¿Sabías que…?
... el Reino de Oykot ha estrenado su nueva central hidroeléctrica.
[Aventura] T3 Típica mercancía misteriosa, no tan típica
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
Finalmente sus sospechas parecían confirmarse de boca de Brian. Gaul estaba metido en el ajo, aunque aún no tenía muy claro si por interés o porque alguien había descubierto algo para chantajearle. Por lo que comentaba el pobre muchacho que tenía delante, tenía más pinta de lo segundo. Aun así, pese a los motivos que hubieran movido a ambos, no podía perdonarse nada de lo que había ocurrido en aquella base. Quizá Brian no hubiera sido la mano ejecutora ni tampoco Gaul, pero habían sido cómplices en un asesinato; en el de un marine, para mayor gravedad del asunto. No solo eso, sino que además era un compañero de ambos, pues todos en el cuartel formaban parte del mismo cuerpo. ¿En qué estaban pensando?

Está bien, pues procedamos con el plan —le dijo, buscando entre sus pertenencias unas esposas para poder dejarlo bajo custodia después.

Sus pasos se dirigieron rápidamente a lo largo de los pasillos de la base para reunirse con la capitana, dispuesta a contarle todo lo que había podido descubrir en aquel tedioso proceso de investigación. De nuevo, sus pensamientos se desplazaron hacia Octojin. ¿Cómo le estaría yendo? Tomar caminos separados les había provocado un grave problema de comunicación que, realmente, no habrían tenido de contar ambos con un den den mushi. «De hoy no pasa que le asignen un puñetero caracol a ese mendrugo», pensó para sí misma con cierto tono malhumorado. No era para menos después del estrés que le estaba generando toda aquella situación.

Abrió la puerta del despacho de la capitana y, tras cerrarla, se acercó para contarle cuanto había descubierto, pero ya solo con el gesto que había en su rostro le bastó para saber que algo no iba bien. La primera frase que le soltó y que impidió contarle nada fue cuanto necesitó escuchar para confirmarlo. Sus ojos se abrieron un poco más de lo habitual. Más problemas.

¿Con Octojin? ¿Dónde, cuándo y por qué? —inquirió rápidamente.

Una vez le explicase la situación, Camille procedería a asimilarla y contarle su plan. Si el escualo estaba en apuros tendría que ir en su auxilio, pero no podía descuidar tampoco el tema de la caja. Debían actuar antes de que Gaul pudiera entregar ningún mensaje, y usarle de cebo para capturar a los auténticos culpables de toda aquella situación. Tras contarle todo cuanto había descubierto, le sugirió:

Deberíamos mantener el perfil bajo con Gaul y esperar al momento de la entrega para cazarle a él y a los culpables con las manos en la masa. Ya descubriremos después cómo han conseguido que ese viejo les ayude. —Su voz salía con urgencia al tiempo que iba ladeando el cuerpo para volver a salir del despacho—. Voy a ver qué pasa con Octojin. Luego hablamos, capitana.

Y salió como alma que lleva el diablo a donde le hubiera dicho la capitana Montpellier que se encontraba su compañero, preparada para lo que estuviera por venir. Parecía, en cualquier caso, que se había armado un fuerte jaleo en algún lugar de la base, así que dudaba que le fuera a costar mucho localizarle.

Resumen
#21
MC duck
Pato
Los William ni siquiera les dio tiempo de entender cuán profunda fue su equivocación, lamentarse, llorar, pedir clemencia, excusarse, no, no les dio tiempo a nada, por que el ataque de Octojin no solo fue rápido, algo que esperaban y pensaron que al dejarse golpear, daría más credibilidad a su estratagema para hacer parecer al gyojin un salvaje.
Pero el golpe que les dio Octojin fue mucho más que doloroso, fue aplastante, y sus cuerpos, junto con el de dos marines más, fueron destrozados, muy posiblemente ya estuvieran muertos antes de que sus cuerpos cayeran empujados varios metros atrás.

La intensidad de la rabia de Octojin había roto sus huesos y había dejado muñecos rotos e inertes en el suelo del pasillo, dejando grietas en el suelo y generando un leve temblor que asustó más a los presentes que lo habían mirado, más que incluso las alarmas y mentiras de los William.

Solo quedaban dos marines partícipes del complot, ahora con salpicaduras de sangre, quienes habían empezado a apuntar al cartero, pero ahora con gestos de horror dejaron caer sus armas mientras se alejaban horrorizados corriendo. Los que no estaban implicados, también se alejaron, e incluso acercaron sus manos a sus armas, pero… ninguno tuvo los cojones de disparar, no en ese momento.

Pero el silbato y los pasos, indican que una patrulla llegaba con paso militar.

-¡Vete de aquí! Yo hablaré con ellos y aclararé el asunto. Si te ven así con…- se señaló la cara luego a los cuerpos- ellos… seguramente te disparen, a matar.

¿Octojin podía atacar a los marines que simplemente hacían su trabajo? Ellos habían recibido un informe de gente peligrosa y un gyojin asesino, y eso es lo que iban a ver cuando llegaran. Podría quedarse, aunque si por alguna razón no disparaban a matar, seguramente lo detendrán.

Pero claro… si huía ¿Adonde? estaba en una base militar.

El pelotón, no preguntó, no cuestiono, no pidió y exigió, los primeros hombres alzaron sus armas mientras se inclinaban, mientras los de detrás solo alzaban sus armas por encima de los primeros, como un perfecto pelotón de fusilamiento.

-¡Esto es un error! ¡no hemo…
-¡Silencio traidor! ¡tirense al suelo o dispararemos!

Parecía que Octojin no era el único que sería fusilado si no hacen caso de lo que dicen. Es entonces cuando finalmente llega Camille Montpellier, posiblemente a salvar la situación si conseguía decir las palabras correctas para rebajar esta tensión.



Una hora después, la capitana Montpellier recibió el aviso.

La base finalmente se había abierto, se había extendido el rumor de que el asesino había sido arrestado, aun había mucho secretismo con respecto de cómo quien y porque, incluso los muertos de momento aparte de Ewan eran mayoritariamente desconocidos, pero rápidamente circularon rumores de que un enorme gyojin había matado a 6 marines… No hacía falta mucha investigación, Octojin era alguien que destacaba incluso en una multitud, no pocos lo habían visto entrenar o pasearse por la base. Solo ataron cabos.

Con la base abierta, los marines podían entrar y salir, incluido Gaul.

Era la salida de este de la base lo que había llegado a la capitana, quien miraría, a los presentes en su despacho, Camille, Octojin, y en una esquina, sudando y agachado, como si estuviera en una pesadilla, el cartero, Tras intervenir Camille, por recomendación de la capitana todos los “excluidos” de la investigación debían quedarse con ella hasta nuevo aviso, eso para no terminar encerrando a octojin o al inocente cartero, quien solo era un marine Okama que salía de noche a su doble vida, el cual por cierto, era incapaz de dañar a ningún hombre por un código personal, y además sufría de una terrible ginofobia, que era lo que lo tenia aterrado en la esquina usando a Octojin como escudo humano y lo había hecho actuar tan raro en su primer encuentro.

-Gaul ha salido de la base por la puerta norte ¿Estás seguro de esto Camille?- pregunto algo preocupada de dejar esto en manos de su protegida-  Puede salir muy mal, si los criminales notan la presencia marine podrían matar a los rehenes, a mayor contingente te lleves.

A mas gente, mas probabilidades de que los criminales huyeron intentando dejar los menos testigos posibles, a cuantos menos llevará existían más posibilidades de que el enemigo los sobrepasara.

-Tal vez esto sea demasiado para vosotros, puedo llevarlo yo desde aquí

Pero si Camille dejaba que su tutora siempre la salvara de su trabajo ¿creceria como persona? si era un riesgo, Aún quedaban muchas incógnitas, como de qué lado estaba Gaul o quien había estado detrás de todo esto. No quedaba mas remedio que actuar, y dar un salto de fé... ¿o estaba haciendo mal?

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#22
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
Todo había escalado a unos niveles tan absurdamente incoherentes que a Camille le costaba creer que aquella situación que estaba viviendo pudiera ser real, más cerca de una pesadilla que de una experiencia lúcida. La situación estaba desbordando las capacidades de la base, hasta el punto en el que se había creado toda una trifulca ya no con uno, sino con hasta seis marines muertos en total si tenían en cuenta a Ewan. Para cuando la oni llegó al lugar en el que se estaba montando todo aquel alboroto, ya era demasiado tarde para evitar las bajas. Su ceño se frunció sensiblemente en cuanto vio que había varios marines apuntando a su compañero y al que, dedujo, debía ser el cartero.

¿Se puede saber qué está ocurriendo aquí? —inquirió con una voz firme y un tono amenazante, dándole un rápido vistazo a los marines que había tendidos en el suelo. No tardó en reconocer a los hermanos Williams entre ellos, lo que despejó muchas dudas—. Bajad las armas. Todos —matizó, y en su tono se podía entrever una contundente advertencia—. Vengo bajo órdenes de la capitana, estoy al cargo de la investigación. El cartero y el gyojin se vienen conmigo. Los heridos y las bajas ya sabéis dónde llevarlos. Y si alguien tiene alguna pega, que le eche cojones y me acuse de mentir frente a la capitana. —Sus ojos se fijaron en Octojin y luego en el cartero antes de dar media vuelta—. En marcha.

Una vez se hubieron alejado de allí, esperaba que sin más percances, le pidió a su compañero que le pusiera al día de lo ocurrido. Ella haría lo propio de camino al despacho de Beatrice. Las represalias de lo que hubiera ocurrido no le preocupaban en exceso: se encontraban en una base de la Marina, el G-31 ni más ni menos. Daban igual las mentiras que hubieran contado los gemelos: allí había cámaras por todas partes, era imposible que estas no hubieran grabado lo ocurrido. Y ante aquellas imágenes, ninguna mentira o intento de manipulación valdría de nada, de eso estaba segura.

La situación, como decíamos, se había salido de control muy rápidamente. Lo que al principio parecía la investigación de un asesinato y el robo de un artefacto misterioso, ahora se había convertido en un homicidio múltiple de marines. La capitana se mostraba sensiblemente preocupada, pero había seguido el plan y las indicaciones de Camille tal y como le había sugerido. En cualquier caso, aquella parecía ser la forma más efectiva de dar caza a los culpables de todo aquello y descubrir lo que estaba ocurriendo realmente con el archivista. Sin embargo, estaba claro que toda la situación estaba superando las capacidades de la oni y de su compañero.

Por un lado, tenían la opción de ir con un contingente marine numeroso para asegurar la detención de los culpables. Por el otro, un gran número sería demasiado llamativo como para que los sospechosos no se dieran cuenta de esto, por no decir que aquello tan solo pondría en peligro la vida de los potenciales rehenes con los que contaban. Había cosas que estaban muy por encima de capturar a un criminal, y esto pasaba por garantizar la seguridad de los civiles.

Tiene razón, capitana. Es posible que esto esté por encima de nuestras capacidades —reconoció la oni, bajando la mirada y frunciendo el ceño con frustración. Sus manos cerradas en un puño que apretaba con rabia—. Más allá de nuestro ego o nuestra voluntad de resolver este asunto, prima la seguridad de los inocentes que puedan verse envueltos en esto. Creo que es mejor que dirija usted esta operación a partir de ahora. —Cada palabra que pronunció salió de ella con dolor, pero sabía que era una realidad: no estaba capacitada para tomar las mejores decisiones en ese momento. Aun así, un par de segundos después, sus ojos se clavaron en los de Beatrice—. Sin embargo, solicito que nos incluya en el equipo de intervención que mande. Será mejor enviar un contingente pequeño, pero con Octojin y conmigo no harán falta tampoco muchos más marines. Nuestra capacidad de combate debería ser suficiente para controlar la situación incluso si nos encontramos en inferioridad numérica, y así reduciremos los riesgos. Además, tampoco puedo quedarme de brazos cruzados mientras otros resuelven el problema. Por favor, déjenos ayudar.

Acataría la decisión que tomase la capitana, pero no sin haber dejado clara su determinación en todo aquel asunto. Su mirada se desvió hacia Octo, buscando en su compañero un gesto o seña que le ayudase a creer que de verdad estaban haciendo lo correcto. Por pequeño que fuera.

Resumen
#23
Octojin
El terror blanco
Octojin se quedó parado en medio del pasillo, con el corazón latiendo con fuerza mientras observaba el escenario que él mismo había causado. Los cuerpos inertes de los marines, incluidos los hermanos William, yacían a varios metros de distancia. La rabia con la que había actuado había sido tan intensa que, por un momento, temió haberse excedido. Un momento que pronto se convirtió en real. ¿Los había matado? Se le revolvió el estómago ante esa posibilidad, aunque se obligó a mantener una expresión seria y enfocada. No podía mostrar debilidad en ese momento, no cuando todo el mundo estaba observando.

Los marines que aún quedaban se alejaron rápidamente, algunos con miedo, otros con sus armas listas pero sin atreverse a disparar. Un sudor frío recorrió la espalda del tiburón. El silencio era casi insoportable. Ese era el peor momento, el silencio después de una cagada que te obligaba a pensar en lo que habías hecho. En lo que vendría después, y en porqué las cuarenta opciones que tenías a parte de la que habías tomado, eran mejores. Al oír la llegada de un pelotón con paso militar, supo que la situación iba a empeorar.

"Esto es un desastre..." pensó, mientras sus ojos se encontraban con los de Camille que aparecía en el lugar. La oni, con su voz firme y autoritaria, tomó el control. Al verla intervenir y dispersar a los marines con sus órdenes, Octojin sintió una mezcla de alivio y culpa. Quizá más alivio que culpa, hasta el momento no pudo evitar pensar que había echado todo a perder, y al verla notó que no era así. Había estropeado una ventana para que todo aquello se resolviera sin más violencia, pero aún quedaban más opciones. O eso quería creer.

Una vez que la tensión se alivió gracias a Camille, el gyojin se acercó a ella, asintiendo con la cabeza ante su señal para marcharse. El cartero, en estado deplorable, fue colocado por el tiburón sobre su hombro, y así, comenzaron a alejarse del lugar del conflicto. El peso del hombre apenas significaba algo para él, pero el peso emocional de lo que acababa de ocurrir sí lo hacía.

Mientras se dirigían hacia el despacho de la capitana Montpellier, Octojin relató lo sucedido a Camille con todo lujo de detalles. Le habló sobre cómo había sido confrontado por los marines, cómo los hermanos William lo habían acusado y manipulado la situación, y cómo, al final, había tenido que defenderse a él mismo y al cartero. Sus palabras estaban llenas de frustración y arrepentimiento.

—No quería llegar a esto, Camille... —confesó con un tono amargo—. Me amenazaron a mí y al cartero. No tuve otra opción. No podía quedarme sin hacer nada.

Intentaba mantener la calma, pero dentro de él había una tormenta de emociones. Se sentía mal por lo que había ocurrido; se había dejado llevar por la rabia y la fuerza bruta, y ahora las consecuencias eran claras. Mientras hablaba, Camille lo escuchaba con atención, y aunque no decía mucho, su presencia le proporcionaba cierto consuelo.



Finalmente, llegaron al despacho de la capitana Montpellier. Octojin se quedó en la entrada, bajando al cartero con cuidado para que pudiera sentarse. Dejó que Camille tomara la iniciativa y comenzara a hablar, mientras él la secundaba con movimientos afirmativos de la cabeza. Cuando la conversación terminó, el tiburón sintió que era su momento para hablar.

—Capitana, lamento mucho el daño causado... —dijo, con la mirada baja pero manteniendo un tono firme—. Me excedí y no supe medir mi fuerza. No tenía otra opción, me vi acorralado, pero eso no justifica lo que ha ocurrido.

El silencio llenó la sala por unos segundos. Octojin sabía que tenía que ser honesto, tanto con la capitana como consigo mismo. Respiró hondo y continuó.

—El cartero está... en un estado muy delicado. Parece muy afectado por todo lo que ha vivido y visto. Creo que necesita ayuda psiquiátrica urgentemente. Con su permiso, también quisiéramos traer a Gaul con nosotros. Quizá pueda ser de ayuda en esto.

Terminadas sus palabras, Octojin permaneció quieto, esperando la respuesta de la capitana Montpellier. Se sentía aliviado de haber sido directo, pero la culpa seguía acechándole. La mirada de Camille a su lado, buscándole apoyo y una señal de que estaban haciendo lo correcto, le dio algo de fuerza. Asintió levemente, intentando transmitirle que, a pesar de todo, harían lo necesario para arreglar este desastre.

resumen
#24


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