Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] [Evento] Rumbo al North Blue
Donatella Pavone
La Garra de Pavone
El Torpedo Emplumado, aún tembloroso por los estragos de la tormenta, se deslizó con una suavidad antinatural hacia el puerto de Rubek, como si incluso las aguas que rodeaban la isla entendieran la necesidad de silencio absoluto. Desde la ventana frontal del submarino, Donatella Pavone observaba el paisaje que se extendía frente a ella, un contraste absoluto con el caos que había dejado atrás. A su alrededor, el aire parecía cargado de algo más que tranquilidad; era una calma pesada, opresiva, que la obligaba a ser consciente incluso de su propia respiración.
 
Cuando finalmente salió del submarino, el frío del invierno mordió su piel a pesar del grueso abrigo que la envolvía. El sonido de sus botas resonó ligeramente contra los adoquines del puerto, un ruido que parecía ser absorbido rápidamente por la atmósfera insondable de Rubek. La vista de Salzburgia la detuvo un momento, su arquitectura monumental bañada en tonos grises bajo la luz tenue del amanecer. Fascinante. Pensó, temiendo que cualquier sonido más fuerte pudiera romper la delicada armonía del lugar. A pesar de su usual confianza, había algo en Rubek que la hacía sentir pequeña, como si estuviera siendo observada por ojos invisibles que juzgaban cada uno de sus movimientos.
 
Mientras avanzaba, las plazas desiertas y las estatuas de compositores inmóviles reforzaban la sensación de estar atrapada en un cuadro detenido en el tiempo. Donatella se obligó a enfocar su mente en lo práctico, en lo que necesitaba hacer ahora que había llegado. La tormenta había separado a las embarcaciones, y aún no sabía cuántos habían llegado sanos y salvos, si es que alguien más lo había logrado. Pero lo más importante: ¿estarían aquí su hermano o alguno de los miembros de su guardia real? Esa pregunta era un peso constante en su pecho, un eco que resonaba incluso en el silencio absoluto de Rubek.
 
Rubek, con su misticismo y su quietud, parecía el lugar perfecto para enfrentar sus propias dudas. ¿Había tomado la decisión correcta al venir al Mar del Norte? ¿Había abandonado demasiado en el East Blue, demasiados cabos sueltos? Pero incluso en medio de sus incertidumbres, una cosa era segura: si su hermano o sus guardias reales estaban en este mar, ella los encontraría. Y si no lo estaban, seguiría avanzando, porque eso era lo que hacía La Garra de Pavone, no se detenía, jamás retrocedía.
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
Una… promesa.
 
Si, querido Alpha tu mente divaga muchas cosas mientras simplemente te encuentras en la cocina preparándote de un café. Suzaku se encuentra en tu habitación descansando mientras que tu simplemente te tomas tu tiempo para prepararte un café. La verdad  es que el norte era un océano que podía permitirte tener muchas expectativas. Tú, que provienes del grand line, que naciste allí, sabes muy bien que la gente asegura, que es el océano más fuerte. Esperas poder encontrar los suficientes desafíos que harán que tu colección de trofeos sea más grande.
 
Una colección única.
 
La cuestión se comienza a tornar un poco más interesante, joven pirata. De pronto tu nariz comienza a detectar cierto aroma peculiar proveniente de afuera. Reconoces ese olor, pero aun al saber lo que es, no pierdes la calma. Derian está afuera tomando las riendas del asunto y, sabes muy bien que él conoce este océano de pies a cabeza. No tenías el por qué preocuparte. Pero de igual manera, sabes bien que si él necesitaba de ti en el timón, irías sin dudarlo. Pero por ahora, solo te limitas a terminar de preparar tu café y dejar todo en su sitio bien colocado.
 
Ya que lo que se viene, tambaleara las cosas.
 
Sales a cubierta y, como esperabas, tu hermano está haciéndose cargo de las cosas con precisión y pulcritud. Llega uno de los hombres a ofrecerte el equipo de seguridad. Tú lo aceptas sin poner quejas y, simplemente te ocupas en buscar sentarte en un rincón tranquilo,  sobre un pequeño barril. Disfrutas de tu taza de café mientras las personas se mueven de aquí para allá. Era algo gratificante de ver. Eres el observador perfecto. Nadie te notaría a menos que tú quisieras. Estaban tan concentrados y dejándose llevar por la adrenalina que, tan sólo las órdenes del gran Lord era lo único que se escuchaba a través de la tormenta.
 
Todo esto… te hace feliz.
 
Si, por que sin importar que, sabias que esto era simplemente otro día más para ti. Alguien que fue criado desde pequeño para saber que la vida es injusta y, que siempre debes aprender a sacar lo mejor de lo peor. Pero ahora… te encuentras en un punto que muchas cosas ya no importan. Porque la imagen que tienes frente a ti, es de las cuatro personas que te han escogido como líder, como capitán. Aquellas personas que han decidido seguirte en este camino rojo que has decidido trazar con tu lanza. Este camino que busca la gloria o la muerte. Porque para ti, no existe nada más glorioso que morir dándolo todo. Porque tu corazón está abriendo de aventuras y de enemigos fuertes. Tu mundo es tu mente y tu cuerpo es tu herramienta, con la cual esperas llegar lejos y satisfacer ese apetito voraz que alberga el fondo de tu alma.
 
Y, mientras ves el precioso paisaje de la isla que se revela al horizonte, te levantas con una gran sonrisa. Ya era momento de hablar como se debía.
 
- ¡Escuchen! Todos y cada uno de ustedes han decidido seguirme por  voluntad propia. Cada uno de ustedes ha decidido representar la bandera que pronto será izada en nuestro barco. Y por eso, yo… estoy más que agradecido. Yo… solo soy alguien que tiene un simple sueño. Alguien que tiene el camino más simple, pero a la vez, el más duro. Y no quiero que esto solo sea algo que trate de mí. Porque para que una mano pueda funcionar perfectamente, todos los dedos tienen que estar en ella.
 
Comienzas a avanzar hasta llegar a donde estaba la rubia. Le colocas la mano en el hombro y le miras directamente a los ojos.
 
- Katharina Von Steinhell. En ti vi la primera vez una mujer con una mirada hambrienta. Vi la voluntad de una mujer capaz de lo que fuera para recuperar la gloria que se merece. Tú… eres más que simplemente una noble. Has decidido seguirme y convertirte en parte de mi familia. Yo… sé muy bien lo que deseas de mí. Yo… te hago una promesa. Te prometo que la cabeza de aquella persona que tanto odias, estará en mi vitrina de trofeos. Te prometo que gozaras el placer de quitarle la vida a tu enemigo jurado. Te prometo… que juntos… haremos al mundo entender… por qué somos los más fuertes.
 
Te alejas. El siguiente al cual deseas darle unas palabras es a Mayura. También colocas tu mano en su hombro y sonríes para él.
 
- Mayura Pavone. Aquel que desea más que nada que su nombre sea recordado por todos. Tú, querido hermano mío, te encanta destacar y sentirte el número uno en todo. Eso es algo que te llevará muy lejos. Por qué puedo verlo. Lo hambriento y deseoso que está tu corazón de alcanzar la la meta que tanto deseas. La meta por la cual estarías dispuesto a dar tu vida e incluso morir como solo tú lo harías. Yo… te hago una promesa. Te prometo que sin importar que, haré lo imposible para que tu nombre sea recordado por siempre. Aunque, yo buscaría otro apodo. – Le guiñas el ojo. – Tu akuma no mi no le va mucho a tu nombre.
 
Por último, Derian. El primero de todos y el más cercano a ti. Te colocas frente a él y le miras con suma tranquilidad. Sonríes y niegas un poco con la cabeza.
 
-No creo tener palabras para ti ni promesas, pues ya las estoy cumpliendo. – Tu expresión se llena de felicidad y alegría. Por qué sabías lo que estaría por venir. - ¡Zehahahahaha! A ti no te puedo prometer nada, hermano. Por qué iremos justo a cumplir lo que una vez ya te prometí. Arrancaré la cabeza de tus enemigos. Destrozare hasta el último de aquellos que osaron tomar lo que no les pertenece. ¡El cielo, será el testigo de lo que haré con todo aquel que ose molestar a mi familia! – Respiras profundo. Por un momento, casi te pierdes en el enojo. Razones no faltaban. – Porque sé muy bien… que te cuesta entender lo que es una familia, Derian Markov. Pero yo te prometo, hacerte entender lo que significa estar en una.
 
 Te alejas, y con tranquilidad te colocas justo al lado del timón. Lo tomas y te preparas para  el momento del aterrizaje.
 
- Porque no solo iremos a recuperar lo que le pertenece a Derian. Markovia será solo el comienzo. No descansaré hasta que toda la isla sea mi territorio. Que el mundo sepa, que quien se mete con mi familia ¡Solo les queda esperar ser parte de mis trofeos!
 
Los hombres hacen un grito por la inspiración de tus palabras. La reacción de los dedos sería diferente. Pero tu, solo sonríes mirando hacia el frente con el timón en la mano. Tenemos una isla al horizonte, capitán.
 
Una isla, antes del momento de la verdad.
Juuken
Juuken
La situación se había vuelto super caótica. Corrí como alma que lleva el diablo a sujetar los cabos y evitar que se forzasen demasiado de los carretes. No es que dudara del trabajo de Qazan, había hecho un magnífico trabajo con ese navío, pero tal vez los carretes los hubiera adquirido en lugar de fabricarlos él a mano, lo cierto es que desconocía cómo lo había logrado. En mi caso, cuando trataba de fabricar algún objeto, como el mapa en el que estaba trabajando, sencillamente me fijaba en los documentos que explicaban las zonas y ubicaciones, aplicaba las coordenadas y los perímetros que detallaban los libros. No era tan complicado a mi parecer, pero era todo completamente manual. Ya casi tenía un mapa del North Blue, preparado para comenzar a navegar por dicho mar. Esperaba terminarlo en el trayecto, no obstante la situación se había complicado con creces, dificultando que pudiera hacer algo que no fuera tratar de mantener el navío y las velas estables.

Gretta comenzó a gritar. Lamentablemente no entendía nada de lo que le había dicho. Cuando me puse a dar las indicaciones no pensé en decirlo de modo que me entendiesen, conocía cada una de las partes de la embarcación, era necesario saberlo para poder hablar concretamente con Qazan si veía algo en mal estado a reparar, o simplemente para realizar ciertas maniobras. Por desgracia no todos conocían los nombres técnicos, y Gretta tan solo consiguió estresarse por la situación. La pobre jabalí parecía tener un terrible miedo, primero se pensó que los pulpos eran peligrosos y que nos iban a atacar, cosa que resultó ser una idea completamente errónea. Tal vez si fuesen peligrosos, por lo menos dada la situación. Ahora la situación podría llegar a ser muy peligrosa para ella, y no sabía qué tenía que hacer. Intentaría explicarles más adelante a todos esas partes importantes de los barcos. Si salíamos de esa.

De reojo podía ver cómo Qazan cumplía su cometido, incluso alcanzó a bajar para ayudar a Lance con la parte que le tocaba, pero al resto no los veía, tan solo a Gretta que se había quedado quieta allí, rogando que lograse hacer algo para salvarles. No intentaba otra cosa, sentía que todo recaía en lo que hiciéramos a continuación, mas no podía estar más equivocado, nuestras acciones tan solo podrían ayudar a que los pulpos lo tuvieran más sencillo para resistirse al terrible temporal que azotaba los cielos, y los barcos que allí estaban. ¿En qué tipo de peligro nos habíamos metido? La situación era muy tensa.

No sabía si Teruyoshi estaba haciendo lo suyo, lo que estaba claro era que Gretta no estaba pudiendo hacerlo, por mero desconocimiento. Yo tenía la zona de mesana controlada, había reforzado los cabos sujetándolos en la barandilla en babor, y en la propia base del mástil. Ahora faltaría asegurarme de que en proa estaba todo bien, probablemente la zona más problemática, el bauprés es el mástil más pequeño que puede tener una embarcación, en ocasiones hasta más pequeño que las propias vergas de la vela mayor. Me disponía a aproximarme a proa para controlar el bauprés, y de paso asegurarme que el resto estuviera todo bien, cuando una fuerte sacudida me hizo sujetarme con fuerza. Finalmente, el pulpo había perdido el control, la vista se había limitado lo suficiente para apenas contemplar algún barco cercano. Los truenos y la tormenta acallaban los gritos a ratos que provenían de navíos cercanos. Parecía que no todos tendrían la suerte de aterrizar bien en el mar.

El pulpo comenzó a descender a una increíble velocidad, parecía como si estuvieramos directamente en caída libre, a merced de la gravedad. Por fortuna estaba fuertemente sujeto con las cuerdas, lo que no sabía era sobre el resto, sobre todo temía por Gretta y Lance, si ellos no se habían atado, tendríamos severos problemas, pues solamente Qazan podría ser capaz de sacarlos del mar. Ellos se hundirían como plomos en el fondo marino, sin posibilidad alguna de evitarlo. Esperaba que eso no ocurriese, hacía todo lo posible por evitar ese desenlace, tanto de ellos como de cualquiera de nosotros.

Llevé la mirada hacia arriba, hacia el pulpo, que parecía haber perdido la firmeza. Tal vez hubiera muerto, de ser así ya estaríamos completamente condenados a un choque directo contra el mar que, seguramente, no seríamos capaces de soportar. Sobre el pulpo parecía haber alguna persona, desde mi posición no había una gran perspectiva, pero me pareció ver movimiento, algunas cuerdas moviéndose y tensándose. Debía tratarse de los trabajadores que se encargaban del control de los pulpos, no pensaba que hubiera gente allí arriba controlándolos, aunque por otro lado tenía todo el sentido del mundo, alguien tendría que guiar las inmensas bestias hasta el destino al que debían llegar. Destino que cada vez parecía más lejano e inalcanzable. Sujeto a la cuerda, utilizando mis fuerzas para que el efecto de la gravedad no me separase del barco, me sentía completamente impotente, no era más que un percebe adherido al barco, rezando por que el destino del mismo no me hiciera saltar en pedazos.

Me asomé por la borda. El mar se aproximaba a una velocidad vertiginosa. En breve llegaría el crudo desenlace, me escondí nuevamente, no había nada que pudiera hacer al respecto. Cerré los ojos, la impotencia me superaba y ya solo me quedaba aguardar a que viniera lo que tuviera que ocurrir. Sentía haber fallado a la tripulación, me sentí tan emocionado al principio, que no fui capaz de pensar en las posibles consecuencias y problemas que podría haber llegado a ocurrir. Era culpa mía.

El barco se balanceó, pero no se notó ningún golpe ni contacto, aunque si se escuchaba el surcar del mar. Abrí los ojos con fuerza, miré hacia arriba, el pulpo parecía estar controlando nuevamente la embarcación. Me asomé por la borda, íbamos paralelos al mar, tan solo rozándolo un poco con la parte baja del navío. Cada pocos segundos parecía que el barco pegaba algún salto, el pulpo trataba de alzarse de nuevo, intentaba recuperar la estabilidad, pero no terminaba de lograrlo. Finalmente la velocidad comienza a descender, el pulpo aminora, tras recuperar el control absoluto del navío. No sé cómo ha ocurrido, pero ha conseguido recuperar el control del barco y salvarnos la vida a todos los que allí estábamos.

Entonces lo pensé. ¿Estamos todos a caso? Rápidamente me desaté el cabo y me quedé mirando hacia el barco. Una terrible niebla invadía ese espacio marino, una niebla terriblemente densa que apenas me permitía ver más allá de unos metros, de no ser por el pulpo que todavía estaba sujeto al barco, estaríamos navegando a la deriva sin rumbo fijo. aunque probablemente la criatura voladora estuviera en las mismas condiciones que nosotros. Comencé a caminar por el barco buscando a mis compañeros, esperaba verlos a todos. Fui avanzando hasta que llegué a proa, el bauprés estaba en perfecto estado, tan solo había un carrete un poco forzado y con una grieta, sería cosa de Qazan reparar esto, por fortuna había fabricado un navío con una gran resistencia, habría que felicitarlo, pero eso sería una vez encontrásemos puerto.

Resumen
Marvolath
-
El golpe contra la cubierta había sido mayor de lo que esperaba, como si el impulso del dial se hubiese potenciado o el barco hubiese ascendido. Comprobó el estado de los pulpos, esperando ver cómo recuperaban el control del descenso y encontrando en su lugar algo totalmente inesperado: los tentáculos que los sujetaban se estaban desgarrando, y en medio de la tormenta de viento, lluvia, y sangre la tripulación observaba estupefacta como Dharkel, con los brazos en alto, parecía estar ralentizando el descenso.

El impacto del aterrizaje lo sacó del estupor, agradeciendo que todos, incluyendo al Hope, siguieran de una pieza. O de un número que se pudiera contar con los dedos, por lo menos. Con dificultad se acercó a sus compañeros y, viendo el agotamiento y el frío que los encogía, encendió el dial de calor. El aire a su alrededor se volvió levemente cálido, siendo el dial incapaz de mantener completamente a raya la baja temperatura. Lo que en condiciones normales se habría sentido como el mediodía en el desierto de Kalab se sentía más como una noche de verano cualquiera, convirtiendo aquella tormenta invernal en algo parecido a un monzón de verano.

"Parece que sólo están agotados, sin heridas que lamentar. Si de verdad Dharkel ha sido el responsable del buen aterrizaje... todos le debemos, como poco, unos meses de recuperación." - pensó tras un rápido examen de los que se encontraban reunidos en la cubierta.

A falta de Balagus, Silver impartió nuevas órdenes: revisar el inventario. Asintió sin despegar los ojos de Dharkel hasta que lo perdió de vista, y sólo entonces bajó a la bodega. Allí encontró a Bora y Airok, que se habían encargado de estabilizar la carga durante la travesía. Se acercó a ellas, acercando el dial para compartir su calor y ayudarlas a recuperarse.

- ¿Están bien? - esperó una respuesta, mientras las examinaba visualmente en busca de lesiones antes de continuar - Parece ser que hemos... aterrizado gracias a Dharkel. - hizo una pausa dejando que aquella información calase, pues las implicaciones podían pasar desapercibidas si no se meditaban un instante. - Cada vez que lo he visto en peligro me ha sorprendido con algo nuevo. Me pregunto que será lo próximo.

Revisó el caos en el que se había convertido el bajo del barco, con cajas, toneles, y sacos repartidos por doquier. Parecía que, gracias a la agilidad y pericia de sus compañeras nada se había roto, y sólo unas pocas cosas se habían salido de sus recipientes. Con resignación, comenzó su labor de comprobar, registrar, y organizar cada contenedor. Aquello le llevaría horas. Suspiró largamente, y lo repitió más largamente aún al pensar en el estado en el que encontraría la enfermería, deseando con fuerza que los seguros que habían instalado para evitar que los armarios se abriesen durante las tormentas hubiesen resistido el impacto.

Resumen
Teruyoshi
Teru
Las palabras del mink consiguieron un efecto apaciguador en su nakama, haciendo que se relajara un poco tras escucharlo hablar. Teruyoshi sabía que, si hablaba de comida, conseguiría distraerla lo suficiente como para que no montase un escándalo mientras aquel enorme ser terminaba de acoplarse al barco, como si fuera uno de esos ganchos de las maquinitas de la ferias con los que intentas atrapar algún tipo de premio.

- Esperemos que agarrren mejorrr - pensó, recordando la vez que se gastó todo lo que llevaba encima intentando conseguir un peluche de tigre blanco que le recordaba al pequeño Sunōfurēku. El maldito gancho se escurría una y otra vez, haciendo que el mink perdiera la paciencia y terminara reventando la máquina para llevarse el premio.

Mientras el mink rememoraba aquel suceso, el pulpo había terminado de acoplarse al barco y comenzó el ascenso a los cielos. Teruyoshi no pudo contener la emoción y abandonó su tan preciado lugar, acercándose a la borda mientras meneaba la cola de un lado a otro como un cachorro con juguete nuevo.

- Simplemente prrrecioso - dijo el gato con un hilo de voz, aferrándose al borde de madera, completamente maravillado ante la escena que se presentaba ante él.

Un sinfín de barcos surcaban el aire, como si de un espectáculo de farolillos se tratara, ascendiendo a un ritmo tranquilo y pausado. Esto permitió a Teruyoshi disfrutar de las vistas mientras era envuelto por el frío del duro invierno. Cuando alcanzaron la suficiente altura como para sobrepasar la Red Line, el vuelo se estabilizó y reanudaron su marcha hacia un nuevo horizonte...  el cual no tardó en tornarse de un negro tan azabache como el pelaje del gato que observaba las nubes arremolinarse frente a ellos. En cuestión de segundos, el ambiente cambió, transformando lo que había comenzado como un viaje idílico en algo aterrador.

- No me jodas - farfulló molesto el mink cuando la incesante lluvia comenzó a caer sobre él.

Teruyoshi odiaba la lluvia. Esa sensación de tener el pelaje empapado hasta los huesos era una sensación que odiaba con todo su ser, por lo que en cuanto el clima se tornó tan hostil, decidió que lo mejor era volver bajo cubierta para evitar el chuzo… o al menos esa era la idea de Teruyoshi, hasta que Juuken apareció dando órdenes para preparar el barco ante cualquier imprevisto.

A pesar de su aversión al agua, Teruyoshi dejó de lado sus preferencias y se puso manos a la obra con la tarea que le habían encomendado. Por suerte, su agilidad felina le permitía a Teruyoshi mantener el equilibrio sin problemas a pesar del zarandeo que sufría el navío por culpa de la tempestad. En unos segundo consiguió alcanzar el Trinquete, el cual Juuken tuvo que señalar para que el gato supiera cual era, y se dispuso a sujetarlo como le había pedido el pelinegro. Aunque no entendía mucho de navegación, confiaba ciegamente en su nakama, así que siguió sus instrucciones lo mejor que pudo.

- Espero que la mierrrda del Norrrth Blue merezca la pena - refunfuñó, claramente malhumorado por estarse mojando mientras confiaba que fuese un tormenta pasajera… Iluso.

El viento se embraveció por segundos, haciendo que pequeñas embarcaciones a su alrededor cayeran al vacío tras verse arrastrados por la irrefrenable tormenta. El mink por unos segundos temió que su barco sufriera las mismas consecuencias, pero por suerte el pulpo que los llevaba parecía más resistente que aquellos que eran empujados hacia el abismo. La lluvia golpeaba el pelaje del mink como si una salva de flechas se tratase, golpeándolo sin cesar en un intento de que se rindiera en su lucha por aguantar allí mojado.

- ¡No  me rrrendiré, perrra! - gritó a la tormenta mientras se aferraba con  más fuerza al palo que debía sujetar.

De repente, el pulpo quedó atrapado en una potente corriente de aire que los hizo descender a toda velocidad. El mink durante unos instantes sintió cómo su estómago, junto al desayuno que con tanto cariño había preparado horas antes, amenazaba con salir por su boca mientras caían en picado. Teruyoshi llegó a un punto en el que ya no veía nada a su alrededor a excepción del mar que cada vez estaba más cerca. Su mente solo podía pensar en como todos quedarían allí aplastados por culpa de aquella bestia con tentáculos que no había podido aguantar la tormenta… y entonces ocurrió el milagro. Teruyoshi no sabía muy bien cómo, pero justo antes de estrellarse, el pulpo hizo un último movimiento y retomó ligeramente el control, evitando así terminar destrozados contra el mar.

Cuando Teruyoshi volvió en sí notó los brazos doloridos por el esfuerzo. El mink se había aferrado al trinquete de las narices como si este fuera su amante y no volviera a verla nunca más. Incluso había dejado la marca de sus garras allí clavadas sin ni siquiera darse cuenta.

- Puto pulpo, puta torrrmenta y puto asco de estarrr mojado - maldijo, sacudiéndose en un intento de quitarse el exceso de agua. Teruyoshi estaba deseando volver a su camarote en busca de un lugar calentito donde secarse y asearse como era debido, pero primero tenía que averiguar cómo estaban sus nakamas.

Nada más bajar se encontró con Juuken, el cual no sólo estaba tan mojado como Teruyoshi, sino que parecía hacer lo mismo que él. Teruyoshi se unió a él después de asegurarle que estaba bien, sin embargo, antes de seguirlo, algo llamó su atención.

Un banco de niebla inmenso se extendía frente a ellos, sin límites aparentes. Teruyoshi no tenía idea de las islas que había en el North Blue. Eso era algo que no le preocupaba demasiado. Sólo quería viajar con sus nakamas y vivir aventuras mientras se hacía más fuerte y descubría ingredientes nuevos para sus platos, pero había algo en aquella inusual neblina que le volvió a erizar el pelaje.

- Juuken… - llamó  al espadachín mientras iba en su busca - ¿Sabes dónde narices estamos? - preguntó una vez se puso a su lado. - Esa niebla me da un mal rollo que te cagas… - confesó mientras lo seguía al interior del barco en busca del resto de sus nakamas.
Umibozu
El Naufragio
Aproveché para ponerme rápidamente lo que Timsy me acababa de traer. En cuestión de unos pocos segundos ya estaba listo con mi nuevo atuendo. Calentito y especial para las fechas en las que nos encontrábamos. Nunca había tenido problemas con el frío, la verdad; ventajas de vivir en zonas abisales dónde el agua está muy por debajo de la superficie dónde se calienta con el Sol. Aún así sabía apreciar esa sensación de arropo y protección que daban esas prendas – Gracias-lurk – comenté frotándole la cabeza al gyojin, que sonrió orgulloso.

-¡Seguro que están todo buenísimos-lurk! No puedo esperar a probarlos-lurk. Y no te preocupes por Sasurai-lurk. Efectivamente viene conmigo por si en algún momento me da hambre tener qué comer-lurk – añadí para tranquilizar al vikingo.

-¡Nenúfares nepalíes! Ahora que me doy cuenta, ¡pero si hablas bien! ¡Ya no haces eso de “esperrrrrar” y todas esas cosas que hacías antes! – Timsy con su tacto de siempre me había hecho notar algo que había pasado por alto debido a la emoción y sorpresas del reencuentro. ¡Rag hablaba perfectamente nuestro idioma!

-Es verdad-lurk. ¿Has estado recibiendo clases todo este tiempo-lurk? – me guardé la última pregunta que era dónde había estado. Ya habría tiempo para ponernos al día.

-¡Escamas! ¿Los tres son hermanos? – esta vez la metralleta de preguntas iban dirigidas a Airgid – Esos dos entiendo que son hijos de él – señaló a Rag – pero ella… ¿es de otro padre, verdad? Es igualita a ti, pero de él no hay ni rastro. Sí, eso debe explicar la diferencia de tamaño.

Negué con la cabeza.

La situación empeoró a marchas forzadas. Antes de que nos pudiéramos dar cuenta el poco control que quedaba en la conducción, navegación, guía o lo que fuera que se hacía con esos bichos insultantemente gigantes desapareció. El cielo había perdido todo color, quedando únicamente un negro infinito que únicamente dejaría salir su furia en forma de relámpagos. No habría más luz en el firmamento que sus descargas, las cuales iluminarían la faz de la tierra fugaz, caprichosa y efímeramente. El rugido del viento enmudecía a la bestia más furiosa conocida, haciendo todo un alarde de fuerza. El mar se alzaba violento contra el cielo, casi como si quisiera librar una batalla por la hegemonía del planeta. El Mar contra el Cielo. Nosotros en mitad de la contienda. No debíamos esperar nada bueno de aquello. Los segundos se dilataron y a la vez pasaron veloces.
Estábamos en lo que parecía una isla. Una, imaginaba, del North Blue. Recordaba ligeramente esa orografía de un tiempo pasado y lejano. Ignoraba el nombre, pero sí recordaba haber estado allí buscando a quien ahora estaba sobre mi lomo de nuevo – Díselo a Rag-lurk.

-En la habitación de Ubben hay un salmón. ¡Lo traigo y nos lo comemos!

Aspecto de Umibozu y Timsy

Asradi
Völva
La tormenta agitaba el pulpo que les transportaba y, por ende, el barco donde viajaban. El resto parecía animado a pesar de todo. Los truenos y relámpagos caían con fuerza y retumbaban en el cielo iluminado por los mismos. Era como si los dioses les estuviesen dando la bienvenida a esas nuevas tierras. Y, al menos Asradi, se sentía de nuevo en casa. El sentir la fría y gélida brisa del North Blue golpeando su rostro y su cola escamada. Las plumas de cuervo que conformaban parte de su abrigo también se agitaban con fuerza debido al temporal. Sus ojos azules se posaron un momento en Airgid y sus criaturas, primero con algo de preocupación. Pero luego sonrió al ver que los infantes se lo estaban pasando teta. Además, estaban con su madre.

La sirena se aproximó, por su cuenta, hacia la proa, solo para poder contemplar mejor lo que tenían delante. Su cabello negro se agitaba con violencia, como un indomable manto oscuro, pero en sus ojos se reflejaba su ánimo. Uno que se alzaba y hacía saltar su corazón. Añoraba el North Blue, añoraba sus aguas. Y si no fuese porque todavía estaban demasiado altos, se hubiese lanzado de cabeza al gélido océano, solo para sentir con más fuerza ese cosquilleo de adrenalina que le recorría el cuerpo. No solo eso, no estaba sola. No había regresado sola. Ellos estaban allí, con ella. Umi, Ragn, Airgid, Ubben. Y ahora se les habían sumado nuevos miembros. Alguien que parecía ser de la confianza del wotan y los niños de los dos rubios. Y, hablando del wotan, tenía una pinta totalmente graciosa y tierna con aquella ropa roja y abrigada, y los cuernitos imitando a un reno. Por supuesto, en conjunto con Timsy.

No podía pedir mejor compañía que la de ellos para ese momento.

Cuando la tormenta se intensificó, a Asradi se le escapó una risa animada, notando como los latidos de su corazón golpeaban como si se tratase de un tambor. Como si anunciase algo, algo que llevaba esperando mucho tiempo.

Y, bajo ese mismo sentimiento, la voz de la sirena se alzó, animada, a través de los truenos que continuaban retumbando.

Langt fra fjordene og de iskalde strømmene
Ravner svever over nye grenser
Sanger og sagaer om en skjebnebestemt
Skjold og spyd
Løfter om tjeneste eller spenningen ved plyndring
Trekk sammen for klanen og pårørende
Klanking av hammere og tordenras
Pund innenfor

Ese acento norteño que se le marcaba cada vez que entonaba ese tipo de canciones. Tan clásicas y tan arraigadas a lo que ella era, al lugar de donde provenía. Donde los dioses y las fuerzas de la naturaleza eran veneradas de la misma manera, por igual. Donde todo era una supervivencia feroz y, al mismo tiempo, había lugares calmados y hermosos, congelados en el tiempo, con los cuales maravillarse.

Todo eso comenzó a abrirse paso a medida que la tormenta iba siendo dejada atrás, entre golpes en el cielo y zarandeos del gélido viento invernal. Y, poco después, habían arribado a una playa. La playa de una isla norteña. Asradi bajó también, después de que Airgid lo hiciese. Entornó los ojos cuando la rubia hizo tal pregunta.

El lugar me suena... Quizás de hace muchos años atrás. — Contestó mientras sus ojos azules contemplaban los alrededores. — Espera. — De inmediato, tras esas palabras, Asradi revolvió entre las cosas de su mochila de viaje. Y entonces extrajo lo que parecía ser un pergamino que comenzó a desenrollar con soltura. Un mapa del North Blue que llevaba guardado desde que se había ido. Era como un pequeño tesoro para ella.

Por la orografía y demás, creo que estamos en Flevance. — Señaló con un dedo la isla en el mapa en concreto, mostrándoselo a Airgid, pero alzando la voz lo suficiente como para que los demás, o los que estuviesen ya cerca de ellas, le escuchasen.

Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
La travesía la contemplaba muy de lejos desde el plano en el que estaba sumido, un plano interior, espiritual y seguro, donde todos los planteamientos personales figuran, danzan y conviven unos con otros. Era un lugar entre comillas, por catalogarlo de alguna forma, pero desde aquí cada cual que pudiera tener desarrollada esta parte de sí mismo podía contemplarse y contemplar cada motivo e inquietud que lo configuraba como ser humano. Aquí te enfrentabas a tí, veías tus miedos, tus cualidades y cada parte que te completa como persona, lo cual hacía que siempre te estuvieras estudiando y reconsiderando para vivir cada día de la forma en la que más te quieres representar hacia los demás. Para cualquiera que de verdad había tomado las riendas de sí mismo, y viajaba hacia su interior más profundo, no había careta que pudiera mostrar hacia el exterior ni contradicción de ningún tipo, pues a esos niveles se llegaba a tal grado de interiorización que el mismo que lo haga se mostrará tan transparente como debe.

Un estanque con el agua pura y transparente te hace ver su fondo con claridad y seguridad. Un agua enturbiada y fangosa esconde un fondo aún peor. Cada cual decide que agua ser, be water my friend.

Por ello, y tan abstraído de la realidad del exterior por estar tan centrado en mí, no concebía lo que el barco estaba sufriendo desde mi camarote. Era cierto que las turbulencias eran palpables, pero no asumía la gravedad de la situación. El tiempo pasaba y pasaba hasta que por un motivo u otro, y de forma gradual, aquellos zarandeos que el barco sufría comenzarían a amainar.

Sin embargo, un último estruendo se sintió, un choque desde el cascarón del barco como si de una gran caída se tratase. Eso me hizo salir de mí, aunque por las características del impacto algo acolchó ese golpe, y como por norma general estábamos rodeados de agua, no había cabida a otro tipo de suposiciones que la de haber caído al agua, pues de haberlo hecho en tierra firme, los destrozos y los daños deberían de haber sido calamitosos en incluso, podría no estar ya aquí tan campante.

Salí del camarote rumbo a cubierta, alcancé las escaleras y la claridad se divisaba junto a un terrible frío que penetraba por el pasillo del barco, al fondo de este, la apertura que daba al exterior dejaba entrever un cielo traicionero y embarrada de nubes grises. Ya arriba, contemplé con seriedad el entorno. Una especie de formación blanquecina, tan aterradora como amenazante y gigante nos tragaba mientras nos adentrábamos en las aguas de su interior, ¿qué clase de roca podría ser?, no me cabía duda de que la artesanía de la gente podía recrear obras de tal magnitud, aunque su aspecto orgánico contradecía la suposición, ¿acaso era natural? De una forma u otra, habíamos llegado al desenlace a duras penas, el barco había sufrido percances que esperaba que se pudieran solucionar y al fondo de estas aguas, un maltrecho pero gran puerto, que deparaba como preliminar a una especie de ciudad, ¿qué sería aquel lugar?
Gretta
La Devoramundos
La tormenta alcanzó el barco, el pulpo se zarandeaba como un gorila borracho y los truenos, el viento y la lluvia azotaban todo; todo parecía que iba a acabar mal. "Pues nada, al final sí que la palmamos de verdad... Sí ya, sí ya decía yo que no era buena idea, que si el ser humano tuviese que volar, tendría alas. ¿Tengo alas yo acaso? No, pues ya está... Pero noooo, vayamos volando, será super guay... Ya verás,Gretta, qué vistas... De esta manera se va mucho más rápido... ¡Más rápido al cementerio! Y yo aquí que no puedo hacer nada. Pues, ¿sabes qué? Que si no puedo hacer nada, tampoco vamos a estar sufriendo. Me voy a la cocina". Concluyó al final, tras darle vueltas a un asunto sobre el que ella no tenía ninguna decisión propia; miró al gato y a los demás haciendo cosas.

—Me voy biajo, quí no hago nada. Les gritó, pero dudaba que la escuchasen, con el ruido de la tormenta.

Y en medio del caos, se fue directa a la cocina. Todo a su alrededor se zarandeaba; por suerte, ella, además de su centro de gravedad bajo y su máxima estabilidad, se fusionaba con partes del barco cuando era necesario para no caerse. Destrozó la despensa y empezó a comer. "Si me muero, que sea con el estómago lleno" Se dijo. Y así lo hizo. Se sentó y, mientras arriba se escuchaban gritos y órdenes, ella simplemente comía y comía.

Al final, tras un rato que llegó incluso a hacerse largo,pensó: "Oye ¿nos morimos o qué? Qué agonía de caída... A ver si al final nos hemos salvado" Pensó y salió fuera a comprobarlo, no sin antes pegarle un último vistazo a la despensa. "Ostia, sí que me ha dado ansiedad, sí". No quedaba nada en la despensa. Para su sorpresa, el cielo estaba limpio de nubes y el barco intacto. Fue a Teru a darle un abrazo.

—Teru que sisuto todo, ¿eh? No vas a crieer, pero con tirubulensias toda comida de barco ha caído, qué desgrasia.— Le dijo ella, fingiendo una lágrima —¿Dónde estiamos? 

Miró hacia delante y solo había una isla rodeada de niebla. "Espero que tengan comida", fue lo último que pensó al verla.
Jack D. Agnis
Golden Eyes
¿¡A ESO LE LLAMAS TORMENTA!? ¡SOPLA, HIJO DE PERRA, SOPLA! —grité entre risas, moviéndome de un lado a otro mientras ataba cualquier cosa que se soltara o apartaba a los civiles que se interponían en mi camino. Sus vidas me importaban un carajo. No era un héroe, y mucho menos su niñera. En este mundo, cada uno vela por sí mismo.

El frío calaba hasta los huesos, pero no era algo que no pudiera soportar. Mi nariz estaba roja, y las orejas me ardían por el viento helado, pero ¿a quién le importa eso cuando todo está tan movido allá arriba? Las cosas empeoraron cuando los malditos tentáculos del pulpo que nos llevaba empezaron a desprenderse uno a uno.
¡TCH! ¡SE UN MALDITO HOMBRE, PULPO DE MIERDA! Y AGUANTA —vociferé, observando cómo una de esas enormes extremidades escamosas desaparecía en el abismo bajo nuestros pies.

¿Qué podía hacer en esta situación, aparte de confiar en que todo saldría bien? Absolutamente nada. Pero eso no significaba que no intentaría torcer un poco mi destino hacia algo menos fatalista.

Por suerte, el caos empezó a ceder cuando unos tímidos rayos de sol lograron atravesar las nubes, iluminando débilmente la plataforma. A pesar de que la muerte seguía acechando, no pude dejar de sonreír. Panda y Alex, que estaban cerca, también lo notaron.
Estoy casi entero… Diría que un 75 sobre 100 —bromeé, alzando mi muñón con una sonrisa, antes de girarme hacia Panda, quien también respondía a las preguntas de Alex.
¿En serio crees que tienes alma? ¡Pff! Nadie tiene esa mierda religiosa —solté, divertido, mientras sentía cómo el pulpo empezaba a descender lentamente hacia el mar.

La vista era increíble. Desde lo alto, el North Blue no parecía muy diferente al East Blue, pero sabía que muchas aventuras nos esperaban en este nuevo mar. Entonces, algo me llamó la atención.
—¿Qué? ¿De verdad está el Baratie aquí? ¿Estamos seguros de que llegamos al North Blue? Tal vez la tormenta hizo que el pulpo se equivocara y regresáramos al East Blue… ¿No lo creen? —pregunté, algo confundido, mientras una pequeña duda comenzaba a asomarse en mi mente. Solo esperaba no haber sido estafado.

Una vez que tocamos el mar, volvimos al barco y pusimos rumbo al Baratie, donde Alex, generoso como siempre, ofreció invitar los tragos.
Pff, ¿solo la primera ronda? No seas tacaño, paga toda la comida por el día entero. Bueno, piénsalo. Por cierto, Panda, voy a revisar si tu barco no recibió daños. Avisen cuando lleguemos al baratie —anuncié, antes de desaparecer hacia las secciones más bajas del barco, dejando a ambos atrás mientras la emoción de esta nueva etapa seguía corriendo por mis venas.


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