Airgid Vanaidiam
Metalhead
12-08-2024, 12:57 PM
Aquel morenote era gracioso. Le había estrechado la mano de vuelta, aunque fue un momento un tanto extraño porque ella trató de chocarle, y él la tomó para hacer el típico saludo al que al final Airgid acabó rindiéndose sin borrar su sonrisa. Y además se pidió el Cola Cao, lo que hizo que la mujer se echara a reír una vez más. Ni si quiera sabía porqué le dijo lo del cola cao, a veces Airgid decía lo primero que se le pasaba por la cabeza y no le daba más vueltas al asunto. La gente de su círculo estaba acostumbrada a ello, pero claro, a estos tres acababa de conocerlos. También fue curioso escucharle hablar de dónde venía, aunque la más interesada fue Asradi, sin duda, pues compartían el norte como zona común.
Y luego estaba ella, que nunca había visto la nieve. Había tantas cosas que no había visto aún. Y allí estaba, pudriéndose en esa isla que tanto quería pero que ya había llegado a detestar a la vez. Si es que eso era posible. Se quedó algo ausente por un momento, pensando en sus cosas. Era fácil notar cuando a la mujer le inquietaba algo, cuando se encontraba de bajón, pues toda esa energía apabullante y electrizante se venía abajo en un segundo. Le cambiaba hasta la cara. No estaba triste como tal, quizás melancólica, nostálgica.
Entonces, perdida en su propia cabeza, notó cómo una mirada se le clavaba desde el costado. Giró ligeramente la cabeza, solo para encontrarse con los ojos de Hammond, que parecían estar... ¿analizándola? Sí, sí, le había mirado los pechos, de eso estaba segura. La rubia no dijo nada. Se echó para atrás en la silla, se cruzó de piernas y se abrió de brazos, reposando uno de ellos sobre el respaldo. Le estaba ofreciendo un buen plano de sus tetas, ceñidas en aquel top de color negro, también se le podían notar los abdominales marcados aún estando sentada, ¿quería mirar? Pues que mirase a gusto, ella también le miraba tremendamente a gusto, con una sonrisilla en la cara. Era un hombre más que atractivo, cualquiera podría darse cuenta de ello. "¿Cómo tendrá la-" el grito del rubio interrumpió sus pensamientos de repente.
Acababa de invitarlos a todos a comer, y Airgid no pudo evitar soltar una carcajada viendo la reacción de la morena, que incluso le pegó. Le dio un bocado a su apetitosa y enorme hamburguesa. El momento de miraditas con Hammond la animó un poco, se sintió un poco halagada, ¿qué había de malo en ello? Aunque la cabeza seguía dándole vueltas. Sentía que no podía soportarlo más, que tenía que decirlo. — Hammond, Ubben, Asradi...— Su tono era más calmado. Para ella ese tema era algo serio. — Los tres sois extranjeros, venís desde muy lejos, supongo que ya estaréis pensando en la siguiente isla que vais a visitar... — De repente parecía nerviosa. — ¿Creéis que... podría viajar con alguno de vosotros? — Se mordió la lengua antes de continuar. — Llevo mucho tiempo queriendo salir de esta isla, pero... nunca he encontrado el valor. Hasta que os he conocido. Sois increíbles, únicos, con tanto mundo... Creo que conoceros ha sido una señal para que me decida de una vez y abandone este lugar. — Sonrió. Se le notaba la admiración en sus palabras. Y la liberación, poder decir en voz alta algo que llevaba pensando durante mucho tiempo, soltarlo sin más. No sabía si alguno de los tres accedería a su petición, quizás estaba siendo egoísta pidiéndoles algo así a unas personas que acababa de conocer. Pero simplemente era algo que tenía que verbalizar. — ¿Eso es un pato en un cojín? — No pudo evitar decirlo en voz alta.
Y luego estaba ella, que nunca había visto la nieve. Había tantas cosas que no había visto aún. Y allí estaba, pudriéndose en esa isla que tanto quería pero que ya había llegado a detestar a la vez. Si es que eso era posible. Se quedó algo ausente por un momento, pensando en sus cosas. Era fácil notar cuando a la mujer le inquietaba algo, cuando se encontraba de bajón, pues toda esa energía apabullante y electrizante se venía abajo en un segundo. Le cambiaba hasta la cara. No estaba triste como tal, quizás melancólica, nostálgica.
Entonces, perdida en su propia cabeza, notó cómo una mirada se le clavaba desde el costado. Giró ligeramente la cabeza, solo para encontrarse con los ojos de Hammond, que parecían estar... ¿analizándola? Sí, sí, le había mirado los pechos, de eso estaba segura. La rubia no dijo nada. Se echó para atrás en la silla, se cruzó de piernas y se abrió de brazos, reposando uno de ellos sobre el respaldo. Le estaba ofreciendo un buen plano de sus tetas, ceñidas en aquel top de color negro, también se le podían notar los abdominales marcados aún estando sentada, ¿quería mirar? Pues que mirase a gusto, ella también le miraba tremendamente a gusto, con una sonrisilla en la cara. Era un hombre más que atractivo, cualquiera podría darse cuenta de ello. "¿Cómo tendrá la-" el grito del rubio interrumpió sus pensamientos de repente.
Acababa de invitarlos a todos a comer, y Airgid no pudo evitar soltar una carcajada viendo la reacción de la morena, que incluso le pegó. Le dio un bocado a su apetitosa y enorme hamburguesa. El momento de miraditas con Hammond la animó un poco, se sintió un poco halagada, ¿qué había de malo en ello? Aunque la cabeza seguía dándole vueltas. Sentía que no podía soportarlo más, que tenía que decirlo. — Hammond, Ubben, Asradi...— Su tono era más calmado. Para ella ese tema era algo serio. — Los tres sois extranjeros, venís desde muy lejos, supongo que ya estaréis pensando en la siguiente isla que vais a visitar... — De repente parecía nerviosa. — ¿Creéis que... podría viajar con alguno de vosotros? — Se mordió la lengua antes de continuar. — Llevo mucho tiempo queriendo salir de esta isla, pero... nunca he encontrado el valor. Hasta que os he conocido. Sois increíbles, únicos, con tanto mundo... Creo que conoceros ha sido una señal para que me decida de una vez y abandone este lugar. — Sonrió. Se le notaba la admiración en sus palabras. Y la liberación, poder decir en voz alta algo que llevaba pensando durante mucho tiempo, soltarlo sin más. No sabía si alguno de los tres accedería a su petición, quizás estaba siendo egoísta pidiéndoles algo así a unas personas que acababa de conocer. Pero simplemente era algo que tenía que verbalizar. — ¿Eso es un pato en un cojín? — No pudo evitar decirlo en voz alta.