
Jack D. Agnis
Golden Eyes
04-01-2025, 03:56 PM
Llevaba ya varios días intentando comprender ese maldito submarino. Desde que habíamos llegado —bueno, en realidad, desde el día siguiente—, me había dedicado a supervisar cada rincón, cada material, cada motor, intentando desentrañar cómo demonios había sido construido.
Aunque tenía una idea general de cómo funcionaba, no estaba acostumbrado a lidiar con algo como esto, y las piezas de este rompecabezas simplemente no terminaban de encajar en mi cabeza.
"¿Puedo construir barcos, navíos enormes e incluso voladores, pero me atoro con esta basura?" pensé, molesto, mientras hojeaba un viejo libro que había conseguido hace poco. El maldito apenas explicaba algo útil sobre submarinos.
“...se dice que existen navíos capaces de sumergirse en las profundidades del mar y navegar usando las corrientes de agua, pero…” leí en mi mente, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no quedarme dormido cada vez que intentaba avanzar más allá de la segunda línea.
Frustrado, cerré el libro de golpe y refunfuñé para mí mismo.
—¿Quién carajos necesita saber de submarinos? Si se rompe, hago un barco nuevo y a la mierda todo —dije mientras lanzaba el libro directo al tacho de basura, el lugar donde, en mi opinión, debía quedarse para siempre. Sin pensarlo más, salí de mi habitación en busca de algo más productivo que hacer.
El hambre llevaba rondándome desde hacía un buen rato, pero mi obsesión con entender el funcionamiento de ese condenado submarino había sido suficiente para ignorarla… hasta ahora. Sin dudarlo, me moví por el interior del submarino hasta encontrar la salida y dirigirme al Baratie. Si iba a gastar dinero, que fuera en algo que valiera la pena. Además, el East Blue había sido muy lucrativo para mí, así que podía darme algunos lujos.
Ya dentro, pedí la mesa que habíamos estado usando desde nuestra llegada. Una vez sentado, ordené algo de alcohol y, como era de esperarse, un pedido ridículamente grande de comida. Si iba a pagar con mi esfuerzo, mínimo debía valer cada maldito bocado.
Aunque no quisiera admitirlo, el submarino seguía hundido en mis pensamientos. Por más que intentara desconectar, no lograba quitarme de encima ese picor de curiosidad que me carcomía. Odiaba no poder entender algo casi tanto como odiaba un mal trago de alcohol.
Por suerte, Panda llegó en ese momento y se sentó frente a mí, sacándome de mi trance.
—Ey, Panda —lo saludé, algo sorprendido, justo antes de escuchar la voz de Alex acercándose. Al parecer, era hora de reunirnos.
—¿Acaso no me ves sentado aquí solo? Pues no, hombre, todavía no llegan. Así que siéntense. Ya pedí comida para cuando esos dos decidan aparecer —dije con una sonrisa divertida, dando un largo trago a mi bebida mientras ignoraba por completo lo que Panda decía sobre el pulpo que nos había traído hasta aquí. A decir verdad, ese animal me importaba lo mismo que el libro que había tirado: absolutamente nada.
Aunque tenía una idea general de cómo funcionaba, no estaba acostumbrado a lidiar con algo como esto, y las piezas de este rompecabezas simplemente no terminaban de encajar en mi cabeza.
"¿Puedo construir barcos, navíos enormes e incluso voladores, pero me atoro con esta basura?" pensé, molesto, mientras hojeaba un viejo libro que había conseguido hace poco. El maldito apenas explicaba algo útil sobre submarinos.
“...se dice que existen navíos capaces de sumergirse en las profundidades del mar y navegar usando las corrientes de agua, pero…” leí en mi mente, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no quedarme dormido cada vez que intentaba avanzar más allá de la segunda línea.
Frustrado, cerré el libro de golpe y refunfuñé para mí mismo.
—¿Quién carajos necesita saber de submarinos? Si se rompe, hago un barco nuevo y a la mierda todo —dije mientras lanzaba el libro directo al tacho de basura, el lugar donde, en mi opinión, debía quedarse para siempre. Sin pensarlo más, salí de mi habitación en busca de algo más productivo que hacer.
El hambre llevaba rondándome desde hacía un buen rato, pero mi obsesión con entender el funcionamiento de ese condenado submarino había sido suficiente para ignorarla… hasta ahora. Sin dudarlo, me moví por el interior del submarino hasta encontrar la salida y dirigirme al Baratie. Si iba a gastar dinero, que fuera en algo que valiera la pena. Además, el East Blue había sido muy lucrativo para mí, así que podía darme algunos lujos.
Ya dentro, pedí la mesa que habíamos estado usando desde nuestra llegada. Una vez sentado, ordené algo de alcohol y, como era de esperarse, un pedido ridículamente grande de comida. Si iba a pagar con mi esfuerzo, mínimo debía valer cada maldito bocado.
Aunque no quisiera admitirlo, el submarino seguía hundido en mis pensamientos. Por más que intentara desconectar, no lograba quitarme de encima ese picor de curiosidad que me carcomía. Odiaba no poder entender algo casi tanto como odiaba un mal trago de alcohol.
Por suerte, Panda llegó en ese momento y se sentó frente a mí, sacándome de mi trance.
—Ey, Panda —lo saludé, algo sorprendido, justo antes de escuchar la voz de Alex acercándose. Al parecer, era hora de reunirnos.
—¿Acaso no me ves sentado aquí solo? Pues no, hombre, todavía no llegan. Así que siéntense. Ya pedí comida para cuando esos dos decidan aparecer —dije con una sonrisa divertida, dando un largo trago a mi bebida mientras ignoraba por completo lo que Panda decía sobre el pulpo que nos había traído hasta aquí. A decir verdad, ese animal me importaba lo mismo que el libro que había tirado: absolutamente nada.