[Aventura] [T2] - El Negocio que Reventó en Kilombo - Versión para impresión +- One Piece Gaiden - Foro Rol One Piece (https://onepiecegaiden.com) +-- Foro: El mundo (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=10) +--- Foro: East Blue (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=16) +---- Foro: Isla Kilombo (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=52) +----- Foro: Faro de Rostock (https://onepiecegaiden.com/forumdisplay.php?fid=101) +----- Tema: [Aventura] [T2] - El Negocio que Reventó en Kilombo (/showthread.php?tid=1392) |
[T2] - El Negocio que Reventó en Kilombo - Son Goku D. Namek - 16-10-2024 La isla de Kilombo se caracterizaba por su tranquilidad y belleza natural. De forma circular y rodeada por un océano sereno, era un lugar donde la paz reinaba en todos sus rincones. El clima agradable, con cielos despejados la mayor parte del año, y su abundante vegetación hacían que la isla fuera un refugio para quienes buscaban escapar del bullicio de las ciudades más grandes. A pesar de ser un punto estratégico en las rutas comerciales, Kilombo no era conocida por su violencia, sino por su pueblo trabajador y pacífico. Rostock, el principal asentamiento de la isla, era un pueblo antiguo, con una arquitectura rudimentaria que resistía el paso del tiempo. Sus calles empedradas y sus casitas de madera con tejados rojizos daban al lugar un aire acogedor. Aun así, su puerto era su verdadero motor económico. Aunque modesto en comparación con los grandes puertos del mundo, el de Rostock era un punto de conexión clave entre islas y continentes, donde comerciantes de todo tipo traían sus mercancías. Los barcos llegaban y partían a diario, y siempre había actividad en los muelles, desde pescadores descargando sus capturas hasta comerciantes intercambiando bienes exóticos. Dominando el paisaje, un faro gigantesco se erigía en el puerto, vigilando la entrada y salida de los barcos. Este faro no solo era una guía crucial para las embarcaciones, sino también un símbolo de orgullo para los habitantes de Rostock. En este tranquilo escenario, algo rompía con la monotonía habitual, la inminente apertura de la Fishbones Pow-Pow Flame Chompers Zapper Gun Store. Un nombre extravagante, sin duda, pero que había captado la atención de todos los habitantes. El local, ubicado en una de las calles más transitadas cerca del puerto, se distinguía inmediatamente por sus llamativos carteles y decoraciones. Desde pistolas de formas alucinantes hasta dibujos de explosivos en los muros, todo en la tienda parecía excesivo y peligroso, como si se tratara más de un espectáculo que de un comercio legítimo. Las armas representadas en los anuncios parecían sacadas de las historias más descabelladas de piratas y mercenarios, y la tienda, en su conjunto, daba una sensación de caos inminente. A medida que avanzaban los días, el rumor sobre la tienda crecía. Los habitantes del pueblo, acostumbrados a una vida pacífica, no podían evitar hablar de lo que podría estar ocurriendo detrás de esas puertas cerradas. ¿Qué clase de armas serían vendidas en un lugar con un nombre tan extravagante? Las conversaciones en las tabernas, los corrillos en las esquinas del mercado y las pláticas entre los pescadores en los muelles no tardaron en llenarse de teorías y especulaciones. "Dicen que esas armas pueden destruir un barco de un solo disparo", decía uno de los pescadores a sus compañeros, mientras descargaban sus redes en el muelle. "Y que el dueño es un ex pirata, de esos que ha recorrido los mares buscando tesoros", añadía otro, con un tono conspiratorio. Los rumores no tardaron en volverse más oscuros cuando, de la noche a la mañana, una gran bandera negra apareció ondeando sobre la entrada de la tienda. El diseño era tan intimidante como extravagante, una bazuca en forma de tiburón, con dos enormes ametralladoras cruzadas detrás. La imagen no dejaba lugar a dudas sobre la naturaleza del negocio. Si el lugar ya inspiraba temor con sus letreros y decoraciones, la bandera fue la confirmación de que la tienda no era un simple comercio de armas, sino algo mucho más peligroso. La gente comenzó a hablar más. Se decía que la tienda no estaba destinada a abastecer a simples ciudadanos, sino que su verdadera clientela eran mercenarios, piratas y contrabandistas. Las preocupaciones crecieron cuando se filtró la noticia de un cargamento que llegaría por mar. La información fue escasa, pero lo suficiente como para desatar aún más rumores, una transacción clandestina tendría lugar en el puerto, a mitad de la noche, y se hablaba de que Architect, la misteriosa dueña de la tienda, buscaba guardaespaldas para la operación. Nadie sabía mucho sobre ella, excepto que era una mujer con mucho dinero y conexiones peligrosas. Parecía dispuesta a hacer lo que fuera necesario para proteger su negocio. A partir de ahí, las especulaciones se descontrolaron. Algunos decían que el cargamento estaba compuesto por armas nunca antes vistas, capaces de causar destrucción masiva. Otros, más escépticos, creían que todo era una artimaña para atraer la atención y hacer que los curiosos gastaran su dinero en la tienda. Sin embargo, lo que sí parecía ser cierto era que Architect estaba preparándose para una emboscada. Los rumores hablaban de un grupo que planeaba asaltar el puerto la misma noche de la transacción. Por eso, además de mercenarios, Architect buscaba mano de obra barata para ayudar a defender y transportar el cargamento. En algunos círculos, se decía que también necesitaba personal para la tienda, personas que se encargaran de las ventas y mantuvieran el lugar bajo control, aunque pocos se atrevían a acercarse a ella directamente. A pesar del miedo y la incertidumbre, algunos habitantes veían la situación como una oportunidad. Los jóvenes del pueblo, ansiosos por algo más que la vida pacífica de Rostock, veían en esta situación la posibilidad de ganar dinero rápido o incluso de hacerse un nombre. Los más astutos, o los más desesperados, sabían que había muchas formas de acercarse a Architect. Ya fuera para trabajar para ella, ayudarla a proteger su negocio, o incluso robarle o atacarle durante la transacción. Las posibilidades eran infinitas, y todo dependía de quién fuera lo suficientemente ingenioso para aprovechar la situación. El ambiente en Rostock se volvía cada vez más tenso a medida que se acercaba la fecha de la transacción. Los barcos seguían entrando y saliendo del puerto, pero ahora, cada movimiento era observado con sospecha. Las noches, antes tranquilas, estaban cargadas de una atmósfera de anticipación. Algunos esperaban ver cómo se desarrollaba todo, mientras otros se preparaban para intervenir, de una forma u otra. RE: [T2] - El Negocio que Reventó en Kilombo - Jun Gunslinger - 20-10-2024 —Aquí es —murmuró la joven peliazul, de pie frente al escaparate de una flamante tienda que tenía a casi todo Rostock hablando al respecto—. Fishbones pow-pow... chompe-no-sé-que... —Era un nombre largo y peculiar, pero Jun no necesitaba recordarlo completo. Ya estaba ahí. El sitio era llamativo, para nada pasaba desapercibido a la vista de los transeúntes. Bien ubicado en una calle concurrida, cercana al puerto, estaba adornado con carteles luminosos y decoraciones que invitaban a los curiosos a pasar. Jun llevaba algunos días escuchado los rumores que giraban en torno a aquella tienda, y había hecho las averiguaciones correspondientes. Ella sabía que tipo de lugares frecuentar si quería enterarse de algún chisme jugoso, y era habitual que por su naturaleza curiosa se paseara por ciertos comercios y tabernas de mala muerte donde, además de las voces, también corría el peligro. Fue justo en uno de esos sitios roñosos con olor a tabaco y ginebra donde oyó los rumores de que en aquella tienda flameaba algo oscuro, además de la bandera negra que ondeaba en la entrada; Que su dueño era un ex pirata, que las armas que allí vendían tenían la potencia para destruir un barco de un solo disparo. Que la tienda servía para abastecer a mercenarios, piratas, contrabandistas, y que había negocios sucios detrás de su fachada. Llegó a escuchar, también, que pronto se haría una transacción importante y que el dueño (o mejor dicho dueña) de la tienda buscaba personal para llevar con éxito la operación y el negocio. Jun encontró en aquellos rumores una interesante oportunidad. Bueno, en realidad ante ella se desplegaba un amplio abanico de opciones a disponibilidad. Le bastaría con conversar con algunos marineros, taberneros, malvivientes y borrachos para inclinarse por la idea más conveniente. Habiendo tomado ya una decisión, se presentó aquel día en el lugar, vistiendo sus mejores pintas. Entre sus ropas y los bolsillos de su pantalón holgado llevaba bien guardadas sus pertenencias. El cabello, como siempre, caía a sus espaldas en dos largas trenzas amarradas con adornos coloridos. Un fuerte empujón bastaría para abrir la puerta de par en par y hacer sonar la campanilla de la tienda, llamando la atención de cualquiera que estuviese ahí dentro. Jun adelantó un pie, luego el otro, y la puerta se cerró a sus espaldas. Avanzó segura y tranquila, mientras saboreaba una piruleta, inspeccionando el sitio con las curiosas amatistas que ocultaba detrás de unas gafas de cristales espejados. Con esa apariencia de adolescente desfachatada, se apoyó sobre el mostrador y sacó el dulce de su boca. —Buenas. Vengo por el trabajo —dijo, sin más especificaciones. RE: [T2] - El Negocio que Reventó en Kilombo - Son Goku D. Namek - 21-10-2024 Érase una vez en un local pintoresco, algo ajetreado, con un lindo y colorido cartel que decía Fishbones Pow-Pow Flame Chompers Zapper Gun Store. La joven y hermosa muchacha de piel blanca y trenza hasta los muslos ingresaba casualmente, sin imaginarse que al interior de la tienda todo era ajetreo y movimiento. Un corpulento hombre pintaba las paredes con un pincel fino, uno flacucho y sin músculos movía tablones y cargaba un martillo. Varios tipos de relleno en esta historia se encontraban limpiando, martillando, moviendo, remodelando e instalando muebles en el local. Al llegar la jovencita, por suerte para ella tal vez, el mostrador estaba montado a medias. Ella se apoyó en él, moviéndolo levemente, pero el mostrador resistió, como un héroe. Justo debajo, entre sus pies, un tontatta afirmaba con todas sus fuerzas una de las tablas de soporte que estaba terminando de fijar, pero eso es cuento para otra historia. Solo sabremos por ahora que aquel joven constructor temblaba de miedo al otro lado del mostrador sin saber por qué este se movía de tal manera mientras trataba de fijar la estructura principal. Buenas, vengo por el trabajo - dijo, palabras que no fueron resonantes para nadie tan ocupado en este lugar, pero que, para su fortuna, llegarían a los oídos de la persona indicada. Una muchacha delgada y pálida con un largo cabello azul oscuro y una cara de pocos amigos se encontraba inspeccionando unos planos mientras reclamaba con su contratista. Al oírla, esta se dio media vuelta, la observó en el mostrador, empujó los papeles contra el pecho del contratista y se alejó de él. Caminó decidida, casi hipnotizada, hasta el mostrador, apoyó su codo sobre la madera y luego posó su cara sobre su palma. Esta, sonriendo, le dijo - Hola, mi amor, me encanta tu estilo, estás contratada. Ah, y te quiero en el equipo de defensa, serás mi mano derecha - dijo, totalmente decidida, acercando su boca a la piruleta y arrancándosela de la mano con los dientes, para luego empezar a saborearla mientras no apartaba la mirada de la joven. Nos atacarán a eso de las ocho de la noche, en el muelle número 5, será mañana en la noche. Uno de mis subordinados está invitando a todo el mundo para ser testigo de esto - dijo, de manera despreocupada, mientras lamía la piruleta con picardía - Si quieres conocer a tu equipo, acompáñame, no son la gran cosa, pero confío en ti, estoy segura. Architect guiaría a Jun hasta la sala contigua, donde había un gran sillón de color púrpura y en él, un grupo de inadaptados de lo más peculiar. Una Mink zorro con trajes de sacerdotisa, un humano con piel cobriza, un ojo menos y gran musculatura, un joven tan blanco como el papel, de pelo oscuro y una sonrisa algo macabra, una niña que aparentaba unos 15 años, con lentes y pelo anaranjado, todos cotilleando y hablando entre ellos, buscando entender más sobre el tema. Para cuando Archi llegó, esta les presentó: - Banda, les presento a su líder, no sé cómo se llaman así que preséntense o qué sé yo, hagan lo suyo, yo seguiré con las remodelaciones - dijo, para dejar a Jun frente a un grupo de desconocidos. ¿Sus nombres? Si es que lo preguntas son Sura La Mink, tiene una calma inquietante y una mirada penetrante, rara vez levanta la voz, Thoran ex mercenario con cicatrices en todo el cuerpo. Es el músculo del grupo, serio y reservado, Renzo, experto en explosivos y manipulación de químicos, sus bromas y gestos siempre parecen esconder una intención oscura, Lizzy la niña, es la estratega del equipo. Siempre tiene su cuaderno a mano, y aunque parece frágil, su mente es su verdadera arma. Toda esta información la puedes obtener hablando con ellos fácilmente, pero el como lo obtienes o como lo averiguas es cosa tuya. Y sobre el mostrador… Pues, si recordamos a aquel pobre tontatta, el mostrador cayó completamente por culpa del peso y el movimiento que hubo. Al volver Archi a la sala, lo primero que hizo fue reclamar por el mostrador y buscar un culpable, enojándose e indicando que el tiempo era escaso. |