El maravilloso astro arde con fuerza en la coronilla del cielo, llenando de luz tan cálida como gentil el lugar que pronto les recibirá con los brazos abiertos. El calor es fácilmente palpable, pero aquella ciudad donde todo comienza y acaba siempre conseguía estar en ese punto preciso en el que no conseguía convertirse en sofocante ni carecer lo suficiente para dar paso a cualquier deje de frío. Quizá era el recibimiento de sus habitantes, sonrientes a una buena mayoría de visitantes por su calidad turística, o podía ser simplemente por la reputación del lugar; había algo especial en el lugar donde muchos aventureros habían dado su primer paso a un mundo mas allá de lo que podían imaginar.
Pero bueno, centrémonos en lo mas importante que ocurrirá el día de hoy: La historia de su encuentro, y una informativa lección sobre el mundo de la cibernética y todo el progreso que la ciencia moderna había empezado a destapar. Un campo sumamente interesante, lleno de posibilidades para quien estuviera detrás de sus prósperos secretos. Fuese que estuviesen allí porque un pensamiento vagabundo de curiosidad les invadiera la cabeza, por expandir la enriquecida llanura de su conocimiento o incluso una intención mas siniestra, todo lo que necesitaban saber era su próximo destino: Un pequeño -pero muy acreditado- taller en uno de los distritos mas favorecidos de Loguetown.
Calles de piedra finamente tallada en cada uno de sus componentes al mas mínimo detalle, edificios fabricados en base a las mejores ideas que el dinero de la ciudadanía podía costearse, ni una muestra de suciedad o desorden a la vista, e incluso el pequeño detalle de algunas muestras tecnológicas sirviendo para ayudar a los negocios en el área; un regalo especial del mecanicista, algo de lo que podrían enterarse si van preguntando a los empleados de los locales que se encuentren por su paso. O no, realmente es un detalle poco más que irrelevante a su propósito.
Y sí. "Mecanicista", no "mecánico". Mi consejo es: Haber hecho la tarea antes de ir a clase, que no hay nada más que enoje al hombre como escuchar que le llamen mecánico por la cara. Se lo toma muy en serio, algún problema de su pasado seguramente. Eso, a diferencia del dato anterior, sí que es importante si quieren ser parte de y permanecer en la lección de hoy.
Partiendo desde el barrio pudiente anteriormente descrito, la caminata hasta el mencionado taller sería de tan solo unos cuantos minutos. Lo primero que les recibirá tan pronto decidan dirigirse al lugar, por si quisieran hacer alguna otra cosa de antemano, será la vereda que lleva hasta el lugar en cuestión: Un taller protegido por una verja de exquisita fabricación con metal de un negro artificial rodeando la zona verde que, a su vez, rodea el taller. La zona verde, así como la verja, parecen excelentemente cuidados a un punto casi obsesivo; pueden buscar una mancha perdida cuanto quieran, pero no van a encontrar una sola muestra.
En la zona verde, que podrán ver sin necesidad de entrar por la visibilidad a través de la división entre el interior y el exterior de la propiedad, hay varias personas que parecen estar en lo suyo, pero todos realizando tareas con relación al lugar: Creando maravillas de la ingeniería que, con mucha dedicación y una pizca de suerte, serán mucho mejores que un dispensador de chicle automático. Todos se ven muy majos, y seguramente les dedicarán unos segundos de su tiempo para saludarles a la distancia y luego volver a lo suyo, aunque habrá uno que otro que seguramente les dedique una que otra mirada de recelo. Como toda buena familia, siempre tendrá algún introvertido que le desagradarán las visitas solo por ser eso: Visitas. ¡Pueden acercarse a ellos si lo prefieren! No muerden, aunque no diré lo mismo de sus experimentos. Y tienen para elegir: A ojo, pueden contar poco menos de 20 personas en las premisas.
Pueden entrar sin problema ni permiso de nadie con tan solo pasar a través de la porción abierta en la verja, y cuando lo hagan, conseguirán avistar el taller a la distancia: Un lugar sorprendentemente modesto tanto en apariencia como en tamaño en comparación con lo que le rodea, la clase de lugar que como mucho tendría en su nómina a dos o tres trabajadores -incluyendo al dueño-. Eso si, está impoluto como todo lo demás; casi evoca la necesidad de pensar cómo narices pueden mantener todo tan limpio, dar lecciones a los alumnos y realizar sus propias tareas de ingeniería, todo a la vez en un cronograma diario.
Adelante y sin miedo, perseguidores del conocimiento!
Pero bueno, centrémonos en lo mas importante que ocurrirá el día de hoy: La historia de su encuentro, y una informativa lección sobre el mundo de la cibernética y todo el progreso que la ciencia moderna había empezado a destapar. Un campo sumamente interesante, lleno de posibilidades para quien estuviera detrás de sus prósperos secretos. Fuese que estuviesen allí porque un pensamiento vagabundo de curiosidad les invadiera la cabeza, por expandir la enriquecida llanura de su conocimiento o incluso una intención mas siniestra, todo lo que necesitaban saber era su próximo destino: Un pequeño -pero muy acreditado- taller en uno de los distritos mas favorecidos de Loguetown.
Calles de piedra finamente tallada en cada uno de sus componentes al mas mínimo detalle, edificios fabricados en base a las mejores ideas que el dinero de la ciudadanía podía costearse, ni una muestra de suciedad o desorden a la vista, e incluso el pequeño detalle de algunas muestras tecnológicas sirviendo para ayudar a los negocios en el área; un regalo especial del mecanicista, algo de lo que podrían enterarse si van preguntando a los empleados de los locales que se encuentren por su paso. O no, realmente es un detalle poco más que irrelevante a su propósito.
Y sí. "Mecanicista", no "mecánico". Mi consejo es: Haber hecho la tarea antes de ir a clase, que no hay nada más que enoje al hombre como escuchar que le llamen mecánico por la cara. Se lo toma muy en serio, algún problema de su pasado seguramente. Eso, a diferencia del dato anterior, sí que es importante si quieren ser parte de y permanecer en la lección de hoy.
Partiendo desde el barrio pudiente anteriormente descrito, la caminata hasta el mencionado taller sería de tan solo unos cuantos minutos. Lo primero que les recibirá tan pronto decidan dirigirse al lugar, por si quisieran hacer alguna otra cosa de antemano, será la vereda que lleva hasta el lugar en cuestión: Un taller protegido por una verja de exquisita fabricación con metal de un negro artificial rodeando la zona verde que, a su vez, rodea el taller. La zona verde, así como la verja, parecen excelentemente cuidados a un punto casi obsesivo; pueden buscar una mancha perdida cuanto quieran, pero no van a encontrar una sola muestra.
En la zona verde, que podrán ver sin necesidad de entrar por la visibilidad a través de la división entre el interior y el exterior de la propiedad, hay varias personas que parecen estar en lo suyo, pero todos realizando tareas con relación al lugar: Creando maravillas de la ingeniería que, con mucha dedicación y una pizca de suerte, serán mucho mejores que un dispensador de chicle automático. Todos se ven muy majos, y seguramente les dedicarán unos segundos de su tiempo para saludarles a la distancia y luego volver a lo suyo, aunque habrá uno que otro que seguramente les dedique una que otra mirada de recelo. Como toda buena familia, siempre tendrá algún introvertido que le desagradarán las visitas solo por ser eso: Visitas. ¡Pueden acercarse a ellos si lo prefieren! No muerden, aunque no diré lo mismo de sus experimentos. Y tienen para elegir: A ojo, pueden contar poco menos de 20 personas en las premisas.
Pueden entrar sin problema ni permiso de nadie con tan solo pasar a través de la porción abierta en la verja, y cuando lo hagan, conseguirán avistar el taller a la distancia: Un lugar sorprendentemente modesto tanto en apariencia como en tamaño en comparación con lo que le rodea, la clase de lugar que como mucho tendría en su nómina a dos o tres trabajadores -incluyendo al dueño-. Eso si, está impoluto como todo lo demás; casi evoca la necesidad de pensar cómo narices pueden mantener todo tan limpio, dar lecciones a los alumnos y realizar sus propias tareas de ingeniería, todo a la vez en un cronograma diario.
Adelante y sin miedo, perseguidores del conocimiento!