Hay rumores sobre…
...un hombre con las alas arrancadas que una vez intentó seducir a un elegante gigante y fue rechazado... ¡Pobrecito!
[Común] ¿Qué hacen un suricato, un pez y un coyote en un bar?
Jim
Hmpf
Día 5 de Verano del año 724
Isla de Cozia, Meseta central.



- Timsy pinsy, misty pinki, pinti minki piribiri... - Tarareaba una improvisada melodía que jugaba con el nombre de mi nuevo amigo, Misty parecía ser un pez de muchos recursos, era avispado, sabía navegar, había conocido mundo y podía defenderse. Habíamos llegado vivos a la Isla de Cozia hace unos días. ¡Vivos! Surcamos el mar con unos trozos de madera, había sido impresionante. Cozia también era impresionante, una isla con un clima y un hábitat muy diferentes al mio. En la parte sur había una especie de complejo turístico de caza que no acababa de entender pero conforme avanzabas hacia el norte todo era vegetación y fauna animal. ¡Cómo lo estaba disfrutando! - ¿Si te secas te mueres? - Pregunté abiertamente, no entendía como un pescado podía aguantar tan tranquilamente fuera del agua.

Nos acercábamos ya a la mitad de la isla, el trayecto había sido agradecido, a lo lejos una pequeña manada de antílopes bebía agua de una pequeña charca, probablemente fruto de las lluvias matinales. - Misty. ¡Ven! Descansemos mientras disfrutamos de todo esto. - Corrí a cuatro patas a toda velocidad hacia un árbol solitario ligeramente mas alto de los que se presentaban en aquel lugar. Escalé sus seis metros de alturas hasta llegar a lo alto esperando que el pez no tuviese problema en su ascenso. Me senté sobre un par de ramas gruesas, una cercana a la otra y apoye mi espalda contra el tronco principal. - ¿Y tu que quieres ser de mayor? - Era extraño desde que había entrado en contacto con la civilización se me venían de la nada preguntas estúpidas a la mente. Quizás no eran tan estúpidas. ¿Cómo podía saberlo? - Yo nunca me he planteado que quiero hacer con mi vida. Se me da bien rastrear, comer, beber, observar, entender a los animales, lanzar flechas, abrir latas, imitar, escupir, hacer agujeros, hacer nudos, saltar, deshacer nudos, rascarme, caerme, reírme, lanzar piedras... - Comencé una enumeración indefinida de cualidades o habilidades que se me venían a la mente acompañadas de una vivencia a modo de recuerdo. No era consciente, como  siempre, de que hablaba por los codos y de que en algunas ocasiones me veía atrapado en mis propios discursos. Lo triste es que ni enumerando esta larga lista de increíbles, únicas, magníficas, insuperables y astronómicas cualidades era capaz de saber a que me quería dedicar. ¿Qué opciones tenía? En realidad tampoco lo sabía. - ¡Misty! Estas muy callado. ¿A que se puede dedicar un suricato? ¿Tu lo sabes? - Pregunté abiertamente con sinceridad mientras me sacaba un moco grande y viscoso con el dedo índice de la mano derecha, tuve que rebuscar bastante pues el cabrón estaba pegado.
#1
Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
El sol aún no estaba en lo más alto del cielo cuando Zev caminaba por la vasta sabana de la isla de Cozia. La vegetación exuberante y el aire fresco sustituían poco a poco al trauma de la batalla contra la tribu. El olor a hierba y tierra mojada llenaba sus pulmones mientras avanzaba, sus sentidos siempre alerta para cualquier signo de peligro o de caza.

Después de varias horas de exploración, Zev se detuvo junto a una charca donde una manada de antílopes bebía agua. El Mink se quedó quieto, observando sus movimientos con atención. Su instinto de cazador se activó y, con una velocidad sorprendente, se lanzó sobre uno de los antílopes, derribándolo con facilidad.

Zev se permitió un momento de satisfacción mientras se alimentaba. La carne fresca le proporcionaba la energía que necesitaba y el sabor de la libertad. Terminada su comida, se limpió los restos de sangre del pelaje y se dirigió hacia un árbol solitario, ligeramente más alto que los demás. La idea de un buen descanso después del atracón le parecía perfecta.

Subió con agilidad por el tronco, sus garras facilitando el ascenso. Al llegar a una bifurcación en las ramas, se acomodó, apoyando la espalda contra el tronco principal. Desde esa altura, podía ver gran parte del paisaje y sentirse seguro. Cerró los ojos, permitiendo que el sonido de la naturaleza y el suave balanceo de las ramas lo arrullaran hasta el sueño.

Un tiempo después, mientras Zev dormía profundamente, comenzó a escuchar una voz que tarareaba una melodía alegre. Poco a poco, la voz se fue haciendo más clara, hasta que las palabras llegaron a sus oídos. - ¡Misty! Estas muy callado. ¿A qué se puede dedicar un suricato? ¿Tú lo sabes?

Zev abrió los ojos, desorientado y sobresaltado por el ruido. Al moverse repentinamente, una rama quebró y el coyote perdió el equilibrio y cayó desde lo alto del árbol, aterrizando de manera torpe en el suelo. El impacto lo dejó aturdido por un momento, y se quedó allí, parpadeando y tratando de entender qué había ocurrido.

Frente a él, un suricato lo observaba con curiosidad desde las ramas del árbol, mientras un pez muy extraño lo acompañaba. Tan rápido como pudo se puso en guardia y esperó a ver la reacción de los dos intrusos.
#2
Timsy
Timsy
5 de verano del 724 a las 11:38 am
Isla de Cozia,
Meseta Central.

Mi nuevo amigo sufría de una incotinencia verbal pasmosa. Si contáramos los segundos que guardaba silencio en el transcurso total de un día dudaba que sumaran más de cinco minutos. No obstante, su ingenuidad y desconocimiento del mundo despertaban cierta ternura a pesar de que era mayor que yo. En lo que a mí respectaba era un niño inocente. El suricato no paraba de canturrear palabras incoherentes que rimaban con mi nombre o bien con alguna variación de este que se le hubiera cruzado por la cabeza. Lejos de ofenderme, me resultaba gracioso y así podía verse en la sonrisa de mi rostro - ¡¿Qué?¡ ¡No! - respondí algo sorprendido y alarmado al mismo tiempo - ¡Soy un Gyojin, no una simple medusa! - añadí algo ofendido - ¡Pf!

Habíamos logrado llegar hasta la isla de Cozia gracias a mi pericia y conocimientos de navegación. No me gustaba echarme flores, ni ser un engreido, pero tampoco me gustaba la falsa modestia. No sería el mejor navegante del mundo, ni el timonel más avezado, pero podía defenderme con barcazas menores con completa autosuficiencia. El viaje había resultado más o menos tranquilo, con excepción de esa tormenta que nos había pillado en mitad del viaje y con la que habíamos tenido que lidiar sin remedio alguna. Por suerte no había sido nada grave y habíamos llegado a buen puerto sin problema horas más tarde.

-¡Voy! - ya me había hecho a la idea de que aquel suricato me iba a llamar por los restos Misty, como la entrenadora de esos bichos que vivían encerrados en bolas y salían para pelear. Todavía recordaba las historias que contaba el viejo. Siempre decía que esos seres vivían en una isla muy lejana, da igual dónde estuviera, para que nadie hubiera tenido la oportunidad de rebatirle - ¡Eeeeh! Espera. Escalar no es lo mío – refunfuñe mientras trepaba toscamente y como podía. Caí en un par de ocasiones, las manos palmeadas no eran precisamente ideales para la escalada vegetal, pero finalmente con ingenio, tenacidad y mucha torpeza conseguí subir hasta dónde estaba el suricato – Quiero ser un gran navegante ¡y la primera persona en pescar a un rey marino! - confesé con total confianza y seguridad de que algún día mi sueño se cumpliría. Jim, por su parte, confesó que nunca se había planteado que quería hacer con su vida y comenzó a enumerar una interminable lista de sus cualidades. Algunas eran interesantes, otras sorprendemente estúpidas e intiles y hasta a mí me soprendió que pudiera incluirlas en la lista. Aquel bicho cuando se arrancaba a hablar no dejaba al resto colar una palabra ni de lado.

De repente el sonido de una rama quebrándose me hizo mirar en esa dirección. Algo cayó de lo alto del árbol al suelo. Desde mi posición miré abajo y vi que era ¡¿un lobo?! ¿Desde cuando lo lobos trepaban a los árboles? ¿Sería hostil? Sin moverme de dónde estaba, pues la distancia y altura jugaba en nuestro favor, al menos por ahora, así con fuerza el pez con la mano derecha por si tenía que atizarle a aquel peludo - ¿Quién eres? ¿Qué hacías espiándonos? Y… ¿Nos quieres comer? - concluí para determinar el grado de peligro que corríamos en aquel momento.
#3
Jim
Hmpf
El ascenso había sido tan ágil como tranquilo, moverme en ambientes naturales era mi fuerte pero no me paré a pensar que quizás Misty no estaba en su ambiente. "Cuando los peces suban a los árboles" se había convertido en un concepto real. - Vamos Misty. Es facilísimo, agarra bien, mueve el culo, o la membrana esa que tienes. Y subes, y agarras, y subes y ... - Entonces se produjo el ruido de un golpe contra el suelo, ya sabía yo, que el pez necesitaba estar más húmedo, se había desplomado seguro. Cuando me asomé a mirar desde mi rama a unos 3 metros de altura casi me desmayo yo. - ¡Retuertanos! - Grité sin entender lo que significaba, había un lobo en el suelo. ¿Se había caído del árbol? Estaba muy confuso pero vi como el canido se ponía a la defensiva y como Misty, mi compañero, le imitaba interrogándolo. Saqué una flecha y tense el arco rápidamente apuntándole al centro del pecho. - ¡¿Quién merluzas eres?! - Pregunte percatándome de que no habia utilizado la mejor referencia . - Ui jejeje Perdón Timsy. - Aclaré riendo y bajando la guardia completamente, aún tenia mucho que aprender y muchos sustos que llevarme a causa de mi exceso de confianza.

No estaba seguro de si era un lobo, su porte era similar pero parecía más herguido, más humano. Lo miré de arriba a abajo y de abajo a arriba, hice que mi párpado derecho cobrase durante unos segundos aparentando ser un animal loco, una táctica que utilizaba en mi anterior isla con los animales más grandes que yo. Aparentaba estar como una cabra, osea, no como el animal, aparentaba estacar loco para intimidar al resto de animales dándoles a entender de que estaba dispuesto a todo. ¿Funcionaria con este... lobo?
#4
Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
Zev se mantuvo en guardia mientras el suricato apuntaba una flecha directamente a su pecho. La situación podía volverse peligrosa rápidamente, pero la mezcla de temor y curiosidad en los ojos de Timsy le decía que aún había espacio para la diplomacia. Por su cabeza pasaron muchas posibilidades, pero se decidió por la más segura. Por muy hilarante que fuese el aspecto de los dos visitantes, no se podía negar que, a pesar de ser tan peculiares, tenían ciertos aires de saber lo que hacían.

El Mink respiró hondo, bajando lentamente sus manos para mostrar que no tenía intenciones hostiles. El pez había hecho preguntas directas, y ahora el suricato estaba tratando de intimidarlo con una táctica que, en otros tiempos, podría haber funcionado.

Tranquilos, no quiero pelear — dijo Zev con voz calmada, intentando transmitir serenidad—. Podéis llamarme Zev, y estoy aquí buscando respuestas, libertad y descanso. No pretendo haceros daño ni comeros; ya estoy lleno.

Zev entendía perfectamente la necesidad de protegerse, habiendo vivido muchas situaciones de peligro en su vida, y por tanto comprendía muy bien a sus dos visitantes. No obstante, a decir verdad, era el que estaba en minoría y probablemente en peligro.

He estado viajando solo un tiempo — continuó Zev —. Esta isla es un nuevo comienzo para mí, un lugar donde quizás pueda encontrar algo de paz y dirección.

El suricato, aún con el arco tenso, lo observaba con desconfianza, mientras el pez, Misty, mantenía una mirada inquisitiva. Zev sabía que las primeras impresiones eran cruciales, y debía demostrar que no representaba una amenaza.

¿Qué hacéis vosotros aquí? — preguntó Zev, intentando entablar una conversación más amistosa—. ¿También estáis buscando algo o simplemente explorando?

Es cierto que a Zev, debido a su pasado, le costaba confiar en los demás, especialmente en los humanos, pues conocía de buena tinta la extrema crueldad de algunos individuos de dicha raza. Sin embargo, ante él se plantaban una especie de pez y un animal que, de no hablar y mostrar signos de inteligencia, habría parecido un apetecible tentempié.

Tal vez podamos ayudarnos mutuamente — sugirió Zev—. Tres cabezas piensan mejor que una.
#5
Jim
Hmpf
- Que agradable sujeto. - Las palabras se habían escapado de mi boca de manera inconsciente, enfunde la flecha y me eché el arco al hombro dando a entender que cesaría cualquier actitud hostil por mi parte. Dejé, por una vez, que hablase mas que yo para así escuchar, algo que sin duda tenía que aprender a hacer. Era un lobo que hablaba, me sorprendía pero no tanto como lo haría hace dos días, últimamente no paraba de encontrarme con seres de lo más interesantes. Estuve apunto de bajar del árbol para enseñarle la foto de mi padre con la esperanza de que le sonase de algo, pero algo dentro de mi me contuvo. Aquel ser era un lobo, si bien parecía no tener intenciones de devorar a nadie no quería tentar los instintos de una especie así. - Zvbde - Susurré intentando pronunciarlo, aquella "v" al final me lo ponía extremadamente difícil. - Cvddde - Volví a susurrar. - Cevde. - Susurré mostrando un gesto de desesperación. - CeDe. - Dije con una sonrisa de oreja a oreja, contento por el increíble progreso de aprendizaje que había demostrado.

Hablaba con mucha calma, parecía un viajero solitario descubriendo el mundo y así mismo, por un momento me recordó a mi a causa de las motivaciones que me hicieron abandonar mi hogar pero pronto dicho parecido se difuminó, yo iba mas en piloto automático. Respondí como lo haría un muelle con voz a sus preguntas. - ¡Estamos explorando! Así como lo escuchas. Mi amigo Misty y yo, Jim, Jimbo para los amigos. Venimos de muuuuuuuuy lejos... - Me puse de pie y empecé a mover los brazos de un lado a otro añadiendo un toque de teatralidad a la historia. - El viene del fondo del mar, tras haber vencido a los grandes peces y haber dominado los mares. - Dije disfrutando y exagerando al mismo tiempo. Salté del árbol al suelo para continuar con mi obra. - Yo vengo de una isla muuuuuuy lejana. Una isla gobernada por el gran dios volcán Hinokami... ¡Umba umba umba IE! - Daba saltos laterales abriendo y cerrando las manos mientras entonaba los cánticos que hacían los Wandara cuando el volcán estaba de luto.

No me juzguen por lo que estaba ocurriendo, normalmente no tenía aventuras que contar, nunca había salido de mi isla y nunca había conocido a nadie que supiese hablar. La cantidad de aventuras que había vivido últimamente me hacían tener un entusiasmo titánico que ahora se transformaba en una historia mal contada y bien adornada. Aunque mi rostro solo mostraba que estaba totalmente metido en mi actuación, tras esa máscara, era feliz.
#6
Timsy
Timsy
El chiste empezaba a contarse solo. ¿Qué hacen un suricato, un pez y un coyote en un bar? El sobresalto de Jimbo fue notable, usando para ello una expresión que él consideró inapropiada hacerla en mi presencia - No te preocupes - la sinceridad en las palabras era notable. La risa de mi nuevo mejor amigo se me contagió, pero conseguí controlarla rápidamente dado el posible peligro inminente con el que tendríamos que lidiar. A pesar de su ingenuidad, debía admitir que era rápido de reflejos y acciones y antes de que pudiera darme cuenta ya tenía una flecha apuntándole al pecho al lobo. Muy rápido debía ser el animal para esquivar el tiro. La tensión del momento le pasó factura a Jimbo - ¿Estás bien? Te ha dado un tic en el párpado derecho - comenté algo preocupado por el estado de salud de mi compañero.

El lobo dijo llamarse Zev. Nombre que se le atravesó al suricato. Escucharlo intentar pronunciar el nombre lo hacía parecer medio retrasado, pero era mi mejor amigo. ¿Qué le íbamos a hacer? Zev también afirmó que no quería comernos, cosa que no tenía del todo clara, por muy saciado que estuviera. Su respuesta al porqué estaba allí fue muy romántica, aunque quizás precisamente por ello la consideré sincera. ¿Quién se iba a inventar semejante respuesta para cazar a un suricato y un pez? De manera inconsciente la conversación había hecho que me relajara discretamente, aunque todavía estaba decidido a mantener la distancia y el pez bien asido por si acaso tenía que atizarle al cuadrúpedo con aires de homínido.

Antes de que pudiera intervenir de nuevo, Jimbo dio toda una explicación detallada de qué hacíamos allí, nuestros nombres y le había faltado dar nuestro grupo sanguíneo, aunque tenía la completa certeza, y ninguna prueba, de que no sabría ni qué era eso. No le faltó tampoco exageración y teatralidad a su narración, lo cual hizo que riera genuinamente. Salté del árbol cuando lo hizo el suricato. Lo miré con una expresión a medio camino entre la perplejidad y el asombro al verlo recrear las danzas de la tribu de los Wakanda de Isla Rudra. ¡Era magnífico!

-Timsy - añadí tendiéndole también la mano libre imitando a mi compañero. Eso sí, con la otra esta listo para atizarle al menor movimiento sospechoso. Quizás fuera por prejuicio, pero no terminaba de fiarme de un depredador como aquel.
#7
Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
Zev observó con una mezcla de asombro y diversión cómo el suricato, Jimbo, descendía del árbol con una gracia que solo los seres tan ligeros como él podían exhibir. Sus ojos ámbar seguían cada movimiento, cada gesto teatral con un interés genuino. El pez, Timsy, parecía compartir su sorpresa, pero también su cautela, algo que Zev comprendía perfectamente.

- "Estos dos son una pareja inusual. Me gustan pero, ¿serán dignos de confianza?" - una sombra de duda aparecía en la mente del Coyote.

- Jimbo, me alegra ver que compartimos el amor por la exploración y la aventura - dijo Zev con una sonrisa. Se acercó un poco, manteniendo una distancia respetuosa, consciente de que aún podían sentirse amenazados - Y Timsy ¿digo bien verdad? Gracias por no atacar nada más verme.

El entusiasmo de Jimbo era contagioso, y por un momento, Zev se permitió disfrutar de la ligereza de la situación.

- "Cada criatura tiene su historia, y seguro que las de estos dos son particularmente fascinantes. ¿Qué secretos guardarán?" - meditó para sí con una ligera sonrisa.

- Creo que cada uno de nosotros ha recorrido un largo camino para llegar aquí - continuó Zev, recogiendo una rama caída y examinándola distraídamente - Yo mismo he cruzado tierras y mares en busca de... bueno, supongo que en busca de un propósito. Y parece que no estoy solo en esa búsqueda. ¿Me equivoco? – lanzó la pregunta al aire pues creía conocer la respuesta. Al fin y al cabo se trataba de animales parlantes, que difícilmente encajarían en el mundo de los humanos mejor de lo que el lo había hecho.

El intento de Jimbo de pronunciar su nombre esbozó una carcajada muda en Zev, una que no había sentido en mucho tiempo; de las que te alargan un poco la vida.

- Cevde está bastante cerca, amigo. Puedes llamarme Zev simplemente, es más fácil - dijo, aún sonriendo y sabiendo casi a ciencia cierta que aquel personajillo tardaría en conseguirlo.

Se arrodilló para estar a un nivel más parecido al de sus nuevos amigos, extendiendo una mano en un gesto de camaradería.

- Quizás podamos ayudarnos mutuamente mientras exploramos. Parece que todos buscamos algo, y juntos podríamos tener mejor suerte. - Añadió tendiendo la mano primero al peludo y luego al escamoso.

- "¿Pero puedo realmente bajar la guardia con estos dos? Timsy aún sostiene a su pez como un arma. Aunque, ¿quién soy yo para juzgar?" – Zev relajó la postura todo lo que pudo por estar encogido para inspirar paz.

- Y si me permitís, estaré encantado de escuchar más sobre vuestras aventuras cuando estéis dispuestos a compartirlas - agregó Zev, su tono lleno de sinceridad y un ligero matiz de esperanza. – Por mi parte creo que debo dirigirme a este lugar. Pero a decir verdad no tengo ni medios ni conocimientos para llegar – Zev mostró un mapa con unas coordenadas que parecían marcar un lugar.

- Creo que aquí podré encontrar respuestas y quizá algún propósito – Añadió casi susurrando para sí - ¿Queréis acompañarme? Si hay sitio para mi no sería raro que lo hubiese para vosotros dos.
#8
Jim
Hmpf
Miré los gestos del cánido, escuché sus palabras y percibí su aparente tranquilidad. ¿Qué coño? Parecía un sabio, como el de la tribu Wandara, esa tranquilidad digna de alguien que entiende las cosas. Por otro lado me pareció muy... enigmático y filosófico, hablaba una y otra vez de un camino, de una búsqueda... ¡Mi búsqueda favorita siempre había sido averiguar dónde hacia la noche la ardilla castaña de mi isla natal! ¡Me tenía loco! - Grbrfbf... - Bufé recordando mis travesuras siendo consciente en ese momento de que estaba divagando, agité la cabeza con fuerza de un lado al otro e instantáneamente llevé la mano derecha a la barbilla, elevé la vista al cielo y arqué las cejas.

Una búsqueda, un camino, un propósito. No sonaba tan lejano. ¿A caso no era lo que había guiado mis últimos pasos? El afán de exploración, la curiosidad, encontrar una motivación mas allá. Aquellas palabras que antes me parecían opuestas ahora comenzaban a encajar con mi consciencia. Comencé a asentir mientras escuchaba como Cd hablaba, como si fuera un profeta. - Propósito. Propósito. ¡Hombre vaya! ¡Eso quiero yo! ¡Un propósito! - Comencé a gritar tras haber sido mencionado por el lobo, me acerqué a Misty y le di una palmada en la espalda llenándome la mano de baba. - ¡Misty! ¡Eso es lo que estoy buscando! ¡Es lo que te decía antes! ¿Lo de que quieres ser de mayor? ¿Recuerdas? - Estaba emocionado y como gota que colma el vaso aquel tipo sacaba un mapa. ¿Podía ser mas emocionante? Me acerqué olvidando por completo el miedo a aquella raza superior y me fijé en el mapa, levanté la vista sin entender nada, volví a bajarla y volví a subirla para mirar a la pareja. - ¿Y que hay que hacer con esto? - Me agaché para mirar la parte inferior del mapa en busca de algo que explicase como proceder, tampoco había nada. Di unos saltos hacia atrás, emocionado a pesar de no entender nada. Dude por unos instantes pero enseguida... - Decidido. Misty, nos vamos con CD a propósito. Y se va por... ¿Como vamos hasta allí? - Me quede dubitativo de nuevo, cuanto mas exploraba mas me daba cuenta de que no sabía nada.

Si emprendíamos un viaje al sur para ir a por nuestro modesto navío, cosa que yo aún no había procesado. Dedicaría el viaje a contarle todos los animales que conocía a CD, que ojo, no eran pocos ni eran comunes, los pies del volcán de Isla Rudra revelaban una fauna de lo mas inusual. También le explicaría a CD que era un experto en el rastreo y el manejo del arco. Incluí una demostración en la que una posición en parado, cargaba una flecha, la disparaba al aire y con una segunda flecha golpeaba a la primera en cuanto esta empezaba a bajar. Orgulloso le explique que había aprendido imitando a los nativos de las tribus de mi isla.
#9
Timsy
Timsy
El lobo hablaba de manera seria y solemne, casi filosófica. Adornaba sus palabras con un halo de misterio, como si quisiera entablar una relación, pero al tiempo se contuviera por desconfianza y no dar más información de la necesaria. Se le veía con ganas de querer unirse al grupo que formábamos Jimbo y yo, aunque hacía gala de un autocontrol y una cautela dignas de admiración. Como punto total, completa y diametralmente opuesta estaba Jimbo, que al igual que hizo conmigo ya había adoptado al cánido prácticamente. Su despreocupación por tener a semejante depredador frente a sí era pasmosa. Sin embargo y a fuer de ser sincero, debía admitir que a mí tambíen me parecía menos ofensivo y peligroso que cuando había caído del árbol.

Me asomé al mapa para ver el lugar que señalaba Zev. Una vez más, el suricato hizo gala de una ignorancia inusual, pero siempre con su carisma habitual. Tras una rápida y curiosa exploración del objeto, confirmó mis sospechas - ¡Ea. Pues está decidido! - repliqué cuando dijo que viajaríamos con el que acababa de ser oficialmente el nuevo integrante del grupo. Desde luego para quién nos viera desde fuera la escena tendría que ser un auténtico chiste. Una realidad esperpéntica - ¿Qué hay en ese lugar? - pregunté señalando el mapa. Ya que íbamos a ir hasta allá, al menos quería saber porqué.

Recordé entonces el tesoro enterrado en el bosque de las afueras de Villa Syrup. ¿Pasaríamos a por él antes de zarpar a nuestro nuevo destino? - ¿Tienes mucha prisa por llegar? - increpé para trazar una ruta óptima y saber la premura con la que debíamos partir. Tampoco es que nadie me esperase en ningún otro lugar, más bien seguramente sería lo contrario. Sonreí levemente al imaginarme la cara de esos tipos cuando regresaran a isla Rudra y ya no estuviera por allí. Tenía la completa y total certeza que terminaría por encontrármelos otra vez, pero a diferencia de las otras dos, en esta ocasión no viajaría solo, así que las cosas sería muy diferentes.
#10


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