Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] [Autonarrada] Maestra de Marines
Anko
Médica Militar
17 de Verano del 724

Luego de una noche de descanso, el sol ya se encontraba asomándose, muy en lo alto del cielo, iluminando con sus poderosos rayos y extinguiendo la oscuridad que genera la noche. Aquellos rayos de luz tan brillantes como la perseverancia cruzaron por el vidrio de la ventana, posteriormente, atravesaron las cortinas antes de golpear los párpados cerrados de la joven marine que no tenía mucho de haber llegado a Isla Kilombo. Un gesto leve de molestia hizo que Anko saliera del mundo onírico y plantara los pies en la realidad nuevamente.

Sus puños cerrados frotaron sus ojos lentamente para empezar a despabilar el sueño que aún sentía, aunque era una persona muy responsable, eso no quitaba que fuera humana, y como tal, le cuesta levantarse temprano a trabajar, porqué sí, ya era hora de ir al trabajo. Con algo de pesar, la chica salió de la calidez de las sábanas y comenzó a prepararse para partir de la posada con dirección a la base G-23 de la marina, lugar en donde se alistó y comenzó su travesía en la organización anti piratería afiliada al gobierno mundial. Una vez su vestimenta estaba en orden, sólo se acercó por breves momentos a al espejo del cuarto de baño para acomodar su cabello y peinarlo como siempre, finalizando su preparación al colocar sus gafas sobre su nariz.

— Bien… De vuelta al trabajo… —. Susurró para sí misma mientras se veía al espejo antes de abandonar el cómodo cuarto de la posada. La suela de sus botines chocó contra el suelo de mármol de las escaleras que daban acceso al piso superior, cuando bajó, simplemente se dirigió hasta la enorme puerta de madera para salir de aquella estructura. Al salir, por segunda vez, los rayos del sol golpearon sus ojos de manera abrupta, la gente ya empezaba a salir de sus casas y las tiendas y puestos empezaban a abrir, una vista que ya había presenciado muchas veces en otras islas, no sólo en Kilombo.

La peli marrón aún tenía algunos minutos de sobra, por lo que no estaba obligada a correr en dirección a la base para llegar a la hora acordada, esto le generaba cierta paz y también le agradaba, ya que podía caminar tranquilamente por la calle, disfrutando de un buen cigarro mientras se prepara para retomar sus labores como integrante de la marina. El humo grisáceo del tabaco quemado se escapaba de sus labios con un leve soplido por parte de la joven mientras sus dedos índice y medio de su diestra sostenían con firmeza aquel tubo de papel envolviendo el tabaco. Aquel vicio le daba la relajación que aveces necesitaba, aunque sabía de antemano lo mal que le podía hacer a largo plazo, y de forma irónica, una médica se pasea fumando como si nada.

Sus pasos la llevaron hasta las inmediaciones de la base G-23, un lugar al que ella le guardaba mucho cariño, pues fue ahí donde estableció conversación con Galhard y Lovecraft, dos de sus compañeros de base y para ella, amigos. En la entrada de la base, se identificó ante los guardias antes de que éstos brindaran acceso al interior, ahora solo restaba reunirse con Murray Arganeo y reportarse como era debido. Y eso fue lo siguiente en su sesión de acciones.

Anko recorrió aquel largo pasillo hasta el despacho del Sargento, normalmente, estaría algo nerviosa al tener que reportarse frente a un superior, pero era inevitable que el cigarro fue un calmante absoluto para lo que estaba por venir. Sus nudillos de su mano derecha golpearon con suavidad la enorme puerta robusta que estaba frente a ella. Fue una cuestión de milisegundos para que, desde el interior, se escuchara una voz masculina, imponente y grave, indicándole que podía ingresar. Con tranquilidad, la marine ingresó al despacho de Murray y cerró la puerta tras de ella, avanzó unos pocos pasos antes de elevar su diestra hasta su sien y mantener una posición erguida de su cuerpo. — Sargento Anko Uguisu ¡Reportándose! —. — Descanse, Sargento —.

Anko bajó su mano y la mantuvo a un lado de su cuerpo, la forma habitual de mantenerse de pie. Aquel hombre de figura imponente, de facciones toscas y un parche en el ojo, dejaba ver a un hombre experimentado y dedicado con su labor. — ¿Y bien? ¿Cómo estuvieron sus días fuera de servicio? ¿Descansó lo suficiente? —. Pronunció Murray con su tono grave. — Por supuesto señor. Aunque ya me conoce bien, a pesar de ser días de descanso, es lo menos que hago. Durante mi corta estancia en Dawn ayudé a atrapar a un criminal que llevaba algo de tiempo robando a la gente de Fosha. También debo destacar mi ayuda gratuita a una pequeña niña en su tratamiento de una enfermedad. Además, pude conocer a mi hermana… —. — Ya veo, de haber sabido, no te hubiera aprobado los días fuera de servicio Jiao Jiao Jiao… En fin, me alegra saber que finalmente pudiste conocer a tu hermana, era uno de tus sueños —.

Anko asintió con la cabeza mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, no cabía duda que a pesar de su figura, el Sargento Murray era una persona noble y divertida, siempre fraternizando con los soldados bajo su mando. — Cambiando un poco de tema, te llamé aquí para notificarte de la aprobación de tu ascenso en la jerarquía. Desde hace tiempo has sido una pieza fundamental para la base, si bien, no destacas tanto como otros soldados de aquí, tu trabajo fuera de la base y tu apoyo a los nuevos es fundamental. Es por eso que me complace anunciar que, a partir de ahora, ostentas el rango de Suboficial de la Marina —. Los ojos de Anko se abrieron de más mientras sus labios se separaban, creando una leve apertura en su boca. Ciertamente estaba asombrada por aquella noticia, y no podía sentir más orgullo de sí misma.

— ¡Sí, señor! ¡Prometo seguir sirviendo con dedicación a la Marina! —. — Ese es el espíritu, Suboficial Anko. Ahora, una última cosa antes de que te retires, un nuevo grupo de reclutas recién alistados ha llegado a la base, necesito que les des todos los detalles e información que pudieran necesitar, ya lo has hecho con anterioridad, así que no será problema Jiao Jiao Jiao —. — Por supuesto, yo me encargo de ello, gracias por su tiempo —. Dijo Anko antes de que Murray le permitiera retirarse. De forma veloz, ella se dirigió hasta el patio de los interiores de la base, pudiendo ver ya al grupo reunido y uniformado, parecían soldados comunes, pero las apariencias engañan. El grupo hablaba entre ellos de forma divertida, Anko se sentía un poco mal de romper su conversación por breves instantes, pero era una acción necesaria.

— ¡Atención! —. Gritó la peli marrón con un tono autoritario mientras pasaba frente a ellos. El grupo de reclutas rápidamente se acomodaron en formación y llevaron sus manos hasta sus sienes, saludando a la superior que tenían en frente. — Descansen, soldados. Soy la Suboficial Anko Uguisu, hoy, encargada de detallar que sucederá con ustedes a partir de ahora. —. El tono de Anko era firme y decidido, ella caminaba entre las filas de los marines formados con determinación. — A partir de hoy forman parte de la marina, ¿escucharon? LA MARINA. Por lo tanto, espero que ya tenga una idea de lo que significa formar parte de esta gran y heroica organización. Yo, ni nadie aquí tolerará faltas de disciplina de su parte, cualquier falta, su ejecutor se hará merecedor de una sanción —.

Los reclutas recién ingresados se mantenían firmes, escuchando la autoritaria voz de Anko, algunos no podían evitar sentirse abrumados por la forma en la que la joven de cabellera marrón se expresaba, pero simplemente era su forma de instruir, así ya lo había hijo veces anteriores. — Por otro lado, ustedes ostentan el cargo más bajo dentro de la jerarquía, son reclutas y su misión principal consiste en cumplir labores de limpieza y patrulla, algunos hasta podrían cocinar para los integrantes de la base. Dependiendo de su desempeño, se considerará un ascenso a soldados rasos, en donde empezará lo verdaderamente bueno, así me gusta llamarlo jeje —.

Tras su discurso, lo siguiente en el protocolo era empezar a distribuir las tareas entre los recién ingresados, pero obvio no se mantendrían así por siempre, seguirían un sistema de rotación para que todos hicieran de todo y no de estancaran con una sola cosa. Anko siguió aquel protocolo y comenzó con las asignaciones de cada recluta, como bien dijo, asignó algunos a la cocina, otros a las secciones de patrullaje y otros se encargarían de limpiar la base y talvez lavar las prendas usadas por los soldados ahí. La chica no podía negar que le gustaba hacer ese tipo de discursos, si bien no era alguien buena socializando, había que admitir que el poseer un rango más alto que otros le ayudaba a desenvolverse mejor, claro, sin llegar al narcisismo o sentirse más que otros solo por ello.
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Moderador OppenGarphimer
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