Arthur Soriz
Gramps
12-12-2024, 01:04 AM
La brisa a orillas de la isla acaricia tu rostro peludo, llevándote consigo el olor salobre del mar y el lugubre ambiente de abandono que tiene toda la isla de por si. A tu alrededor, la vida en el puerto está realmente bullicioso por una sola razón en específico: la promesa de fortunas sin igual que aguardan al centro de la isla según los rumores de un mercader que, con un poco creativo nombre siendo este "Mark", ya llamaba la atención a todo aquel que prestara su oído a escucharle y sus ojos para ver las pruebas 'irrefutables' de sus hallazgos.
— ¡Lo digo y lo repito, amigos! ¡La mina de diamantes más grande del East Blue está en Isla Yotsuba! — clama el hombre de cabello grasiento y sonrisa astuta. Es bajo, pero su voz resuena con fuerza, cargada de una confianza que parece contagiarse a quienes lo escuchan. En su mano derecha sostiene un diamante que brilla intensamente bajo el sol. La pieza, del tamaño de un puño cerrado, refleja los rayos de luz en destellos que vislumbran a los que lo ven. — ¡Esto es solo un ejemplo de lo que encontré allí! ¿Riquezas? ¿Gloria? Todo esto puede ser tuyo... si tienes el valor de acompañarme.
Vaya, incluso en su discurso para convencer a los demás no era original, por alguna razón eso último sonaba demasiado familiar...
A lo largo de tus viajes has aprendido que cada palabra puede ser una verdad a medias, pero también que cada mentira oculta una oportunidad. Este tal Merk, el Mercader, podría ser un farsante más... sí, pero el diamante en su mano es real. Su brillo no miente.
Podías acercarte, lo suficiente para escuchar cómo los murmullos a tu alrededor van creciendo.
— ¿No está maldita esa zona de la isla? —cuchichea un hombre a tu izquierda, con los brazos cruzados y una mueca de escepticismo.
— Dicen que el espíritu de un capitán de la Marina aún ronda por allí, protegiendo la isla de intrusos —responde una mujer de cabello revuelto que se tambalea ligeramente por el ron del que ya se ha bebido más de la mitad de su botella. — ¿Crees que eso los detendrá? Míralo, con ese brillo en la mano... ¡La gente hará lo que sea por un diamante así!
Recuerdas vagamente haber oído de todos los rumores que deambulaban por esta isla. Pequeña, rocosa, cubierta de una vegetación salvaje que ha reclamado lo que una vez fue un asentamiento humano. Antiguamente conocida como Shellstown, era un punto estratégico en el East Blue, pero algo pasó. Los registros dejando mucho a la especulación, y su historia en el olvido. Desde entonces nadie ha osado establecerse de forma permanente en la isla.
Pero las leyendas no siempre son obstáculos. Para algunos, quizás como tú, son desafíos. Una oportunidad de demostrar que el miedo es solo un velo que cubre el tesoro real. Y si los rumores son ciertos, esa mina podría cambiarlo todo.
Mientras reflexionas Merk sigue hablando... ahora bajando el diamante para atraer a la multitud con gestos dramáticos.
— Por supuesto, no cualquiera puede entrar a Yotsuba y esperar salir con vida. Hay peligros, sí. Pero con mi guía, ¡todo es posible! No solo conozco el camino a la mina, también cómo evitar los... desafíos… naturales de la isla. —dice viéndose como una sonrisa torcida se forma en su rostro mientras observa las reacciones a su insinuación.
Las palabras resuenan en tu mente. Lo que sea que haya en esa isla, parece claro que no será un paseo tranquilo.
Tienes dos opciones claras ante ti... podrías abordar a Merk directamente, intentar sacar más información sobre esta mina y quizá unirte a su expedición; o podrías trazar tu propio camino, buscando información en el puerto antes de dirigirte isla adentro. Tal vez un marinero borracho sepa algo que el mercader no está diciendo.
El tiempo corre. Las oportunidades no esperan y en el East Blue quienes no actúan pronto, suelen quedar relegados a observar los logros de otros.
¿Cuál será tu siguiente paso?
— ¡Lo digo y lo repito, amigos! ¡La mina de diamantes más grande del East Blue está en Isla Yotsuba! — clama el hombre de cabello grasiento y sonrisa astuta. Es bajo, pero su voz resuena con fuerza, cargada de una confianza que parece contagiarse a quienes lo escuchan. En su mano derecha sostiene un diamante que brilla intensamente bajo el sol. La pieza, del tamaño de un puño cerrado, refleja los rayos de luz en destellos que vislumbran a los que lo ven. — ¡Esto es solo un ejemplo de lo que encontré allí! ¿Riquezas? ¿Gloria? Todo esto puede ser tuyo... si tienes el valor de acompañarme.
Vaya, incluso en su discurso para convencer a los demás no era original, por alguna razón eso último sonaba demasiado familiar...
A lo largo de tus viajes has aprendido que cada palabra puede ser una verdad a medias, pero también que cada mentira oculta una oportunidad. Este tal Merk, el Mercader, podría ser un farsante más... sí, pero el diamante en su mano es real. Su brillo no miente.
Podías acercarte, lo suficiente para escuchar cómo los murmullos a tu alrededor van creciendo.
— ¿No está maldita esa zona de la isla? —cuchichea un hombre a tu izquierda, con los brazos cruzados y una mueca de escepticismo.
— Dicen que el espíritu de un capitán de la Marina aún ronda por allí, protegiendo la isla de intrusos —responde una mujer de cabello revuelto que se tambalea ligeramente por el ron del que ya se ha bebido más de la mitad de su botella. — ¿Crees que eso los detendrá? Míralo, con ese brillo en la mano... ¡La gente hará lo que sea por un diamante así!
Recuerdas vagamente haber oído de todos los rumores que deambulaban por esta isla. Pequeña, rocosa, cubierta de una vegetación salvaje que ha reclamado lo que una vez fue un asentamiento humano. Antiguamente conocida como Shellstown, era un punto estratégico en el East Blue, pero algo pasó. Los registros dejando mucho a la especulación, y su historia en el olvido. Desde entonces nadie ha osado establecerse de forma permanente en la isla.
Pero las leyendas no siempre son obstáculos. Para algunos, quizás como tú, son desafíos. Una oportunidad de demostrar que el miedo es solo un velo que cubre el tesoro real. Y si los rumores son ciertos, esa mina podría cambiarlo todo.
Mientras reflexionas Merk sigue hablando... ahora bajando el diamante para atraer a la multitud con gestos dramáticos.
— Por supuesto, no cualquiera puede entrar a Yotsuba y esperar salir con vida. Hay peligros, sí. Pero con mi guía, ¡todo es posible! No solo conozco el camino a la mina, también cómo evitar los... desafíos… naturales de la isla. —dice viéndose como una sonrisa torcida se forma en su rostro mientras observa las reacciones a su insinuación.
Las palabras resuenan en tu mente. Lo que sea que haya en esa isla, parece claro que no será un paseo tranquilo.
Tienes dos opciones claras ante ti... podrías abordar a Merk directamente, intentar sacar más información sobre esta mina y quizá unirte a su expedición; o podrías trazar tu propio camino, buscando información en el puerto antes de dirigirte isla adentro. Tal vez un marinero borracho sepa algo que el mercader no está diciendo.
El tiempo corre. Las oportunidades no esperan y en el East Blue quienes no actúan pronto, suelen quedar relegados a observar los logros de otros.
¿Cuál será tu siguiente paso?