Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
[Común] [C - Pasado] De mal en peor.
Dr.Bonez
Dr.Bonez
Parecía que en esos días en la ciudad de Rostock las cosas estaban más tranquilas de lo habitual, por lo menos mucho más de lo que habian estado semanas atrás, en donde había conocido a bastante gente peculiar; sin contar también en los problemas que se había metido con tan solo llegar a la isla. Esto hacía que aquellos días de tranquilidad fueran un verdadero bálsamo de todo el ajetreo que había ocurrido con tan solo llegar a la isla.

En esos momentos, Bonez se encontraba en un famoso restaurante que se encontraba en el centro de la ciudad llamado "Rey Venado" el cual se especializada en todo tipo de carnes, especialmente en la de venado. Por su parte el  se encontraba sentado en una mesa que se encontraba cerca del gran ventanal en el costado oeste del recinto, esperando que algún mesero se dignara a tomar su pedido.

Bautizar parecía destacar claramente por entre los demás comensales que estaban vestidos de manera pulcra y normal, siendo presa de miradas y susurras de mesas contiguas, las cuales parecían estar bastar intrigados por el gris de su piel y su estrafalaria forma de vestir, haciendo que el chico perdiera la paciencia tanto por los susurras como también por la manera en la que ningún mesero parecía acercarse para poder tomar su pedido.

Joder, muero de hambre. ¿Es que acaso soy invisible? Solo quiero un buen pedazo de carne de venado por todos los dioses. Dice tamborileando sus dedos sobre la superficie de la mesa  por la manera en la que su paciencia parecía agotarse poco a poco.
#1
Drake Longspan
[...]
Drake Longspan había estado en el pueblo de Rostock durante varios años, lo visitaba a menudo y era considerado un local más de la Isla Kilombro. El carpintero, aunque disfrutaba del bullicio y las constantes sorpresas que la ciudad le ofrecía, no podía negar que los momentos de tranquilidad tenían su propio encanto. Después de un tiempo inmerso en el caos y la acción, a veces era necesario detenerse y simplemente disfrutar de lo que la vida cotidiana tenía para ofrecer.

Ese día, decidió darse un gusto. Había escuchado hablar del "Rey Venado", un restaurante conocido por su exquisita carne de venado y, siendo un hombre de apetito voraz, le pareció el lugar perfecto para una buena comida. Cuando entró, el ambiente le resultó cómodo, aunque no pasó desapercibido el aire de elegancia y formalidad que impregnaba el lugar. No era precisamente su estilo, pero un buen filete justificaba la adaptación a entornos más sofisticados.

Mientras cruzaba el salón en busca de una mesa libre, sus ojos rubíes captaron una figura inusual cerca de un ventanal en el costado oeste del restaurante. Un hombre de piel gris, una rareza en sí misma, vestido de una manera que desafiaba la norma de los comensales, estaba sentado solo. Lo que más llamó la atención de Drake, sin embargo, no fue la apariencia del extraño, sino su evidente frustración. Tamborileaba con impaciencia los dedos sobre la mesa, mientras su mirada se perdía en la nada, claramente molesto por la falta de atención de los meseros.

Drake no pudo evitar esbozar una sonrisa. Había algo en la escena que le resultaba familiar, como si viera en aquel hombre un reflejo de sí mismo en otras circunstancias, en otros lugares, en otros tiempos. Sin pensarlo demasiado, se acercó a la mesa y, con la confianza y la naturalidad de quien está acostumbrado a interactuar con todo tipo de personas, se sentó en la silla libre frente a él.

Parece que el servicio aquí no es tan rápido como la reputación del lugar sugiere, ¿eh? — dijo Drake con una sonrisa ladeada, sus ojos rubíes destellando con un brillo amistoso — Pero no te preocupes, amigo. A veces, solo necesitas hacer un poco de ruido para que te noten.

Hizo un gesto con la mano, llamando la atención de un mesero que pasaba cerca. El joven se giró rápidamente al escuchar la voz de Drake y, con una mezcla de sorpresa y algo de temor en su rostro, se acercó de inmediato.

Mi amigo aquí está muriendo de hambre — dijo Drake, enfatizando la palabra "muriendo" con una exageración dramática — ¿Qué tal si nos traes el mejor filete de venado que tengan en la casa? Y asegúrate de que sea grande, como para calmar el hambre de un hombre que ha estado en el desierto durante días. Paga él.

El mesero asintió nerviosamente, visiblemente aliviado de que su error estuviera siendo abordado de manera tan directa pero no hostil, y se apresuró a cumplir con el pedido.

Drake volvió su atención al hombre frente a él, notando el asombro en sus ojos amatista. Aunque no se conocían, la situación había creado una especie de camaradería instantánea. O al menos eso creía él...

Bueno en verdad le daba igual, el caso era comer gratis.

Por cierto, soy Drake Longspan — dijo, extendiendo su mano y moviéndola como un tentáculo — No pude evitar notar que estabas teniendo un mal rato aquí. ¿Cómo te llamas?

La naturaleza directa y sociable de Longspan era a menudo exasperante para aquellos que no lo conocían, pero su tono era amistoso, sin un ápice de malicia. Había algo en aquel hombre que despertaba su curiosidad, y aunque su encuentro había comenzado por un simple acto de cortesía, aquel muchacho de brazos largos sentía que había más en él de lo que parecía a primera vista.

«Ojalá sea rico y quiera compartir algo conmigo.» Fantaseó para si mismo

Entonces... ¿Qué te trae a un lugar como Isla Kilombo, amigo? — preguntó, reclinándose en su silla con una expresión relajada, mientras observaba cómo el mesero se alejaba apresuradamente hacia la cocina — No parece el tipo de lugar que atrae a alguien como tú, si me permites decirlo, eres... peculiar.

Y lo dice él, el que literalmente podría estar sentado y cerrar las cortinas dos mesas más allá con sus brazos.

Drake siempre había tenido un instinto para detectar cuando alguien no encajaba en su entorno, solo había que mirarlo a él. Aquel hombre de piel gris ciertamente parecía estar fuera de lugar en el "Rey Venado". Sin embargo, en lugar de juzgarlo, esto solo aumentaba su interés. Después de todo, Rostock era un pueblo lleno de historias que merecen ser contadas y compartidas, y quizás este hombre, este "Dr. Bonez", tenía una historia particularmente interesante que contar. La capacidad de escucha es posiblemente, la mejor forma de detectar necesidades y generar nuevas oportunidades de negocio, y eso el boxeador lo sabía.
#2
Dr.Bonez
Dr.Bonez
No sabia si era un cierto desprecio por su físico por ser tan particular y extraño para la gente; por el nivel de popularidad que tenia el establecimiento, lo cual hacia difícil el atender a tanta gente que deseaba probar sus platillos o simplemente era ineficiencia por parte de los meseros que no sabían organizarse de buena manera para poder atender a los clientes de manera apropiada. Sea como sea, el deseo por comer un buen trozo de carne ya hacia exasperar al chico de piel ceniza, el cual ya parecia un demonio del inframundo por la manera en la que resaltaban sus ojos de color rubi rojizo de su piel oscura, haciendo que muchos clientes creyeran que era alguna clase de demonio por la manera algo temerosa con la que miraban de reojo a aquel muchacho que ya parecia estar listo para armar problemas en el establecimiento.

No obstante, antes de que pudiera intentar aliviar su enojo con alguno de los pobres meseros que corrían de un lado al otro, apareció frente a el  un hombre de apariencia joven y alegre. Parecia ser un miembro de la "tribu de los brazos largos"  por el exagerado tamaño de sus extremidades superiores en comparación de su cuerpo, haciendo que Bonez se quedara unos segundos mirándole de arriba a abajo, no por  desprecio o extrañeza de que le hubiera venido a hablar de manera tan directa, sino porque nunca había visto a un brazos largos antes, así que era algo sorpresivo ver a uno acercarse a el en un lugar como ese sin previo aviso. El chico parecia tener una actitud extrovertida y alegre, ya que no parecia asustado o extrañado por su apariencia, de hecho, ni siquiera había parecido estar consciente de los extraños detalles físicos que le hacían diferente a otros humanos lo cual le hizo esbozar una sonrisa, no se veía todo los días que alguien fuera tan directo y amable de la nada. 

Ni que lo digas, he estado sentado aquí 15 minutos y nadie se ha dignado siquiera preguntarme si quiero un vaso de agua. dice Bonez sonriéndole a aquel extraño, el cual no solo parecia empatizar con si situación, sino que inmediatamente había tomado cartas en el asunto, marchando hacia uno de los meseros que le miro con sorpresa por la manera en que aquel chico le había abordado, haciendo que tuviera que mirar a Bonez, viéndose ya claramente que parecían  estar asustados o desconfiados por su apariencia en el momento en el que el brazos largos apunto a la mesa donde estaba el sentado, haciendo una cara de horror cuando le dijo que quería que anotara la orden de aquel muchacho de piel negra que parecia provenir del inframundo.

El camarero asintió sin dudarlo, anotando rápidamente los dos bistecs  en su libreta antes de darse vuelta como si quisiera escapar de esa situación cuanto antes. Pero antes de que eso ocurriera, Bonez se levanta de su asiento y le pone una mano en  el hombro girándole y haciendo que en ese momento saliera un leve chillido de la boca del mesero, dándole un escalofrío en toda la espada cuando vio esa piel negra y los ojos rojizos.

Espera! hace una pausa antes de apuntarle con el dedo casi como si estuviera amenazándole y con su mirada fija en los ojos contrarios. Dos ordenes de patatas fritas, Espinaca con crema y vegetales rostizados como acompañamiento. Mi carne la quiero 3/4 y tu mejor vino y cerveza para un regimiento... Si arruinas algo de la orden te sacare el esófago y hare que me lo hagan a la parilla con salsa barbacoa, ¿¡capisce!?. Dijo eso ultimo como si estuviera por amenazarlo de muerte, a lo cual el camarero solo asiente chillando para sus adentros antes de que Bonez le soltara para que pudiera traerle la comida ordenada.

Vaya, entonces si era por mi físico. Seguramente creen que les echaré una maldición en el momento en que se acerquen a mi. Dice bromeando y sonriéndole al extraño que en esos momentos se presento como Drake  Longspam, el cual le acerco a su mano que parecia un tentáculo de pulpo o una serpiente escurridiza.  El chico de piel oscura se lo pensó unos segundos antes de decidir darle la mano y estrecharla con fuerza. Eran pocos los que tendrían aquellas agallas para acercarse a alguien para ordenar algo de aquella manera y mucho menos hacer que alguien mas pagara la cena, pero eso no le molestaba, hacia notar que Drake tenia pelotas, lo cual le faltaba a muchos últimamente. 

Mi nombre es Baltazar Bonez, me conocen como "Dr.Bonez" o "Bonez" para los amigos. dice respondiendo mientas que termina por soltar una leve risa antes de que por fin Drake hablara de el particular físico que tenia.  Es una larga historia, pero ya que decidiste ayudarme te  la puedo contar mientras disfrutamos de un buen pedazo de carne de venado. dice haciendo un ademan para que se sentara junto a el, dejandole en claro que le invitaba a comer.
#3
Drake Longspan
[...]
Drake se dejó caer en la silla con la elegancia de un saco de papas con más agujeros que un pirata de paseo en el G4, aunque en su caso, el saco venía equipado con un par de brazos tan largos que casi podían alcanzar la mesa del comedor de la esquina. Se acomodó como si estuviera a punto de instalarse para un banquete real, con sus ojos brillando con una mezcla de entusiasmo y hambre voraz. Era el tipo de hambre que solo alguien que ha pasado más tiempo buscando comida que comiéndola podría entender.

Con un suspiro teatral, como haciéndose el interesante, Drake apoyó los codos sobre la mesa y entrelazó los dedos, dejando que sus largos brazos se extendieran por el borde de la mesa en una exhibición casi cómica. Parecía un pulpo humanoide que había decidido tomarse un descanso de sus trayectoria en el mar para disfrutar de un buen plato de carne.

Drake soltó una carcajada que hizo que algunas cabezas se volvieran a mirarlo, aunque él no les prestó atención. La idea de una comida gratis era tan atractiva que todo lo demás pasaba a segundo plano. Bueno, casi todo lo demás. La compañía también parecía prometedora, y Drake no podía evitar sentir una creciente curiosidad por el extraño que tenía delante. Un tipo de piel ceniza y ojos de rubí que parecía haber salido de un mal sueño o de una de esas historias de fantasmas que las abuelas contaban para asustar a los niños. Pero ahí estaba ese tal Baltazar Bonez, sonriéndole de vuelta, lo que solo hizo que Drake se sintiera algo incómodo en su presencia.

Ni que lo digas, he estado sentado aquí 15 minutos y nadie se ha dignado siquiera a preguntarme si quiero un vaso de agua. — dijo Bonez, esbozando una sonrisa que mostraba que, a pesar de su aspecto intimidante, no era el tipo de persona que se tomaba las cosas demasiado en serio. El joven carpintero no pudo evitar sonreír de vuelta, con una chispa de pillería encendiendo en sus ojos. Era refrescante encontrar a alguien que no se dejara llevar por las apariencias, especialmente en un mundo donde todo el mundo juzgaba a los demás a primera vista, algo que Drake sabía muy bien.

Era una buena lección.

Drake Longpsan observó con cierta diversión cómo el camarero, que había estado intentando mantener la compostura, empezó a sudar frío cuando Bonez lo llamó para hacer su pedido y anotaba. No todos los días se veía a un hombre tan peculiar, más parecido a un muñeco voodoo que a un humano amenazando con arrancarle el esófago si arruinaba su orden. Pero lo que hizo que el brazos largos realmente se interesara fue la facilidad con la que Bonez manejó esa situación. No solo había intimidado al pobre mesero, sino que lo había hecho con un estilo que Drake podría imitar de cara a negociar de una forma menos sutil.

Vaya, entonces sí era por mi físico. — dijo Bonez, con una sonrisa que mostraba más diversión que preocupación. — Seguramente creen que les echaré una maldición en el momento en que se acerquen a mí.

«¿Maldición?»

Drake soltó una carcajada, una de esas que resonaban en el pecho y se expandían en el ambiente. Algunos comensales le miraban con mala cara, no estaban acostumbrados a semejante vulgaridad en medio de una comida.

 — ¡Rorohahaha! ¡Bonez, amigo, si yo tuviera tu pinta, estaría cobrando entradas para ver cómo corren despavoridos! Te lo digo, podríamos montar un negocio juntos: Ya me imagino los carteles: ¿Quieres asustar a tus vecinos? ¿Hacer que los cobradores de impuestos te dejen en paz? 

Mientras el muchacho hablaba, sus manos se movían enérgicamente, dibujando en el aire un cuadro imaginario de lo que sería su supuesta idea de negocio. Era evidente que estaba disfrutando de la conversación, tanto como disfrutaba de la idea de una comida gratis.

Drake Longspan se secó las lagrimas de risa mientras estiraba su brazo derecho a la mesa de al lado, robando un bollo de pan bao. Asintió, satisfecho con las presentaciones. 

Baltazar Bonez, suena a nombre de pirata o de algún tipo de hechicero o druida de alguna isla desconocida. Pero ya que has decidido ayudarme con la cena, puedes llamarme, como te dije, simplemente Drake. Aunque si prefieres el nombre completo, es Drake Longspan, pero eso es solo si te quieres molestar en pronunciarlo todo.

El carpintero observó a Bonez por un momento, con una expresión que mezclaba curiosidad y análisis. Había algo en ese tipo que no cuadraba con la imagen que los demás parecían tener de él. Claro, era intimidante, con esa piel tan grisácea tirando a oscura y esos ojos brillantes, pero también tenía un sentido del humor afilado y una disposición para compartir, algo que no se veía todos los días. Y además, era el tipo de persona que no se dejaba asustar fácilmente, de hecho, era el la persona encargada de esos sustos, algo que Drake Longspan observaba con detenimiento, algo le hacía mantenerse alerta.

Cuando Bonez mencionó que le contaría su historia mientras disfrutaban del venado, Drake Longspan casi dio un salto en la silla.

 — ¡¿Gratis?! ¡Trato hecho! Nada como una buena historia para acompañar la cena. Y si tu historia es tan jugosa como la carne que estamos por devorar, entonces esta será una de las mejores cenas de mi vida. Aunque, te lo advierto, si me dejas con la intriga, podría terminar siendo yo quien te eche una maldición. Una maldición de brazos largos. Directa del país de Kano — Dijo golpeando su puño en su venda de manera cómica.

Drake sonrió ampliamente mientras hablaba, sus palabras estaban cargadas de ese tono extrañamente bromista que usaba para cuando tenía que fingir caerle bien a alguien en la vida. Pero debajo de esa fachada de comerciante promedio, había un interés genuino en saber más sobre Bonez. No todos los días se encontraba con alguien que compartiera su desprecio por las formalidades y su amor por las buenas historias. Y aunque era cierto que estaba hambriento, tanto de comida como de compañía, también era cierto que había algo en ese hombre que no encajaba.

Pero antes de que empieces con la historia. — continuó Drake, levantando un dedo como si estuviera a punto de hacer una gran revelación. — Déjame decirte una cosa, Bonez. Este lugar puede estar lleno de gente que no sabe cómo tratar a los demás, pero yo te digo que has encontrado a la persona adecuada para compartir la mesa. Sino porque me parece que tú y yo podríamos ser buenos camaradas... o al menos, buenos compañeros de cena.

Intentaba ganarse su confianza, ver hasta dónde podía estirar el chicle. Quería saber qué demonios era ese hombre. El luchador carpintero volvió a recostarse en la silla, estirando sus brazos por encima de su cabeza con un suspiro de satisfacción. 

Así que, adelante, Bonez. Cuéntame tu historia mientras esperamos esa carne. Y no te preocupes por los detalles, cuanto más, mejor. Me encanta una buena historia bien contada.

Mientras el muchacho esperaba que aquel tipo extraño comenzara a hablar, no pudo evitar pensar en lo afortunado que era al haber encontrado comida en un lugar como ese, se dejaba inundar por el aroma de la carne y el bullicio de los camareros, platos venían y se iban, había vida y sobretodo: Comida gratis.
#4
Dr.Bonez
Dr.Bonez
Aquel chico que se había acercado a él era sutil como un elefante en un concurso de conejos, nomas que le molestara la.berdad, pero si se notaba que era alguien bastante extrovertido y alegre; risueño como pocos de los que había visto en las islas por las que habia surcado, aunque era divertido ver sus reacciones y la manera extravagante con la que se movía. 

Sus brazos se movían con una ondulación casi inhumana , como si fuera un pulpo usando un disfraz de humano. Era bastante curioso la manera en que movía las manos, aunque era agradable de ver; Tanto como un pez fuera del agua; una colorida libélula entre polillas, como decía la gente en aquella isla pantanosa en la que Bonez habia nacido.

Por su parte, el chico de piel ceniza solo le miraba ante esas actitudes que le causaban diversión, sobretodo por la manera en que la gente miraba toda esa situación, ya que Drake hacia un buen trabajo de molestar a aquella spersonas que le ha Ian estado ojeando con el rabillo del ojo de formas despreciativas

Ante aquella idea de poder utilizar su físico de una manera rentable, Bonez se acaricio la barbilla con hi esto interés, ya que seguramente gente morosa que no desee pagar deudas o rentas seguramente te se lo pensarían dos veces al ver a aquel "diablo". Sin contar que seguramente Drake con esos brazos les podría dar una buena paliza. Honestamente  era algo que debía considerar.

Vaya, no es una mala idea. Amedrentar morosos para cobrar deudas ¿huh?. Se dijo a si mismo como si le gustará la idea mientras más esta se repetía en su cabez. ¿Sabes? Tienes buenas ideas querido compañero, hasta podrías ser quien le parte las piernas a aquellos indeseables que no desean pagar, con esos brazos ya tendrias las herramientas necesarias. Es una buena forma de llenar los bolsillos.

Sonríe con un dejo codicioso en sus ojos, lo cual hacía que la gente evitará la mirada por esa naturaleza tétrica de su apariencia aunque no fuera esa su intención, su rostro parecía la del set más malévolo de la tierra. 

Después de escuchar a Drake, Bonez solamente reclina su cuerpo en la silla, apoyando el antebrazo derecho en el respaldo de la silla tomando una posición un poco más relajada, haciendo una mueca sutil que mostraba cierto aire de diversión ante lo exagerado de los movimientos de su nuevo compañero de cena.

Muchas veces me han preguntado si tengo poderes Vodoo, Magia negra o el de poder maldecir a alguien, pero la verdad es que no tengo nada que pudiera parecerse a algo así. 

Dice antes de  escuchar a Drake, el cual parecía bastante interesado en escuchar su historia, a lo cual Bonez cerró los ojos brevemente mientras suspiraba, antes de que sacara un cigarrillo de piel de hojas oscuras, casi tanto como el de su piel, el cual encendió gracias a un anillo en forma de calavera que se encontraba  en el índice de su mano izquierda, el cual al apretar con su pulgar el costado del cráneo, hace que este se abra y aparezca una pequeña llama con la cual enciende el cigarrillo, acto seguido termina por ofrecerle a su nuevo compañero de mesa .

Antes de contarte mi historia, esperemos los tragos, ya que no es una buena historia para contar si no tengo alcohol en la sangre. Dice antes de darle una bocanada al cigarrillo y  soltar suavemente el humo por el costado de su boca.
#5
Drake Longspan
[...]
Drake observó cómo Bonez encendía su cigarrillo con un gesto casi teatral, usando aquel anillo en forma de calavera que parecía salido de una historia de terror. No podía negar que el tipo sabía cómo crear una atmósfera peculiar. Con su piel ceniza y esos ojos brillando con una mezcla de codicia y algo más oscuro, parecía sacado de las pesadillas de cualquier pobre diablo al que le debían dinero, como si fuera la misma parca. Drake intentaba comprender como podía ver cómo funcionaba su mente.

Mientras el camarero, aún nervioso, servía las bebidas, Drake le echó un vistazo rápido, empatizando en parte por su circunstancia. La hostelería era muy puñetera. El chico parecía aliviado de poder retirarse rápidamente, dejándolos a solas en su pequeña burbuja de humo de tabaco y planes siniestros mezclados con alcohol, como otros de esos relatos de mafiosos de otras islas. 

El carpintero tomó su vaso y lo levantó brevemente, mirándolo como si estuviera brindando en solitario. El líquido oscuro y espeso en el interior olía fuerte, y un trago rápido confirmó lo que ya esperaba: era de esas bebidas que hacían que el pecho te ardiera como si te hubieras tragado una hoguera. Perfecto para una charla como esta.

Drake Longspan sabía que no tenía sentido esperar palabras de aquel hombre, y por alguna razón, parte de su ser se encontraba más cómodo conforme bebía. Las palabras solían ser un problema para él; cada vez que hablaba, parecía que metía más la pata o conseguía más deudas. Era su cuerpo el que siempre hacía el trabajo sucio, no su lengua. Pero el alcohol y la comida gratis siempre ayudan.

Así que romper piernas, ¿eh?

Drake reflexionó la propuesta de Bonez mientras daba un trago de aquella bebida tan cara.

Nunca he pensado en hacer ese tipo de trabajos, pero a estas alturas... Supongo que uno tiene que hacer lo que tiene que hacer o algo así.

La idea de usar sus puños, esos que había endurecido en incontables peleas callejeras, no era algo que lo incomodara. De hecho, el mero hecho de imaginarse amenazando a algún imbécil que no quería pagar lo hacía sentir hasta cierto punto placer. Era una forma de usar su fuerza que al menos tenía sentido. No era solo violencia por violencia, como había sido en el pasado. Esto sería pragmatismo puro. Y considerando sus deudas, el pragmatismo era algo que le faltaba desde hace mucho tiempo.

Miró sus propias manos, grandes y recubiertas de vendas, llenas de cicatrices. Había algo oscuro en eso, en usar la misma fuerza que había sido su bendición y su maldición para un propósito más calculado. No era solo una pelea cualquiera en una taberna o en un callejón por unos miseros berries de ver quien pegaba más duro, era un plan. Y Bonez tenía razón en algo: Drake tenía las herramientas para el trabajo. Era lo único que sabía hacer bien.

Era capaz de construir y destruir a partes iguales.

Aunque algo no le cuadraba.

Pero no te voy a mentir, Bonez. — dijo, apoyando el vaso sobre la mesa con un golpe sordo — Una parte de mí que se siente como en un pozo sin fondo. Como si cada vez que tratara de salir, algo o alguien me arrastrara de vuelta al fondo. Tal vez sea la mala suerte, o tal vez soy yo. A lo mejor he hecho demasiados malos negocios, no lo sé. Pero si hay una forma de salir de esto, joder, por supuesto qué la tomaré.

Sus ojos se clavaron en los de Bonez, su tono era serio. Ya no había espacio para las bromas. La deuda era algo que lo había estado consumiendo lentamente, un peso que llevaba en los hombros y que sentía en cada movimiento, en cada respiración. Los 2 millones de berries no eran solo números, eran años de errores, de malas decisiones, de trabajos mal pagados, de personas que lo habían dejado tirado cuando más los necesitaba...

La muerte de sus padres.

Y ahora, aquí estaba, sentado frente a un tipo con el que no tenía más que un intento de acuerdo implícito, un entendimiento de que, a veces, las cosas no se resuelven hablando o pidiendo disculpas. Drake Longspan lo sabía bien, pero tenía ciertos límites.

He estado pensando en lo que dijiste antes, sobre esos morosos. Y sí, supongo que podría hacer ese trabajo, poner a la gente en su lugar. Pero no puedo dejar de pensar en algo... ¿Qué pasa si un día soy yo el que aparece en esa lista? ¿Qué pasa si el tipo al que me mandan a cobrar es como yo, alguien que tiene deudas que no puede pagar, que está jodido hasta el cuello?

Drake, sabiendo que estaba hablando de más, dejó unos segundos de silencio incómodo. Dejo ver sus puños sobre la mesa.

No quiero terminar siendo un hipócrita, eso es todo. Rorohaha.
 
La risa que soltó Drake fue amarga, un sonido áspero que apenas salió de sus labios.

Aunque tal vez ya lo sea. Aquí estoy, sentado, considerando la posibilidad de romperle las piernas a alguien por una deuda, cuando yo mismo podría estar del otro lado. Pero bueno... la vida nunca ha sido justa, ¿verdad?

Levantó el vaso de nuevo, pero esta vez no bebió. Lo dejó ahí, a medio camino, como si se arrepintiera a último momento.

De todos modos, si vamos a hacer esto, tienes mi palabra. Pero tú también tienes que darme algo a cambio. Yo no rompería piernas a unos imbéciles para llenarme los bolsillos con migajas, de hecho dudo que lo hiciera pudiendo intimidarles. Quiero más. Necesito más. Quiero que esto sea una oportunidad para salir de este agujero. Para cambiar las cosas. Si no, todo esto no tiene sentido. ¿O pensabas que ceno aquí todos los días?

Drake Longspan se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa y acercándose más a aquel hombre, como si fuera a realizar una confesión de algo que nadie más debía escuchar.

He estado en esto el tiempo suficiente para saber que siempre hay alguien arriba, tirando de las cuerdas y sosteniendo el peso de la obra, moviendo las piezas.

La tensión entre ellos se sentía palpable, pero no incómoda. Había una especie de entendimiento silencioso, una complicidad que se había formado entre trago y trago, entre palabras calculadas y silencios más elocuentes que cualquier discurso. Drake sabía que había cruzado una línea con esa conversación. No había vuelta atrás. Bonez probablemente ya lo había medido, ya había tomado nota de cada palabra, de cada expresión.

La diferencia entre Bonez y Drake parecía encontrarse en saber cómo convertir esas deudas en poder, mientras que el carpintero solo había estado sobreviviendo. Pero eso estaba a punto de cambiar, o al menos, eso esperaba.

Así que, dime ¿Quién es tu jefe? ¿Para quien trabajas y como te paga tanto?
#6
Dr.Bonez
Dr.Bonez
Podía ver claramente que aquel tipo que había conocido por mera casualidad parecia estar bajo en su suerte, aunque con aire determinante en su mirada, parecia compartir cierto fuego determinante su voluntad que hizo a Bonez emitir una leve sonrisa, ya que entendía bien las bases morales del contrario. El por su parte se mantenía observando en silencio en ciertos momentos a Drake, entendiendo su buena voluntad y carácter lo cual era algo bastante valorable. El dejo el cigarrillo al costado de un cenicero antes de volver a responderle ante todas las dudas que parecia tener.

Un trago de aquel licor de agradable intensidad le ayudo a recobrar la vida, antes de responderle a Drake. Admito que es un trabajo que es poco común, hasta incluso a  mucho no les gusta tener que hacerlo, pero como todo en la vida "Guste o no, hay trabajos que se tienen que hacer" como dijera alguna vez un borracho que conoci en un bar de Logetown. dice en tono bromista antes de negar suavemente. Tranquilo, si te hace sentir mejor, los tipos que estoy buscando son esclavistas los cuales venden jovenes de diferentes razas para criar soldados mercenarios privados. Creeme que a la gente que sigo no es trigo limpio, ya que a pesar de mi apariencia, tengo un sentido de la justicia mas directo, lejos de la corrupta burocracia que infecta el gobierno mundial. Dice antes de tomar otro trago de alcohol ya relajándose un poco mas, ya que después de todo aquel molesto momento por parte de la falta de atención haciendo que ahora mejorara su humor por la asertividad de Drake que les había conseguido que apresuraran la marcha tras hablarles.

No tengo jefe, no tengo dueño ni alguna buena persona que quiera darme dinero de caridad, solo un hombre al que maldijo una bruja, un espíritu de lo pantanos. dice antes de servirse otra copa y darle una leve bocanada a su cigarrillo. Me salvaron la vida de ahogarme cuando pequeño, pero al parecer gracias a eso me maldijeron, y como puedes ver mi apariencia no es la de un héroe precisamente, dice dejando en claro que se veia bastante extraño.  Ahora cargo con la maldición del pantano, la cual no se cual sea la cura, aunque tenga ciertas pistas sobre quien me podria ayudar.

Aun asi, no quiero que esta apariencia guie mi destino, quiero zarpar algun dia  y usar esta maldicion para algo positivo, no dejare que que esto decida que soy. En eso termina por llegar la hermosa carne de venado con un gran numero de platos de acompañamientos y otras cortesias. Aunque este tipo de cosas a veces no me molesta aprovecharlas, dice con una sonrisa de oreja a oreja al ver que le habían dado platos de cortesía, tal vez por su actitud y físico Bonez a veces aprovechaba un poco aquella maldición, aunque lo que le contaba a Drake en parte era cierto, sobre todo en unirse a una tripulación.

¿Sabes?. puede sonar raro, pero algo me dice nuestros caminos se cruzaran mas veces de las que piensas, dice mientras que sonreía de manera mas amplia y terminaba por brindar con la cerveza recien llegada por una buena comida con aquel curioso chico con el que se habia cruzado por la mera casualidad.
#7
Drake Longspan
[...]
Drake Longspan se quedó en silencio por un momento, observando a Bonez mientras hablaba, asimilando cada palabra que salía de su boca. Esclavistas, mercenarios, justicia fuera del alcance de las leyes corruptas… Para el carpintero de Kano aquello pintaba un panorama completamente diferente, y la conversación parecía enturbiarse por momentos. Lo que al principio había parecido un trabajo sucio y peligroso más, ahora empezaba a verse como algo que podría, de alguna forma retorcida, tener sentido. Algo que lo hacía sentirse menos sucio por siquiera considerarlo.

Era un comienzo.

El carpintero agarró su vaso, dándole vueltas al licor que quedaba en el fondo, viendo cómo giraba lentamente, como si aquel movimiento le ayudara a pensar con más claridad. Finalmente, lo bebió de un trago, dejando que el calor del alcohol se extendiera por su pecho. Le dio una extraña sensación de control, una chispa que lo mantenía con los pies en la tierra. La historia de aquel gótico lo había dejado reflexionando, ese tipo no solo era raro por fuera, sino que su vida misma parecía estar marcada por algo mucho más profundo. Una maldición, un destino que no se veía, pero que lo perseguía como una sombra. Drake entendía eso mejor de lo que le gustaría admitir.

Una maldición... Todos tenemos nuestras maldiciones, compañero. Puede que la tuya sea visible, pero créeme, la mayoría las llevamos por dentro.

Al decir eso, no pudo evitar pensar en sus propias cargas. No era solo la deuda lo que lo hundía, aunque ese fuera el peso más palpable. Era la acumulación de años de errores, de malas decisiones, de perder gente, de ver cómo todo lo que había construido junto a toda su familia se desmoronaba una y otra vez. Como si estuviera atrapado en un ciclo que no podía romper. Su maldición no tenía forma de calavera ni lo hacía ver diferente, pero estaba ahí, arrastrándose bajo su piel, marcando cada paso que daba.

El camarero, por fin, dejó la carne de venado en la mesa junto con varios platos de acompañamientos, y por un momento, el aroma de la comida llenó el aire, dándole una sensación de alivio temporal. Drake Longspan clavó el cuchillo en la carne, en su punto como a el le gustaba, cortando un trozo mientras el hambre, algo que había estado latente, lo golpeaba de golpe. Pero mientras masticaba, sus pensamientos seguían dando vueltas. Esa paz momentánea que le daba la comida no podía tapar el torbellino de pensamientos que lo invadía.

No me malinterpretes — comentó mientras se llevaba otro trozo de venado a la boca, masticando lentamente, estaba increíblemente bueno. — No soy un héroe ni un sicario, ni pretendo serlo. Pero si esos tipos son lo que dices que son, entonces tal vez romperles algo no sea tan mal negocio después de todo.

Al decirlo, le lanzó una mirada significativa a Bonez. Las dudas que había expresado antes seguían ahí, flotando en el aire, pero la situación, el contexto, le daba una razón para seguir adelante. Era más fácil golpear cuando sabías que la persona al otro lado se lo merecía. De alguna manera, hacía que la violencia tuviera un propósito, o al menos, una justificación.

Egfso sí — continuó tras tragar el bocado que le impedía vocalizar bien, apoyando el vaso vacío sobre la mesa y luego golpeándose el pecho con su palma — Si vamos a hacer esto, lo hacemos bien. No soy de los que se meten a mitad de un trabajo. Me gusta saber con quién cuento y qué se espera de mí.

Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa y acercándose a Bonez, como si quisiera que sus palabras calaran hondo. Había una seriedad en su mirada que no solía mostrar con facilidad, pero la situación lo requería.

— Así que si no tienes jefe, ¿qué es lo que realmente estás buscando? — preguntó con un tono más bajo, casi desafiante — Porque no creo que todo esto sea solo por cazar esclavistas. No con esa maldición encima.

Drake Longspan dejó que la pregunta se colgara en el aire entre ellos, dejando un silencio incómodo por unos segundos. Sabía que no iba a obtener una respuesta fácil, y en realidad, no estaba seguro de que Bonez tuviera una respuesta clara para eso. Pero la verdad es que tampoco la esperaba. Cada uno tenía su camino, sus sombras, y era fácil ver que Bonez también estaba peleando con las suyas.

El carpintero sonrió, pero no fue una sonrisa sincera. Era más una mueca amarga, una que surgía de la misma amargura con la que solía cargar. Sabía que aquel tipo estaba intentando no dejar que su maldición definiera quién era, pero aquel chico no podía evitar preguntarse si eso no era exactamente lo que ya había pasado, si era tarde para él. Todos querían pensar que eran dueños de su propio destino, que las circunstancias no dictaban quiénes eran. Pero...

 ¿Cuántas veces se había dicho a sí mismo lo mismo, solo para terminar en el mismo agujero una y otra vez?

Alzó su vaso, aunque esta vez no lo llenó con más licor. No tenía sentido emborracharse más en ese momento, no cuando las cosas estaban empezando a tomar forma.

A tu salud, Bonez — dijo, alzando el vaso hacia el hombre voodoo — Porque si nuestros caminos se van a cruzar más veces de las que piensas, será mejor que tengamos un buen entendimiento entre nosotros. O al menos bastante dinero.

Hizo un leve gesto con el vaso, sin romper el contacto visual con aquella entidad tan generosa, y luego lo dejó sobre la mesa sin tomar ni una gota. El brindis no era por la bebida, ni siquiera por la comida que tenían delante. Era un gesto simbólico, un reconocimiento de que, por ahora, sus caminos estaban entrelazados. Y, aunque Drake Longspan no confiaba completamente en Bonez, había algo en él que le hacía pensar que, al menos, compartían ciertos valores.

El chico de los brazos largos continuó comiendo en silencio durante unos minutos, dejando que la conversación se asentara en el aire, sin forzar más palabras de las necesarias. Algo le decía que no había contado toda la verdad. Las respuestas vendrían con el tiempo, o tal vez no, pero de una forma u otra, estaba claro que estaban en el mismo barco, o al menos, en la misma dirección.

Mientras tanto, el no dejaría ni los huesos del plato.
#8
Dr.Bonez
Dr.Bonez
El chico de  sombrero negro parecia disfrutar del vino y la carne, ya que tenia tanta ganas de sentir otra vbez aquella dulce preparación de esa carne como lo hacian en ese lugar, en un proceso de ahumado y cocinado en brasa lenta hasta que la carne se desprende del hueso.  En ciertos momentos podia perderse en aquello que quería, asi que cuando se trataba de disfrutar aquella comida. Haaaaa! la carne esta en el punto justo. dice casi como si desviara sin querer la conversación por unos segundos sin poder evitar su gusto por aquella preparación de carne que tenia una razón por la cual era tan costoso.  El trickster solo escucho las palabras de Drake con atención, ya que era cierto, todos acarreábamos nuestras propias maldiciones. Para el, era aquel dia en donde su vida cambio, salvándose de morir de una manera milagrosa pero que lo había convertido en un paria al recibir aquella maldición que infectaba su apariencia. 

No es fácil cuando es algo que no puedes ignorar con una sonrisa y un "estoy bien", pero comprendo.  Todos tenemos cruces que cargar con nosotros, anteriormente me dijiste que estabas en un pozo sin fondo en el cual sentías que no podías escapar. Estar ahogado de deudas y temer que vengan a por ti es un sentimiento bastante comprensible.  dice ya que el también sentía esa ansiedad, aunque parecia que Drake en cierto sentido parecia estar mas afectado por ello, haciendo que lo repitiera unas cuantas veces.

Entonces si no eres un sicario ni un héroe. ¿Que eres, un pirata?, creo que adivine solamente por la falta de opciones a decir verdad. Aunque no me has dicho nada de tu vida Ewa. Tal vez para conocer un poco la historia de  dice ante de terminar el delicioso plato de carne de venado, para comenzar a comer un poco de todos los platos que les habían dejado, fascinado de poder llenar su estomago con una buena cena como esas, las cuales te dejaban listos para dormir hasta dos días después. Bonez se bebió el resto del licor antes de reposar en la silla con una clara dicha en su rostro, impresionado al ver que, a pesar de que era un numero cuantioso de comida, habían terminado con gran parte del banquete mientras hablaban.

No obstante, ese  a pesar de todo aquello aquel hombre le miraba con cierta desconfianza, lo cual podia notar por la actitud y los gestos del brazos largos, lo cual hizo que Bonez se quedara en silencio cuando le pregunto sobre aquel trabajo, ya que parecia no creerle como si fuera una santa de la caridad, haciendo que Bonez desviara la mirada, costaba abrir viejas heridas que aun dolían en la cicatriz. El chico de piel ceniza decidio soltar algo de información sobre aquel trabajo ya que entendía la necesidad de Drake de saber que no estaba haciendo algo de lo que terminaría arrepintiéndose.

Estoy buscando a una Anciana Bruja de mi isla y a un psicópata marine que siempre la acompaña. Aquella mujer usaba humanos como conejillos de india para sus maldiciones, ahora que ya no controla Fantasmagoria, seguramente volvio con sus otros proveedores. Dice mostrándole una foto del pirata esclavista el cual deseaba atacar. El es "Mad Dog" Mc Callister, un esclavista que ha ganado fama por el east blue como traficante de menores para entrenarlos como niños soldados y venderlos como milicia. Pues este tipo también vendía conejillos de indias a esa bruja que estoy buscando en estos momentos. Apunta brevemente a la foto de aquel tipo rechoncho y de copete peinado, Una basura como esta nadie la extrañaría si es que de un momento a otro dejara de existir asi que estoy aqui para buscarlo, sacarle un poco de información, joderle el negocio y de paso tal vez si tenemos tiempo, liberar a esas buenas personas cautivas que tengan encerrada en el puerto. 

[Imagen: tNC6pJJ.png]

Dice mientras que esperaba la reacción del muchacho, se que era mucho por procesar pero debía entender la situación antes de meterle de cabeza en una situación que podría traerle mas de un problema. aun asi parecia ser un hueso duro de roer, asi que seria de buena ayuda mientras encontraba aquella información, seria de gran ayuda para su búsqueda.

En el momento de la celebración Bonez se dio cuenta del gesto contrario, haciendo que este le imitara dejando la copa en la mesa sin beber de ella, entendiendo el contexto implícito en la situación. Algo dentro suyo le decía que vería ese rostro mas veces en el futuro a pesar de que no pudiera explicar las razones para esa conclusión, pero al parecer su instinto no tenia dudas.

Bueno, ahora que ya sabes como van las cosas en este trabajo, tuvimos una buena comida y una nueva amistad, creo que también hay otra cosa en la cual debo ser honesto contigo Ewa. Por un momento mira a los costados antes de volver a observar a Drake, sonriendo de manera amplia antes de soltarle la noticia. No tengo dinero para pagar esta cena, lo ultimo me lo he gastado en el casino, asi que solo quería saber si además de ser brazos largos también es "piernas rapidas". dice como dejándole claro que tendrían que hacer la "graciosa huida" del restaurante si no querian pasarse tres dias cortando papas en el restaurante.
#9
Drake Longspan
[...]
Drake Longspan escuchó con atención cada palabra que salía de la boca de Bonez, aunque su mirada se desviaba de vez en cuando hacia el banquete que tenían frente a ellos. Era difícil concentrarse del todo cuando la carne de venado estaba tan jugosa y en su punto, prácticamente deshaciéndose en su boca con cada mordisco. 

Mientras masticaba, sintió la contradicción de la situación en la que se encontraba: una conversación seria, profunda, sobre maldiciones, esclavistas y brujas, mientras disfrutaba de una comida que pocas veces podía permitirse. Pero ese era el tipo de vida al que estaba acostumbrado. La vida de alguien como él era así, llena de contrastes. Un día en la miseria, al siguiente disfrutando como un jodido rey. Todo, claro, hasta que la rueda volviera a girar y lo llevara de regreso al suelo.

El comentario sobre la carne lo hizo reír por dentro, aunque no lo demostró más que con un ligero alzamiento de ceja. Era curioso cómo ambos, a pesar de sus diferencias, encontraban un punto de conexión en algo tan simple como disfrutar de una buena comida en medio del caos.

La carne está perfecta, eso es cierto. — comentó, casi como una distracción antes de volver a concentrarse en lo que aquel muchacho le decía.

«Esclavistas, brujas, maldiciones...»» Drake dejó escapar un pequeño suspiro. Había esperado que este fuera un trabajo más simple, algo que solo implicara a algunos delincuentes comunes, un trato de ida y vuelta, fácil de olvidar al día siguiente. Pero cuanto más hablaba Bonez, más enredada se volvía la situación. Y sin embargo, no era algo que lo alejara. Todo lo contrario.

Drake había visto suficiente en sus años de pirata para saber que el mundo estaba lleno de gente rota, hombres y mujeres con historias que superaban la imaginación. Él mismo lo era, aunque prefería no ahondar en eso. Todos cargaban con su propia maldición, como bien había dicho ese tal Bonez. Y aunque la de aquel tipo era visible en su extraña apariencia y en la historia que contaba, la de Drake Longspan era más interna, más silenciosa, pero igual de pesada.

Uno sabe cuanto dolor carga, pero nunca cuanto carga el dolor ajeno.

Ya te lo dije antes, todos tenemos nuestras maldiciones. La tuya es visible, pero la mayoría las llevamos por dentro... ¿No crees?

No era una pregunta. Era una afirmación, una declaración de alguien que sabía muy bien lo que estaba diciendo. Al fin y al cabo, él también estaba cargando con lo suyo. Los años de errores, de pérdidas, de deuda. La culpa que sentía por lo que había dejado atrás. Pero esos eran pensamientos que no compartía con nadie, no todavía.

Mientras Bonez seguía hablando, Longspan se tomó el tiempo para terminar el plato de carne y meterse algunos panecillos en el bolsillo. No era del tipo que dejaba algo en el plato, y menos cuando la comida era tan buena. Cuando el camarero había dejado la carne ahumada frente a ellos, no había podido evitar notar el esfuerzo y el tiempo que le había tomado al cocinero prepararla. Y ahora que cada pedazo se derretía en su boca, casi podía olvidarse, por un breve momento, de las oscuras complicaciones que lo rodeaban.
«Pirata...» La palabra resonó en su mente cuando el hombre voodoo la mencionó, y Drake no pudo evitar soltar una risa leve y seca.

Rohaha. Un pirata, ¿eh? Supongo que sí, si lo quieres ver de esa manera.

No es que evitara la etiqueta, pero había aprendido con el tiempo que ser pirata no significaba lo mismo para todos. Para algunos, ser pirata era sinónimo de caos, muerte y destrucción. Para otros, era la libertad de vivir al margen de las reglas. Drake nunca se había visto como un villano. Sí, había hecho cosas de las que no se sentía particularmente orgulloso, pero nunca había sentido que eso lo definiera por completo. Simplemente, era lo que era: un hombre tratando de sobrevivir en un mundo que no le había dado muchas opciones.

La vida no es tan simple como para encasillarse en una sola cosa. Ni héroe, ni sicario. Pero pirata... sí, eso podría funcionar.

Qué irónica podía ser la vida en el East Blue.

Hizo una pausa, dejando que el sabor de la carne llenara su boca antes de tragar. El calor del licor seguía manteniéndolo enfocado, pero su mente no dejaba de girar en torno a las palabras de Bonez. Lo que decía sobre el esclavista, "Mad Dog" Mc Callister, hacía que el veneno de la ira empezara a hervir en su interior. El solo pensar en alguien que traficaba con niños, que convertía a personas en mercancías para su propio beneficio, le daba asco. Si había algo que detestaba en este mundo, eran los tipos como ese.

Ese tipo...Drake dejó el cuchillo en el plato, observando la fotografía que Bonez le había mostrado. — ... se merece todo lo que venga. Y más.

La rabia en su voz era clara, aunque intentaba mantener la calma. Drake Longspan no era un hombre que disfrutara de la violencia sin razón, de hecho no solía comenzar una pelea si estaba sobrio. Pero cuando se trataba de algo así, de gente que utilizaba a otros como si fueran objetos desechables, no podía evitar sentir que la justicia, aunque fuera brutal, estaba más que justificada.

Si todo esto es como lo dices... — continuó, inclinándose hacia adelante y apoyando los codos en la mesa. — No tengo problemas en ayudar a acabar con este "Mad Dog". Pero como dijiste antes, no soy ni un sicario ni un héroe. Lo hago por razones que me parecen correctas, no porque alguien me lo ordene. Si quieres que te ayude a acabar con él, entonces que quede claro: lo hago bajo mis términos.

El chico de los brazos largos no era estúpido. Sabía que este trabajo podría complicarse más de lo que parecía. Y aunque Bonez parecía sincero en su deseo de encontrar a esa bruja y al esclavista, el pelinegro no podía dejar de lado la sensación de que había algo más en todo esto. Algo que Bonez no le estaba contando del todo, algo que quizás ni siquiera él mismo entendía.

Pero por el momento, eso no importaba.

Lo que importaba era el trabajo. Y aunque las dudas seguían ahí, no podía ignorar la oportunidad que se le estaba presentando. No solo para ganar algo de dinero, sino para hacer algo que, al menos por una vez, parecía tener un propósito más allá de la mera supervivencia.

Cuando Bonez hizo el comentario sobre no tener dinero para pagar la comida, Drake dejó escapar una carcajada genuina. «Este tipo realmente está loco» pensó, pero de una manera que empezaba a respetar.

¿Piernas rápidas, eh? — respondió, apoyándose en el respaldo de la silla y cruzando los brazos sobre su pecho. — ¿Es tu plan de huida en caso de emergencia? No suena muy elegante, pero tampoco soy de los que se quejan de las soluciones simples.

Chocó ambos puños mientras miraba en dirección a Bonez con una sonrisa cómplice, como si estuviera decidiendo en ese momento si valía la pena meterse en otra de las travesuras de su nuevo "compañero". Después de todo, escapar de un restaurante sin pagar no era algo que estuviera fuera de sus habilidades. Había pasado por situaciones peores. Y, para ser honesto, la idea de una pequeña escapada tras una cena tan buena le parecía casi... divertida.

Está bien... — dijo finalmente, levantándose de la silla y estirando sus amplios brazos hacia arriba, como si estuviera preparándose para una carrera o un combate de boxeo a rondas infinitas. — Pero tú a cambio te unirás a una tripulación pirata. A la que voy a pertenecer.

Después de todo, un pirata de verdad nunca rechazaría una buena aventura.
#10


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