¿Sabías que…?
... el autor de One Piece, Eichiro Oda, hay semanas en las que apenas duerme 3 horas al día para poder alcanzar la entrega del capitulo a tiempo.
[Aventura T1] Era solo una idea.
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Día 15 de Verano del año 724. 22:30-

Airgid ya no estaba. Había sido un día largo, de muchas cosas ... Primero lo de los mink, las chicas, después Ubben y el lío en la taberna y para rematar el extraño día la presencia de un gyojin, Timsy, que trastocó al gigante. Pues al parecer el pequeñín era también navegante. ¿Otro? Después de semanas en la isla sin poder salir de ninguna forma honrada aparecían dos tipos (Ubben era el otro) que tenían en sus manos el poder sacarlo al fin de aquel infierno. Por fin las cosas se estaban dando como debería. El hombre de aspecto gigantesco caminaba por las vacías calles de Kilombo. Serían los últimos paseos por sus aceras ... Los últimos instantes ... Quizás, ya no volvería jamás. — ¡Dios mío! No puedo dejar de pensar en ello. — Estaba emocionado, tanto que tenía hasta ganas de bailar, pero no lo hizo. Se contuvo por el bien de su vergüenza. La casa de Airgid ya no quedaba muy lejos, de hecho podía ver el alargado edificio en el que vivía la mujer sin extremidad desde la distancia. Sin embargo Grosdttir detuvo el paso, pegándose a la fría pared que daba a uno de los tantos hogares de la apacible isla.

¡Será la última vez que te lo digo, anciano! — Gritaba un tipo con barba pronunciada. Estaba acompañado por otros dos, que a diferencia del pequeño humano, tenían pelajes diversos, confirmando su raza al instante. — Más minks. Joder, están por toda la maldita isla. ¿Serán parte de la mafia de aquel pato? — Rompetormentas descansaba en la espalda del bucanner, deseosa de ser bandida al fin, en un combate. — Joven ... Esto no está bi ... — No acabó de hablar. Le dieron un fuerte golpe en la cabeza, haciéndolo chocar contra una basura cercana y después cayendo al suelo. La sangre le brotó de la nariz. Eso ya era demasiado. — Jiejiejie. — Aquella risa no pertenecía a nadie, no para los chicos que golpearon al anciano. Había muy poca luz en aquel callejón, aunque se podía intuir la sombra alargada, más que un día sin pan, que se acercaba a base de fuertes pisadas que parecían volver el suelo un juego de movilidad. Los pequeños temblores que se generaban a cada paso, con cada carcajada, pusieron en guardia a los tres tipos. — Golpearr anssiano, no tenerrr honorrr ... — Esa última "r" fue alargada a propósito, arrastrando la lengua en pos de darle un dramatismo adecuado. La sombrea se acercaba y los chicos tragaban saliva, sabedores de que aquello que se aproximaba. Humano, no era.

La luz de una farola cercana era lo único que les mantenía parcialmente alejados. Si "aquello" se metía dentro de la luz, podrían ponerle cara y ajusticiarlo como se debería. — El honor me da igual ... — Respondió el agresor. — Este viejo nos debe dinero y debe pagar, como todos. Las leyes son así y si nadie las puede aplicar porque la marina no se entera de nada ... Lo haremos nosotros. — El pequeño, que no pasaba de los veinte años, decía ser un protector de la ley. No era la primera ni la última vez que Rag se topaba con alguien así. Gente enfadada con el gobierno porque no les hacían casito, pero que a su vez, necesitaban de ayudas constantes. Pequeño líder de un grupo, lo é siempre. La presencia del nórdico se desvaneció entre las risas, apagando estás por completo. ¿Eso era posible? toda la enorme silueta desapareció justo a un paso lo de llegar hasta la luz. — ¿Eh? por favor, decidme que no era una ilusión y que me estoy volviendo loco. — Miró a sus compañeros, que le rieron unas gracias especialmente tensas e incómodas. Todos escucharon aquella risa, los comentarios. Todos vieron acercarse al monstruo entre la oscuridad.

Mientras el anciano se levantaba, los demás se caían al suelo. — Vaya. — Se sacudió los ropajes. La figura de Rag se formó delante de él. Se recompuso, pero ¿había liberado algún gas? el oxigeno era uno de los más peligrosos, podía ser casi invisible mientras actuaba con él. Pero el viejo no estaba impresionado. — Hacía varias generaciones que no veía a un usuario con la Gasu gasu no mi. — El vikingo acentuó una ceja, sorprendido. — Me llamo Domsdey Crimsolth, es un placer, joven. — Le extendió la mano al tiempo que se recolocaba las gafas y golpeaba el suelo con la punta del bastón. Cuando contempló bien que un solo dedo de Rag podría suponer medio de su brazo, guardó la extremidad. — Jeje, creo que no quiero perder la mano, aún. — Rag se agachó, colocándose de cuclillas. — ¿Cómo saberrr tú? — Ladeó el rostro, intimidante. — Llevo mucho vivido joven. Pero me alegra conocer a un revolucionario con tanto potencial. Es bueno ver como emana esa aura, me recurdas a ... Jejeje.— Entonces, Domsdey tomó su carterita, que se cayó junto con él, se limpió la sangre de la nariz y con una sonrisa en el rostro, comenzó a caminar hacia delante. Rag se alzó de nuevo, confuso. — ¿Revolusssión? — Domy, que es como se le conocía entre los suyos, se volteó. Grosdttir sentía que el anciano sabía cosas, cosas que no debería. Sintió un aura muy poderosa en él, una que le hizo comenzar a sudar. — Puede que tú aún no seas consciente, pero la bondad que emana tu gigantesco cuerpo, solo puede llevarte hacia dos caminos. — No podía quitar la sonrisa de la cara el viejo Domy. — Y tú estás lejos de ser marine. — Finalizó. Dando a entender que una persona de buenas ideas se dividía entre dos sustanciales caminos. El de la marina y el que representaba la revolución. Criminales y agentes. Fue como un cruce de ideas fugaces. Las gotas de sudor frío se precipitaron hasta el frío suelo. — Nada puede cambiar el mundo más que una revolución. — Canturreaba el viejo. — Haz que el mundo sienta una revolución. — Retumbó en su cabeza las palabras de Nosha (Su diosa de la muerte). La diosa que le entregó una nueva oportunidad.

Las rodillas de Rag se anclaron en el suelo, muy cerca de los "atacantes" que parecían volver en si. Vieron a un hombre con la mirada perdida, incluso así, huyeron. Ragnheidr Grosdttir tenía un gran defecto cuando no aplicaba él esa cualidad y es que impactar visualmente, intimidar, en muchas ocasiones traía consigo malas situaciones. Aquellos tipos podrían haberle sacado de su trance, pero escaparon. ¿Él? se quedó allí, de rodillas, sin decir nada, escuchando una y otra vez la voz de Nosha que tan pocas veces podía escuchar. Solo lo hacía en momentos concretos, en esos importantes que desvían su camino.

Aquel anciano ...


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Nombre: Domsdey Crimsolth
Pequeña descripción: Domy, como se le conoce en círculos cercanos, fue un importante revolucionario que llegó a ser general dentro de la facción. Tiene noventa y dos años y se dedica a su investigación personal, que le está llevando ya la friolera de cincuenta años. Atento, entrañable, especialmente seguro de sí mismo y con una filosofía altruista que fue la que le llevó a desligarse del ejército revolucionario. Nunca a dejar de serlo. Especialista en política, ciencias diversas y animales.
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