Airgid Vanaidiam
Metalhead
08-08-2024, 09:18 PM
Al parecer iba a tener que cerrar la tienda no solo un día. Una semana como mínimo. El hombretón levantó ambos brazos al aire, cargándose también el techo de su casa, haciéndole dos agujeros del tamaño de las ruedas de un tractor. Airgid parpadeó un par de veces, incrédula, observando el destrozo. Todos lo miraron. No supo cómo reaccionar, ni qué decir. Sabía que no lo había hecho adrede, pero... su casa... ese garaje que estaba abandonado al principio, que lo compró quedándose sin un duro y que reformó entero ella misma. Aún tenía deudas para terminar de pagarlo, y ahora era poco más que una chabola hecha trizas. No pudo escuchar nada ni a nadie, le fallaron las fuerzas y fue el frutero el que tuvo que sostenerla para que no se cayera al suelo como una hojilla de otoño.
Cuando Asradi se dirigió a ella, necesitó unos segundos antes de responder, con un hilillo de voz. — Sí... por favor... vámonos... — No quería ni volver a mirar. Y poco a poco volvió a retomar la compostura. Se sentía débil, eso sí, el dolor emocional había sido brutal. Lo único que le hacía no explotar de la rabia era que confiaba en que había sido sin querer. Pero eso no hacía que doliera menos. — Nos sentaremos en la terracita... hace un buen día, ¿eh o no? — Seguía de intentar ver el lado bueno de todo. Sí, se había quedado literalmente sin techo sobre el que dormir, pero había conocido a dos personas interesantes e increíbles. Los dos extranjeros. Quizás eso significaba algo, quizás...
Comenzó a caminar con su bastón, siguiendo en principio los pasos de Hammond, que por casualidad estaba tomando el buen camino para ir al lugar que Airgid había pensado. Al menos hasta que llegaron a la última esquina a torcer. — ¡HAMMOND, ES POR AQUÍIIIII! — Le chilló, ya un poco más aliviada, y no tardaron en encontrar la taberna a la que Airgid se refería. Tenía mesas para poder sentarse fuera, que sería lo ideal, visto lo visto. Y el dueño le debía un favor a Airgid, uno que perfectamente podría cobrarse en caso de que la cuenta fuera demasiado alta. La rubia no tardó en hacerse con una de las sillas, y más que sentarse se desparramó sobre ella. Le cansaba ir con el bastón todo el rato, pero así ejercitaba la otra pierna. El camarero no tardaría en aparecer.
Cuando Asradi se dirigió a ella, necesitó unos segundos antes de responder, con un hilillo de voz. — Sí... por favor... vámonos... — No quería ni volver a mirar. Y poco a poco volvió a retomar la compostura. Se sentía débil, eso sí, el dolor emocional había sido brutal. Lo único que le hacía no explotar de la rabia era que confiaba en que había sido sin querer. Pero eso no hacía que doliera menos. — Nos sentaremos en la terracita... hace un buen día, ¿eh o no? — Seguía de intentar ver el lado bueno de todo. Sí, se había quedado literalmente sin techo sobre el que dormir, pero había conocido a dos personas interesantes e increíbles. Los dos extranjeros. Quizás eso significaba algo, quizás...
Comenzó a caminar con su bastón, siguiendo en principio los pasos de Hammond, que por casualidad estaba tomando el buen camino para ir al lugar que Airgid había pensado. Al menos hasta que llegaron a la última esquina a torcer. — ¡HAMMOND, ES POR AQUÍIIIII! — Le chilló, ya un poco más aliviada, y no tardaron en encontrar la taberna a la que Airgid se refería. Tenía mesas para poder sentarse fuera, que sería lo ideal, visto lo visto. Y el dueño le debía un favor a Airgid, uno que perfectamente podría cobrarse en caso de que la cuenta fuera demasiado alta. La rubia no tardó en hacerse con una de las sillas, y más que sentarse se desparramó sobre ella. Le cansaba ir con el bastón todo el rato, pero así ejercitaba la otra pierna. El camarero no tardaría en aparecer.