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[Diario] Sueños del pasado... [Flashback]
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
En aquella taberna la joven Oni se habria quedado dormida sobre la mesa de madera pulida, con una jarra vacía en la mano, cruzando los brazos para simular una almohada con ellos sobre los que descansaba su cabeza. Mientras soñaba sus recuerdos sucedían uno tras otro en su memoria como un suspiro...

En las tierras lejanas de Wano, donde la naturaleza florecía en perfecta armonía y los ríos serpenteaban por los diferentes islotes que fragmentaban la nación. En la alborada de un nuevo día, la vida respiraba con un espíritu renovado. En una pequeña aldea, un hecho extraordinario se gestaba, marcando el comienzo de una historia que algún día resonaría en los océanos del mundo. Nació Hanami, una niña de con una cola escamosa y cuernos que se retorcían suavemente hacia arriba. Era el fruto de un amor prohibido entre una Oni, miembro de los errantes Oni, y un Ningyo, un sireno que danzaba entre las olas y sedujo una noche de luna llena a la mercenaria.

La madre de Hanami, Ketsuya, había sido una guerrera feroz, conocida por su valentía y deseo de libertad. Había luchado contra las injusticias de su sociedad y había sido algo reconocida entre unos pocos habitantes del Nuevo Mundo. Pero en su búsqueda por entender al mundo y a los hombres de los mares, quedo seducida por el danzante Kirito, un sireno de corazón puro que anhelaba paz entre su gente y la de la superficie. No obstante, su amor no fue bien visto, puesto que una mercenaria debía centrarse en la lucha y entrenamiento, y él había abandonado su hogar y su gente para viajar por el mar. Sin embargo, decidieron seguir adelante, desafiando los convencionalismos y creando una familia en medio de la adversidad.

Los primeros años de la vida de Hanami fueron dulces, llenos de risas y enseñanzas sobre las antiguas tradiciones de los Oni y los cuentos de los mares que narraba su padre. Ketsuya le enseñó a pelear, a ser fuerte y a no temer el futuro. Kirito compartía historias de las maravillas del océano y la belleza de la vida marina. Sin embargo, esa paz estaba condenada, el eco de una tormenta se acercaba.

Cuando Suzuka cumplió seis años, su existencia ya no había quedado inadvertida y valiéndose de las rencillas que Ketsuya había desarrollado con varios de los otros mercenarios oni. Por desgracia no todos los mercenarios eran honorables y muchos se movían también por el bajo mundo y colaboraban con las casas de subasta de humanos, fue entonces cuando la familia fue atacada. Kirito su padre era solo un bailarín, Hanami apenas una niña y Ketsuya aunque fuerte e implacable no podía lidiar en una desventaja numérica demasiado abrumadora. Aunque para Hanami fue incierto el destino de sus padres, puesto que en cuanto lograron ponerle las manos encima se la llevaron dejando a la mayoría atrás para aplacar a la madre que desesperaba agitaba su kanabo.

La subasta se llevo acabo muy lejos de la tierra natal de la pequeña en Wano y por su desgracia su vida acabo en manos de unos emisarios de los Tenryūbitos, la nobleza corrupta que gobernaba con mano de hierro el mundo. Ellos vieron en Hanami una oportunidad para ampliar la colección de rarezas de sus amos. La pequeña fue llevada a la Tierra Sagrada donde la vida de una esclava comenzó para ella. La marca del Tenryūbito, un símbolo que despojaba su identidad y libertad, fue grabada ardientemente en su piel. Hanami fue segregada de los demás, moldeada para ser un espectáculo, un recordatorio de la superioridad de los nobles y un símbolo de su autoridad sobre toda forma de vida en el mundo, dado que todo y todos estaban por debajo de ellos. Vivió en la opresión durante años, atrapada entre lujos crueles y la miseria de aquellos que luchaban por sobrevivir. Cada día era un recordatorio de su verdadera naturaleza; cada momento, una sutil tortura que alimentaba su deseo de venganza.

No obstante, dentro de Hanami crecía una llama. Observó el comportamiento de sus amos y cómo a menudo temían más a su propia corrupción que a una rebelión. También se dio cuenta de que incluso en el abismo, la libertad podía encontrarse en un ángulo inesperado. La historia de su madre le reveló que los Oni estaban hechos de fuerza y espíritu indomable. Hanami entendió que su naturaleza era más que una carga; era un regalo, un fuego que debía avivarse.

Diez años después de su llegada a Marijoa, un evento inesperado sacudió los cimientos de la Tierra Sagrada. La Gran pirata "Die le Vent" y posteriormente Yonkou, famosa por su brutalidad pero también su astucia, atacó, en un grito de guerra que resonó por todos los rincones del mundo. En su asalto, Hanami vio una oportunidad de escapar entre el caos y la confusión, muchos esclavos buscaron huir y escapar del yugo que los oprimía.

Con un destello de determinación en sus ojos, Hanami emprendió su propia huida. A medida que las llamas consumían el palacio y los gritos resonaban por doquier, se escabulló entre las sombras, utilizando habilidades que había desarrollado a lo largo de los años, la agilidad de un Oni, un cuerpo flexible por las influencias de su padre sireno. Sus cuernos brillaban en los destellos, su espíritu ardía con el anhelo de la verdad y la libertad. Finalmente, logró salir del recinto, escapar al mundo exterior y desaparecer en el vasto océano que había anhelado su padre. Junto a diversos esclavos logro robar una especie de vehículo con el que se podían mover por el mar blanco los soldados, otros tantos lo intentaron pero fueron siendo abatidos por algo que la joven oni no logra explicar, que también golpe y rompió parte de la suya, aunque ese grupo se "salvo" de la destrucción total al salir del mar de nubes cayendo hacia el mar azul por el impacto de algo misterioso que los arranco del océano blanco.

Sin embargo, la huida tuvo un coste elevado, evidentemente aunque estuvieran dentro de un vehículo una caída como esa no habria sido algo suave o fácil. Fue un impacto muy duro y no todos los esclavos sobrevivieron. Hanami quedo muy herida por el accidente pero su genética Oni la llevo a resistir la fatalidad del accidente. Habían aterrizado en Rakesh en el North, una tierra desconocida para Hanami, pero que sin duda era infinitamente mejor que aquel aterrador lugar en los cielos.

La Oni habria sido dañada de gravedad por el accidente y tuvo que ser tratada de urgencia, aunque había sufrido algunas roturas graves y tardaría un tiempo en recuperarse completamente. Pero en esa isla pudo ver como varios de los heridos que habían sufrido daños permanentes eran ayudados con el tiempo por las prótesis mecánicas e inventos que les ayudaron en la rehabilitación. Eso fue captando el interés de la joven Hanami mientras iba recuperándose de sus heridas. En esa isla, la joven fue acogida durante un tiempo en lo que se calmaban las cosas, interesándose por la ciencia y un poco por la invención. Aunque algo la llamaba a salir a la mar, descubrir más sobre el mundo, sobre la sociedad y saber si sus padres estarían bien, hacia muchos años que no los veía, lo cierto es que le costaba recordar sus caras bien, al fin y al cabo apenas tenia seis años cuando todo paso. Pero confiaba que si se hacia a la mar acabaría descubriendo algo. Y el primer paso de su interés estaba en el East Blue, donde sabia por ciertos rumores de su isla que se cocinaba algo de grandes magnitudes en la ingeniería.

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