
Arthur Soriz
Gramps
12-02-2025, 01:17 AM
— ¿Que no...? ¿Cómo que no? —preguntaba, viéndose absolutamente incrédula ante tu negación de ver su show. ¿Cómo era eso posible? Si sabía que todos los que venían por su maravillosa voz querían escucharla, desvivirse por oírla cantar una vez más. Frunció un poco el ceño, no por enojo sino más bien confundida. A juzgar por las reacciones que estaba teniendo podías inquirir que muy bien del coco no estaba; le faltaban algunos caramelos al tarro. Con una sonrisa amplia de dientes filosos miró a sus dos compañeras sirenas, las cuales mostraron siempre esa expresión completamente neutral, casi como si no tuvieran alma, tan solo asintieron dándole la razón en todo a aquella abominación que te superaba al menos por un par de metros de altura.
Subida a lo que se veía como una almeja gigante actuando como caparazón, y entre los tentáculos que tenía de cabello y los demás que rodeaban su cuerpo parecía haber un vestigio de lo que, en algún momento, pudo haber sido una cola de sirena.
— No no, yo sé que sí, yo sé que quieres escucharme —decía convenciéndose a si misma—. Por algo viniste cuando pudiste quedarte en la superficie... ¡estás obsesionada conmigo! ¡Nunca había venido una chica cuando canto... cantamos! ¡Eso quiere decir que tengo razón!
Vociferó, casi dejando salir de su voz 'calmada' un alarido furioso. Pero claro, rápidamente aclaró la garganta, soltando lo que sonaba como una risita falsa intentando mantener la compostura. Mirándote fijo a los ojos... notaste la misma expresión que Torfi tuvo en su momento cuando le costó reconocerte en un inicio. ¿Cómo? Si no recordabas haber hablado en tu puta vida con un ser tan horrible y manipulador. Pero una sonrisa macabra se plasmó en el rostro de ese ser, que se mantenía a varios metros de distancia de ustedes.
Las demás sirenas que te acompañaban simplemente sonreían ligeramente, como si estuvieran haciéndolo de forma automática. Incluso tu madre, aquella que había sido tan fuerte como mujer desde tu nacimiento parecía completamente... embelesada por la presencia de ese ser. Mientras esta sonreía de forma amplia, tensó la mandíbula haciendo crujir sus dientes y chirriar de forma incómoda. Ese momento en el que se dio cuenta quién eras mientras que tú siquiera le recordabas... era completamente opuesto a la sensación que tuviste cuando pasó en la superficie con la gente del pueblo.
En vez de sentir la calidez de gente que te quería, sentiste un escalofrío recorrerte la espalda por completo. Una sensación tan desagradable que jurarías que se colaba entre las escamas de tu cola amenazando con hacerlas caer en cualquier momento. Así de horrible era, casi como si estuvieras viendo una pesadilla... o peor aún, un trauma de tu niñez que habías querido dejar enterrado en lo más profundo de tus memorias para que nunca más viera la luz del día.
— ¡ASRADI! —exclamó.
Su grito resonando como si fuese el retorno del micrófono en un parlante. Su nadar era errático, siquiera parecía necesitar mantenerse a flote por su cuenta, pero se fue aproximando lentamente, haciendo un zigzagueo a medida que terminada de acercarse a ti hasta que su rostro estuvo prácticamente casi que pegado al tuyo, su frente con la tuya apenas rozándose ocasionalmente.
— ¿Dónde estabas, por qué tardaste tanto en volver? Pensaba que éramos amiguis, ¿no querías mandar cartas? ¿Me extrañaste? Yo te extrañé mucho, y seguramente las demás también, ¡¿verdad que la extrañaron?! —preguntó alzando la voz mirando de reojo a tu madre y a las demás. Estas asintieron rápidamente con la cabeza. Este ser volvió a mirarte a los ojos, reanudando la forma atropellada y veloz que tenía de hablar, como un niño emocionado que ve a un viejo amigo luego de tiempo sin cruzarse—. ¿Quieres jugar a la escondida como lo hacíamos cuando éramos niñas? ¿O quizás a perseguirte y tú no te dejas atrapas? ¡Tú las traes! ¡Eso, eso! Que aún recuerdo cuando me decías "¿Podrías dejar de perseguirme? Me da un poco de cosa." ... Jo, ¿aún te sigue dando cosa? ¿O ahora podemos jugar? ¡Vamos, juguemos! ¡Di que sí, di que sí!
Se le iba la olla y fuerte, cuanto más hablaba más se notaba que estaba completamente loca. Pero en su locura parecías ver una expresión... o quizás su mirada, algo en ella te recordaba a alguien que conociste antaño. No sabías perfectamente de dónde o cuándo fue, pero es que su voz... su maldita voz, resonando con tantas otras de por medio, incluso jurarías escuchar la de la matriarca entre ellas.
Te puso las manos en los hombros, sacudiéndote de atrás para adelante, mirándote a los ojos de forma fija con esos orbes que parecían inyectados en sangre.
— ¡Soy yo, Scylla! ¿Me recuerdas? ... Dime que me recuerdas, ¿lo haces, verdad? ... Sí, yo sé que sí. Nunca te olvidarías de mi, estoy segura de ello... nunca te olvidarías de tu mejor amiga, ¡nunca!
¿Lo peor de todo? ... Ahora mismo, no recordabas a ninguna Scylla.
Subida a lo que se veía como una almeja gigante actuando como caparazón, y entre los tentáculos que tenía de cabello y los demás que rodeaban su cuerpo parecía haber un vestigio de lo que, en algún momento, pudo haber sido una cola de sirena.
— No no, yo sé que sí, yo sé que quieres escucharme —decía convenciéndose a si misma—. Por algo viniste cuando pudiste quedarte en la superficie... ¡estás obsesionada conmigo! ¡Nunca había venido una chica cuando canto... cantamos! ¡Eso quiere decir que tengo razón!
Vociferó, casi dejando salir de su voz 'calmada' un alarido furioso. Pero claro, rápidamente aclaró la garganta, soltando lo que sonaba como una risita falsa intentando mantener la compostura. Mirándote fijo a los ojos... notaste la misma expresión que Torfi tuvo en su momento cuando le costó reconocerte en un inicio. ¿Cómo? Si no recordabas haber hablado en tu puta vida con un ser tan horrible y manipulador. Pero una sonrisa macabra se plasmó en el rostro de ese ser, que se mantenía a varios metros de distancia de ustedes.
Las demás sirenas que te acompañaban simplemente sonreían ligeramente, como si estuvieran haciéndolo de forma automática. Incluso tu madre, aquella que había sido tan fuerte como mujer desde tu nacimiento parecía completamente... embelesada por la presencia de ese ser. Mientras esta sonreía de forma amplia, tensó la mandíbula haciendo crujir sus dientes y chirriar de forma incómoda. Ese momento en el que se dio cuenta quién eras mientras que tú siquiera le recordabas... era completamente opuesto a la sensación que tuviste cuando pasó en la superficie con la gente del pueblo.
En vez de sentir la calidez de gente que te quería, sentiste un escalofrío recorrerte la espalda por completo. Una sensación tan desagradable que jurarías que se colaba entre las escamas de tu cola amenazando con hacerlas caer en cualquier momento. Así de horrible era, casi como si estuvieras viendo una pesadilla... o peor aún, un trauma de tu niñez que habías querido dejar enterrado en lo más profundo de tus memorias para que nunca más viera la luz del día.
— ¡ASRADI! —exclamó.
Su grito resonando como si fuese el retorno del micrófono en un parlante. Su nadar era errático, siquiera parecía necesitar mantenerse a flote por su cuenta, pero se fue aproximando lentamente, haciendo un zigzagueo a medida que terminada de acercarse a ti hasta que su rostro estuvo prácticamente casi que pegado al tuyo, su frente con la tuya apenas rozándose ocasionalmente.
— ¿Dónde estabas, por qué tardaste tanto en volver? Pensaba que éramos amiguis, ¿no querías mandar cartas? ¿Me extrañaste? Yo te extrañé mucho, y seguramente las demás también, ¡¿verdad que la extrañaron?! —preguntó alzando la voz mirando de reojo a tu madre y a las demás. Estas asintieron rápidamente con la cabeza. Este ser volvió a mirarte a los ojos, reanudando la forma atropellada y veloz que tenía de hablar, como un niño emocionado que ve a un viejo amigo luego de tiempo sin cruzarse—. ¿Quieres jugar a la escondida como lo hacíamos cuando éramos niñas? ¿O quizás a perseguirte y tú no te dejas atrapas? ¡Tú las traes! ¡Eso, eso! Que aún recuerdo cuando me decías "¿Podrías dejar de perseguirme? Me da un poco de cosa." ... Jo, ¿aún te sigue dando cosa? ¿O ahora podemos jugar? ¡Vamos, juguemos! ¡Di que sí, di que sí!
Se le iba la olla y fuerte, cuanto más hablaba más se notaba que estaba completamente loca. Pero en su locura parecías ver una expresión... o quizás su mirada, algo en ella te recordaba a alguien que conociste antaño. No sabías perfectamente de dónde o cuándo fue, pero es que su voz... su maldita voz, resonando con tantas otras de por medio, incluso jurarías escuchar la de la matriarca entre ellas.
Te puso las manos en los hombros, sacudiéndote de atrás para adelante, mirándote a los ojos de forma fija con esos orbes que parecían inyectados en sangre.
— ¡Soy yo, Scylla! ¿Me recuerdas? ... Dime que me recuerdas, ¿lo haces, verdad? ... Sí, yo sé que sí. Nunca te olvidarías de mi, estoy segura de ello... nunca te olvidarías de tu mejor amiga, ¡nunca!
¿Lo peor de todo? ... Ahora mismo, no recordabas a ninguna Scylla.