
Arthur Soriz
Gramps
04-02-2025, 08:00 AM
Comprendía que no haya sido por tu elección el que hayas desaparecido por tanto tiempo. Sabía que tenía que haber pasado algo horrible para que no dejaras ni una nota de despedida. Pero ... las cosas aquí tampoco habían sido fáciles. Torfi puso una de sus grandes y pesadas manos sobre la tuya, acariciando tus nudillos con la yema de sus ásperos pero gentiles dedos. La mirada que te dedicaba no era solo una de entendimiento, sino también de tristeza y un poco de duda... duda de si contarte todo lo que había pasado aquí.
Pero no era justo ocultarte las cosas, tanto tiempo ausente te merecías aunque fuera saber lo que había estado sucediendo en Skjoldheim en vez de enterarte de la forma más cruel.
Intentó mantener la compostura y buscaba las palabras correctas en su cabeza... se veía lo incómodo que estaba, pero tendría que apechugar ya que nadie más en todo el hall se sentía preparado o con las agallas suficientes para darte la información que tendrían que explayarte. Apretó un poco los labios, con su mano libre acomodándose las gafas y suspirando de manera profunda antes de al fin comenzar a hablar.
— Aquí... las cosas tampoco han sido fáciles, poco tiempo después que desapareciste... las sirenas, tu gente, dejó de venir —empezó explicando con sumo cuidado. Necesitaba a toda costa mantener el tacto—. En un principio pensábamos que estaban buscándote, cosa que entenderíamos... pero cuando intentamos contactarnos con ellas ni una sola respondió... La primera y última vez que enviamos a alguien a averiguar si necesitaban ayuda, nunca volvió...
Comentando apretando un poco la mandíbula, intentando mantener la calma pero sentías perfectamente en los dedos de la mano con la que acariciaba la tuya un ligero temblequeo. Nervios. Y como para no tenerlos, estaba explicándote básicamente lo que había sucedido en tu ausencia y no pensaba que era capaz de hallar las palabras adecuadas como para que no te cayeran horriblemente mal. Pero no había forma bonita de darte aquel comunicado, así que inhaló profundo, y habló de nuevo.
— Lo último que supimos de tu gente, fue una carta que envió tu madre... diciéndonos que la matriarca... ya no estaba 'entre nosotros', y que la nueva matriarca pidió cortar inmediatamente comunicaciones con la superficie.
Hizo una pausa, desviando la mirada hacia algunas de las personas que estaban allí. No te miraban con desdén, de hecho... lo hacían con pena. No era lástima, era genuina tristeza por todo lo que había ocurrido y seguramente seguiría ocurriendo.
— Ya sabes cómo son las cosas aquí en Skjoldheim... los inviernos son crueles, poca o ninguna persona con dos dedos de frente vendría hasta aquí, y sin embargo... cada vez más embarcaciones han intentado venir, y todos esos barcos que vemos a lo lejos han llegado vacíos —contaba sentándose un poco más derecho. Lo que estaba a punto de soltar obviamente sabía que sería una pastilla dura de tragar. Algo que, muy probablemente, te resultaba completamente increíble—. Cada vez que vimos unos de esos barcos... escuchamos el canto de las sirenas, el mismo... que escuchábamos cuando te llamaban a ti de vuelta a casa. No... no estamos diciendo que ellas fueran las culpables pero... ha estado sucediendo cada vez con más constancia, hasta el punto en que mismo nosotros tenemos miedo de salir a pescar... y no volver.
Te contaba Torfi. Por lo que te decía, era como si todo el mundo pensara que algo horrible había pasado con tu gente y ahora las llevaba a actuar de forma hostil con todo aquel que fuese de la superficie. Si supieran lo que te había pasado probablemente lo conectarían con ese suceso... en especial luego de tu ausencia por culpa del Dragon Celestial. Hasta lo entenderían de cierto modo porque la gente de aquí se nota que sienten podrían haber hecho más por ti, esconderte... lo que fuera necesario y mentir para que no te fueras, pero fueron incapaces de meterse... porque nunca se enteraron de lo que sucedía.
— No sé lo que pasó, niña... pero tenemos el miedo de que sea lo que haya pasado contigo para que te ausentaras tanto tiempo, ahora nosotros estamos pagando por ello...
Pero no era justo ocultarte las cosas, tanto tiempo ausente te merecías aunque fuera saber lo que había estado sucediendo en Skjoldheim en vez de enterarte de la forma más cruel.
Intentó mantener la compostura y buscaba las palabras correctas en su cabeza... se veía lo incómodo que estaba, pero tendría que apechugar ya que nadie más en todo el hall se sentía preparado o con las agallas suficientes para darte la información que tendrían que explayarte. Apretó un poco los labios, con su mano libre acomodándose las gafas y suspirando de manera profunda antes de al fin comenzar a hablar.
— Aquí... las cosas tampoco han sido fáciles, poco tiempo después que desapareciste... las sirenas, tu gente, dejó de venir —empezó explicando con sumo cuidado. Necesitaba a toda costa mantener el tacto—. En un principio pensábamos que estaban buscándote, cosa que entenderíamos... pero cuando intentamos contactarnos con ellas ni una sola respondió... La primera y última vez que enviamos a alguien a averiguar si necesitaban ayuda, nunca volvió...
Comentando apretando un poco la mandíbula, intentando mantener la calma pero sentías perfectamente en los dedos de la mano con la que acariciaba la tuya un ligero temblequeo. Nervios. Y como para no tenerlos, estaba explicándote básicamente lo que había sucedido en tu ausencia y no pensaba que era capaz de hallar las palabras adecuadas como para que no te cayeran horriblemente mal. Pero no había forma bonita de darte aquel comunicado, así que inhaló profundo, y habló de nuevo.
— Lo último que supimos de tu gente, fue una carta que envió tu madre... diciéndonos que la matriarca... ya no estaba 'entre nosotros', y que la nueva matriarca pidió cortar inmediatamente comunicaciones con la superficie.
Hizo una pausa, desviando la mirada hacia algunas de las personas que estaban allí. No te miraban con desdén, de hecho... lo hacían con pena. No era lástima, era genuina tristeza por todo lo que había ocurrido y seguramente seguiría ocurriendo.
— Ya sabes cómo son las cosas aquí en Skjoldheim... los inviernos son crueles, poca o ninguna persona con dos dedos de frente vendría hasta aquí, y sin embargo... cada vez más embarcaciones han intentado venir, y todos esos barcos que vemos a lo lejos han llegado vacíos —contaba sentándose un poco más derecho. Lo que estaba a punto de soltar obviamente sabía que sería una pastilla dura de tragar. Algo que, muy probablemente, te resultaba completamente increíble—. Cada vez que vimos unos de esos barcos... escuchamos el canto de las sirenas, el mismo... que escuchábamos cuando te llamaban a ti de vuelta a casa. No... no estamos diciendo que ellas fueran las culpables pero... ha estado sucediendo cada vez con más constancia, hasta el punto en que mismo nosotros tenemos miedo de salir a pescar... y no volver.
Te contaba Torfi. Por lo que te decía, era como si todo el mundo pensara que algo horrible había pasado con tu gente y ahora las llevaba a actuar de forma hostil con todo aquel que fuese de la superficie. Si supieran lo que te había pasado probablemente lo conectarían con ese suceso... en especial luego de tu ausencia por culpa del Dragon Celestial. Hasta lo entenderían de cierto modo porque la gente de aquí se nota que sienten podrían haber hecho más por ti, esconderte... lo que fuera necesario y mentir para que no te fueras, pero fueron incapaces de meterse... porque nunca se enteraron de lo que sucedía.
— No sé lo que pasó, niña... pero tenemos el miedo de que sea lo que haya pasado contigo para que te ausentaras tanto tiempo, ahora nosotros estamos pagando por ello...