Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] Sed de Plumas
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Día 35 del verano del año 724. Noche en el Pueblo Rostock, Isla Kilombo.
 
La noche había descendido sobre Kilombo con una quietud tan poco frecuente que era inquietante. La brisa marina que normalmente acariciaba las calles parecía ausente, y el ambiente tenía una densidad que casi podría sentirse en la piel. La luna que había sido llena recientemente, ahora brillaba alto en el cielo, bañando las calles empedradas con una luz pálida. Las sombras se alargaban de forma antinatural, y el ligero eco de las pisadas de Mayura rompía el silencio en intervalos regulares, mientras avanzaba con su elegante andar hacia una parte más remota del pueblo.

El Pavo Real del Océano no era un hombre que se intimidara fácilmente, pero incluso él notaba algo extraño en el aire esa noche. Quizás era la falta de movimiento, o el vacío en las miradas de los pocos transeúntes que se apresuraban a refugiarse en sus hogares. Fuera lo que fuera, no lo podía negar: la isla tenía una atmósfera muy diferente de la animada Kilombo que había conocido durante otras noches.

Mientras continuaba su caminata, Mayura acariciaba con delicadeza la empuñadura de una de sus katanas. Su mente se mantenía alerta, siempre buscando nuevas oportunidades, nuevas conexiones que le pudieran ser útiles, y esta noche, sentía que una nueva historia estaba por escribirse. A lo lejos, una figura solitaria apareció en el horizonte, Mayura se detuvo un instante, afilando su mirada en la dirección de esa presencia. "Interesante... alguien con un aire de misterio en esta tranquila noche." Pensó mientras una sonrisa suave y calculadora se formaba en sus labios. Por la forma en que esa figura se desplazaba, supo al instante que no se trataba de un ciudadano común de Kilombo. No, este hombre estaba fuera de lo ordinario, y eso automáticamente despertaba el interés de Mayura hacia lo exótico y desconocido.
 
¿Una noche tranquila? — pronunció en voz alta, sabiendo que sus palabras resonarían en la noche silenciosa. Mayura dejó que su tono melodioso flotara en el aire, esperando ver cómo reaccionaba ese extraño. Confiaba en que esa frase lanzaría una provocación, o al menos una invitación a un intercambio, con un leve movimiento, ajustó su túnica, siempre preparado para hacer una entrada memorable en cualquier escenario, y con sus ojos grises brillando bajo la luz de la luna, dio un paso más hacia la figura.
 
Interesante encontrar a alguien de tan peculiares modales bajo la misma luna. — añadió rápidamente antes de siquiera esperar respuesta de la figura, mientras su tono seductor se volvía más familiar. No sabía quién era ese hombre ni qué intenciones tendría, pero esa era parte de la diversión, la vida estaba llena de encuentros inesperados y a veces, estos terminaban siendo los más importantes.
 
Mientras esperaba una respuesta, su mirada no dejó de analizar a la figura frente a él. Había algo en su porte, en su calma, que recordaba a ciertos depredadores de historias de terror para niños. "Tal vez esta noche me traiga un nuevo aliado... o al menos un nuevo y curioso compañero." Pensó esperando con ansias la respuesta del extraño, sintiendo el éxtasis incrementar con cada segundo que pasaba.
#1
Derian Markov
Lord Markov
En una de las colinas junto al pueblo, una figura alta observaba la luna menguante. Un hombre de pelo oscuro y ojos azules en una armadura plateada. Una capa negra cubría sus hombros y espalda y del pliegue de esta asomaban las empuñaduras de dos espadas. Estaba junto a un camino de tierra que cruzaba la colina, rodeado de hierba y algunos árboles. Bajo él se extendía el pueblo de Rostock, ahora a oscuras salvo por unas pocas luces. Desde aquella posición privilegiada podía ver dónde estaban las patrullas marines. ¿Le estarían buscando? Se había molestado en montar mucho ruido las últimas noches, pero aún no había parecido surtir efecto. Tal vez tendría que cambiar de táctica. Ser más directo.

Escuchó los pasos del desconocido antes de verlo. Fingió no percatarse y continuó examinando desapasionadamente las calles del pueblo, pero disimuladamente apartó un poco el pliegue de su capa para tener acceso más rápido a sus espadas. Por el sonido de su calzado contra la tierra, el sutil roce de la ropa y el aún más leve ruido del cuero de su cinturón quejándose por el peso, adivinó que se trataba de una persona algo más alta que la media, con ropa holgada de buen tejido y que probablemente iba armado o como mínimo llevaba algo pesado colgado de la cintura. Cuando escuchó su voz, apenas giró ligeramente la cabeza hacia él y le miró de soslayo. Curioso. La gente no solía tener el valor, o el poco juicio, de acercársele de esa manera y hablarle con esa confianza.

- Intrigante es conocer a alguien capaz de juzgar los modales de alguien sin verle actuar. O bien me hallo ante un auténtico juez del carácter humano, o ante alguien incapaz de distinguir la apariencia de lo que se oculta bajo la superficie - repuso, con voz suave y fría. No se le escapó el tono seductor del extraño. Era un hombre alto, de largos cabellos púrpuras, ojos grises e innegablemente apuesto. Vestía ropajes escandalosamente caros y llamativos, con una combinación de colores que le recordaba por algún motivo a alguna clase de ave exótica. Llevaba una katana al cinto, lo que le identificaba como guerrero o, al menos, como alguien con el buen juicio de no ir desarmado de noche. Su aspecto peculiar, piel perfecta y rasgos ligeramente andróginos le dificultaban deducir su edad, pero estaba bastante seguro de que era, por lo menos, algo más joven que él - Uno no puede evitar preguntarse cuál de las dos es...

Aunque nunca lo admitiría, la combinación de su aspecto, actitud y forma de hablar habían confundido a Derian. En aquel momento aún no tenía claro cómo juzgar a aquella persona. ¿Era una presa? ¿Era un cazador? ¿Se trataba solamente de un noble estrafalario y adinerado? La experiencia le decía que, por algún extraño motivo o ley no escrita del universo, cuanto más rara era una persona, más peligrosa solía ser. No solía hacer caso a aquel conocimiento de todas a todas, pues la lógica le decía que no podía haber una correlación entre un aspecto llamativo y el poder de una persona. Simplemente debían haber sido coincidencias.

Finalmente, decidió que mediría su carácter por el método más bruto y falto de sutileza al que podía recurrir. En una especie de broma cruel y pesada o, más bien, un intento de sacarle una reacción que le diese más datos, el conde decidió revelar lo que ocultaba tras él. Se giró totalmente hacia el apuesto extraño, mostrándole totalmente su rostro. Sus labios estaban aún manchados de sangre no totalmente seca. Con el rostro totalmente neutro pero un extraño brillo en la mirada, dio un paso hacia atrás y a su derecha, revelando el cadáver que había a sus pies. Para atraer la atención del desconocido hacia el cuerpo y que no lo pasase por alto, apoyó el pie sobre el pecho del muerto. Se trataba de su cena, un hombre de mediana edad de pelo castaño corto, barba bien recortada y piel arrugada y gastada por años de trabajo en el mar. Sin embargo, lo más llamativo sobre él en aquel momento era su expresión de agonía, sus ojos vueltos hacia arriba, las múltiples heridas cortantes por todo su cuerpo y su ropa destrozada y ensangrentada - Dime entonces, conocedor del carácter del género humano, ¿con quién tengo el gusto de hablar en esta buena noche? - alzó una copa ensangrentada hacia él y dio un sorbo sin dejar de mirarle a los ojos.

#2
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura no pudo evitar una sonrisa que se dibujó lentamente en sus labios al ver el espectáculo que Derian había preparado para él. La forma en que aquel hombre oscuro se revelaba, con su porte regio y el toque sutil de teatralidad, era tanto intrigante como encantador para el Pavo Real del Océano. Aunque el cadáver a los pies del desconocido hubiera alarmado a muchos, a él le provocaba una chispa de curiosidad y diversión, como si el peligro inherente a aquella situación fuera un juego más.
 
Llevó una mano delicada a su barbilla, inclinando levemente la cabeza mientras observaba a Derian con ojos llenos de una curiosidad traviesa. La sangre en sus labios, la copa levantada en un brindis oscuro y el brillo particular en la mirada del hombre le dieron a entender que había encontrado a alguien que no temía cruzar los límites de lo convencional. —Vaya, vaya… —murmuró, dejando que el tono melódico de su voz flotara en el aire nocturno.
 
Un hombre de gustos... peculiares, sin duda. — Su mirada vagó intencionadamente hacia el cadáver y luego volvió a fijarse en los ojos de Derian, como si evaluara cada detalle de la escena. — Aunque debo decir que la elegancia con la que presentas a tu invitado de honor tiene un cierto encanto. — Su sonrisa se tornó más afilada, permitiendo que su curiosidad se mostrara sin reservas. Mayura dio un paso adelante, sin mostrar ni el más mínimo atisbo de temor, dejando que la luna menguante iluminara su rostro mientras observaba la copa manchada de sangre en las manos de Derian. — Así que esta es la compañía que uno encuentra en las colinas de Kilombo… La noche, querido, parece mucho más interesante de lo que me esperaba. — Sus palabras resonaron suavemente, como un susurro en la oscuridad.
 
Con una elegancia natural, Mayura se inclinó levemente, como si saludara a un compañero de baile antes de la primera pieza. — Puedes llamarme Mayura Pavone, el Pavo Real del Océano. — finalmente presentándose con su tono melódico y resonante, manteniendo la mirada fija en Derian, desafiante y sin perder su tono seductor. — Pero debo admitir que tú… — hizo una pausa, dejando que el silencio resaltara la intensidad de su mirada — sin duda eres un enigma que merece ser explorado. — continuó permitiéndose observar los labios ensangrentados de su acompañante, cada gesto medido y calculado. — Así que dime. ¿Cómo debería dirigirme a alguien tan... pintoresco? — Mayura entrecerró los ojos, mostrando un atisbo de provocación en su sonrisa.
 
¿Eres un cazador, un noble con secretos o simplemente un amante de…? inclinó la cabeza permitiendo que la pausa repentina le diera a entender que podía responder con lo que quisiera. Su meta era observar con interés genuino manteniendo su postura con una mezcla de curiosidad y precaución, sin mostrar signos de vulnerabilidad, disfrutando del juego de palabras y miradas que había iniciado. Sabía que estaba en terreno peligroso, pero era justo ese tipo de encuentros lo que hacía que su vida de aventuras valiera la pena. Explorar lo interesante, conocer los detalles que despertaban su curiosidad, sin duda había acertado en que el sujeto tenia modales peculiares, y ahora sentía ganas de conocer mas detalles.
#3
Derian Markov
Lord Markov
Debía admitir que el hombre sabía hablar. Usaba las palabras con la pericia con que un maestro carpintero trabaja la madera. Al ver que no reaccionaba con miedo o asco, como era habitual, había logrado su interés. Sin embargo, al hablarle de esa manera había logrado su atención. Era alguien verdaderamente notable para mostrar aquella falta de apego a las normas de ética y moralidad que otros habían escogido por él. Tal vez incluso estuviera hablando con un verdadero cazador... todo estaba por verse, claro. Por ahora podía deducir por su forma de moverse y hablar que el extraño sentía interés genuino en él. No era algo tal sorprendente, claro, pero normalmente la gente solía reaccionar con gritos de terror o palabras de odio e ira. Había excepciones, claro, pero eran pocas y espaciadas entre sí. El más sobresaliente había sido el único hombre vivo que se había ganado su respeto. ¿Estaría Mayura a la altura?

- Soy muchas cosas. ¿Puede alguien realmente explicar con una sola palabra todos los secretos que guarda el mar? Cada uno de sus olvidados rincones, cada naufragio oculto bajo las olas, cada secreto enfrentamiento entre depredadores y presas - la voz del noble era suave e insinuante, con modulado tono que buscaba generar expectación, atrapar en su narrativa a su oyente. Mientras hablaba apartó la piernas del cadáver y comenzó a caminar alrededor de Mayura, sus ojos clavados en el joven. Cada uno de sus movimientos era tranquilo y medido, al tiempo que parecían guardar la tensión de un felino al acecho - No. Es posible usar la palabra "mar" para definir en un término rápido y sencillo lo que los seres parlantes entendemos como mar. Pero la simple palabra no revela todos los secretos que oculta.

Deteniéndose por un momento, clavó los ojos en los de Mayura de nuevo y alzó la copa ensangrentada, bebiendo otra vez sin apartar la mirada. Al bajarla, se relamió lentamente los labios, disfrutando del sabor. Aún conservaba algo de la calidez de la vida, que, sin embargo, iba apagándose como era de esperar - Tratar de definirme en una palabra es una tarea igual de fútil. Sin duda, soy un noble. Por mis venas corre sangre de condes, duques y antiguos reyes. ¿Define eso quién soy? No, no podría estar más lejos de capturar mi esencia.

Continuó caminando mientras hablaba, rodeando en círculos al joven como si de un tiburón se tratase. La luz de la luna, menguante pero aún casi plena, hizo destellar sus fríos ojos azules - Podrías llamarme cazador. No en el sentido en que la plebe entiende. No soy ni un vulgar mercenario que vende su espada por dinero ni alguien que captura conejos para subsistir. Mis presas son de otro tipo. Pero esta palabra tampoco te dice quién soy - volvió a detenerse, esta vez frente a Mayura, con la copa a media altura y pose estoica y serena. Ahora su tono de voz se volvió grave y serio - Pero sí, para responder tu primera pregunta, hay al menos un par de maneras en que puedes referirte a mí. Yo soy Derian Markov, decimosexto conde de Markovia y capitán de la Vela de Plata. Puedes referirte a mí como Lord Markov.

Su tono se relajó un poco y se volvió algo más desapasionado, frío - Pero no estando en una situación formal, un simple "lord" bastaría. Ahora, ya que te has tomado la licencia de preguntar por mí, ¿me harías el favor de decirme cómo recibe alguien el título de Pavo Real del Océano y su simbolismo?
#4
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura mantuvo la sonrisa en sus labios mientras observaba los movimientos de Derian, atento a la mezcla de nobleza y peligro que desprendía el llamado Lord Markov. Era como estar frente a un depredador meticuloso y letal, alguien que calculaba cada paso, cada palabra. Cuando finalmente escuchó su pregunta, una chispa de diversión brilló en sus ojos grises. — El título de Pavo Real del Océano no es algo que me fue otorgado. — respondió con voz suave, su tono tan melódico como la brisa marina. Dio un paso hacia Derian, sin invadir demasiado su espacio, pero dejando claro que estaba dispuesto a compartir un fragmento de su historia. — Digamos que es un nombre que gané con cada travesía, cada isla, cada… escena. — Hizo una breve pausa, permitiendo que sus palabras crearan un ambiente de intriga.
 
Para algunos, el océano es un vasto y cruel escenario, donde la belleza y la violencia se entrelazan. En mi caso, el océano es un lienzo, un telón que se alza para cada acto que interpreto. — continuó con aquel histriónico y característico tono y forma de expresarse, hasta dejar que su mirada vagara momentáneamente hacia la luna, antes de regresar a los ojos fríos de Derian. — ¿Y el pavo real? — Mayura esbozó una sonrisa aún más traviesa. — Esa criatura es admirada por su belleza, por su elegancia… pero también puede ser peligrosa cuando se le desafía. Me he decididor llamar así porque, como el pavo real, prefiero caminar en mi propio escenario, en mis propios términos... — Sus palabras ahora resonaban con una confianza tranquila, insinuando que cada vez que alguien intentaba domarlo, él siempre encontraba la manera de imponerse.
 
Así que, Lord Markov, el título de Pavo Real del Océano no es solo un nombre. Es mi promesa de que allí donde mis pies toquen, siempre dominaré el escenario. — Con un gesto calculado, inclinó ligeramente la cabeza, reconociendo el título y la posición del conde, pero sin ceder por completo. — Entonces, querido Lord, ¿debo asumir que esta es tu manera de... dar la bienvenida? — Sus palabras tenían un toque de provocación, como si jugara con la posibilidad de haber interrumpido a un depredador en mitad de su banquete.
 
Si es así, debo decir que tienes un gusto bastante teatral. — el elegante pirata ahora observaba con más interés al caballero de la noche que tenía justo en frente, deleitándose con cada instante que compartían.  — No te ofendas, pero... con todos los misterios que te envuelven, parecería casi imposible resistir la tentación de conocerte un poco más. Aunque, claro, acercarse un poco más sería demasiado arriesgado, ¿no?  — Añadió, dejando que la ambigüedad flotara en sus palabras mientras su mirada descendía brevemente hacia la copa ensangrentada antes de volver a los ojos de Derian.
#5
Derian Markov
Lord Markov
Los ojos del conde recorrieron el cuerpo de Mayura, deteniéndose en su rostro y sus manos. Su porte era frío, majestuoso, indiferente, como una estatua de mármol de un gran rey del pasado. Y, sin embargo, sus ojos delataban sutilmente una chispa de curiosidad e interés. Detrás de su aparente falta de pasión, Derian sentía genuina curiosidad por aquel hombre. Por un lado, era una persona teatral en exceso hasta para él. La vanidad y orgullo que desprendía entraban también en conflicto con las del propio espadachín. Sin embargo, todo en él exudaba fuerza de voluntad y poder. Normalmente hubiese desdicho tales palabras como las de un charlatán, afirmaciones huecas sin el coraje para respaldarlas realmente. Pero podía percibir que Mayura era diferente en ese sentido. En cierto modo, le recordaba a él. Y eso despertaba tanto su interés como un instinto violento y primario. Notó la habitual picazón en las manos, pero no dio muestras de ello.

- Entonces, el Pavo Real del Océano ha venido a imponerse en el escenario de Kilombo - replicó, con voz suave e insinuante - a pesar de los peligros que eso entraña. Pues un recién llegado a un nuevo escenario se encontrará con otros personajes que llevan más tiempo moviéndose y cautivando a la audiencia. ¿No te preocupa haber mordido más de lo que puedes tragar? - su tono desapasionado llevaba consigo una amenaza velada, como un cuchillo de hielo entre las palabras. La temperatura del lugar pareció bajar unos cuantos grados de repente. Entonces, la mirada penetrante de Derian se relajó y empezó a hablar de nuevo, en un tono menos amenazante - Sin embargo, no has de temer. Un Markov usa un puño de hierro y otro de seda. Dominamos la dureza marcial y la gracia de la corte desde antes de nuestro décimo cumpleaños. No has de temer en hablarme y conocerme, pues te he concedido ese honor desde el momento en que he dignado tu saludo con mis palabras. Si quisiera matarte... - sus fríos ojos azules se clavaron en los de Mayura - habrías muerto antes de percatarte de que había desenvainado la espada.

Usó toda su capacidad para instigar miedo en los corazones de las personas en aquella última afirmación. No levantó el tono de voz, no hizo ningún gesto violento, ni siquiera llevó la mano a sus espadas. Sin embargo, alguno en su forma de hablar portaba consigo una sensación gélida que calaba hasta los huesos. Pese a que su pose era tranquila, todo en él transmitía peligro y amenaza [Virtud: Intimidante]. Aún con el interés que le generaba el Pavo Real, seguía siendo él. Seguía siendo absolutamente incapaz de permitir que alguien intentara hacerle sombra. Él era un cazador y todos debían o arrodillarse ante su magnificencia o, de ser sus iguales, apartarse a su paso en deferencia a su poder. Tras un breve momento, su amenaza latente volvió a desvanecerse como si nunca hubiese estado ahí. El noble hizo un gesto desinteresado con la copa hacia Mayura, mientras hablaba en tono cortés - Estás interesado en mí, mas en un encuentro entre caballeros, lo propio es un quid pro quo. Dar y recibir.

El conde alzó la copa una última vez, vaciando lo que restaba de su contenido. No merecía la pena seguir estirándolo, pues la sangre acabaría coagulándose del todo y volviéndose inservible. Ya se había formado una viscosa capa de tejido coagulado en el fondo de la copa, a modo de poso. Con modales impecables, el conde la apoyó sobre la roca cercana y sacó un pañuelo con el que se limpió los labios - La teatralidad está, en efecto, entre mis virtudes. ¿Qué mejor forma de demostrar a los inferiores, a las presas, que están frente a su superior? Hacer el gesto correcto, escoger las palabras apropiadas, demostrar un dominio de todo cuanto uno hace y de quienes me rodean - alzó la mano, ahora libre, como si estuviera sosteniendo un orbe en el aire - El poder no solo se posee. Se esgrime. Se demuestra en su correcta medida en los momentos apropiados. La mejor batalla es aquella ganada sin haber desenvainado un arma. El miedo es una herramienta tan eficaz como el acero o el plomo: envenena las mentes y corrompe los corazones. Gánate el corazón de tu pueblo y tendrás su aprobación temporalmente. Haz que te teman y no osarán alzarse contra ti - bajó lentamente la mano, alzando la barbilla en un gesto vanidoso - ¿Responde eso a tu interés, Pavo Real del Océano?

Alguien se aproximó hacia ellos. Derian lo había escuchado llegar de antes, por supuesto, pero no consideró necesario interrumpirse. Sus palabras eran lo bastante importantes como para que la llegada de un extraño no mereciese la pena interrumpirlas. Al fin y al cabo, él era el orador. Así pues, terminó de hablar y mantuvo silencio mientras esperaba la respuesta de Mayura y el desconocido terminaba de aproximarse. No avanzaba demasiado rápido, así que su joven compañero tendría tiempo a responderle primero. Alcanzó a ver por el rabillo del ojo la figura del pueblerino, su mirada, al principio confusa y luego aterrada, fijándose en el cadáver. Con una mirada fría, observó de reojo al desconocido y, en un gesto fingidamente casual, echó a un lado su gabardina desvelando la empuñadura de sus espadas. Todo parecía indicar que el extraño estaba a punto de gritar o de huir. ¿Cómo reaccionaría Mayura? Sentía curiosidad. Decidió no intervenir aún. Primero quería ver lo que el Pavo Real tenía para mostrarle.

#6
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura mantuvo su porte relajado, sin apartar la mirada de los ojos de Derian, que resplandecían con una intensidad helada. La amenaza implícita en sus palabras y el despliegue de poder no parecían perturbarlo; al contrario, una sonrisa tranquila y enigmática empezó a dibujarse en sus labios, como si aquello fuera un juego en el que ambos entendían las reglas, pero competían en destrezas diferentes. Es más, aquel frio temperamento y sensación de peligro, le engrifó los pelos, no por temor más por excitación, el Lord era hasta el momento la figura más curiosa e intrigante que había encontrado en todo el Mar del Este y estaba a punto de dejarlo claro.
 
Ah, el Lord Markov no defrauda. — respondió tras un suspiro que podría confundirse con un leve gemido, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto de respeto irónico. — Es un artista en el teatro de la intimidación, pero parece que mi naturaleza de ave orgullosa me ha dotado de algo de inmunidad al veneno del miedo. Tal vez sea, como usted mismo ha dicho, por haberme impuesto en el escenario de Kilombo con tanta presunción. — Hizo una pausa, dejando que sus palabras se asentaran, manteniendo el control de su tono. — Sin embargo, si algo he aprendido es que el miedo y la fuerza de voluntad pueden coexistir, y cuando lo hacen, crean una simbiosis que eleva al portador a un nivel más alto. — Mayura movió una mano hacia su pecho, en un gesto dramático que intensificó la teatralidad de sus palabras, podía sentir como su ritmo cardiaco aceleraba por la emoción y como a pesar de la disminución en la temperatura del ambiente, su cuerpo se sentía igual que antes.
 
No he venido a buscar el favor de su corte ni a suplicar el respeto de los Markov. Vengo a escribir mi propio acto en este escenario. Después de todo, un artista no puede encantar a la audiencia si sigue la sombra de otro. — su voz bajó un tono, volviéndose más seductora, mientras se acercaba al conde que ahora se encontraba limpiando sus labios con el pañuelo, mirando fijamente su cuello. — Me ofrezco a bailar junto al gran conde, pero nunca a arrodillarme, porque, como usted mismo ha dicho, el poder debe demostrarse en su justa medida, y mi presencia aquí es una muestra de ello. — ya estando tan cerca su voz se torno casi en un susurro, procedió a elevar su dedo índice y acercarlo lentamente hacia la barbilla que ahora se alzaba ante el elegante pirata. No buscaba herir, su gesto, su ritmo, tu tono, todo lo dejarían claro para alguien con buena percepción auditiva como el conde, solo quería deslizarlo ante una mancha de sangre que yacía debajo de la barbilla, una aparente salpicadura de cuando había matado al sujeto, para proceder a distribuir en sus labios la poca sangre recogida y mirar fijamente al conde a los ojos.
 
No solo ha respondido a mi interés el gran Lord, sino que me has intrigado aún más. ¿Qué decías sobre dar y…? — su frase se habría visto interrumpida ante la presencia de un invitado no esperado a sus espaldas, apartándose inmediatamente del conde quien procedió a mostrar sus armas. Fijamente perdido en la mirada de Derian, susurró, lo suficientemente alto para que el extraño lo escuchara.  — Y parece que hemos ganado nuestra primera audiencia, ¿no es así, conde?  — sonrió extasiado por el momento, aunque dejando demostrar enojo en la irregularidad de su tono pues su momento estrella se había pedido. — ¿Lo invitamos a un danse macabre? — preguntó ahora con una sonrisa siniestra y un tono completamente de disgusto, intrigado ante lo que el conde podría responder.

—Oh, buen hombre, nada tema —dijo, alzando una mano al aire en un gesto tranquilizador hacia el pueblerino con un tono ahora fraternal y amistoso. — Solo somos dos caballeros intercambiando… ideas y evaluando que tanto puedo tragar. — Este toque sutil pero controlado denotaba que, aunque Mayura era capaz de transmitir paz y confianza, no perdía de vista las dinámicas de poder entre él y Derian. Con este último movimiento, le dejaba claro que podía adaptarse y responder a los desafíos sin perder su esencia teatral y orgullosa, pero, sobre todo, que su capacidad para manejar momento incomodos y de presión no le evitaban continuar con un show, un show tan entretenido que podía agregar escenas contrastadas por seducción y humor en solo cuestión de instantes.
#7


Salto de foro:


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