Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Aventura] [T2] La cabalgata de la Walkyria - Ragnheidr Grosdttir
Ubben Sangrenegra
Loki
Noche del 20 del verano del año 724.
Bosque a las afueras de Rostock - Isla Kilombo - East Blue


A las afueras de Rostock, en la isla Kilombo, se encontraba un bosque no muy antiguo. Los árboles del lugar no eran precisamente ancianos, pero tampoco esquejes recién plantados. Esta historia comienza en un claro del bosque, que a simple vista no tenía mucho de especial, pero para alguien que se adentraba en ese lugar, era fácil notar ciertos detalles que lo hacían diferente. Los árboles, altos, de tronco no muy robusto, formaban una especie de pared natural alrededor del claro, dejando solo un hueco en el techo de ramas por donde se colaba la luz de la luna. El suelo estaba cubierto de una capa gruesa de hojas secas que crujían bajo los pies al caminar, y a veces se podían ver pequeños parches de hierba que luchaban por abrirse paso entre ellas. Era un lugar apartado, lo suficientemente lejos del pueblo para no ser molestado, pero tampoco tan escondido como para perderse en la espesura del bosque.

En el centro del claro había una gran roca, lisa por un lado, con múltiples símbolos y runas grabadas en ella, como si alguien la hubiera usado más de una vez como templo o santuario improvisado. No muy lejos, un pequeño arroyo corría con tranquilidad, su sonido suave se mezclaba con el susurro del viento entre las hojas. Los animales solían rondar cerca, aunque no se acercaban demasiado a la roca, como si ese pequeño espacio perteneciera a la humanidad y no a la naturaleza. El lugar desprendía un olor a humedad, a tierra viva, pero también traía el aroma lejano de la sal del mar, recordando que el puerto no estaba tan lejos. Los rastros de visitas pasadas estaban ahí, en las huellas apenas visibles, una fogata reciente aún encendida, un saco de dormir bajo un corta vientos y unos cuantos ropajes tirados en un banquillo de viaje.

Sin embargo, esa noche la calma no estaba presente. Golpes, gritos y el rechinar del metal contra metal daban aviso de que algo sucedía. En mitad del claro, una musculosa y alta mujer, cubierta con lo que parecía ser una armadura de cuero ligera y una piel de animal que rodeaba sus hombros, se movía con una imponente seguridad. El espadón que blandía en sus manos, de un filo serrado y manchado de sangre, se balanceaba con fuerza, desgarrando a sus enemigos con cada embate. Frente a ella, una decena de bandidos la rodeaban, pero ninguno lograba derribarla.

La mujer, pese a estar numéricamente en desventaja, no retrocedía ni un centímetro. Sus movimientos eran precisos, calculados, como si estuviera acostumbrada a enfrentarse a grupos como esos sin dejar la más mínima apertura al enemigo para avanzar. El espadón parecía una extensión de su cuerpo, y con cada giro y golpe, mantenía a los bandidos a raya. Las caras de los cuatreros se veían llenas de miedo e indecisión al pasar los minutos en batalla y no conseguir hacerla retroceder siquiera. Eran conscientes de que atacar significaba enfrentarse a una bestia de carne y hueso. El sonido del metal al chocar con las espadas de los bandidos era ensordecedor, pero ella no flaqueaba. Con un poderoso tajo, abrió el pecho de uno, mientras otro caía al suelo sin vida tras un golpe brutal que le partió el cráneo. Cada vez que su hoja se hundía en uno de los atacantes, la sangre salpicaba el suelo, alimentando la furia de la guerrera que parecía estar en su mejor, completamente entregada a la batalla.




Bienvenida e Instrucciones


Imagenes
#1
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Personaje


La luna llena iluminaba suavemente el bosque, proyectando sombras sobre el suelo mientras Ragn se adentraba en el corazón de la espesura. Sus pasos, aunque poderosos, eran silenciosos sobre la hierba húmeda. La noche era fría, pero el aire limpio llenaba sus pulmones y le daba una energía renovada para enfrentar su último entrenamiento del día. El colosal guerrero, de cinco metros de altura, tenía músculos tan marcados como las rocas mismas. Cada movimiento suyo parecía un despliegue de fuerza cruda. Sus hombros anchos se mecían con cada paso, y su respiración pausada era un eco suave entre los árboles. El cabello rubio, largo y suelto, caía en cascada sobre su espalda, ondeando ligeramente con el viento. Ragn se detuvo en un claro, donde la luna bañaba la hierba en plata. En el centro del claro se encontraba una enorme roca, casi del tamaño de una casa pequeña. Era su desafío de esta noche.

El calentamiento comenzó suavemente, con una serie de sentadillas profundas. Cada descenso hacía crujir el suelo bajo su peso, y cada ascenso era como el empuje de una montaña. Hizo veinte repeticiones, sintiendo cómo la sangre comenzaba a fluir por sus piernas como ríos desbordados. Luego, pasó a las flexiones con palmada, pero las suyas eran diferentes. No eran simplemente ejercicios de fuerza, cuando sus manos se separaban del suelo, su cuerpo completo flotaba brevemente en el aire antes de que cayera con fuerza, como si la tierra misma fuera incapaz de sostener su energía descomunal. Hizo treinta, y el suelo tembló con cada impacto. Tras este calentamiento, Ragn avanzó hacia la roca. La primera prueba de fuerza real de la noche, levantamiento de piedras. Esta no era cualquier piedra. Pesaba lo que cien hombres juntos, una masa inmóvil que se alzaba como un desafío a su poder. Se sentía frustrado ... Eso le daba mucha capacidad de concentración, paradógicamente. Con las piernas firmemente plantadas y el torso inclinado hacia adelante, Ragn introdujo los brazos debajo de la roca. Sus bíceps, ya de por sí titánicos, se hincharon aún más, como si fueran a romper la piel. Con un gruñido bajo y gutural, comenzó a levantarla. La roca chirriaba y temblaba, pero él no cedía. Poco a poco, la masa colosal se separó del suelo. Ragn levantó la roca sobre su cabeza, sus músculos vibraban por el esfuerzo, y la mantuvo en esa posición, como un pilar que sostenía los cielos.

Con un rugido de victoria, dejó caer la roca de nuevo al suelo con un estruendo que resonó por todo el bosque. Pero su entrenamiento no había terminado. Aún quedaba más. Se dirigió hacia un tronco caído, uno enorme que habría bastado para hacer un puente sobre un río. Lo levantó con facilidad, colocándolo sobre sus hombros, y comenzó a hacer zancadas largas a través del claro, avanzando y retrocediendo. Cada zancada hundía sus pies profundamente en la tierra. Cada vez que terminaba un circuito, aumentaba la intensidad, hasta que su respiración era un rugido que competía con el viento. Cuando finalmente soltó el tronco, sus músculos ardían con el esfuerzo, pero aún quedaba la última prueba. Las flexiones invertidas. Se colgó de la rama más alta de un árbol cercano y comenzó a elevar su enorme cuerpo hacia arriba. Sus brazos, como ramas de roble, subían y bajaban con una cadencia perfecta, hasta que completó cincuenta repeticiones. El tronco crujía bajo su peso, pero resistía.

Después de casi una hora de esfuerzo inhumano, Ragn estaba empapado en sudor. Sus músculos brillaban a la luz de la luna, tensos, pero aún llenos de energía. La noche era tranquila, su respiración se normalizaba, y los sonidos del bosque volvían a llenar el aire. De repente, su agudo oído captó algo fuera de lugar. El chocar metálico de armas. Al principio fue un sonido distante, pero en segundos se intensificó. Espadas, hachas... era una batalla, seguro ... Era un mensaje de Nosha ... ¡Seguro! El instinto de guerrero se despertó en él. Giró su cabeza en dirección al sonido, sus ojos azules centellearon con la emoción de la batalla. Sin perder tiempo, Ragn corrió hacia el origen del sonido, sus piernas colosales lo impulsaban con una velocidad impresionante para alguien de su tamaño. El chocar de armas se volvía más claro, más cercano. El olor a hierro, a tierra removida y a sudor llegó hasta él. Algo importante estaba ocurriendo, y él no iba a quedarse al margen.

Y tanto que no. Con fuerza, desenvainó a Rompetormentas y cayó en el agujero de la batalla, prácticamente en el centro, golpeando la tierra. El efecto de ola de aire barrió la tierra, hojas y cualquier cosa que hubiera allí. Su presencia afectaría seguro a los tipos que estaban batallando. Poco tuvo que esperar para ver que se encontraban en un combate de desventaja. Já. Eso era gloria. Movilizó a Rompetormentas de costado, rotando sobre su propio eje Ragn conseguiría acertar a los máximos posibles.

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#2
Ubben Sangrenegra
Loki
Entre el estruendo del metal chocando y los gritos de los hombres que intentaban, sin éxito, acorralar a aquella mujer, hiciste tu aparición, Ragn. Como un trueno en medio de la tormenta, un destello fugaz y mortal de azules ojos que cayó desde el cielo, siguiendo el designio de Nosha.

Nadie anticipó tu embestida repentina; el caos de la lucha se detuvo por un instante, como si el aire mismo hubiera sido destajado por tu Rompetormentas. Entonces, en ese breve segundo de calma, el silencio fue quebrado por los gritos ahogados que se apagaban al compás de tu giro. Rompetormentas, tu compañera ferrea silbó a través del aire y se hundió letalmente en el cuerpo de uno de los múltiples enemigos que rodeaban a la mujer. La hoja brilló a la luz de la luna, mientras desgarraba la carne y abría de par en par al desafortunado que se encontró en su camino. Sus ojos se abrieron en una mezcla de sorpresa y terror antes de que la vida lo abandonara, cayendo inerte al suelo, bañado en su propia sangre.

Ella, la mujer a la que habías decidido auxiliar, no pareció mostrar aprecio por tu intervención; sus ojos brillaron con una mezcla de furia y desdén, dejando claro que tu intromisión no era bienvenida. Pero tú no buscabas agradecimientos ni alabanzas; el eco de la batalla reclamaba tu atención. Sin detenerte, tu danza continuó, terminando el giro luego de cortar al desgraciado. 

Un segundo enemigo cayó ante tu ofensiva, su cuerpo desplomándose al suelo mientras su sangre empapaba la tierra. Aquel hombre, ya exhausto por el enfrentamiento sostenido contra la mujer, no tuvo la fuerza para resistir el dolor que se extendió como electricidad a través de sus nervios. Su cuerpo tembló por un instante, sus labios dejaron escapar un último gemido ahogado antes de que su mirada se volviera vidriosa y vacía, sumido en la oscuridad del fin. 

En ese momento, la realidad parecía detenerse ante tus ojos, y el aire se llenó del olor acre del metal y la muerte, envolviéndote a ti y a la mujer en el sangriento lienzo de la batalla... Nosha estaba contenta.

Los ocho desdichados que quedaban no tuvieron mejor suerte, pues la mujer presente no dudó ni un segundo en tomar una ofensiva despiadada y moeral. Su espada, una bestia con una hoja serrada, se movió con la furia de un lobo hambriento, desgarrando la carne como los colmillos de Hati cuando alguien se entrometía en su camino al perseguir a la luna.

Dos más cayeron al suelo, sus cuerpos desplomándose como marionetas a las que les han cortado los hilos. Eran profundos cortes los que adornaban sus pechos, al ser víctimas de aquel espadón tan grande como tu Rompetormentas. De esas heridas brotaba un manantial carmesí que teñía el terreno, volviendo aquel tranquilo claro de bosque, en un ferroso cementerio. Sus ojos se apagaron mientras la sangre, caliente y espesa, empapaba la tierra bajo ellos, la última ofrenda de sus vidas a la despiadada batalla que los había consumido.

Los seis hombres restantes, con la desesperación marcando cada uno de sus gestos, trataron de organizarse, y tres de ellos decidieron enfrentar lo inevitable lanzándose contra ti, Ragn, mientras los otros tres, temblorosos, intentaban presionar a la guerrera que los había reducido a poco más que presas. Los atacantes que venían hacia ti lo hicieron con un frenesí descontrolado, movidos más por el miedo que por la destreza, ni hablar de valor. A tus ojos, eran poco más que un grupo de perros asustados, y en ese momento se volvió claro que no solo carecían de técnica, sino también de la pasión que un verdadero guerrero debe tener al enfrentar la muerte.

Patadas, cortes de espada, hachazos y hasta embestidas con escudos se dirigieron hacia ti con la fuerza de un vendaval descontrolado. Pero, para ti, todo era lento, predecible, como si los movimientos de aquellos hombres se desarrollaran en cámara lenta. En cada mirada que cruzabas, veías el reflejo del miedo, el brillo de quienes luchan por sobrevivir y no por la gloria de la batalla.

Cada ataque que intentaban lanzarte parecía carecer de la fuerza necesaria para dañarte; cada golpe que lanzaban era desviado, cada intento por alcanzarte quedaba frustrado antes de siquiera acercarse a tu piel. La oscuridad de la noche no te permitía distinguir la cara de aquella mujer, sin embargo, algo en su presencia y porte en baralla se te hacia extrañamente familiar.



Resumen
#3
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
La luna se alzaba alta en el cielo mientras la sangre manchaba el filo de Rompetormentas, la espada de dos metros que Ragn empuñaba con una furia descomunal. La hoja, enorme y afilada como el colmillo de una bestia, goteaba un líquido espeso y oscuro que caía lentamente sobre la hierba, como si el mismo metal devorara las almas de aquellos que tocaba. Ragn, con el pecho ensangrentado y los músculos tensos, observaba los cadáveres de los hombres que ya habían intentado, sin éxito, acabar con su vida. El aire alrededor de él era denso, cargado del hedor a hierro y muerte. Pero no había terminado. Tres hombres más se lanzaron hacia él, con los ojos llenos de odio y desesperación, como bestias acorraladas que sabían que no había escapatoria. El primero de ellos, un hombre robusto con una lanza, fue el más rápido en atacar. Se lanzó hacia Ragn, apuntando a su costado con la fiereza de un cazador, pero el colosal guerrero no era presa fácil. Con un movimiento brutalmente rápido para alguien de su tamaño, Ragn giró sobre sus talones, llevando a Rompetormentas en un arco amplio. La espada cortó el aire con un silbido mortal, encontrando la carne del hombre con una precisión inhumana. La hoja se hundió en su cuello, y la cabeza salió volando, girando en el aire antes de caer al suelo con un golpe sordo. El cuerpo del hombre, aún con inercia, se desplomó a los pies de Ragn, derramando su vida en el suelo. El segundo hombre, temblando ante lo que acababa de presenciar, intentó retroceder, pero ya era demasiado tarde. El Buccaneer no le dio ni un segundo de tregua ¿para qué?. Rompetormentas se alzó de nuevo, brillando bajo la luz de la luna cubierta en sangre. Con un rugido, Ragn arremetió hacia adelante, y con un solo golpe descendente, partió al hombre por la mitad desde el hombro hasta el torso. El sonido de la carne y los huesos rompiéndose resonó en el aire. La sangre salpicó, bañando a Ragn aún más, pero él no parpadeó. El hombre cayó, sus ojos aún abiertos, en un horror congelado mientras su cuerpo se separaba en dos trozos grotescos.

El último hombre, aterrorizado, arrojó su espada y comenzó a correr, intentando escapar del monstruo que se había desatado ante él. Pero la piedad no era algo que Ragn conociera esta noche. Con una fuerza que parecía imposible, lanzó a Rompetormentas como si fuera una lanza. La espada voló por el aire, girando con violencia. El hombre apenas tuvo tiempo para un último grito antes de que la hoja lo atravesara por la espalda, saliendo por su pecho. El impacto lo levantó del suelo, clavándolo en un árbol cercano. Su cuerpo quedó suspendido, temblando unos instantes antes de quedar inmóvil, con la espada aún vibrando incrustada en su pecho. El bosque quedó en silencio. La única compañía de Ragn eran los cuerpos inertes de los hombres a los que acababa de enviar al más allá. Recuperando su aliento, Ragn caminó hacia Rompetormentas, arrancándola del árbol con un tirón seco. La sangre goteaba de la hoja como una cascada macabra mientras el guerrero se giraba, listo para seguir combatiendo si era necesario.

Fue entonces cuando la vio.Era Sijuh, su hermana mayor. Con su intimidante porte ... El rostro del vikingo era un poema.

Su hermana estaba de pie entre los cadáveres que ella misma había derribado. Sus cabellos oscuros, enmarañados y bañados en sangre, caían por su rostro mientras su pecho subía y bajaba rápidamente, agotada, pero firme. Su armadura ligera estaba desgarrada en algunos puntos, y el brillo de su espada indicaba que había luchado con una ferocidad igual a la de su hermano. Había estado luchando sola contra todos aquellos hombres, antes de que Ragn llegara a su rescate. Sus ojos, los mismos ojos azules de Ragn, se encontraron. — Qué asserrr aquí ... — Comentó, con un tono algo alejado de la alegría. La última vez que se vieron, la mujer recibió un rechazo abierto de su hermano para que se uniera a la revolución, algo que la mujer no tomó muy bien. De eso hace seis años.

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#4
Ubben Sangrenegra
Loki
El paisaje giró y se distorsionó mientras la oscuridad envolvía la última visión de aquel bandido, mientras su cabeza separada de su cuerpo por el filo de Rompetormentas caía al suelo. Sus ojos, ahora apagados, no fueron los únicos que se cerraron para siempre en ese claro teñido de sangre. Los dos compañeros restantes no tuvieron un destino más afortunado; la vida se les escapó en cuestión de segundos, de formas igualmente brutales, como si el viento mismo hubiese decidido llevarse sus almas. Al mismo tiempo, la mujer continuaba exhibiendo su descomunal fuerza, respondía con un devastador contragolpe. Su puño desnudo se hundió en el cráneo de uno de los tres hombres que aún osaban enfrentarse a ella. La lanza que aquel desdichado blandía quedó suspendida en el aire por un instante antes de caer a su lado.

Los dos últimos sobrevivientes, aterrorizados y conscientes de que la muerte les pisaba los talones, intentaron escapar. Se dieron la vuelta con la esperanza de encontrar algún refugio, algún rincón oscuro donde esconderse de la furia que los perseguía. Pero Sijuh, la mujer del espadón serrado, no estaba dispuesta a dejarlos huir. En un solo y fluido movimiento, saltó hacia adelante con la agilidad de una fiera, atrapando a uno de los hombres por la cabeza, su mano se cerró como un grillete implacable alrededor de su cráneo y lo estrelló contra el suelo con tanta fuerza que la consciencia lo abandonó de inmediato. Antes de que el segundo hombre pudiera siquiera comprender la magnitud de su propia tragedia, la afilada hoja de la espada de Sijuh atravesó su torso, arrancándole un alarido que se apagó en sus labios antes de que su cuerpo se desplomara sin vida.

La respiración de Sijuh, entrecortada y acelerada demostraba que, aunque no tenía problemas para superar a sus oponentes, el cansancio comenzaba a hacer mella en su cuerpo. Sin embargo, no perdió la postura. Se irguió, cubierta de la sangre de aquellos que osaron desafiarla, como una auténtica Wlkyria ensangrentada. Su figura, bañada en carmesí, emanaba poder y estoicismo, que hacía evidente que podría haber salido victoriosa sin tu intervención, Ragn. Su ojo, frío y cargado de una furia contenida, se clavó en los tuyos, iluminados por el reflejo de la luz de luna. Sujetaba el Colmillo de Garm en su zurda, y fue en ese instante cuando finalmente te reconoció.

El inevitable cruce de miradas se dio entre aquellos ojos azules. —¿Qué asserr aquí...?— preguntó Sijuh, y su voz, aunque firme, tenía una ligera vacilación, como si el hecho de verte fuera un golpe que no esperaba. Habían pasado seis largos años desde la última vez que se vieron... habías rechazado su invitación a unirte a la Armada Revolucionaria, y ella no te lo había perdonado fácilmente. A pesar de ello, la chispa del reencuentro brilló en sus ojos, una chispa que hablaba de un tiempo que ya no podía recuperarse. Clavó el Colmillo de Garm en la tierra y, con gesto firme, comenzó a limpiar la sangre de su rostro y cabello. Mientras sus ojos recorrían el claro, contando los cuerpos que yacían esparcidos, se aseguró de que ninguno permaneciera con vida. Dette stedet burde aldri vært farget med fienders blod... bare med blodet av verdige ofre... men jeg antar at det er for sent— murmuró en su lengua natal. Su tono era el de alguien que lamentaba la profanación de un lugar que consideraba sagrado, y sus ojos se posaron en ti, como si esperara que dejaras de hablar como un extranjero y volvieras a ser el hombre que alguna vez conoció. Clavó su único ojo bueno en ti, su mirada intensa y penetrante. Hvorfor hoppet du i kamp uten å vite at det var meg? cuestionó, su voz teñida de un recelo que no había disminuido con los años. Antes de que pudieras responder, continuó, observando con detenimiento cada detalle de tu figura. Jeg ser i hvert fall at du har forbedret sverdteknikken din... añadió, casi como un cumplido, pero su tono sugería que aún no estaba dispuesta a concederte su respeto por completo, pues habías irrumpido en su batalla. 

Mientras la conversación avanzaba, Sijuh comenzó a reunir los cadáveres, apilándolos cuidadosamente para no dejarlos esparcidos por el claro, y no pasó mucho tiempo antes de que el área estuviera despejada de cuerpos, revelando la verdadera importancia del lugar para ella. Al terminar, se dirigió a la orilla del arroyo cercano y, sin perder un instante, comenzó a lavar la sangre enemiga que aún teñía su piel. Sus manos pasaron por su rostro y brazos, borrando los rastros de la batalla y devolviéndole la apariencia de la guerrera que siempre había sido.Du bør rydde deg selv også te comentó con un tono que no admitía objeciones, la autoridad en su voz era clara, incluso mientras el cansancio hacía eco en sus palabras.

Hva har blitt av deg på disse årene? Leter du fortsatt etter din vei eller har du allerede funnet din egen sak? preguntó con genuina curiosidad, mientras continuaba limpiando su cabello, restaurando su característico mechón blanco que destacaba entre los oscuros cabellos, ahora libres del carmesí que los manchaba. La guerrera se giró hacia ti, esperando respuestas, sus ojos azules buscando en los tuyos alguna señal de que el hombre que había conocido hace años aún estaba ahí, enterrado bajo las cicatrices y los secretos que el tiempo había dejado a su paso.



Resumen


Referencia Colmillo de Garm
#5
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Los gritos de los enemigos resonaban a su alrededor, mezclándose con el silbido de los vientos entre los árboles. Había llegado justo a tiempo para arrancar la vida de los asaltantes que rodeaban a la mujer, su hermana. Con su enorme Rompetormentas, derribó a varios de ellos en una ráfaga de brutalidad. La sangre bañó el lugar y por Nosha que se sentía feliz por ello. Cuando el último cuerpo cayó a sus pies, Ragn detuvo su embestida y alzó la mirada hacia la figura que ahora se encontraba de pie frente a él. Sus ojos se abrieron con asombro, su pecho, normalmente tan inamovible como una montaña, se agitó con incredulidad. Era Sijuh, su hermana. La mujer que no había visto en seis años. Pero el vikingo ya no era la joven que recordaba la fémina. Ante él se erguía una guerrera imponente, su cuerpo alto y fuerte bañado en sangre, no solo de los enemigos caídos, sino quizás también de su propia fiereza desatada. Su cabello, rubio y enredado, caía en mechones empapados sobre su rostro, dándole una apariencia casi salvaje. A sus pies yacían los cuerpos de aquellos que había destrozado con una furia descomunal. Y lo que más captó su atención fue el arma que sostenía con manos firmes su hermana, una espada descomunal, tan alta como ella, con una zona de sierra en su filo que aún goteaba sangre fresca.

Ragn nunca había visto algo tan monstruoso, y sin embargo, su hermana manejaba el arma con una gracia casi sobrenatural. Era una extensión de ella misma, como si hubiera nacido con esa bestial herramienta en las manos. Su asombro no provenía solo de la visión física de su hermana, sino del aura que ahora la rodeaba. Imponente, inquebrantable. La pequeña niña a la que había conocido en Elbaf, aquella que reía y jugaba con él en los prados, había desaparecido. La guerrera frente a él era alguien completamente nuevo. Entonces, escuchó su voz. El sonido en la boca de Sijuh lo golpeó como un relámpago. En medio de la carnicería, la brutalidad y la sangre, su voz conservaba una calidez imposible. Era el noruego de su infancia, el idioma natal que compartían, resonando suave y familiar en su oído. En ese instante, la memoria lo arrastró como un río que lo llevaba de vuelta a Elbaf, muchos años atrás. Ragn, apenas un niño, sostenía una pequeña espada de madera entre sus manos, sus dedos torpes y nerviosos. Frente a él estaba Sijuh, la hermana mayor, la que siempre lo cuidaba. Con una sonrisa traviesa pero paciente, le enseñaba cómo sujetar la espada correctamente. "No aprietes tanto, Ragn. Así, deja que el arma sea parte de ti" Su voz era cálida entonces, como ahora, llena de dulzura pero firmeza. Sus manos, pequeñas en comparación con las de él, se superponían a las suyas mientras le mostraba los movimientos básicos. Aunque él había sido un niño robusto, sus pasos eran inseguras y vacilantes, pero ella lo guiaba con firmeza, sin perder nunca la paciencia. ¡Qué recuerdos!

El recuerdo se desvaneció y Ragn volvió al presente, viendo de nuevo a la mujer que ahora le hablaba. La misma hermana, pero a la vez una desconocida. — Det var en kamp, ​​ikke sant? måtte gripe inn. — Respondió con desdén. Aaunque las palabras apenas le salieron. Era todo lo que podía decir frente a la magnitud de lo que tenía delante. Sijuh lo miró con una mezcla de reconocimiento y algo indescifrable. El gigantesco guerrero tragó saliva, sintiendo un peso inesperado en su pecho. No era miedo, sino un respeto profundo, casi reverencial. Se sentía pequeño, incluso a su tamaño colosal, frente a la Sijuh que tenía delante. Era algo que le sucedía mucho con sus hermanos. La sangre que cubría su cuerpo, el arma increíble que sostenía, todo parecía una extensión de la guerrera que ahora era. El viento sopló entre los árboles, llevando consigo los olores del bosque y la sangre, pero también el eco de las memorias de Elbaf, de dos niños que solían entrenar juntos. — Jeg har alltid hatt mer talent enn deg. — La contestación, chulesca, le hizo mostrar una sonrisa al tiempo que Rompetormentas descendía hasta clavarse en tierra firme.

Contempló lo que hacía su hermana y le hizo caso. Se limpió completamente, siguiendo sus pasos. — Det er morsomt at du nevner det, for for ikke lenge siden klarte jeg å svare på det spørsmålet som har plaget meg i så mange dager. — Ragn se sentó encima de un tronco de madera. — Men hva betyr det, hva gjør du her? Er det et oppdrag for revolusjonen? — Preguntó curioso. Era gracioso que ahora todo tuviera que ver con la revolución, como un tema que llegaba a su vida practicamente sin buscarlo.
#6
Ubben Sangrenegra
Loki
El rostro de Sijuh se endureció en el preciso instante en que diste tu primera respuesta, aunque mantuvo una apariencia tranquila mientras continuaba lavándose en el arroyo. Sus movimientos eran metódicos, y parecía escuchar atentamente, pero la calma era solo una máscara frágil, porque cuando mencionaste que te considerabas más talentoso que ella, la atmósfera cambió. Una leve chispa cruzó por su ojo, y aunque intentó contenerse, sus dedos se tensaron brevemente sobre el agua fría. Sin embargo, decidió no responder de inmediato, observando cómo comenzabas a limpiarte como te había indicado. Una vez terminó de limpiar la sangre de los ya muertos enemigos, salió del arroyo, mientras el agua escurría por su piel, y caminó hacia un tronco cercano a la fogata que aún ardía suavemente.

Et øyeblikk trodde jeg du fortsatt var den samme stolte lille gutten jeg så for seks år siden— comentó con una ligera sonrisa sarcástica mientras te observaba acercarte y sentarte en otro tronco frente a ella. Sus palabras eran como una daga sutil, un recordatorio de aquel tiempo en el que aún aprendías a luchar, y la chispa de desafío en sus ojos no dejaba lugar a dudas sobre lo que pensaba de tu afirmación. Su ojo bueno se clavó en los tuyos, profundo y penetrante, como si intentaran leer cada rincón de tu alma. —Hvis du virkelig vil vite hvorfor jeg er i Kilombo, må du bevise at du er mer talentfull enn meg...— susurró con una voz que rezumaba orgullo y una invitación a demostrar quién era realmente superior entre ustedes. No fue necesario mucho más para que entendieras que tal vez, solo tal vez, había sido un error chulearle a tu hermana mayor. A medida que su mirada se endurecía, quedaba claro que las palabras ya no serían suficientes.

No hay pelea sin Soundtrack


Gå av rumpa og grip våpenet ditt... det ser ut til at du allerede har glemt hvem du lærte å forbedre kampteknikken din av espetó mientras se levantaba del tronco con, estirando los músculos con movimientos calmos y largos. Los crujidos de sus articulaciones resonaban en el claro, a medida que se estiraba y descontracturaba de la batalla recién terminada;, y aunque todo en ella parecía relativamente relajado, había una tensión que anunciaba la tormenta que estaba por desatarse. —Vis meg at din vilje er lik sverdet ditt dijo con un tono que, aunque calmado, sonaba abrumadoramente pesado. Sin vacilar un solo segundo, tomó su espadón serrado con una sola mano, y lo envolvió en un manto oscuro que reconociste de inmediato... Haki de Armadura. La oscuridad fluía como una segunda piel alrededor de la imponente arma y antebrazo de tu hermana mayor. No era necesario que te lo dijera, sabías perfectamente lo que aquello significaba. Sijuh no estaba frente a los pobres diablos que había derrotado minutos antes, aquellos que jamás habrían podido plantarle cara. Ante ti, sin embargo, ella no se contendría, no mostraría misericordia. Te respetaba, aunque solo fuera a medias, porque había visto tus capacidades en el pasado, y sabía que ahora eras mucho más que aquel joven inexperto de hace seis años. Su mirada se tornó afilada como su mandoble... Era el momento de terminar de ganarte el respeto de tu hermana y terminar de llenar sus expectativas de una vez por todas. ¿Cuánto habías cambiado realmente? ¿Estabas listo para demostrarle que habías superado las enseñanzas que ella misma te inculcó? El desafío estaba lanzado, y no aceptaría menos que una respuesta a la altura de sus expectativas.

Por otra parte... desde la penumbra del bosque que abrazaba el claro, dos figuras se mantenían en una silenciosa vigilia. Las sombras de los árboles, densas y opresivas, les ofrecían un resguardo natural, ocultando sus cuerpos entre el follaje. Estaban lo suficientemente alejados como para pasar desapercibidos por los protagonistas de la escena, pero no se habían molestado en ocultarse completamente. Parecía que su intención no era la de simples espías, sino la de observadores pacientes, como si aguardaran algo más grande que la mera confrontación entre Sijuh y Ragn. Ambos individuos se mantenían inmóviles, sus ojos clavados en cada movimiento de los dos guerreros. Uno de ellos, alto y delgado, llevaba una capa oscura que se camuflaba facilmente con el entorno del bosque. Su rostro, en gran parte cubierto por una capucha, dejaba entrever una barba mal cuidada de varios días sin afeitar y unos ojos fríos y distantes, atentos a cada detalle. En sus manos, descansaba un arco largo de madera negra, aunque no parecía tener intenciones inmediatas de usarlo. A su lado, la segunda figura era más corpulenta, de hombros anchos y músculos tensos que se macaban bajo la tela de una camisa de cuero gastada. Su postura denotaba impaciencia, pues no dejaba de mover los pies, desplazando su peso de un lado a otro. Su mirada, sin embargo, era distinta, más directa y casi depredadora, observando a Sijuh con especial interés, como si estuviera evaluando su fuerza o esperando una oportunidad para intervenir.


Resumen

Relevantes
#7
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Ragn observó a Sijuh con una calma que contrastaba con la tempestad que se veía a punto de desatarse en el cuerpo de su hermana. Su mirada recorrió los movimientos calculados de ella, desde cómo se estiraba hasta la forma en que envolvía su espadón en el manto oscuro del Haki. Cualquier otro hubiera sentido un escalofrío ante la imponente presencia de Sijuh, pero él, sentado en el tronco, apenas mostró una reacción. Ni siquiera se molestó en levantarse. No había rabia en sus ojos, solo la misma distancia que siempre había mantenido con su familia. Los recuerdos de su infancia junto a sus hermanos y la naturaleza inestable de todos ellos pasaron fugazmente por su mente. Él había aprendido a vivir con esa volátil mezcla de orgullo y agresividad. Sabía que cualquier provocación, por pequeña que fuera, era suficiente para hacer estallar la violencia en su hogar. Su indiferencia hacia ellos había sido su refugio. Y ahora, más que nunca, no sentía necesidad de cambiar eso.

Con un gesto deliberado, dejó su espada, clavada en la tierra a su lado, ignorando la tensión palpable en el aire. Mientras Sijuh parecía preparada para el combate, él, sin ningún apuro, la miró de forma fija, pero con un desdén silencioso. En noruego, con una voz seca y carente de emociones. —Jeg skal ikke slåss mot deg, Sijuh. Ikke i dag, ikke noensinne. — Se le veía claramente distante. No fue un desafío, ni una súplica, sino una afirmación que cargaba toda la indiferencia que Ragn sentía. El resentimiento hacia sus hermanos, hacia esa necesidad constante de demostrar superioridad que en el fondo tanto compartía, siempre le había resultado agotador. La relación con su familia había sido tan distante como la niebla en una noche fría, siempre alrededor, pero sin tocarlo realmente. — Hvis dette er siste gang jeg ser deg, så får det være slik. — Añadió, levantándose del tronco finalmente, pero solo para tomar sus cosas y prepararse para marcharse. Su tono era final, sin espacio para preguntas o respuestas. No había odio, solo una aceptación tranquila de que, quizás, este sería el último encuentro con su hermana. Y para Ragn, eso no significaba mucho. Sin siquiera voltear a ver a Sijuh de nuevo, comenzó a caminar, con la misma calma con la que había enfrentado todo lo demás en su vida. Si ese era el fin, entonces lo aceptaba sin más.

Mientras Ragn comenzaba a alejarse, un pensamiento incómodo se le clavó en el pecho, un peso que no podía ignorar tan fácilmente. Sabía que probablemente no vería a Sijuh de nuevo, y por primera vez en años, sintió algo cercano al arrepentimiento. No por la pelea que acababa de evitar, sino por lo que había dejado sin decir. Había tantas cosas que quería contarle, aunque le resultara difícil admitirlo. Durante los últimos meses, algo había cambiado en él. Después de tantos años de vagar sin rumbo, de enfrentarse a enemigos y hermanos con la misma fría indiferencia, había encontrado algo que le devolvió una chispa de propósito. La revolución. Aquel viejo, cuya pasión por la causa había encendido en Ragn una nueva curiosidad, le había hablado de una organización que podría cambiar el mundo. De justicia, de liberar a los oprimidos. Palabras que al principio le parecieron huecas, pero que poco a poco habían encontrado eco en su interior.

La ironía le arrancó una sonrisa amarga. Su hermana, la feroz e indomable Sijuh, ya estaba dentro de esa revolución, formando parte de algo más grande que ellos dos, algo más grande que su violenta familia. Y él, que ahora estaba dispuesto a probar su suerte dentro de esa misma causa, no había sido capaz de decírselo. Tal vez porque no quería que ella lo viera como el mismo muchacho perdido de antes. O quizás porque, en el fondo, sabía que compartir algo tan personal con ella sería un signo de vulnerabilidad que no se permitiría. Pero había querido hacerlo. Por primera vez en mucho tiempo, Ragn deseó que su hermana viera el cambio en él, que supiera que no todo se trataba de fuerza o de quién era más talentoso con la espada. Que había algo más que estaba buscando, algo más profundo que el poder o la violencia. Y, aunque le costaba admitirlo, había algo de esa vieja relación con Sijuh que tal vez no estaba dispuesto a dejar ir por completo. Aún le quedaba un atisbo de lazos familiares, por más desgastados que estuvieran.

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#8
Ubben Sangrenegra
Loki
La tensión que había cargado el ambiente se disolvió en el momento exacto en que te negaste a pelear. La dureza en los ojos de Sijuh se desvaneció, como si tu decisión inesperada hubiese traspasado sus defensas más firmes. Mientras te dabas la vuelta, notaste cómo el manto oscuro que envolvía su arma desaparecía lentamente, y en su rostro, antes endurecido por la expectativa del combate, comenzaba a florecer una emoción más cálida. Su mirada, en lugar de la intensidad de un guerrero, reflejaba algo mucho más profundo: una alegría que intentaba desesperadamente ocultar tras una fachada de dureza que, en ese instante, parecía desmoronarse. El eco de tus primeros pasos fue interrumpido por un agudo chiflido que vino detrás de ti. Allí, de pie, con el mandoble clavado en el suelo continuaba ella, sonriéndote como pocas veces lo había hecho desde que se hicieron adultos. Conoces bien a tu hermana; aunque mantiene su postura erguida y orgullosa, no podía ocultar lo que realmente sentía en ese momento. Sus ojos, que minutos antes estaban expectantes a tus capacidades, ahora estaban cargados de orgullo y respeto.

Ingenting er klokere enn å ikke tegne mot dine kjære— murmuró Sijuh, sus palabras estaban cargadas con el peso de alguien que conocía aquellos errores. Se detuvo un momento, como si reflexionara sobre lo que acababa de decir, recordando tiempos pasados que no fueron precisamente mejores para ella y luego añadió  —Jeg er glad du virkelig har blitt voksen— pero no se refería a un crecimiento físico, sino a algo más significativo, tu madurez, tu habilidad para ver más allá de la batalla y comprender el valor del autocontrol. —Den eneste krigen som er vunnet er den som ikke utkjempes— añadió, mientras sus ojos te seguían con una expresión que callaba algo que solo aquellos que han visto a sus hermanos pequeños volverse adultos, hombres o mujeres de bien, habían sentido; una mezcla entre orgullo, respeteo y nostalgia que invadía hasta la fibra más profunda del ser.

El silencio que se instaló tras sus palabras no duró mucho. Oíste sus pasos detrás de ti, lentos, ligeros y calamados, como si la misma Sijuh quisiera evitar romper la atmósfera que se había creado. Sin importar si te volvías o no, ella llegó hasta ti y, con un gesto que resultaría extraño para cualquiera que solo conociese la faceta de batalla de Sijuh, extendió su mano hasta tu hombro, apretándolo ligeramente. No dijo nada, pero en su sonrisa había un mensaje claro... aprobación, aceptación y respeto. —Den eneste kampen som er vunnet er den som ikke utkjempes— repitió en un tono filosófico, sus palabras cargadas de un significado más profundo de lo que podrías haber anticipado. Y entonces, sin más, te invitó a regresar junto a la fogata. —Hvis du virkelig vil vite hva som bringer meg til Kilombo, la oss komme tilbake til ilden... historien er lang— comentó mientras sus pasos la dirigían de vuelta al tronco que antes ocupaba.

Ella se sentó nuevamente, sus movimientos relajados, aunque aún inconsciente de las sombras que se ocultaban en los márgenes del claro. Su mirada se desvió brevemente hacia la pila de cadáveres que descansaban cerca, pero no parecía inmutarse por la escena violenta que había dejado atrás. —Jeg har vært i Kilombo i noen dager... dessverre ser det ut til at det er fullt av pirater og småkriminelle— comentó casi casualmente, como si lo que acababa de decir fuera tan común como el clima. Luego, sus ojos regresaron al fuego, perdiéndose por un instante en las llamas que crepitaban con una intensidad relajante. Se inclinó hacia atrás, extendiendo su brazo para alcanzar algo que parecía estar escondido en sus cosas. Tras unos segundos, su mano regresó con un odre de cuero ornamentado, cubierto de intrincados diseños que no podías confundir... reconociste de inmediato el estilo de Elbaf, aquellas marcas únicas y runas que hablaban de la cultura de los gigantes. Sin decir nada, ella destapó el odre y bebió un sorbo con calma, disfrutando del dulce sabor del hidromiel que te llegó con solo el aroma.

Sin apartar la vista de ti, te ofreció el odre. —Mjød— dijo simplemente, dejando que el aroma dulce de la miel se impregnara en el aire entre ustedes. Su gesto era tranquilo, casi familiar, como si el tiempo que habían pasado separados no significara nada en ese momento. Ella te miraba, no solo para ofrecerte bebida, sino para verte realmente, reconocer al hombre en el que te habías convertido. —Og du? Hvor lenge har du vært i Kilombo?— preguntó con un tono más relajado pero y con un palpable interes genuino. Sus ojos te recorrían, observando cada detalle de tu rostro, de tu postura, de tus movimientos. No solo veía a su hermano menor, sino a alguien más... estaba conociendo y reconociendo un hombre que al parecer había encontrado su propio camino que recorrer, que había enfrentado sus propias luchas y que ahora volvía a estar frente a ella, seis años después.


Resumen
#9
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Ragn se sintió sorprendido por la reacción de su hermana. Al negarse a pelear, había esperado cualquier cosa, menos ver la dureza en el rostro de Sijuh desvanecerse. Lo que había considerado una simple negativa pareció atravesar las capas de orgullo que ella siempre había mostrado, revelando una calidez que rara vez le había visto. Aunque no mostró gran emoción, internamente sintió cierto orgullo, su decisión había generado en Sijuh un respeto y una aprobación que apenas recordaba haber recibido de ella. Aquella sonrisa, tan rara y genuina, le dejó ver un lado de su hermana que casi había olvidado. Cuando Sijuh le ofreció el odre de hidromiel, Ragn lo aceptó con una ligera inclinación de cabeza y bebió un sorbo. El dulce sabor y el aroma familiar le transportaron a otros tiempos, a momentos en Elbaf donde, pese a las tensiones, aún podían compartir algo parecido a la camaradería. Ragn mantuvo el odre entre las manos mientras la escuchaba hablar sobre Kilombo, y luego, tras un momento, comenzó a responderle con una calma pensativa.

Jeg har vært i Kilombo nesten tre uker nå. —Dijo, dejando que su voz cargada de gravedad llenara el aire entre ellos. No había apuro en sus palabras, por alguna razón, sentía que el tiempo no era un enemigo en este instante. — Har jobbet ærlig, så godt jeg kan, men du vet... problemene følger meg som en skygge. — Comentó con cierta desgana, asumiendo cosas que no desearía, desgraciadamente. Se detuvo, mirando al fuego con expresión seria. No le sorprendería que Sijuh entendiera perfectamente lo que eso significaba, la muerte era su compañera constante, tan familiar como el olor del acero o el eco de un grito. Desde que había llegado a Kilombo, la violencia y los conflictos habían sido inevitables, como si la misma isla llamara a los problemas. Y, aunque había intentado mantenerse al margen, incluso trabajando de forma honrada, parecía que el caos siempre encontraba la manera de alcanzarlo.

Ragn devolvió el odre a su hermana, mirándola a los ojos. Había algo reconfortante en poder compartir este momento con ella, aunque fuera breve, aunque quizás fuera la última vez. Pero, por ahora, no pensaba en el final. Se limitaba a observarla, a dejar que esa conexión fugaz con su hermana mayor hablara por sí misma. Había algo en ella que le recordaba a él mismo, una sombra que le susurraba que ambos estaban destinados a luchar, a perder y ganar batallas en un ciclo sin fin. —Problemet er at døden aldri er langt unna, ikke sant? —Añadió, con un tono que revelaba la aceptación resignada de alguien que conocía bien la vida de un guerrero. Sabía que su hermana lo entendería sin más explicaciones. Sijuh lo observaba con la misma intensidad de antes, pero ahora con un entendimiento más profundo. La muerte, la batalla, el caos… esas cosas eran parte de ellos, estaban tan entrelazadas en sus almas como el orgullo y el acero. Y Ragn, al verla allí, se dio cuenta de que, al menos por ahora, esa conexión era suficiente.
#10


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