Ubben Sangrenegra
Loki
13-08-2024, 01:50 AM
Ubben sabía que estrechar la mano de Airgid no era exactamente lo que la rubia esperaba. Aun así, la situación se perfilaba como un tres contra uno en el peor de los casos, y necesitaba medir de alguna manera al más fuerte y al más débil del grupo. Al estrechar firmemente su mano, se sorprendió al sentir la fuerza con la que la mujer le correspondió. Esa mujer no era débil, en absoluto. De hecho, probablemente sería capaz de patearle el trasero ella sola si se enfrentaran.
Mientras esto sucedía, fue inevitable para Ubben percatarse de la mirada de Hammond posándose descaradamente en el pecho de las chicas que estaban junto a ellos. Una parte de Ubben quería reír ante tal descaro, pero otra parte estaba esperando una violenta represalia por parte de la efusiva rubia. Sin embargo, para su sorpresa, se equivocó. La rubia, en lugar de enfurecerse, se acomodó de tal forma que su pecho resaltara aún más, dejando entrever también sus marcados abdominales. Al parecer, le gustaba la atención de Hammond. Aprovechando la situación, Ubben dejó que su mirada recorriera lentamente desde los abdominales de la rubia, subiendo por su pecho, siguiendo la línea de su clavícula hasta su hombro, su cuello, y finalmente deteniéndose en su boca. No pudo evitar morderse el labio inferior; la chica era guapa.
Volvió a la realidad cuando su mirada subió un poco más y se encontró con los ojos de Airgid. Ubben bajó ligeramente su tricornio, mientras Hammond comentaba la necesidad de acostumbrarse más rápido a la situación. Quizá tenía razón en ello, pero la vergüenza que sentía en ese momento no le permitió procesarlo del todo. Su cabeza gritaba "trágame tierra", pero sus ojos vieron algo que lo hizo pensar . —Mc Duck... no pensaba encontrarte aquí,— susurró para sí mismo al ver pasar al pato muy cómodo en su clásico cojín. Aquél animal no era un pato normal... no, era un operativo de los bajos fondos, tal como él. En algún momento, habían trabajado juntos en una subasta, donde peces más gordos los enviaron a pujar de forma separada por artículos específicos para elevar el precio de los mismos en la subasta, permitiendo que otro se quedase con el precio inflado. El pato era efectivo; claramente, tener a un pato en el lugar desconcertaba bastante en una situación como esa.
En ese momento, escuchó a Asradi mencionar que también venía del norte, lo que provocó que Ubben se emocionara un poco. —¿De verdad? ¿De qué isla?— preguntó, pues llevaba tiempo sin encontrarse con gente originaria de los fríos del norte. La sirena afirmó que el cálido clima del este no estaba tan mal, algo con lo que el peliblanco no estaba realmente de acuerdo, por lo que simplemente se encogió de hombros y comentó —Prefiero el frío, sinceramente. El calor me pone de mal humor.— Luego de su respuesta, escuchó a Hammond gritar de felicidad e invitar a todo el bar a comer, algo que rompió directamente el humor de Ubben, haciendo que se riera a carcajadas, olvidándose de la vergüenza previa que sentía. Similar a lo que hizo la rubia, palmeó la mesa con entusiasmo. El golpe de la pelinegra fue una sorpresa, pero a esa altura no podía evitar reír. El grupo era extraño, pero era esa misma extrañeza la que les hacía calzar bien.
Lo que realmente sorprendió a Ubben fue el cambio en la voz de Airgid cuando se dirigió a ellos. Por un segundo, pensó que lo mandaría al diablo por haberla mirado de forma descarada y con claros pensamientos lascivos, pero se equivocaba. La chica buscaba salir de la isla y quería viajar con alguno de ellos tres... Hammond y Asradi al parecer la conocían de antes, por lo que le resultó extraño que también lo incluyera, aunque esto podría terminar siendo beneficioso. Las palabras de Airgid sonaban sinceras, y eso le agradaba al peliblanco. Había que ser valiente para abrirse sobre deseos y sueños frente a completos desconocidos. Ubben sonrió, miró al grupo y dijo —Si necesitan viajar, cuento con un barco y sé navegar bastante bien... no me vendría mal un poco de compañía, suelo aburrirme en los viajes largos,— respondió Ubben a la pregunta de Airgid, mientras la misma hacía notar la presencia de Mc Duck.
Ubben puso la mano en el hombro de Asradi y dijo —No te preocupes, yo pago la mitad,— la miró con una sonrisa mientras secaba las lágrimas de sus ojos. Entonces Asradi suspiró y apuntó a Mc Duck, sugiriendo que si tenía hambre, se comiera al pato. Ubben cambió su semblante a uno tranquilo y, con un tono respetuoso, dijo —Con permiso, nos ahorraré un problema.— Bajó suavemente el brazo de Asradi. —Disculpa, Mc Duck,— dijo mientras saludaba con la mano a aquel pato con el que había trabajado anteriormente. —Simplemente no lo hagan enojar, es un pato, pero ataca como un halcón.— Con eso, sería obvio que Ubben lo conocía, y probablemente vendrían más preguntas, pero aquello no le molestaba. Era normal que preguntasen después de ver a un pato mafioso.
Mientras esto sucedía, fue inevitable para Ubben percatarse de la mirada de Hammond posándose descaradamente en el pecho de las chicas que estaban junto a ellos. Una parte de Ubben quería reír ante tal descaro, pero otra parte estaba esperando una violenta represalia por parte de la efusiva rubia. Sin embargo, para su sorpresa, se equivocó. La rubia, en lugar de enfurecerse, se acomodó de tal forma que su pecho resaltara aún más, dejando entrever también sus marcados abdominales. Al parecer, le gustaba la atención de Hammond. Aprovechando la situación, Ubben dejó que su mirada recorriera lentamente desde los abdominales de la rubia, subiendo por su pecho, siguiendo la línea de su clavícula hasta su hombro, su cuello, y finalmente deteniéndose en su boca. No pudo evitar morderse el labio inferior; la chica era guapa.
Volvió a la realidad cuando su mirada subió un poco más y se encontró con los ojos de Airgid. Ubben bajó ligeramente su tricornio, mientras Hammond comentaba la necesidad de acostumbrarse más rápido a la situación. Quizá tenía razón en ello, pero la vergüenza que sentía en ese momento no le permitió procesarlo del todo. Su cabeza gritaba "trágame tierra", pero sus ojos vieron algo que lo hizo pensar . —Mc Duck... no pensaba encontrarte aquí,— susurró para sí mismo al ver pasar al pato muy cómodo en su clásico cojín. Aquél animal no era un pato normal... no, era un operativo de los bajos fondos, tal como él. En algún momento, habían trabajado juntos en una subasta, donde peces más gordos los enviaron a pujar de forma separada por artículos específicos para elevar el precio de los mismos en la subasta, permitiendo que otro se quedase con el precio inflado. El pato era efectivo; claramente, tener a un pato en el lugar desconcertaba bastante en una situación como esa.
En ese momento, escuchó a Asradi mencionar que también venía del norte, lo que provocó que Ubben se emocionara un poco. —¿De verdad? ¿De qué isla?— preguntó, pues llevaba tiempo sin encontrarse con gente originaria de los fríos del norte. La sirena afirmó que el cálido clima del este no estaba tan mal, algo con lo que el peliblanco no estaba realmente de acuerdo, por lo que simplemente se encogió de hombros y comentó —Prefiero el frío, sinceramente. El calor me pone de mal humor.— Luego de su respuesta, escuchó a Hammond gritar de felicidad e invitar a todo el bar a comer, algo que rompió directamente el humor de Ubben, haciendo que se riera a carcajadas, olvidándose de la vergüenza previa que sentía. Similar a lo que hizo la rubia, palmeó la mesa con entusiasmo. El golpe de la pelinegra fue una sorpresa, pero a esa altura no podía evitar reír. El grupo era extraño, pero era esa misma extrañeza la que les hacía calzar bien.
Lo que realmente sorprendió a Ubben fue el cambio en la voz de Airgid cuando se dirigió a ellos. Por un segundo, pensó que lo mandaría al diablo por haberla mirado de forma descarada y con claros pensamientos lascivos, pero se equivocaba. La chica buscaba salir de la isla y quería viajar con alguno de ellos tres... Hammond y Asradi al parecer la conocían de antes, por lo que le resultó extraño que también lo incluyera, aunque esto podría terminar siendo beneficioso. Las palabras de Airgid sonaban sinceras, y eso le agradaba al peliblanco. Había que ser valiente para abrirse sobre deseos y sueños frente a completos desconocidos. Ubben sonrió, miró al grupo y dijo —Si necesitan viajar, cuento con un barco y sé navegar bastante bien... no me vendría mal un poco de compañía, suelo aburrirme en los viajes largos,— respondió Ubben a la pregunta de Airgid, mientras la misma hacía notar la presencia de Mc Duck.
Ubben puso la mano en el hombro de Asradi y dijo —No te preocupes, yo pago la mitad,— la miró con una sonrisa mientras secaba las lágrimas de sus ojos. Entonces Asradi suspiró y apuntó a Mc Duck, sugiriendo que si tenía hambre, se comiera al pato. Ubben cambió su semblante a uno tranquilo y, con un tono respetuoso, dijo —Con permiso, nos ahorraré un problema.— Bajó suavemente el brazo de Asradi. —Disculpa, Mc Duck,— dijo mientras saludaba con la mano a aquel pato con el que había trabajado anteriormente. —Simplemente no lo hagan enojar, es un pato, pero ataca como un halcón.— Con eso, sería obvio que Ubben lo conocía, y probablemente vendrían más preguntas, pero aquello no le molestaba. Era normal que preguntasen después de ver a un pato mafioso.