Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
[Evento - P] Setas grandes y niebla densa. ¿Qué puede salir mal?
Timsy
Timsy
19 de verano del 724,
Mar abierto,
East Blue.

Bostecé - ¡Uoooooh! - la boca se abrió como una gran cueva que escondía un gran tesoro a las palabras mágicas – Que sueño de repente – los párpados empezaban a pesar. A pesar mucho – Jimbo, Zev, ¿escucháis eso? - pregunté disminuyendo el volumen de la voz cada vez más hasta pronunciar la última palabra en un simple susurro. Mi cuerpo fue moviéndose inconscientemente, tumbándose en la cubierta del Alborada, frente al timón.

Una densa bruma me impedía ver con claridad más allá de unos pocos metros. Traté de achinar los ojos, pero un bostezo hizo que los cerrase de nuevo por completo. ¿Dónde estaba? ¿Qué llevaba en las manos? ¿Ramos de flores? ¿Dónde estaba? ¿Eso eran setas? ¡Setas gigantes! - ¡Cacareo de almejas! - exclamé sorprendido. Corrí hasta una de ellas para verla más de cerca cuando vi lo que parecía ¡un insecto gigante! que chocó en su vuelo contra el sombrero de la seta ¡y salió disparado! - ¡Por las ancas de mi tía! - salté contra la seta para saciar mi curiosidad.

-Nufuares nepalíiiiiiiiiiieeeeeeees – el hongo me lanzó despedido hacia el vasto cielo. Pronto dejé de ver nada más que una densa bruma grisácea que me impedía ver nada - ¡Aaaaaaaaaaah! ¡Me voy a mataaaaaaaar! - durante el descenso la adrenalina fue tomando el control de cada célula de mi acuático cuerpo. El pulso se me aceleró hasta casi reventar la caja torácica y, seamos sinceros, el miedo a ser de manera inminente puré de pescado estampado contra el suelo no mejoraba la situación. Si todo era un sueño, esa era la clase de momento en la que te despertabas súbitamente desorientado. Pero no desperté. El suelo se hizo visible demasiado tarde. Tan solo una fracción se segundo pasó entre que lo vi, hasta que aterricé en él. Fue suficiente para dilatar y romper el espacio tiempo. Una gran de… ¿recuerdos? ¿Por qué no recordaba nada? Sin embargo todo pasó demasiado lento. Caí al suelo y este amortiguó como por arte de magia el impacto, dejándome clavado como un atleta olímpico - ¡Cacareo de almejas! - me miré de nuevo. ¡Estaba ileso! La misma pregunta regresó con más fuerza a mi mente. ¿Dónde escamas estaba?

Desafiando a la suerte y a la lógica, salté de nuevo sobre la seta - ¡Aaaaaaaaah! - caí nuevamente al suelo con la adrenalina por las nubes. El júbilo y la euforia ahora eran el motor de mis acciones. Probé una tercera vez, pero esta vez convencido del resultado y decidido a disfrutar de la experiencia - ¡Corales. Sí que mola esto! - Sin pensármelo dos veces, salté una cuarta vez, pero en esta ocasión hacia adelante. Me movería por aquel extraño lugar saltando de seta en seta mientras pudiera o al menos hasta que me estrellase contra el suelo.

Resultado del salto


Aspecto de Timsy


Personaje
#1
Tenka
Anticuario
19 de verano del 724




Dormía bajo el firmamento, entregado al mecer de la brisa nocturna. Las alas negras de la noche, horadadas de estrellas, se tendieron sobre mí y sobre mi lecho, acompañadas de un sueño hondo como el que solo tan lejanas centellas ofrecen.


Los cirios aún brillaban en mis párpados, cerrados, cuando desperté al otro lado.


¡Bien juro y prometo, que no volveré a comer setas de aquel canalla, pues como aquellas, encuentro ahora cientos en mis sueños, de tamaños tales que las estrellas tapan y mi alma abruman!—No tenía ni idea de por qué hablaba así. Pero me gustaba. O no. Puede ser por las setas.

La niebla lo consumía todo salvo mi desconcierto. Setas extravagantes asomaban a mi alrededor y lo que parecían ardillas blancas saltaban sobre ellas. Puede que ‘saltar’ se quedase corto para describirlo. En la práctica volaban entre unas y otras, desapareciendo y apareciendo en la niebla, como si de una espuma tangible se tratase.

Hermosos y rimbombantes esciúridos…—¿¡PERO POR QUÉ HABLO ASÍ!? Ni siquiera sé lo que significa esciuloquesea. Lo juro, nunca más.

Me adentré entre la niebla, preocupado por la situación léxica de mi lengua. Las setas no parecían terminar una tras otra. Y aunque eran, ciertamente, hermosas, su abundancia terminaba por resultar visualmente agotadora. Caminé, tal vez, por media hora, hasta que, por unos instantes la niebla dejó entrever el sol, difuminado por la constante bruma. Parecía que la luz aumentaba, por lo que aquel debía ser el amanecer.

¡Si no hay destino ni sino, hacia el astro rey me inclino!—¡De verdad, no me aguanto! ¿Qué me pasa? Dije mientras me dirigía hacia el sol.

Aquella era una dirección tan buena como cualquier otra. Mejor, de hecho, porque no contaba con otra dirección posible. Así que la encaré, no con poco recelo y con el puño aferrado al arma.




ASPECTO


Personaje


ARMAMENTO
#2
Lobo Jackson
Moonwalker
Sentía que flotaba.

Ingrávido sobre una nube mullida y calentita.

Un reposo placentero y apacible con los ojos cerrados y las manos a modo de almohada tras la cabeza.

El suave vaivén del viento que transportaba sus pensamientos hacia una incierta lejanía de colores violáceos.

La continua caída...

Caí...

¿Caída?

La apremiante atracción de la gravedad hacía que su cuerpo ganase velocidad hacia donde sólo podía imaginar que era "abajo".

Abrió los ojos con pánico, mirando a su alrededor con absoluta confusión cuando, de pronto, notó que su cuerpo se estampaba contra algo blandito y mullido.

Esa superficie pareció absorber la energía cinética de su impulso para devolvérselo por completo cual resorte, lazándolo hacia arriba en un ángulo de 45º. 

Lobo Jackson, quien intentaba comprender la situación a la cual se había visto lanzado, miró a su alrededor mientras surcaba los cielos cual proyectil de trabuquete. Sus ojos captaron un paraje singular repleto de setas enormes y coloridas que crecían por doquier hasta donde alcanzaba la vista. 

- ¿Dónde puñetas estoy? - Pensó cuando su vuelo tocaba a su fin y su cuerpo chocaba contra otro de esos majestuosos hongos que, con la misma energía, le hizo rebotar esta vez en un ángulo de 30º.

Lanzado, esta vez de espaldas, trató de recobrar el equilibrio a mitad de vuelo cuando otra seta detuvo su avance y lo mandó contra otra que tenía frente a él, y luego otra, y otra, hasta que al fin utilizó sus garras para agarrarse al enorme tronco de uno de aquellos monstruosos seres vivos que harían feliz al micólogo más adepto. 

E igual que un gato con cortinas nuevas, utilizó sus afiladas uñas para deslizarse a lo largo de la seta, rasgando la superficie en su descenso hasta que al fin sus patas traseras tocaron el suelo.

Lobo Jackson había aterrizado.

¿Pero su estómago? No tanto.

Hizo un esfuerzo para evitar echar la pota y retomó el aliento, por así decirlo, con la mayor decencia y estilo que el cuerpo le permitía.

Fracasó.

Adiós a la primera papilla.

Entre arcadas, el mink no pudo evitar observar que lo que estaba saliendo de sus fauces era un chorro de color arcoíris que parecía iluminado por una luz propia, como si sus efluvios fueran un prisma canalizador de luz que descomponían las ondas en sus colores básicos. ¿Qué demonios? ¿Dónde se encontraba? ¿Qué ocurría?
#3
Shiro
Ninguno
Abrí la ventana de la pequeña habitación de la posada en la que me quedaba esta noche para dejar que entrara un poco de corriente. La brisa veraniega de la isla en la que me encontraba era de lo más refrescante durante la madrugada y me encantaba dormir sintiendo el airecillo recorrer mi cuerpo. El verano estaba siendo duro y daba gusto desprenderse de la ropa.

-Esto es vida - pensé ya echado en el camastro mientras un ligero cosquilleo recorría mi cuerpo al sentir el viento acariciar cada centímetro de mi piel.

Apenas tardé unos segundos en quedarme adormilado, relajado por el silencio que proporcionaba la noche cuando un grito destrozó mi paz.

-¡Aaaaaaaaaaah! ¡Me voy a mataaaaaaaar! - gritó alguien a lo lejos haciendo que me incorporase como un resorte de la seta en la que estaba echado.

-!¿Pero qué cojones?! - me asombré mientras miraba a mi alrededor.

Una densa niebla lo envolvía todo, dándole un aire de misticismo a las cabezas de seta que podía ver desde donde me encontraba.  Las había de distintos tamaños, formas y colores; cada una dispuesta a una distancia diferente. No entendía cómo había llegado hasta aquí. - Si yo estaba tan agustito… - pensé mientras me ponía de pie en la seta en la que me encontraba. No sabía cómo había llegado aquí, aunque no era lo más importante. -¿Y dónde está mi ropa? - pensé cuando me di cuenta de que me encontraba tal cual me había dormido a excepción de un cinturón del que colgaba una bolsa. - Esto tiene que ser una pesadilla… - pensé mientras buscaba frenéticamente a mi alrededor en busca de algo familiar.

Por suerte la seta en la que estaba, a pesar de ser extremadamente enorme para lo normal en una, solo tendría unos tres metros de diámetro y con un rápido vistazo encontré algo que me hizo suspirar aliviado. Mis armas se encontraban tendidas a un metro de donde me encontraba, por lo que con el ansia de no sentirme tan desnudo me abalancé sobre ellas cual felino a su presa.

-¿!Pero qué mierdas pasa!? - grité cuando al tocar la superficie esponjosa del hongo salí rebotado como una flecha de forma descontrolada.

Mientras daba vueltas en el aire el arriba y el abajo se tornó confuso. No sabía hacía donde estaba saliendo despedido ni por qué lo había hecho, pero al menos gracias a mis buenos reflejos me habían permitido asirme al armamento antes de salir despedido. Me aferré a él como si de un salvavidas se tratase mientras tensaba el cuerpo a la espera de la inevitable caída.

A pesar de tener el cuerpo preparado el golpe me llegó por sorpresa cuando caí de costado contra el suelo, haciendo que soltase el aire que estaba conteniendo sin ni siquiera darme cuenta. La falta de oxígeno me desorientó un segundo, mitigando a su vez por suerte mis sentidos. Con el golpe que me había dado seguramente tuviese algo roto y no quería que esa sensación se me pasara para dejar paso al dolor… por lo que así me quedé, tendido en el suelo boca arriba, desnudo y aferrándome a mis armas.

-¿Pero qué pasa aquí? - pensé cuando tras pasar unos segundos me percaté de que nada me dolía. Nada tenía sentido, así que me quedé allí tendido un rato más. No entendía nada y no quería echar a andar desnudo por un sitio tan raro como este. Mi tendencia a perderme allí a donde iba me había dado la templanza de saber esperar y no desesperarme. Si en una ciudad normal me perdía no quería imaginarme aquí, donde apenas veía a unos cuantos metros de donde me encontraba y todo seguía sumido en la misma niebla.

- Definitivamente me han drogado - dije cuando una sombra de lo más extraña pasó sobrevolando de una seta a otra. -¿Eso era una rana inflada a esteroides? - pensé sorprendido sin saber muy bien qué era lo que había visto. Desde luego el sitio no invitaba a deambular por ahí sin sentido, pero como aún no sabía si estaba soñando me parecía una tontería ponerme a buscar nada. Al fin y al cabo si todo era producto de su psique no le haría falta moverse, ¿verdad?.

Todo era demasiado confuso, por lo que me limité a incorporarme mientras me aferraba a mis armas a la espera de la siguiente sorpresa que mi perturbada mente tuviese preparada - ¿Qué será lo siguiente? ¿Una vaca que habla? - pensé mientras escudriñaba la niebla.


Personaje


ASPECTO


ARMAMENTO
#4
Timsy
Timsy
Al vuelo sentí algo golpear en mi cadera. ¿Qué era aquello? No era más que una pequeña bolsita atada a la cadera que parecía contener algo en su interior. Esférico, de tamaño más bien pequeño. ¿Sería dinero? ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Por qué solo había un objeto? Traté de darle un tirón en pleno vuelo, pero no conseguí quitármelo. Decidí que el momento para investigar sería una vez estuviera en tierra, pues el descenso ya había iniciado. Seguía sin ver nada, pues la densa niebla me envolvía como el mar a los peces. ¿Sería algún tipo de mar? ¡Que estupideces estaba diciendo!

Un par de setas aparecieron a mi derecha e izquierda, pero ¡no había nada delante de mí! ¿Seguro? - ¡Cuidaaaaa! - la velocidad del descenso y la corta visión me impidieron llegar a terminar de pronunciar la palabra. Frente a mí había aparecido un cuerpo, bueno, más bien una espalda, contra la que terminaría por estrellarme salvo milagro divino. La todopoderosa y omnipresente niebla del lugar hacía que fuera imposible planificar un viaje en seta, como quien iba saltando por las camas elásticas. Bien había sabido que había encomiado al azar mi destino y había terminado casi estampándome contra aquel tipo. Sabía que el suelo absorbía el impacto de la caída, pero… ¿también lo hacían las personas? Consideraba que había experimentado suficiente por ahora, así que coloqué una burbuja de baba que me envolvió para protegerme del impacto contra esa persona.

-¡Por las ancas de mi tía! ¿Quién eres tú? - pregunté sorprendido. No tenía ni idea de cómo había llegado allí y había dado por supuesto que no había nadie más que yo y un montón de animales gigantes y rarísimos. Me había equivocado – No deberías ponerte en mitad del camino de otros – increpé aún a sabiendas de que poco podía hacer y si algún culpable había era yo por lanzarme tan temerariamente a lo desconocido. Obviamente, no iba a reconocer mi culpabilidad.

Aclaraciones para Tenka


Aclaraciones para Lobo Jackson


Inventario


Técnicas y gastos


Personaje
#5
Tenka
Anticuario



Observaba con temor la plateada pupila del sol, extrañamente inmóvil tras la bruma gris. La niebla se derramaba ahora violenta sobre mi como un torrente.

Cada paso me consumía en un trance angustioso y soporífero, como un delirio febril.

Precoz la parca asiste a entregarme en funesto ritual. —Ya empezamos— O es acaso el sueño de un sueño de un ebrio morfeo. —Sí, ahora resulta que morfeo va pedo, de verdad, que se calle ya, qué pesadilla más mala.

Mi alucinada y bifurcada mente solidificó en una sola cuando, de repente, escuché un canto lejano. 

Las sílabas llegaban como sonidos graves y dilatados, para luego ir cerrándose hasta cobrar forma en una voz prodigiosa y llena de majestad.

AAAAAAAAAOOOOO         EEEEEEEEEEE            IIIIIIIIIIIIIIIEEEEOOO
BAAAAAAOOOO                EEEEEEEE                  CIIIIIIIIIIEEEEOO
BAAAOOO                          EEELLL                        CIIIIIIEEEO
BAAJOO                            EELL                            CIIIEELO
BAJO                                EL                                CIIELO
Bajo         el        cielo

Bajo el cielo…, genial, ahora escucho una megafonía celestial. Al final va a tener razón el poeta este”, pensé para mi, en mi interior, donde aún parecía tener gobierno alguno.

Las armonías casi imposibles comenzaron a concordar cada vez más bajo una misma clave. Y las palabras comenzaron a condensar, como si brotaran en la misma pared de mi tímpano.


“...cielo estrellado, los llamo a mi juego,
selectos habitantes del East Blue, al borde del sueño.
En la Isla de Oniria, donde la luna es mi guía…”


“Pues ya estaría, el que habla por mi, el poeta, tenía razón, morfeo va bien cocido”, pensé. La locución completa no tenía desperdicio. Gracias a ella caí en la cuenta de que, como mencionó, contaba con una bolsa en mi cintura, y dentro una canica. La bolsa parecía, de manera imposible, unida a mi cuerpo, o mejor dicho, a mi propia existencia.

“Esta es, sin duda, una ilusión persistente. Habrá que jugar bajo sus términos”, me dije.


Solemne oda desciende sobre mis sentidos, a la postre…


El golpe en mi espalda cesó, para mi fortuna, otra nueva línea de diálogo de mi yo más lírico. Fue tan inesperado que me llevó de bruces al suelo con violencia. Para mi sorpresa, el duro suelo se sintió como una caricia nubosa. ¿Acaso en aquel ensueño no había dolor? Miré mis manos y mi cara, que habían frenado la caída. Nada. Qué extraño.

Tan pronto como pude me giré. Contuve el sobresalto al ver aquel… anfibio Gyojin pez bruja con escamas verde y azules. No creo que pueda describirse mejor. No pude, sin embargo, frenar el susto cuando escuché su voz. Soy consciente de que los Gyojin hablan, pero me recuerdan demasiado a las sardinas, y eso no sería un gran problema si no les tuviera fobia y si no me las imaginara hablando. “Ay joder, qué asco”.


¡Por el orbe sideral, qué insólita afrenta osa perturbar mi excelsa compostura!—Ahí, bien, dando una primera buena impresión a la bruja sardina. De esta me matan.


De pronto mi vista se fijó en la cintura de aquel Gyojin. Llevaba una bolsa como la mía. “El poema celestial cósmico onírico había dicho…Una regla es simple, canicas has de acumular… Entiendo.”, me dije.

Eché a correr hacia la niebla con la intención de hacerme invisible tan pronto como me sienta  guarecido bajo su bruma.

Personaje


TÉCNICA Y GASTO


#6
Timsy
Timsy
Impacté de lleno contra aquel tipo, llenándolo de baba en el proceso y tirándolo contra el suelo un par de metros delante de mí. Ninguno de los dos había recibido daño. O al menos eso parecía. Era un humano, de tez morena y cabellos a medio camino del albinismo con el blanco grisáceo ceniza. En su cintura llevaba la misma bolsita que yo a la mía. La pude ver cuando se giró estando todavía en el suelo. ¡Esa bolsa tenía que ser mía! Muchos años en la vida me habían enseñado que todo lo que uno pudiera tomar por su cuenta y en propio beneficio, eran mejor no dejarlo pasar. Para cuando no se tenga la oportunidad - ¿Pero qué escamas dices? - No había entendido nada.

El tipo echó a correr hacia la niebla – O no. No te vas a escapar – pensé - ¡Eh, quieto! ¡Dame esa bolsa! - añadí persiguiéndole. Me apresuré a lanzarle un escupitajo de baba a la cabeza con la intención de tirarlo de nuevo contra el suelo o como poco molestarlo. Seguí corriendo para atraparlo. Bueno, más que a él a la bolsa que colgaba de su cintura. Trataría de acercarme por el lateral en el que tenía la bolsa. Mi corto brazo hacía que tuviera que acercarme mucho para ello, ese factor jugaba en mi contra, sin embargo mi corta estatura me permitía acceder a la bolsa de una manera más cómoda y sencilla que si fuera más alto, por lo que podría robársela en carrera. Del mismo modo, mi bolsa quedaría protegida por quedar más abajo y presumiblemente, lejos del alcance de sus brazos. No bien hubiera conseguido arrebatarle la bolsa, daría un salto lateral para cambiar drásticamente la dirección de avance y tratar de perderme en la “invisibilidad” de la niebla. Irónica era la vida que yo quisiera buscar la invisibilidad contra quién el rey de la misma, pero naturalmente yo no sabía nada des esto.

Aclaraciones


Técnicas


Inventario

Personaje



#7
Shiro
Ninguno
-Pues ni vaca que hable… ni nada. Qué extraño - pensé asombrado cuando tras pasar unos segundos nada sucedía.

Todo seguía sumido en la misma densa niebla y no volví a escuchar ningún grito como el que me había despertado… si es que se podía llamar así. Aún no entendía muy bien qué estaba pasando pero no me podía quitar de la cabeza la extraña sensación de que se me escapaba algo.

-Para qué vales pequeña - murmuré tras vaciar la misteriosa bolsa que llevaba al cinto observando de cerca la canica. Cuanto más la miraba, más ansiaba no perderla. Era tan redonda, tan pulida, tan… sencillamente perfecta que daban ganas de enterrarla en un lugar seguro.

-¡Estúpido, ni que fueras un perro! - me recriminé obligándome a dejar la canica donde estaba. Por alguna extraña razón no podía deshacer el nudo que la unía al cinturón, aunque era algo por extraño que fuese no me disgustaba. Me sentía más seguro de no perder así la posesión más preciada que tenía.

-Bueno, es hora de moverse - murmuré obligándome a hacer algo. No podía quedarme más tiempo aquí perdiendo el tiempo por lo que tras desenfundar la espada me acerqué a una de las setas que me rodeaban. Esta media alrededor de tres metros y tenía una cabeza ancha y plana, no era precisamente una de las más grandes, pero sí lo suficiente para lo que había planeado. Mi sentido de la orientación era penoso, por lo que de nada me servía deambular sin sentido por un terreno tan inhóspito. Necesitaba verlo desde otra perspectiva.

No quería salir despedido otra vez, por lo que tras un par de tajos con mi arma conseguí que esta cayese al suelo consiguiendo el método de transporte que necesitaba. Guardé mi arma en su vaina y la enganché al cinto donde colgaba la bolsa con mi preciada canica. Con un ligero movimiento me senté a horcajadas sobre el tallo, procurando no aplastar demasiado mis partes sensibles que se encontraban al descubierto, y coloqué las manos sobre el mismo tallo. Era hora de usar los poderes que aquella extraña fruta me confirió. No solía usarlos muchos puesto que suponía un gran gasto de energía, pero confiaba que en este mundo que se antojaba como una pesadilla no tuviese que sufrir tal restricción.

-¡Ale Hop! - grité mientras activaba mis poderes haciendo que esta levitase unos siete u ocho metros. -Mierda… - mascullé extrañado cuando noté el habitual desgaste que conllevaba hacerlo. No era algo que me esperase que sucediera, por lo que en vez de deleitarme en el pilotaje del hongo me apresuré en avanzar sin perder el tiempo. Desde arriba tampoco es que tuviera una mejor visión, pero al menos no me encontraba a merced de lo que se ocultase tras la niebla.

Estaban pasando demasiadas cosas que no entendía y comenzaba a sentirme algo intranquilo por todo lo que estaba pasando. Ya había escuchado extraños gritos y visto siluetas que pasaban despedidas… por lo que cuando se topó con la siguiente escena ya no sabía ni cómo tomármelo. Unos metros más abajo, junto una seta desgarrada, se encontraba lo que parecía una especie de perro antropomórfico vomitando un líquido brillante color arcoiris haciendo que la tonalidad de su pelaje se tornase tan peculiar como el de las setas. No sabía qué era ese ser ni si el motivo de su vomitera era debido a comerse uno de aquellos peculiares hongos, pero tampoco es que me importase dada la situación.

-¡Eh! - grité a la bestia desde mi propia seta mientras hacía que esta se mantuviese suspendida en el aire. -¿Sabes dónde estamos? - pregunté dando por sentado que el animal, o lo que fuese, pudiese hablar.

No sabía si el bicho tendría una actitud hostil, pero por si acaso me mantuve preparado por si tenía que reaccionar rápidamente contra él.

Akuma


gastos


Resumen
#8
Lobo Jackson
Moonwalker
El mink tomó aire después de vaciar el estómago, pero incluso así parecía sentir el estómago lleno. 

- Qué cosa más rara-gara. - Habló para sí mismo al tiempo que limpiaba sus morros con el dorso de su peluda mano.

Un silbido en el aire captó su atención justo en el instante en el que un enorme objeto volador no identificado aparecía desde la arboleda fúngica, algo que pronto reconoció como una de las muchas setas que crecían en los alrededores. 

- ¿Esas cosas vuelan? - Pensó con sorpresa. - Rebotan y vuelan... Rebotan y vuelan... Rebotan... -

Pero el repentino llamado desde aquella seta flotante le sorprendió todavía más. - ¿También hablan? - Hasta que una figura con el torso desnudo se asomó desde el borde del micoplaneador. Su pelo plateado y sus ojos de color verdosos le hicieron recordar a un postre de uvas con nata que, desde las alturas, se dirigía a él con una voz bastante curiosa y energética.

- No sé donde estamos-gara. - Le contestó con la misma potencia vocal. - ¿Sabes tú dónde estamos-gara? -

Fue en ese instante cuando notó que algo cercano a su cintura era muy preciado para él, algo que no quería perder bajo ninguna circunstancia. Fijó su vista en una pequeña bolsita que colgaba del cinto cerca de su bragueta, a la vista de todos a pesar del atuendo que llevaba puesto. - ¿Qué demonios? - Pensó a la vez que una de sus manos se posaba sobre la bolsa de forma inadvertida, palpando algo duro y esférico bajo la tela. 

Un sentimiento de precaución hizo que su pelaje se erizase levemente, fuera lo que fuera, se prepararía para cualquier eventualidad. 

Eso sí, posando de forma espectacular con los brazos en forma de S y las piernas ligeramente recogidas. - ¡Auuuu! - Aulló. - ¡Qué emocionante es todo esto-gara! -

Personaje


Aspecto


Inventario
#9
Tenka
Anticuario
Acabaron las poesías. Anteriormente, creyendo que entre la niebla estaría a salvo, había corrido como culo perseguido por fuego. Tuve el tino de querer mirar hacia atrás justo cuando aquel Gyojin de aspecto anfibio me atacaba con un escupitajo, y, digo tino, porque justo en ese mismo instante en el que quise girarme tropecé con algo entre la niebla y me volví a ir hacia el suelo para encontrarme con una seta de baja altura pero enorme tamaño. Reboté en ella y salí por los aires, recibiendo, en el inicio de la trayectoria, el baboso ataque de la sardi… digo del Gyojin.

El bote fue tal que desaparecí de inmediato por los aires ascendiendo decenas de metros en ángulo y desplazándome entre la niebla otras tantas o más decenas de metros del lugar en el que estaba. Al menos eso presentía por el tiempo que pasé en el aire. 

La niebla era alta, pues aún a esa altura era casi imposible ver a dónde me dirigía. En medio del aire, mientras escuchaba el viento aleteando en mis orejas, noté el dolor del golpe que me había alcanzado previamente. Me había dado de lleno en la espalda, casi debajo del cuello.

No entendía cómo estaba “saltando” por haber caído en una seta, pero asumí mi viaje en la vida y me concentré. “Qué calladito está el espabilado este. Mira cómo se le ha quitado la tontería en cuanto ha empezado la acción”, pensé mientras sufría el dolor en mis vértebras. 

Sin dejarme dormir en el caos, aproveché en medio del aire para, por fin, hacerme invisible, poco después de salir volando. Utilizaría la dirección del sol para orientarme y saber aproximadamente en qué dirección estaba mi rival (aproximadamente aquella desde la que había "saltado").

Caería entre la niebla, lejos, en una zona sin rastro alguno de presencia viva. De inmediato desenvainé mi espada, e, invisible, me dirigí lentamente y agachado, hacia mi anterior dirección.



 
TÉCNICA Y GASTO


Personaje

ACLARACIONES
#10


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