Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
20-08-2024, 08:04 PM
Al final todo estalló. Los mink iniciaron un conflicto que vete a saber cómo podría llegar a terminar. Hammond, en un acto reflejo extendió aún más gas, aquel verdoso con olor a bolsa de gominolas. Todo su cuerpo se desvaneció, trasladándose a la mesa de su costado, en la que Airgid cayó ipsofacto. El gas se filtró entre los que estaban alrededor, es decir alrededor de Ubben y Asradi, sin embargo, como si se tratara de algo que tuviera vida propia, el gas no llegaba a ser inhalado por los mismos. Es más, aquel componente natural parecía estar bordeando los orificios de aquellas personas. Algo que no logró la mujer a la que le faltaba una pierna. Hammond no tenía aún el suficiente control como para dominar de aquella manera el gas, pero había momentos como ese en los que sí se centraba en el uso de este, la cosa fluía.
El caos terminó por llegar a su cenit al ver al "ente" de la isla. Al dueño, el alma de la roca. Habló. Hammond creía en eso, creía en los espíritus, en el poder que representaban, en que si muchos piensan en algo muy comúnmente, es algo cobraba una vida, quizás no física, pero sí "fantasmal". En este caso si sería física; sin embargo, tampoco paró a hablar con el ente. Aquel gas se formó alrededor de Airgid, apareciendo el cuerpo de Hammond completo bajo la misma, es decir, el cuerpo de la rubia era sostenido mágicamente por unos brazos gaseosos que no tardaron en volverse de carne y hueso. — ¡Luego contarrr! — Vociferó, sin quitarle la vista de encima al monstruo. Estaba completamente cegado por su ... ¿belleza? joder sí, era bonito, imperial, un ente legendario. — No es el momento. — Se dijo a sí mismo.
Como alma que lleva el diablo, Hammond arrancó a correr en dirección al faro de la isla. — ¡En noche! — Intentó decir. Cuando se aceleraba, le costaba más pronunciar bien aquella maldita lengua. — ¡En casa de Mano bonita! — Logró decir. Quizás nadie supiera a qué se refería, salvo Asradi. Ella estuvo en el momento en el que el nórdico le puso el mote, así que dependía de ella que le hubiera escuchado.
Las zancadas eran enormes, pasando por encima de algunos puestos e intentando esquivar a todo o que se encontraba, especialmente gente. ¿El plan? Encontrarse con el "grupo" en casa de Airgid.
El caos terminó por llegar a su cenit al ver al "ente" de la isla. Al dueño, el alma de la roca. Habló. Hammond creía en eso, creía en los espíritus, en el poder que representaban, en que si muchos piensan en algo muy comúnmente, es algo cobraba una vida, quizás no física, pero sí "fantasmal". En este caso si sería física; sin embargo, tampoco paró a hablar con el ente. Aquel gas se formó alrededor de Airgid, apareciendo el cuerpo de Hammond completo bajo la misma, es decir, el cuerpo de la rubia era sostenido mágicamente por unos brazos gaseosos que no tardaron en volverse de carne y hueso. — ¡Luego contarrr! — Vociferó, sin quitarle la vista de encima al monstruo. Estaba completamente cegado por su ... ¿belleza? joder sí, era bonito, imperial, un ente legendario. — No es el momento. — Se dijo a sí mismo.
Como alma que lleva el diablo, Hammond arrancó a correr en dirección al faro de la isla. — ¡En noche! — Intentó decir. Cuando se aceleraba, le costaba más pronunciar bien aquella maldita lengua. — ¡En casa de Mano bonita! — Logró decir. Quizás nadie supiera a qué se refería, salvo Asradi. Ella estuvo en el momento en el que el nórdico le puso el mote, así que dependía de ella que le hubiera escuchado.
Las zancadas eran enormes, pasando por encima de algunos puestos e intentando esquivar a todo o que se encontraba, especialmente gente. ¿El plan? Encontrarse con el "grupo" en casa de Airgid.