre moderación y moderación. Si tienes pensado retrasarte avísame, al igual que lo haré yo si por cualquier cosa no puedo hacerlo.
Este post es una introducción que te contextualiza. Ya eres libres interactuar y llegar a la zona asignada para ponerte a patrullar como quieras.
Un saludo.
Honorable
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Galhard
Gal
09-08-2024, 08:12 PM
Personaje
Estadísticas de Galhard:
15 FUE | 10 RES | 30 DES | 0 PUN | 20 AGI | 15 REF | 35 VOL | 0 CA
Vitalidad: 300
Energía: 150
Haki: 175
Nivel: 0
Isla Kilombo
Día 9 de Verano. 12:36 PM
Mientras que Galhard estaba bajo la tutela de ejercicios del sargento Ahab, el mismo vio con buenos ojos la petición de su compañero Murray Arganeo e instó a Galhard a obedecer al llamado del otro sargento y participar en la ronda de reconocimiento en la isla Kilombo. Sin lugar a dudas aquella experiencia de campo real iba a fortalecer y preparar a Galhard para sus futuras operaciones, así que allí estaba, en mitad de lo que parecía el centro de la festividad, rodeado de diferentes puestos de comida que impregnaban el ambiente con olores de pescado y verduras mientras montones de familias esperaban pacientemente sus turnos para hacerse con espetos de sardina y disfrutar de aquellos momentos con sus seres queridos.
La estampa de aquella festividad llena de felicidad contagiaba a Galhard de todos los pensamientos positivos que veía al contemplar la cara de los habitantes que absortos disfrutaban de la fiesta de la sardina. Aunque le gustase quedarse rodeado de aquel ambiente tan maravilloso sabía que la paz de aquellas buenas gentes dependían de su desempeño como Marine y su lucha contra los piratas, por ello con rapidez decidió adentrarse en la sección septentrional de la isla, que pese a ser una región menos poblada habitualmente, también se encontraba envuelta de gente que en las playas cocinaban sus propias sardinas, reunidos en pequeños círculos familiares.
Si bien la privacidad de aquellas playas ofrecían una experiencia más relajada que las plazas del pueblo y más lugares habilitados específicamente para la fiesta, también implicaban un riesgo mayor, pues los piratas también querían celebrar su fiesta particular, comida y bebida a expensas de los demás y con beneficio monetario de sus victimas. Galhard y sus compañeros se adentraron un poco más al norte, allí, podían ver como un grupo de maleantes se empezaban a juntar, salidocs de un barco de velas negras. Parecía que los piratas no se iban a hacer esperar y la acción iba a dar comienzo desde muy pronto en la mañana, Galhard, después de haber presenciado la felicidad de las gentes de la Isla Kilombo no estaba dispuesto a que aquella experiencia se volviera un sufrimiento para sus gentes por lo que decidió prepararse para hacer frente al grupo de piratas.
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Takahiro
La saeta verde
09-08-2024, 08:54 PM
Lo que en la lejanía parecían ser las velas negras de una embarcación pirata, resultaron ser las ruinas de un barco encallado muchos meses atrás en los arrecifes de una isla. Y lo que había a su alrededor eran jóvenes del pueblo con botellas en la mano y con un den den mushi musical bastante grande. Se están montando una buena fiesta, quizá cuando acabe tu turno puedas acercarte a bailar un rato.
Mientras deambulas por la zona norte de la ciudad, atento a cualquier anomalía, ves una familia sentada en el porche de su casa. Están preparando una barbacoa que huele deliciosamente bien. Notas como tus tripas rugen, a fin de cuentas, para la hora de comer apenas faltan un par de horas.
—¡Buenos días! —te saluda el patriarca de la familia. Un sujeto entrado ya en años, con el cabello canoso y tez morena. Tenía pinta de haber sido una persona bastante fornida y fuerte en el pasado, con manos grandes y callosas y cicatrices en el cuerpo—. ¿Le apetecen tomar algo? —preguntó, con una amplia sonrisa en el rostro—. Hoy es fiesta, así que no pasa nada si se comen un pincho y un refrigerio.
Entretanto, una niña viene en busca de vosotros. Al parecer necesitan ayuda con algo y sois los primeros marines que ha encontrado. Los tres reclutas que van contigo se ofrecen a ir. Está en tu mano dejarles o no, a fin de cuentas, pese a que también llevas poco tiempo en la marina y no están a tu cargo, en la cadena de mando tu posees un rango mayor.
En el caso de que los dejes te quedarás sólo por aquella zona y observarás desde la lejanía como se ve la parte trasera de un barco tras el acantilado dónde se encuentra el faro. ¿Qué hace un barco ahí?
Off
Intenta no dar por hecho cosas como que ves piratas o delincuentes. Da juego, pero déjate llevar también que acabamos de empezar.
Honorable
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Galhard
Gal
09-08-2024, 09:18 PM
Galhard suspiró aliviado y, tras reír un poco, respondió al patriarca con una sonrisa cordial.
—Buenos días, señor. No le diría que no a una sardina y un pequeño vaso de bebida, pero me temo que no podemos —dijo con tono animado, aunque su estómago, gruñendo con fuerza, parecía traicionar sus palabras. Había sido un largo y tenso día, y los ejercicios extenuantes que el sargento Ahab le había impuesto como parte de su entrenamiento lo habían dejado en un estado de nerviosismo constante. Aunque intentaba mantener una postura firme, su cuerpo le pedía a gritos un respiro, y quizás aquella sardina y un simple refrigerio serían lo que necesitaba para calmarse y centrarse mejor en su tarea.
El ambiente relajado de la pequeña familia que lo había abordado le recordaba que no todo tenía que ser siempre tan tenso y estricto. Los días de duro entrenamiento le habían endurecido, pero también le habían quitado la capacidad de disfrutar de los pequeños placeres. Sentado junto al patriarca, saboreando el sencillo pero delicioso manjar que le ofrecían, Galhard se permitió por un momento dejar de lado las preocupaciones y disfrutar de la hospitalidad de aquella gente tan amable.
La niña, que había llegado corriendo con una urgencia evidente, parecía preocupada. Sin embargo, los tres reclutas que se animaron a acompañarla parecían más que suficientes para socorrerla en lo que fuera que necesitase. Galhard observó cómo desaparecían entre la muchedumbre, confiando en que sus compañeros manejarían la situación con destreza. Después de todo, eran marines entrenados para enfrentar cualquier adversidad, por pequeña que fuera.
Tras compartir un rato de alegría y desconexión con aquella familia, Galhard se sintió revitalizado. Agradeció enormemente la calidez que le habían mostrado y, decidido a retomar su deber, informó al patriarca que se dirigiría hacia la zona del faro para continuar con su vigilancia. Antes de partir, pidió que, si los tres reclutas volvían antes que él, les dijeran hacia dónde se había dirigido.
El desvío dentro de su zona de vigilancia le sirvió no solo para despejarse mentalmente, sino también para hacer bajar la comida compartida con el patriarca. El marine caminó con paso firme hacia el faro, que aún se encontraba a cierta distancia, pero cada paso le acercaba más a las magníficas vistas que tanto había oído mencionar. A medida que avanzaba, el sonido de las olas rompiendo contra los acantilados y el suave viento marino que acariciaba su rostro lo llenaron de una paz que había sido esquiva en los últimos días. Sentía cómo sus músculos se relajaban poco a poco, y su mente se liberaba del estrés acumulado.
El camino al faro ya casi llegaba a su fin, y con cada paso, Galhard se sentía más conectado con la isla que ahora llamaba hogar, a pesar de estar tan lejos de su querido North Blue. Las vistas, tan impresionantes como le habían contado, se desplegaron ante él cuando finalmente alcanzó el acantilado. Desde aquella altura, la inmensidad del mar se extendía hasta el horizonte, un vasto lienzo de azul profundo que parecía no tener fin. El marine tomó aire, llenando sus pulmones con el fresco aroma salino, y por un momento, se permitió olvidar sus deberes y simplemente disfrutar de la belleza del mundo que lo rodeaba. Aunque el barco que se dibujaba en la lejanía llamó su atención.
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Takahiro
La saeta verde
10-08-2024, 08:39 PM
Las sardinas espetadas entran demasiado bien en el cuerpo, aunque una sola sabe a poco. Las manos ahora te huelen a sardinas y es un olor que tarda un poco en irse si no te lavas las manos a conciencia. En fin. Tus compañeros se han marchado a ejercer su deber como miembros de la seguridad y la ley y no parecen que vayan a volver pronto.
El barco que vislumbras en la lejanía te resulta muy curioso. Vas caminando, pero el camino se hace largo. Ojalá poder volar, ¿verdad? El tiempo transcurre lento, pero observas con detenimiento el lugar. El jolgorio y la alegría se queda atrás y te adentras en la paz y la calma de la naturaleza costera. El camino es unidireccional en ambos sentidos, es decir, que el sendero que estás tomando es el mismo para ir hacia las calas del norte que para volver al pueblo: no tiene pérdida.
Sigues caminando y consigues ver una columna de humo que se eleva a las espaldas de la cala contigua a la que se encuentra el faro. En ese momento te percatas de que hay una algo parecido a un atajo, aunque no por ello tiene que ser seguro. Se tratan de raíces y lo que antaño fue una escalera de madera clavada en la piedra que desciende hasta la arena. No parece muy seguro, quizá una caída por ahí pueda ser estrepitosa; o tal vez no. De bajar por aquí te toparás de frente con el barco después de caminar un poco.
De seguir continuando por el sendero —sin atajos— encontrarás dos caminos: uno que te lleva al faro y otro que te lleva a una cala paradisiaca de donde procede el humo. En esta cala hay un hombre sentado junto a una fogata. El barco no está muy lejos de allí.
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Galhard
Gal
10-08-2024, 10:34 PM
Galhard miró detenidamente el atajo que tenía ante él, una escalera de madera desgastada por el tiempo y cubierta de raíces que se aferraban a la piedra como dedos esqueléticos. No era el camino más seguro, pero la curiosidad lo empujaba a explorar lo que podría haber más allá. Después de todo, su misión era asegurarse de que todo estuviera en orden en esa parte de la isla, y un desvío más directo le permitiría llegar más rápido a la cala y al barco que había avistado en la lejanía.
Con cautela, comenzó a descender por la antigua escalera, sus botas resonando suavemente sobre la madera crujiente. El viento soplaba con más fuerza aquí, levantando pequeños remolinos de arena y hojas secas que se arremolinaban a su alrededor. Cada paso requería una cuidadosa evaluación del siguiente, pues un mal movimiento podría significar una caída peligrosa. A pesar de ello, Galhard se mantuvo firme, confiando en su equilibrio y en su capacidad para adaptarse a cualquier terreno.
A medida que descendía, el paisaje que se desplegaba ante sus ojos era simplemente impresionante. Desde esta altura, podía ver cómo la costa se curvaba suavemente hacia el horizonte, formando pequeñas calas escondidas entre los acantilados. El mar, de un azul profundo, se extendía hasta donde la vista alcanzaba, brillando bajo la luz del sol que comenzaba a descender en el cielo. Las olas rompían suavemente contra las rocas, creando un sonido constante y rítmico que llenaba el aire de una calma relajante.
Finalmente, después de unos minutos de descenso cuidadoso, Galhard llegó a la base del acantilado. Se encontraba en una pequeña franja de arena, rodeada por altas paredes rocosas que protegían la cala de los vientos más fuertes. El aroma a salitre se mezclaba con el sutil perfume de las plantas costeras que crecían entre las grietas de las rocas, llenando sus pulmones con una mezcla vigorizante.
El sol, ahora más bajo en el cielo, arrojaba largos haces de luz dorada que pintaban la arena con tonos cálidos, y el agua reflejaba el cielo con destellos plateados. Galhard se tomó un momento para absorber la serenidad del lugar, permitiéndose unos instantes de contemplación. Era un contraste absoluto con la bulliciosa actividad que había dejado atrás en el pueblo. Aquí, en esta cala oculta, parecía como si el tiempo se hubiera detenido, ofreciendo una paz que era difícil de encontrar en otros lugares.
Continuó su camino por la arena, notando cómo sus pasos dejaban huellas profundas que la brisa marina pronto comenzaría a borrar. A lo lejos, sobre las dunas, divisó la columna de humo que había visto desde la distancia. Ahora más cerca, podía ver que el humo se elevaba perezosamente hacia el cielo desde una fogata junto a la cual había un hombre sentado. La figura, aunque distante y envuelta en el resplandor del fuego, parecía tranquila, inmóvil, como si formara parte del paisaje mismo.
Galhard decidió no acercarse de inmediato. En lugar de ello, optó por tomar un desvío ligero, bordeando la cala para tener una mejor vista de la costa y asegurarse de que no había otras amenazas escondidas en las sombras. A medida que avanzaba, sus ojos se deleitaban con los detalles del entorno. Las rocas que bordeaban la cala estaban cubiertas de una fina capa de musgo verde y pequeñas conchas marinas que brillaban como diminutas joyas al sol. Algunas aves marinas volaban en círculos sobre el agua, emitiendo ocasionales chillidos mientras buscaban su próxima comida.
Sin apresurarse, Galhard se acercó a la orilla de la cala, donde las olas lamían suavemente la arena antes de retroceder al mar. Se agachó un momento, dejando que el agua fría le mojara los dedos, disfrutando de la sensación refrescante en su piel. La conexión con la naturaleza en ese lugar era tan palpable que casi podía sentir cómo su cuerpo y mente se sincronizaban con el ritmo del entorno.
Finalmente, con el sol comenzando a rozar el horizonte y el cielo tiñéndose de tonos anaranjados y rosados, Galhard decidió que era hora de investigar más de cerca. La figura junto al fuego seguía sin moverse, y el barco permanecía anclado en su lugar, como un guardián silencioso del misterioso encuentro que estaba por venir.
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Takahiro
La saeta verde
11-08-2024, 02:31 PM
Aprovechándote de las raíces que sobresalen de las rocas del acantilado consigues mantener un equilibrio perfecto para bajar los pocos tablones anclados en la piedra, consiguiendo bajar a la cala sin ningún problema, aunque no por ello con poco esfuerzo.
El hombre que está sentado frente a la columna de humo parece no haberte visto. Se encuentra mirando al horizonte sin apena inmutarse. En ese momento también miras hacia el frente. La belleza innata de la naturaleza en su estado más puro es algo que llena el corazón de cualquier ser vivo.
La columna de humo sigue subiendo, perdiéndose en el cielo hasta disiparse en lo más alto. Al decidir dar un rodeo en lugar de ir directamente hacia el frente, te percatas de que hay un hilo de pescar sujeto a unos palos de madera enterrados en la arena, como si fuera una especie de trampa. Caminas por la orilla y el agua y la arena te entran en las botas con el vaivén de las olas. No ha sido muy buena idea ir por el agua, la verdad. En ese momento ves como una persona te ha visto. Es un hombre de unos cuarenta años, vestido con un pantalón de tela azulada, con una camiseta blanca de tirantillas y una camisa de rayas blanca y rojas sobre ella. A su espalda un hacha de una mano.
El hombre comienza a correr, pero si te das tiempo puedes atraparlo antes de que huya y llame a alguien.
¿Qué haces?
La otra opción es pasar de él e ir hacia el barco, cuya bandera ya se ve desde lejos. Sí, se trata de una bandera pirata.
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Galhard
Gal
11-08-2024, 07:22 PM
Al ver al hombre comenzar a correr, Galhard decidió que atraparlo era la mejor opción. Sin pensarlo dos veces, Galhard se lanza en su persecución. Sus botas chapotean en la arena húmeda mientras acelera el paso, tratando de ignorar la incomodidad del agua que se filtra en ellas. Cada zancada le acerca más al hombre, que se mueve con rapidez, pero no con la agilidad de alguien acostumbrado a huir. Tiene la ventaja del terreno, pero Galhard cuenta con la determinación de ser un marine.
El aire salado golpea el rostro de Galhard mientras corre, mezclado con el olor a humo que todavía flota en el aire. La cala está rodeada de altos acantilados, cuyas paredes de roca parecen elevarse hacia el cielo como gigantes guardianes de este rincón del mundo. Las olas rompen suavemente contra la orilla, creando una banda sonora natural que acompaña la carrera. Es un lugar hermoso, casi paradisiaco, si no fuera por la urgencia de la situación.
A medida que Galhard se acerca, puede ver con más detalle al hombre que persigue. Su ropa, desgastada por el tiempo y el uso, ondea al viento mientras corre. El hacha que lleva a la espalda se balancea peligrosamente con cada paso que da, pero parece que no tiene intención de usarla, al menos por ahora. El hombre lanza miradas nerviosas hacia atrás, comprobando cuánto le has recortado la distancia. La tensión en su rostro es evidente; sabe que no tiene mucho tiempo antes de que pueda ser alcanzado.
El terreno comienza a cambiar. La arena suave de la playa da paso a un suelo más pedregoso y accidentado a medida que ambos se adentran en una zona menos transitada de la cala. Aquí, la naturaleza parece más salvaje, con rocas afiladas y raíces enredadas que se alzan del suelo como trampas naturales. Los arbustos espinosos raspan las piernas al pasar, pero ninguno de los dos se detiene. La persecución continúa, con el hombre luchando por mantener su ventaja mientras Galhard se abre paso con decisión.
Por un momento, parece que el hombre podría perderse entre las formaciones rocosas, pero Gal mantenie la vista fija en él, moviéndose con cuidado pero sin disminuir la velocidad. La vegetación es más densa aquí, con pequeños árboles que brotan de la ladera del acantilado y proporcionan una cobertura escasa pero útil. El cielo, que antes estaba despejado, comienza a nublarse ligeramente, y el viento trae consigo un cambio en el aire, un presagio de que el tiempo podría empeorar en cualquier momento.
Finalmente, Gal ve una oportunidad. El hombre tropieza ligeramente al esquivar una roca, y en ese instante, el marine aumenta su velocidad, acortando la distancia entre los dos. Sintiendo que está a solo unos pasos de atraparlo. El sonido de su respiración pesada y sus pasos apresurados llenan el aire, mezclándose con los de Galhard. Es una carrera contra el tiempo y la resistencia. Cada segundo cuenta de poder alcanzarlo, obtendría las respuestas que busca, y evitar que alerte a otros.
Eel desenlace de esta persecución está a punto de decidirse.
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Takahiro
La saeta verde
11-08-2024, 07:46 PM
La marina tendría que incorporar entrenamientos especiales para correr en la orilla del mar con botas militares; o tal vez podrías usar sandalias la próxima vez. Cada paso que da te hundes en la arena húmeda, mas eso no te impide seguirle el ritmo al sujeto que quiere zafarse de tus manos. Sin embargo, parece que el hombre no es la primera vez que se mueve por aquella cala rocosa y se mueve con soltura por allí.
Entonces, durante un instante parece que ha desaparecido. No eres capaz de verlo en ningún lado. Pero te percatas de que se ha metido en una oquedad en la roca sobre la que está el faro. Si asomas la oreja escuchas como alguien está corriendo y se cae. Escuchas un quejido de dolor, pero dura poco. Como entiendo que no cedes en tu persecución sigues tras él y llegas a una bifurcación, es decir, que tienes dos caminos que elegir.
Camino de la derecha
Es un camino amplio sin mucha roca con la que chocarte. La iluminación es muy tenue, casi no se ve nada, pero llegas a una oquedad más grande en la que encuentras un grupo de tres sujetos.
—¡Eres un maldito imbécil, Josué! —grita uno de ellos, alzando el puño para golpear al sujeto que estabas siguiendo, pero parando antes de hacerlo—. Te dijimos que tuvieras cuidado y que no te viera nadie. Aún estamos buscando a ese hombre…
—Sí, sí —le dijo el hombre al que estabas siguiendo, que jadeaba y tomaba el aire mientras hablaba—. Era un pardillo que no sabía moverse con soltura. Fíate tú de un marinero destinado en una aldeucha como esta —se mofó, dejándose caer sobre el suelo para descansar—. Creo que debería plantearme dejar el tabaco.
El tercer individuo era una mujer de cabellos castaños y ojos grandes y grises, casi hipnóticos, que negaba con la cabeza.
Si te fijas bien y tienes cuidado al otro lado hay una salida y al fondo se ve el sujeto de la fogata.
—Yo iré a hablar con el capitán —le dijo—. Si la marina sabe que estamos aquí la hemos liado.
Camino de la izquierda
El sendero es algo más estrecho y con rocas que se te van clavando en distintas partes del cuerpo a medidas que avanzas. Finalmente, tras un rato caminando sin ver apenas nada consigues vislumbrar un haz de luz y frente a ti está el barco. Has salido fuera de la cueva, pero cerca de una entrada por la que sale una mujer que se dirige hacia el hombre de la fogata.
El barco tiene una cuerda por la que puede subir.
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Galhard
Gal
11-08-2024, 08:21 PM
Decidido a mantener su presencia oculta, Galhard optó por seguir el camino de la derecha, moviéndose con sigilo a través del oscuro pasadizo. Sus pasos eran calculados, cada uno cuidadosamente colocado para evitar cualquier ruido que pudiera alertar a los desconocidos en la cueva. El marine sabía que el éxito de su misión dependía de su habilidad para mantenerse en las sombras.
A medida que avanzaba, las voces comenzaron a resonar con más claridad en la estrecha caverna. Finalmente, Galhard llegó a una oquedad más amplia, donde pudo distinguir a tres personas. Se ocultó tras una formación rocosa, escuchando la conversación mientras mantenía una mano firme sobre la empuñadura de su espada, preparado para actuar si fuera necesario.
Galhard observó cómo la única mujer del grupo, con cabellos castaños y ojos grises, negó con la cabeza antes de dar un paso hacia la salida opuesta de la cueva.
—Yo iré a hablar con el capitán —anunció la mujer, su tono de voz calmado pero firme. Sin perder tiempo, comenzó a caminar hacia la salida, dejando a los dos hombres en la cueva.
Galhard sabía que debía actuar rápidamente. Su primer objetivo era neutralizar a los dos hombres antes de que la situación se complicara aún más. Observando sus movimientos, esperó a que la mujer estuviera lo suficientemente lejos para evitar que escuchara cualquier sonido de lucha.
Aprovechando la oportunidad, salió de su escondite y se acercó sigilosamente a los dos hombres. Con movimientos rápidos y precisos, Galhard atacó primero al que no había seguido y por lo tanto tenía más energía y suponía una amenaza mayor, tratando de derribarlo con un golpe certero en la nuca esperando que aquello lo dejase inconsciente antes de que pudiera emitir sonido alguno. El segundo hombre se daría la vuelta justo a tiempo para ver cómo su compañero caía, pero antes de que pudiera reaccionar, Galhard trataría de estar sobre él.
El marine trataría de esquivar el torpe intento del hombre de levantar su arma y, usando la parte plana de su espada, trataría de golpear con fuerza en la sien de su oponente. El impacto debería ser suficiente para hacer que el hombre, Josué, ya cansado perdiera el equilibrio y cayera al suelo, inconsciente junto a su compañero.
Galhard se tomaría un momento para asegurarse de que ambos estabieran fuera de combate, respirando profundamente mientras se mantenía alerta a cualquier otro sonido. Si los hombres estaban inmóviles, inconscientes pero vivos, tal como lo había planeado, habría concluido el principio de su infiltración con bastante éxito . Sabía que no debía quitarle la vida a nadie, solo neutralizar la amenaza y continuar con su misión.
Con los dos hombres fuera de combate, Galhard dirigiría su atención hacia la salida de la cueva. La mujer que había salido momentos antes estaba en camino de hablar con el capitán, y él debía actuar antes de que pudieran alertar a más piratas. Moviéndose con la misma cautela que antes, Galhard se dirigiría esta vez hacia la salida, con su objetivo claro en su mente.
Sabía que la verdadera prueba aún estaba por llegar, y que el enfrentamiento con el capitán y la mujer podría ser inevitable. Pero, por ahora, había podría haber logrado asegurar una ventaja clave, neutralizando a los dos hombres en la cueva sin alertar a los demás. Con esta pequeña victoria, Galhard se preparía para el siguiente paso de su misión, sabiendo que cada decisión sería crucial en lo que estaba por venir.
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