Hay rumores sobre…
... una isla que aparece y desaparece en el horizonte, muchos la han intentado buscar atraídos por rumores y mitos sobre riquezas ocultas en ella, pero nunca nadie ha estado en ella, o ha vuelto para contarlo...
[Aventura] [T-4] Fiesta en alguno de los puntos del inframundo.
Takezo D. Ryuu
Musashi Miyamoto
Año 724.
7 De Invierno.

"¿Donde nos encontramos esta vez?"

La pregunta sonaba y resonaba en sus mentes mientras se adentran en el vientre concupiscente y ultrajado de los males de este mar y que ciertamente como madre cercano al momento de su parto, gime de dolores, aunque ahora ella en su extrema malicia parece disfrutar.

El abrazo de la bruma oscura les da acceso a un puerto pantanoso y algo inquietante, las miradas repulsivas o intrigadas de algunos de los transeúntes y locales del lugar abruman sus almas, dándoles ese cosquilleo de incomodidad en la parte baja de su espalda. El barco choca con el muelle y ahora sí son libres de desembarcar. Presos en una arquitectura con rasgos totales y propios del oriente, aunque fascinados por lo bien que encajan dentro del ambiente caótico que aguarda a la isla y que son capaces de presenciar tan solo con estar con su pies posados en el suelo de la misma.

Independiente a la velocidad de su paso, observan lo mismo de ambos lugares de la acera: Caos con una falsa máscara de estabilidad, peleas en tabernas en salen a la calle, niños y adolescentes en situación de calle, observan algunos robos, piratas y ofertas de mercenarios que dicen hacer lo que sea por unos cuantos berries. La capital del crimen, un régimen constituido y regido por el miedo y el caos y que mantenían en una falsa verdad de paz y estabilidad. 

Su caminar se detiene, pueden observar las aves en el contaminado cielo y ellas responderán con una muestra de su excremento en su hombro. Aquella pregunta inicial vuelve y debe ser respondida si quieren seguir. ¿La razón? La forma en la que las estructuras y caminos están creados en esta isla solo los mantiene desubicados y dando vueltas en círculos. Necesitan salir de eso, y deben hacerlo rápido si no quieren pasar el resto de sus días dando vueltas en la misma zona.

Entre sus opciones solo dos de ellas resaltan: Seguir caminando sin importar el laberinto del lugar e ir averiguando evitando siempre la relación con aquellos locales lobos vestidos de ovejas, o abrirse a preguntar, después de todo ustedes no son diferentes a esa parte de la manada, también son lobos rapaces, sin embargo debo agregar se lo piensen más allá de la obviedad, observen las posibilidades con detenimiento, no vaya a ser que en el apresurado furor por continuar acabe comprometiendo su viaje y recorrido, consumiendo el mismo en el terror que ya aguarda en las calles.

Jeje Hola!
#1
Lance Turner
Shirogami
Hacía 4 días que llegamos a esta isla, Kuen. La llegada fue algo peligrosa entre tanto movimiento, en un viaje que fácilmente podría haber sido nuestro último. Nunca olvidaré esa sensación de estar suspendido en el aire mientras el pulpo que transportaba nuestro barco nos llevaba a través de los cielos. Fue un espectáculo imposible de imaginar al completo con veracidad, pero lo cierto es que, tras tocar tierra en este mar desconocido, la realidad del North Blue se impuso con rapidez.

A duras penas hubo tiempo para celebrar unos segundos que seguíamos vivos, apenas habíamos llegado, y ya nos encontrábamos en un lugar donde cualquier paso en falso podía significar el fin. Con un completo desconocimiento de donde estábamos, miradas atónitas por nuestra particular llegada por todo lo alto, nunca mejor dicho, y un clima al que no estábamos muy acostumbrados. Allí donde mirases, había niebla, terrenos pantanosos, y el frío no era tan presente como la propia humedad del ambiente. Lo primero que notamos al llegar, fue el estado de las aguas. Eran turbias, casi pantanosas, y el olor a humedad mezclado con madera podrida impregnaba el aire. Desde luego, no era un puerto cualquiera, este era un sitio donde la ley era una sugerencia y la moral un lujo que pocos podían permitirse.

La ciudad estaba repleta de maleantes, entre los cuales, nos podíamos mover en libertad ya que la bandera de nuestro barco era una clara declaración de intenciones. Por si fuese poco, la imagen que nos daba Gretta o Qazan imponía tanto que muchos simplemente se apartaban del camino. Había que reconocer, que desde fuera, nuestra pequeña tripulación era muy peculiar. 

Por lo que pudimos averiguar en estos primeros días en la ciudad de Tatsuya, no era un lugar ideal donde criar a tus hijos. Muchos mercados clandestinos, poca higiene, y secretos. Qazan y yo nos habíamos propuesto investigar por nuestra cuenta en esta zona, aunque evidentemente no pasaríamos desapercibidos, ya que las miradas no tardaron en posarse sobre nosotros. Algunas de reojo, otras descaradas. Este era un lugar donde cada persona parecía evaluar constantemente si alguien valía más vivo o muerto.

No era la primera vez que sentía ese tipo de atmósfera, pero en esta ocasión, la sensación era diferente. Aquí, el crimen no era solo una consecuencia de la pobreza o la desesperación; aquí era la base misma de la estructura social. Me recordó en cierto modo a mi vida como bandido años atrás, sin embargo, allí se observaba para ver cómo de vulnerable era alguien, sus riquezas, y las ganancias. Aquí era distinto, se percibía que era un modo de ganarse el honor y respeto entre los presentes. No obstante, nadie parecía acercarse a atacarnos o medirse con nosotros, ¿A qué se debería aquello?

Avanzamos entre la multitud, manteniendo la compostura. Las calles eran más sucias las unas de las otras, llena de basuras y restos de objetos que una vez les fueron útiles. Era claramente un barrio donde el recién llegado se podría perder con facilidad, dentro de un extraño caos organizado, con tiendas improvisadas y callejones que parecían ser poco recomendables. Era evidente que esta ciudad tenía reglas, pero no las que uno solía encontrar en otras partes del mundo.
- Quizá lo primero sea encontrar un amable guía que nos oriente... - Dije en voz baja para que Qazan alcanzase a escucharme. 

De camino, pasé junto a un hombre que discutía con un comerciante sobre el precio de algo que parecía ser una espada vieja y desgastada. Unos metros más adelante, alcancé a ver a un grupo de niños en situación de calle, observando el entorno con la mirada perspicaz de quienes han aprendido demasiado pronto a sobrevivir en un lugar así.


Pasado un largo rato de caminar con Qazan, comencé a notar que, sin importar cuánto avanzara, la sensación de estar dando vueltas en círculos era evidente. Esta ciudad no era caótica de manera aleatoria, estaba diseñado para confundir a los forasteros. Curioso, miré desde mi posición los tejados de las casas, las cuales no daban la sensación de aguantar mucho.
- Llegado el momento, puedo intentar saltar hasta localizar una salida... - Pensé renunciando a caminar sobre aquellos tejados.

Reconocí entonces un puesto de comida que ya habíamos visto antes, con un letrero a medio caer, y que por supuesto, ya habíamos visto antes. Definitivamente tendríamos que hacer algo distinto si queríamos avanzar algo. Me detuve por un momento, evaluando nuestras opciones. Por un lado, podríamos seguir avanzando, confiando en que eventualmente encontraríamos una salida, o por otro lado, podríamos preguntar por direcciones. Ambas opciones tenían riesgos. Si seguía caminando sin rumbo, perdería demasiado tiempo. Si preguntaba, corría el riesgo de atraer atención no deseada.

Miré a mi alrededor antes de tomar una decisión, dejando tiempo a que Qazan también idease algo. A mi derecha, dos hombres intercambiaban palabras en un tono bajo, con un paquete envuelto en tela entre ellos. Más adelante, un grupo de mercenarios discutía el precio de sus servicios con un burgués de vestimenta ostentosa. A la izquierda, en un callejón apenas iluminado, una mujer con ropas de colores llamativos hablaba con un anciano encorvado.

- Nada en este lugar inspira confianza. - Dije en voz baja, para no llamar la atención de nadie más además de Qazan. - ¿Sabes? En este tipo de situaciones siempre me entra hambre. - Continué hablando mientras señalaba la taberna con cartel colgante. - Y quién sabe, con la tripa llena y un poco de bebida, la gente suele ser más colaboradora. - Le terminé diciendo con una sonrisa que intentaba ser una indirecta a lo que tenía en mente como base. 

No me preocupaba especialmente un conflicto, ya que tanto Qazan como yo habíamos entrenado muy duro todo este tiempo, pero tampoco quería generarlo, una lucha en inferioridad numérica podría ser el fin del más fuerte de todos los hombres. Nunca había que subestimar el poder de la gente unida por el odio o interés. 

Las calles seguían igual de confusas, pero una cosa estaba clara, no podíamos dar vueltas todo el día. Si quería salir de este encrucijada y sacar algún beneficio de información, íbamos a tener que tomar algunas decisiones. Esta no parece ser un lugar que permitiera la indecisión.

Comenzamos a dirigirnos hacia la taberna, con la idea en mente de que una primera impresión siempre era importante. En dicha presentación a los clientes de la taberna, me centré en mostrarme imponente, aunque con una sonrisa de confianza. Era el momento de sacar a la luz aquella habilidad para sacar información hasta debajo de las piedras, con un despliegue de carisma que no solía sacar a relucir si no era de mi interés. 

Datos de interés
#2
Qazan
Qazan
Habían pasado cuatro días desde nuestra llegada a Isla Kuen, pero si alguien me preguntaba, habría jurado que llevábamos atrapados en aquella maldita niebla un mes entero. Todo en Ciudad Tatsuya parecía construido con el propósito de hacer que un forastero se sintiera perdido y observado. No era solo la bruma perpetua que se colaba entre las calles, tampoco los edificios inclinados como si estuvieran al borde del colapso, sino la sensación constante de que alguien te miraba desde cada maldita sombra evaluando si valías más vivo o muerto.

Las calles no parecían seguir ninguna lógica, caminabas en línea recta y sin saber cómo, terminabas en el mismo puesto de comida con el cartel a medio caer. Cada cruce de calle estaba repleta de callejones que te susurraban promesas de atajos, pero lo más probable era que acabases en un rincón donde la única salida fuese tu bolsa de monedas o tu sangre en el suelo. Y lo peor de todo era el olor.

No es que fuera lo peor en el sentido de peligro, pero si tuviera que describirlo, diría que era como si alguien hubiera dejado pescado podrido al sol durante una semana, lo hubiera metido en una bota vieja y luego se la pusiera sin calcetines. Si, esa sería una descripción casi perfecta del aroma que impregnaba toda la ciudad. -Te juro Lance que si alguien me hace elegir entre esta ciudad y nadar entre tiburones durante un mes, lo único que pediría es crema solar... Aunque dudo que me pusiera más negro-. Bromeé tratando de aliviar un poco la tensión en el ambiente. Tras un buen paseo por las calles de Tatsuya, Lance creyó bien oportuno entrar en la taberna simplemente a preguntar... "Espera... Tiene que ser ESA taberna". Pensé para mis adentros al volver a ver ese cartel colgando de la entrada.

-Oye Lance tenemos que hablar... ¿Recuerdas el primer día que atracamos aquí que me fui a dar una vuelta? Pues resulta que acabé justo en esta misma taberna. Y sí, por cosas de la vida, terminé dándole una paliza a unos tipos del clan Midori. ¿Qué por qué? Bueno, primero el tabernero intentó timarme y justo cuando pensaba en darle una lección yo mismo, llegaron tres matones a cobrarle una deuda. Y, claro, como todo en mi vida, decidí meterme donde no me llamaban.

Total, que los muy idiotas pensaron que podían intimidarme. Uno intentó apuñalarme, el otro sacó un cuchillo para hacerme un "recordatorio" y el tercero solo hablaba demasiado. En resumen, los dejé tirados por toda la taberna, rompí unas cuantas mesas (sin querer, lo juro) y el tabernero, en vez de llorar por su local destrozado, me agradeció por salvarle la vida y esas cosas ¿Qué si podemos volver sin problemas? Supongo. Pero si el tabernero nos cobra extra por la bebida, ya sabes por qué, no digas que no te he avisado. Ahora que habían pasado varios días lo cierto es que me sentía orgulloso de haberles partido la cara a esos tres idiotas, pero claro, cabía la posibilidad de que ahora aquel pequeño, minúsculo e inocente malentendido nos trajese algunos... Problemitas.

Lance estaba avisado de que podíamos meternos en problemas, aunque su bonachonería y hambre nos terminaron llevando sin más remedio a la taberna. Yo por mi parte estaba algo receloso con la ciudad y sus habitantes, ya había tenido esta sensación el primer día, pero ahora tenía la sensación de que estaba siendo todavía más observado que en mi primera incursión por la isla. Sin duda esta gente se acordaba de mi.

Había llegado el momento de ver la reacción de la gente al volver a verme. Lance por su parte ya estaba sacando pecho para hacer gala de ese carisma tan único que le caracterizaba. Por contraparte, todo el magnetismo que él tenía, yo lo representaba con un aura mas intimidante. A fin de cuentas ser un Gyojin de tres metros de altura me daba un porte lo suficientemente amenazante como para que si el magnetismo de Lance fallaba, el temor al dolor y los huesos fracturados podían servirnos para obtener esa información que habíamos venido a buscar hasta la taberna.

Datos de interés
#3


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