¿Sabías que…?
... un concepto de isla Yotsuba está inspirado en los juegos de Pokemon de tercera generación.
[Común] [Presente] El gigante, la tullida, la sirena, el pícaro, el pato y el boxeador
Asradi
Völva
Asradi contemplaba toda la escena con una mezcla de atención y curiosidad al mismo tiempo. No se había movido de su silla, cómodamente sentada. Solo se había recolocado la falda del vestido para cubrir un poco más sus “piernas” y que no se le viese absolutamente de lo que ocultaba bajo dicho trozo de tela. Cualquiera podía pensar que era una chica tímida o recatada. Pobres ilusos. Ahora bien, mientras contemplaba todo el pintoresco alboroto, le estaba ya dando buena cuenta a las cervezas que Airgid había pedido. Aunque iba tomando de la suya, poco a poco, con la mirada puesta en Hammond y en el chico. Era como ver un documental oceánico. O, más bien, alguna comparación con la vida real en el fondo del mar. Visualizando a Hammond como un enorme, pero inofensivo y curioso, tiburón ballena que va a meter el hocico en el agujero de una morena. Sí, estaba comparando al otro chico con una morena. Eso le hizo esbozar una sonrisa mientras su mente trabajaba de manera imaginativa y daba un generoso sorbo a su cerveza fresquita.

Por unos momentos, frunció ligeramente el ceño. Ella solo había dicho de invitar a Airgid y a Hammond. No a cualquier vagabundo que se le acercase. Aunque, después del topetazo que el chico se había llevado contra el grandullón, quizás le daba algo de pena, quizás.

Tráenos otra ronda más, algo de picar... Y lo que quieran pedir. — Hizo un gesto al pobre camarero que le estaba tomando nota ya a Hammond.

¿Había pedido una vaca? ¿De verdad? No es que fuese vegana ni nada de eso. Y ella era de buen apetito, pero... ¿Una vaca? Dudaba mucho que tuviesen un animal entero en un lugar como ese, listo para ser servido. Aunque, ¿quién sabe? El mundo es un lugar fascinante. Y raro.

Ella se conformaba con algo de picotear. Luego de eso, echó un rápido vistazo a Ubben, que recién había agradecido por la ronda. No le estaba analizando... Bueno, un poquito sí. Ella ya era un tanto desconfiada de buenas a primeras. Pero también estaba comprobando, de manera un tanto superficial, que no estuviese herido. Defectos de saber algo de medicina. A veces se preocupaba por quien no debía. Y, aunque a veces solía arrepentirse, también se olvidaba pronto si no valía la pena.

Yo no soy de la zona. De hecho, solo estaba de paso. Me llamo Asradi. — Se presentó, con una breve sonrisa.

Notó movimiento y fijó sus ojos en el moreno. No sabía qué era lo que estaba haciendo, exactamente, pero sí que lo notó tenso durante unos momentos. Más bien, lo olió. Como un tiburón cuando detecta la sangre en el agua. Los ojos de Asradi se oscurecieron durante unos segundos, antes de volver a su coloración azul habitual. Se relajó y se terminó la jarra casi de una segunda sentada. No tardó en pedir otra.

Y ella es Airgid... — Señaló a la rubia. Y luego se le dibujó una tenue sonrisa divertida al mirar hacia Hammond. — Y el grandullón es Hammond. — Era una ternura a su manera, a pesar del destrozo involuntario que había hecho en la casa de la pobre Air.

Se acomodó la trenza que recogía su pelo y la dejó caer sobre uno de sus hombros. Y posó, de nuevo, su mirada y atención en el recién llegado.

¿Y qué hay de ti? ¿De dónde vienes? — Se atrevió a preguntar. En un movimiento natural, casi con cuidado, recogió un poco más la cola contra la silla en la que estaba sentada, con cuidado de que nada se le viese.
#31
Airgid Vanaidiam
Metalhead
El accidentado y el grandullón intercambiaron unas pocas palabras antes de acercarse finalmente a la mesa que se habían agenciado. Las cervezas no tardaron en llegar, una ronda completa para todos. Airgid estaba contenta, pletórica, no se dio cuenta del estado de tensión en el que Ubben se encontraba, ni tampoco se dio cuenta de que había sido provocado en parte por ella misma y sus brusquedades. Todos eran conscientes de la incomodidad del recién llegado, menos ella. El hombre le dio las gracias por la ronda que había pedido y ella volvió a dar un par de palmadas contra la mesa. — ¡Nada, hombre! Era lo menos que podíamos hacer. — Le gustaba golpear la mesa, como que daba más enfasis a todo lo que decía. Más pasión.

La morena pidió comida, algo de picar, ligerillo, para abrir el apetito. Todo lo contrario a lo que pidió Hammond, que dejó claro que solo una vaca entera podría saciarle. La rubia se echó una carcajada antes de sumarse ella también. — ¡Yo quiero la hamburguesa funky maxi deluxe con extra de salsa barbacoa, y hazla doble! — Le gritó antes de que desapareciera en el interior de la taberna. Esa hamburguesa... la boca se le hacía agua solo de recordarla, sin duda su plato favorito de la carta. No era igual que una vaca asada en un día soleado, pero para ella era más que suficiente. Aunque no descartaba repetir.

Fue Asradi la que les presentó. ¿Dónde se había dejado Airgid los modales? — ¡Encantada! — Le tendió la mano a Ubben, buscando estrechársela a modo de saludo mientras le regalaba una enorme y brillante sonrisa. Airgid podía ser tremendamente guapa cuando sonreía de esa forma, pero también era fácil obviar su belleza por culpa de los comportamientos que tenía. — Otro guiri, no sabía que la isla se había vuelto tan atractiva. — Bromeó, soltando una risilla menos escandalosa, más dulce. — Eso, eso, ¿de dónde vienes? ¿Y cómo te llamas? — Se unió a las preguntas de Asradi, sentada a su lado. A Airgid le encantaba conocer gente nueva, conocía a todos los de su barrio, se llevaba con todos los taberneros de la zona también.

La comida llegó, seguida de otra ronda más de cervezas. A Airgid le sirvieron la hamburguesa doble funky maxi deluxe con extra de salsa barbacoa, un popurrí de pescadito frito y una tapita de queso para picar, y el plato gordo. Comenzaron a salir de la taberna plato tras plato tras plato de grandes chuletones asados. Podrían pertener a una vaca entera perfectamente. Incluso le sirvieron a Hammond una bandeja grande donde poder colocar todos los platos. La rubia se quedó ojiplática. — Coño, de haberlo sabío me pido yo también la vaca. — Al lado de todos esos gigantescos chuletones, su hamburguesa doble funky maxi deluxe con extra de salsa barbacoa parecía la comida de un bebé.
#32
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El grandulón resultó ser una compañía inesperadamente agradable, de esas que disipan las tensiones con una simple sonrisa o un comentario jocoso. Las palabras que le dirigió mientras caminaban hacia la mesa, momentos antes, lograron calmar los constantes temores del bribón de ojos dorados, quien siempre sospechaba que cada situación pudiera ser una trampa tendida por cazadores de recompensas o marinos. La posibilidad de un engaño era una sombra constante en su mente. Pero Hammond, con su presencia imponente y su carácter amigable, había logrado algo poco común: hacer que Ubben soltara una carcajada genuina. No pudo evitar reír cuando el grandulón pidió una vaca entera para comer. Nunca en su vida había visto a alguien devorar una vaca completa, pero como el mismo Hammond había dicho momentos antes, "nunca digas nunca". Asradi, la chica de cabello oscuro, pidió algo ligero para comer y, al parecer, estaba invitando al resto del grupo, lo cual añadió un toque de camaradería a la improvisada reunión.

La rubia de carácter explosivo, que ya había demostrado su efusividad, volvió a golpear la mesa con las palmas de las manos, pero esta vez Ubben lo vio venir y no se sobresaltó. Empezaba a entender que Airgid, como pronto descubriría que se llamaba, expresaba sus emociones de manera muy enérgica, algo que en el fondo le parecía contagioso y hasta refrescante. Mientras tanto, la joven afirmaba que, después del pequeño accidente, era lo mínimo que podía hacer, un comentario que a Ubben le causó gracia. Después de todo, el accidente había sido culpa suya, y aun así, estaba bebiendo y comiendo gratis. La energía de la rubia era tan contagiosa que incluso logró captar la atención de Ubben al gritar el nombre de una hamburguesa con un nombre tan extraño como largo. Jamás había oído algo similar, pero el nombre sonaba misteriosamente delicioso. Sin embargo, el peliblanco había estado anhelando un buen plato de cerdo durante días, y no iba a dejar pasar la oportunidad de saciar ese antojo.

La chica de cabello oscuro, que se presentó como Asradi, capturó la atención de Ubben con el impresionante contraste entre su cabello y sus ojos azules. No era una atracción romántica, sino más bien una fascinación estética, pues la combinación le parecía realmente encantadora. Asradi mencionó que ella tampoco era de la zona y que solo estaba de paso, una coincidencia que a Ubben le pareció divertida. Dependiendo de cómo se desarrollara la reunión, podría incluso considerar preguntarle hacia dónde se dirigía, con la esperanza de evitar otro solitario viaje por mar. Navegar solo no le molestaba, pero lo cierto es que se aburría terriblemente durante los largos trayectos entre islas.

Ubben, más relajado después del pequeño episodio de efusividad violenta por parte de la rubia, tomó un sorbo de su cerveza. Mientras lo hacía, Asradi le informó que la rubia se llamaba Airgid y el tipo grande era Hammond. El grupo era un tanto peculiar, pero, para ser sincero, bastante entretenido. Airgid, en un gesto amistoso, extendió su mano, y Ubben la estrechó con una sonrisa, convencido de que, aunque podían ser muchas cosas, no eran cazadores de recompensas ni marinos. Observó al camarero después de escuchar a Asradi y, con un pequeño gesto, pidió un momento antes de responder. Finalmente, dijo —Señor, tráigame su mejor Cola Cao, por favor— pensando que se trataba de un alcohol fuerte, como Hammond le había mencionado, sin tener idea de que en realidad era una simple bebida chocolatada. Esto, sin embargo, no arruinaría ni su ánimo ni el momento. Recordó un trago que había probado en una isla lejana y desconocida, llamada Chil-e, y pensó en replicarlo más adelante. Luego, añadió —Y un buen plato de cerdo, que la guarnición sea sorpresa.— Al fin podría saciar ese antojo que lo había estado persiguiendo.

Me llamo Ubben, soy del North Blue. Llegué hace un tiempo al East Blue y aún no me acostumbro al clima tropical, debo decir. Estaba acostumbrado al frío del norte— comentó con tranquilidad, antes de dar otro sorbo a su cerveza, mientras esperaba expectante la comida y el tan mítico Cola Cao que le habían mencionado. Cuando la comida llegó, Ubben quedó entre maravillado y sorprendido... realmente parecía que habían traído la vaca entera. La reacción de Airgid ante la enorme porción fue tan divertida que Ubben rió y, con un tono curioso, exclamó —¡Sate, sate, sate!— Luego, añadió con una sonrisa —Habría apostado una pierna a que no traerían la vaca completa— sin darse cuenta de que Airgid carecía de una extremidad, ya que nunca la había visto de pie.

En ese preciso momento llegó el tan esperado Cola Cao, y con él, una pequeña decepción. Al ver la bebida chocolatada, Ubben solo pudo mostrar una expresión de tristeza mientras dirigía su mirada a Hammond, diciendo —¿No que era un trago fuerte? Esto es leche chocolatada,— Luego miró al camarero, quien parecía aún más desconcertado por las palabras de Ubben. Sin embargo, antes de que el camarero pudiera decir algo, el peliblanco tomó la iniciativa —Me trae una botella de ron, por favor... es momento de mostrarle al mundo un trago de la perdida y alargada isla de Chil-e: el Choco-Ron.
#33
MC duck
Pato
El puerto de Rostock era un lugar idóneo para el paseo, la contemplación y para pasar el rato en disfrute personal. Pero... es verdad que no era el más ideal para hacer negocios, estaba cerca de una base marine, luego está concurrido, gente de todo el estás blue peban y compraban cosas por el lugar. Aunque a veces no puedes decidir donde ocurren reuniones de la mafia.

Y por algunas razones, a veces ocultar algo a la vista era la mejor forma de ocultarlo, un lugar público rara vez era vigilado para este tipo de cosas, pero por otro lado, podían interrumpir cualquier random.

En aquel restaurante, entraron dos hombres uniformados de negro y con gafas de sol, intenta dos disimular que llevaban armas de fuego camufladas en sus chaquetas miraron el interior, miraron a personas como Ubben, Airgid, Asradi y sobretodo Hammond, pero después asintieron y avisaron por los pequeños den den en el clip de su ropa que todo estaba en orden.

Un tercer hombre entro al local, el cual sostenía en sus manos un hermoso cojín púrpura, tan elegante que podría ser para poner joyas en ella, pero en su lugar, había un pato sentado.
—Los Emisarios de la familia Chettoni, aún no se han presentado MC. Duck
-Quack...
El hombre depósito el cojín en una mesa libre pero cerca de la de los piratas, mientras detenían a un camarero como si se creyeran dueños del lugar.
—Una ensalada vegana... Y agua.
#34
Vesper Chrome
Medical Fortress
Sin duda Rostock era un lugar en donde quizás podría pasar más tiempo del que hubiera pasado en otros lugares, al fin y al cabo, Isla Kilombo a pesar de estar afiliada a la marina y el gobierno mundial parece ser una isla en la que alguien como yo no llamaría demasiado la atención, al menos no de la manera en la que usualmente lo hago, pues en una isla como esta evidentemente debe haber muchos más médicos que en las mismas islas que deciden no afiliarse al Gobierno mundial.
 
Visualice un restaurante donde claramente podría comer algo rico antes de ir a caminar para darle un vistazo a la isla más de cerca, como aun no tengo una reputación de pirata puedo darme estos lujos en lugares como estos, me dirijo hacia el lugar, y nada más entrar pude ver algunas caras, todo parecía un lugar bastante bonito y normal dentro de lo que cabe, aunque en una de las mesas, como líder de un yakuza había un pato sentado, cosa que simplemente ignoré y procedí a sentarme en una de las mesas, a la izquierda del pato y derecha de los piratas desconocidos, casi justo en el medio de ambas mesas.
 
Levanté levemente una de mis manos hasta que uno de los meseros se acercó, tras revisar la carta lentamente — Ordenaré un platillo de Risotto de Pato Ahumado. — Tras estas palabras entregué la carta al mesero y este se marchó a la cocina con mi pedido, no podía dejar de ver porque había un pato en esa mesa, y sobre todo pensé demasiado tarde que quizás había escuchado mi pedido, ¿Se podría ofender un pato?, me daba un poco igual, además no estoy aquí para hacer amigos, de hecho, si me paro a pensar, nunca he pasado por una isla hacer amigos, simplemente he huido de lugar en lugar intentando poner en práctica mis habilidades médicas.
 
Me perdí en mis pensamientos, pero la verdad es que no puedo dejar de pensar en que quizás haya sido un poco egoísta el haberme ido de esa manera de mi isla natal simplemente por mi necesidad, o más bien mi interés por utilizar lo que aprendí, lo que aprendí de ellos, cuando realmente debí utilizarlo en ellos, pero la verdad es que no muchos pueden soportar una actitud de mierda como la mía. Y creo que realmente esa es la razón por la cual sigo yendo de isla en isla, en busca de alguien o más bien, corriendo de todos.
#35
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
El estómago le estaba gritando a los cuatro vientos que por favor, llegase la vaca cuanto antes. Era malo tener a un hombre de ese calibre en un estado de desnutrición, que es lo que él comenzaba a pensar ... Se ponía la mano en el estómago, obviando por completo los dolores por el balazo recibido un día antes. Incluso estaba pasando por alto que aún le quedaba restos de fiebre. Su cabeza cada poco tiempo se iba a otro lugar.

Asradi y Airgid son tan diferentes. La rubia es muy enérgica, divertida y joven, pero la otra ... Es también atractiva, parece tener más edad, más serena, ¿estará en condiciones para la reproducción? Preguntar la edad es una falta de respeto ... — Divagaba, acariciando su cuadrada barbilla. La cópula representaba también un ejercicio de relajación. Todo era visto como un ejercicio o utilidad para Hammond, incluso el bendito momento de acostarse con una mujer. Además, como buen hombre del norte, claramente superior genéticamente a casi todos los demás hombres, su deber era propagar su semilla siempre y cuando tuviera la ocasión. Sobre todo si aparecían hembras aptas para la gestación. El golpe en la mesa de la mujer rubia le despejó la mente por un instante. — Mira ese brazo, se mantiene muy en forma, es algo que aprecio mucho genéticamente ... — Volvió a su mundo, buscando la mejor forma de seleccionar a la hembra perfecta. No se cortó al pedir de comer, todo lo hacía gritando. —¿Y si tiene que acostar al bebé? lo despertará todo el rato ...La morena es mejor pretendienta.— Imaginó una futura escena donde a un hipotético bebé con músculos superdesarrollados, le costaba mucho dormir porque su madre no cesaba de gritar para todo, hasta para cantarle una nana.

La mirada fija en los pechos de las mujeres, observando bien el tipo de curvas que ofrecían, se disipó con la llegada de la carne. A todo esto, el nuevo integrante del grupo comentó que tampoco era de la isla, que de hecho le estaba costando acostumbrarse al clima local y que añoraba el frío. Hammond alzó una ceja. Él era del norte, de una isla fría como el mismísimo puño de Odín, pero al revés de su compañero, se enamoró de lo que la calor podía ofrecer. — Acostumbrrrar rrrápido, amigo. — Bufó, como lo haría un león que ve llegar su comida de la boca de unas preciosas leonas. Depositaron la comida en el suelo, ya que uno de los platos ni cabía en la mesa. Eran un total de veinte. Le rodeaban. La broma del colacao pasó por encima. Hammond no quiso aceptar su culpa, ¿quién iba a imaginar que se trataba de chocolate? eso definía la juventud de Airgid.

No tardó en tomar una de las patas (enteras) por la pezuña y darle un gran bocado. Tampoco pasó desapercibido la llegada de un pato como si fuera un premio,encima de un cojín. Un pato. — ¡Já! — Esputó, cayendo algo de carne de sus fauces al suelo. Pero siguió comiendo. No paraba de llegar gente, quizás atraídos por el olor de la vaca asada. Hammond estaba feliz, entre que comía y comía y analizaba a las hembras futuras portadoras de su semilla. Eso le gustaba, era como cuando decides tu viaje preferido para el fin de semana. Se dejó llevar por la emoción y gritó. — ¡TODOSSS ESTARRR INVITADOOOOOSS! — Alzó la mano donde sostenía la pata. Casi al unísono todo el mundo en aquella terraza comenzó a alucinar. Primero alucinar, después agradecer y por último celebrar. Qué feliz era hacer feliz a la gente con el dinero de otros, la virgen.
#36
Asradi
Völva
Menos mal que había dicho que no se aprovechasen demasiado. Una hamburguesa tamaño ensaimada o más, una vaca, un cerdo. Un pato.

. . .

¿Un pato? ¿En un cojín? Asradi se distrajo de los demás por un segundo, mirando al ser emplumado. ¿Acaso lo iban a matar y cocinar delante de ellos? A ver, no es como si ella se fuese a espantar, ni mucho menos. Pero sería algo curioso de ver. Fuese como fuese, poco a poco fue llegando más gente a la taberna en la que se encontraban. Normal, si daban tan bien de comer. Pero fue Ubben quien, ahora, llamó su atención.

¿Vienes del norte? — Se dirigió, expresamente, hacia el de tez morena. No pudo evitar una ligera sonrisa. — Yo vengo también de la zona de los mares del norte. — La isla Gyojin era grande y, aún así, también había varias colonias de sirenas y tritones fuera de ese lugar en sí. Su familia, de hecho, procedía también del norte. — Aunque las zonas cálidas no están tan mal, sino fuese por algunos lugares. — No soportaba muy bien el calor excesivo, a decir verdad.

Dió un trago a su cerveza, mientras escuchaba a los demás. En un momento dado, miró a Airgid de reojo y sintió... Celos. No de ella como tal, sino de la comida. Al diablo.

¡Ey, ponme una como la de ella! — Esa hamburguesa le estaba tentando demasiado. Y tenía hambre. Ya lloraría después el dinero. — ¡Pero sin pepinillos!

Los detestaba, a decir verdad.

Gracias a todos los dioses tritones, no era consciente de los pensamientos que estaban rondando por la mente de Hammond, pero sí que se fijó, de reojo, en cómo disfrutaba de su vaca. Cómo se le inflaban los músculos de los brazos cada vez que arrancaba un trozo de carne. Cómo la salsa le goteaba por la barba.

… Joder. Si hasta se había sonrojado. ¿En qué diablos estaba pensando? Se acababa de escapar, como quien dice, de una situación incómoda con su familia, con los hombres precisamente. ¿Y ahora se le iban los ojos con los músculos de ese grandullón? En fin, la vista estaba para eso, para deleitarse a veces.

Asradi sacudió un poco su cabeza. Decidió olvidarse del tema. Sobre todo cuando comenzaron a entrar trozos y trozos de vaca, llenando bandejas que fueron colocando alrededor de Hammond. Los ojos azules de la pelinegra se abrieron de par en par. ¿Sí tenían la vaca entera? Por otro lado, ya se iba acostumbrando a los gestos bruscos y escandalosos de Airgid. La chica le caía bien, era sincera y transparente, desde su punto de vista.

Por un momento hasta se sintió un poco mal de tener que ocultarle... Bueno, lo que realmente era. Pero tenía sus motivos, al menos por ahora.

Lo que no se esperó fue la descarada invitación de Hammond. Asradi se puso blanca por unos momentos. ¿¡Acababa de invitar a todo el mundo!? ¿Así por las buenas? ¿Con su dinero?

¿¡Quién te ha dado permiso, mastodonte!? — Le golpeó en el brazo, con fuerza. Aunque claro, no se iba a comparar su fuerza con la de Hammond. Era, más bien, una forma de regañarle.

La muchacha suspiró largamente, sobre todo cuando el resto del lugar comenzó a celebrar. Ahora ya no había vuelta atrás. Así que decidió hundirse en su comida, dando un generoso mordisco a la hamburguesa en cuanto se la trajeron.

Si todavía tienes hambre, no sé, cómete al pato. — Señaló hacia el emplumado como si nada. Para ella era solo eso, un pato.

Comida de emergencia, si la apuraban mucho.
#37
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Aquel morenote era gracioso. Le había estrechado la mano de vuelta, aunque fue un momento un tanto extraño porque ella trató de chocarle, y él la tomó para hacer el típico saludo al que al final Airgid acabó rindiéndose sin borrar su sonrisa. Y además se pidió el Cola Cao, lo que hizo que la mujer se echara a reír una vez más. Ni si quiera sabía porqué le dijo lo del cola cao, a veces Airgid decía lo primero que se le pasaba por la cabeza y no le daba más vueltas al asunto. La gente de su círculo estaba acostumbrada a ello, pero claro, a estos tres acababa de conocerlos. También fue curioso escucharle hablar de dónde venía, aunque la más interesada fue Asradi, sin duda, pues compartían el norte como zona común.

Y luego estaba ella, que nunca había visto la nieve. Había tantas cosas que no había visto aún. Y allí estaba, pudriéndose en esa isla que tanto quería pero que ya había llegado a detestar a la vez. Si es que eso era posible. Se quedó algo ausente por un momento, pensando en sus cosas. Era fácil notar cuando a la mujer le inquietaba algo, cuando se encontraba de bajón, pues toda esa energía apabullante y electrizante se venía abajo en un segundo. Le cambiaba hasta la cara. No estaba triste como tal, quizás melancólica, nostálgica.

Entonces, perdida en su propia cabeza, notó cómo una mirada se le clavaba desde el costado. Giró ligeramente la cabeza, solo para encontrarse con los ojos de Hammond, que parecían estar... ¿analizándola? Sí, sí, le había mirado los pechos, de eso estaba segura. La rubia no dijo nada. Se echó para atrás en la silla, se cruzó de piernas y se abrió de brazos, reposando uno de ellos sobre el respaldo. Le estaba ofreciendo un buen plano de sus tetas, ceñidas en aquel top de color negro, también se le podían notar los abdominales marcados aún estando sentada, ¿quería mirar? Pues que mirase a gusto, ella también le miraba tremendamente a gusto, con una sonrisilla en la cara. Era un hombre más que atractivo, cualquiera podría darse cuenta de ello. "¿Cómo tendrá la-" el grito del rubio interrumpió sus pensamientos de repente.

Acababa de invitarlos a todos a comer, y Airgid no pudo evitar soltar una carcajada viendo la reacción de la morena, que incluso le pegó. Le dio un bocado a su apetitosa y enorme hamburguesa. El momento de miraditas con Hammond la animó un poco, se sintió un poco halagada, ¿qué había de malo en ello? Aunque la cabeza seguía dándole vueltas. Sentía que no podía soportarlo más, que tenía que decirlo. — Hammond, Ubben, Asradi...— Su tono era más calmado. Para ella ese tema era algo serio. — Los tres sois extranjeros, venís desde muy lejos, supongo que ya estaréis pensando en la siguiente isla que vais a visitar... — De repente parecía nerviosa. — ¿Creéis que... podría viajar con alguno de vosotros? — Se mordió la lengua antes de continuar. — Llevo mucho tiempo queriendo salir de esta isla, pero... nunca he encontrado el valor. Hasta que os he conocido. Sois increíbles, únicos, con tanto mundo... Creo que conoceros ha sido una señal para que me decida de una vez y abandone este lugar. — Sonrió. Se le notaba la admiración en sus palabras. Y la liberación, poder decir en voz alta algo que llevaba pensando durante mucho tiempo, soltarlo sin más. No sabía si alguno de los tres accedería a su petición, quizás estaba siendo egoísta pidiéndoles algo así a unas personas que acababa de conocer. Pero simplemente era algo que tenía que verbalizar. — ¿Eso es un pato en un cojín? — No pudo evitar decirlo en voz alta.
#38
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
Ubben sabía que estrechar la mano de Airgid no era exactamente lo que la rubia esperaba. Aun así, la situación se perfilaba como un tres contra uno en el peor de los casos, y necesitaba medir de alguna manera al más fuerte y al más débil del grupo. Al estrechar firmemente su mano, se sorprendió al sentir la fuerza con la que la mujer le correspondió. Esa mujer no era débil, en absoluto. De hecho, probablemente sería capaz de patearle el trasero ella sola si se enfrentaran.

Mientras esto sucedía, fue inevitable para Ubben percatarse de la mirada de Hammond posándose descaradamente en el pecho de las chicas que estaban junto a ellos. Una parte de Ubben quería reír ante tal descaro, pero otra parte estaba esperando una violenta represalia por parte de la efusiva rubia. Sin embargo, para su sorpresa, se equivocó. La rubia, en lugar de enfurecerse, se acomodó de tal forma que su pecho resaltara aún más, dejando entrever también sus marcados abdominales. Al parecer, le gustaba la atención de Hammond. Aprovechando la situación, Ubben dejó que su mirada recorriera lentamente desde los abdominales de la rubia, subiendo por su pecho, siguiendo la línea de su clavícula hasta su hombro, su cuello, y finalmente deteniéndose en su boca. No pudo evitar morderse el labio inferior; la chica era guapa.

Volvió a la realidad cuando su mirada subió un poco más y se encontró con los ojos de Airgid. Ubben bajó ligeramente su tricornio, mientras Hammond comentaba la necesidad de acostumbrarse más rápido a la situación. Quizá tenía razón en ello, pero la vergüenza que sentía en ese momento no le permitió procesarlo del todo. Su cabeza gritaba "trágame tierra", pero sus ojos vieron algo que lo hizo pensar . —Mc Duck... no pensaba encontrarte aquí,— susurró para sí mismo al ver pasar al pato muy cómodo en su clásico cojín. Aquél animal no era un pato normal... no, era un operativo de los bajos fondos, tal como él. En algún momento, habían trabajado juntos en una subasta, donde peces más gordos los enviaron a pujar de forma separada por artículos específicos para elevar el precio de los mismos en la subasta, permitiendo que otro se quedase con el precio inflado. El pato era efectivo; claramente, tener a un pato en el lugar desconcertaba bastante en una situación como esa.

En ese momento, escuchó a Asradi mencionar que también venía del norte, lo que provocó que Ubben se emocionara un poco. —¿De verdad? ¿De qué isla?— preguntó, pues llevaba tiempo sin encontrarse con gente originaria de los fríos del norte. La sirena afirmó que el cálido clima del este no estaba tan mal, algo con lo que el peliblanco no estaba realmente de acuerdo, por lo que simplemente se encogió de hombros y comentó —Prefiero el frío, sinceramente. El calor me pone de mal humor.— Luego de su respuesta, escuchó a Hammond gritar de felicidad e invitar a todo el bar a comer, algo que rompió directamente el humor de Ubben, haciendo que se riera a carcajadas, olvidándose de la vergüenza previa que sentía. Similar a lo que hizo la rubia, palmeó la mesa con entusiasmo. El golpe de la pelinegra fue una sorpresa, pero a esa altura no podía evitar reír. El grupo era extraño, pero era esa misma extrañeza la que les hacía calzar bien.

Lo que realmente sorprendió a Ubben fue el cambio en la voz de Airgid cuando se dirigió a ellos. Por un segundo, pensó que lo mandaría al diablo por haberla mirado de forma descarada y con claros pensamientos lascivos, pero se equivocaba. La chica buscaba salir de la isla y quería viajar con alguno de ellos tres... Hammond y Asradi al parecer la conocían de antes, por lo que le resultó extraño que también lo incluyera, aunque esto podría terminar siendo beneficioso. Las palabras de Airgid sonaban sinceras, y eso le agradaba al peliblanco. Había que ser valiente para abrirse sobre deseos y sueños frente a completos desconocidos. Ubben sonrió, miró al grupo y dijo —Si necesitan viajar, cuento con un barco y sé navegar bastante bien... no me vendría mal un poco de compañía, suelo aburrirme en los viajes largos,— respondió Ubben a la pregunta de Airgid, mientras la misma hacía notar la presencia de Mc Duck.

Ubben puso la mano en el hombro de Asradi y dijo —No te preocupes, yo pago la mitad,— la miró con una sonrisa mientras secaba las lágrimas de sus ojos. Entonces Asradi suspiró y apuntó a Mc Duck, sugiriendo que si tenía hambre, se comiera al pato. Ubben cambió su semblante a uno tranquilo y, con un tono respetuoso, dijo —Con permiso, nos ahorraré un problema.— Bajó suavemente el brazo de Asradi. —Disculpa, Mc Duck,— dijo mientras saludaba con la mano a aquel pato con el que había trabajado anteriormente. —Simplemente no lo hagan enojar, es un pato, pero ataca como un halcón.— Con eso, sería obvio que Ubben lo conocía, y probablemente vendrían más preguntas, pero aquello no le molestaba. Era normal que preguntasen después de ver a un pato mafioso.
#39
MC duck
Pato
Mc. Duck simplemente espero paciente mientras esperaba su pedido, pero hay gente armando jaleo muy alto cerca suya, examino solo superficialmente a la gente de al lado, empezamos mal con aquel tipo de pelo oscuro que lo miraba raro, luego estaba el tipo gigante cachas que parecía fuerte pero no muy inteligente junto con las las chicas que bebían de sus pasiones, una rubia mas vivaz y una de pelo negro mas fría que insinuó que se comieran al pato, ósea a él, aunque estaba acostumbrado a las bromas rara vez las solía dejar pasar, pero no iba a ponerse a la altura de una dama de compañía. Y por otro lado, alguien intercedió rápidamente para evitar un conflicto.
Ubben Sangrenegra...¿verdad? - dijo el pàto revelando su naturaleza humana, aunque claro ya había sido desenmascarado- ¿a ti también te han invitado
Le extrañaba, pero no le sorprendía al fin y al cabo trabajadores del inframundo siempre buscan oportunidades de ascenso y de mejorar su posición. Por otro lado, no sabia si el había sido invitado por los Cheetony para aquella reunión.
-¿o estas demasiado ocupado en tu reunión social?
Dijo volviendo a mirar a su grupito de fenómenos, y lo decía un pato inteligente, que de por si es un fenómeno de feria. pero eran algunos tan raros y en grupo parecían muy ruidosos, uno hasta había invitado a todo el establecimiento. No eran gente con la que pasar desapercibidos. ojala el pato pudiera decir que a su lado pasaría desapercibido, pero con quien había quedado no era cualquier cosa. Destacaría incluso mas que aquel grupo.

Y efectivamente su conversación fue interrumpida, cuando alguien entro en el local, y muchos de los presentes callaron, por que a diferencia de los que había en el local, unos completos don Nadie, el que había entrado era un tipo popular, aunque no exactamente en el buen sentido. Vestido con ropas elegantes en vez de unas mas callejeras cruzo la sala con su prominente hocico, mientras algunas personas abandonaban el local, temerosos, pero otros sonrieron y incluso alguno hizo un gesto de reverencia, por ejemplo el pato abandono su cojin y se inclino ante el, sus hombres se inclinaron también, por que era una muestra de respeto a un importante miembro de la mafia.

-Señor Chettony, No esperaba verlo en persona -esperaba un enviado o alguien similar- ¿en que puedo...
-¡Pato! es verdad que es un pato. Bien coleguilla, no necesitas estar tan estirado. -chasqueo los dedos a un camarero que algo intimidado asintió esperando tomar notas- hamburguesa doble con queso, sin verduras... como encuentre un pepinillo.

[Imagen: 878928562ca0d5a956139ad220a5e2b7.jpg]
Chester Cheetony
Jefe de la mafia Chettony
el Mink cheeta
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#40


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