Drake Longspan
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26-08-2024, 06:23 PM
(Última modificación: 26-08-2024, 06:24 PM por Drake Longspan.)
Drake Longspan se deslizó de vuelta a su forma humana con la misma naturalidad con la que un maestro pintor limpia un pincel. La roca que había formado su imponente figura se desmoronó lentamente, deslizándose de su cuerpo en finos gránulos hasta desaparecer en el suelo polvoriento de la taberna. Mientras recuperaba su apariencia normal, sus ojos brillaban con una chispa de astucia calculadora, la misma que había llevado a los matones a huir despavoridos y que ahora enfocaba en su próxima presa: el propio Pato MC Duck.
El carpintero, con su habitual calma, se acomodó en la mesa, su presencia llena de una confianza que no necesitaba ostentar con palabras. La taberna, aunque aún impregnada del olor a humo y pólvora, comenzaba a recuperar algo de su desordenada tranquilidad. Los pocos clientes que quedaban, aturdidos pero ilesos, se mantenían a distancia, conscientes de que habían presenciado algo fuera de lo común, pero sin atreverse a intervenir.
MC Duck, aún en su transformación parcial, observó a Drake con ojos brillantes, una mezcla de respeto y cautela. Aparentemente y a decir por la situación, el carpintero había tomado el control de la situación con una facilidad que no muchos poseían. Pero más importante aún, sabía que ahora aquel pato estaba en deuda con él, una posición que no solo le gustaba, si no que le hacía maquinar planes económicos casi utópicos.
Al menos hasta que huyó del lugar.
Por suerte para Drake Longspan, todavía quedaba aquel Mink tan extraño con pintas de jaguar con reacción alérgica.
Drake se reclinó ligeramente hacia adelante, apoyando sus codos en la mesa y entrelazando sus dedos. Su sonrisa era afable, pero sus ojos revelaban una mente que calculaba cada movimiento como si estuviera trazando el plano de un barco a prueba de balas.
— Sabes, amigo mío — comenzó a decir el usuario de la fruta Ishi Ishi no Mi, con una voz resonante y controlada — el caos tiene su precio, pero el orden... ese puede ser aún más caro. Y hoy, parece que has encontrado a alguien dispuesto a organizarlo por ti. ¿Cuánto pides por el pato?
Aquella figura tan extraña, con los dedos pringados de color naranja parecía completamente humano de nuevo, sintió el peso de las palabras de Drake. Intentó mantener la compostura, pero el sudor frío que perlaba su frente lo delataba. Sabía que Drake Longspan no solo podría pertenecer a los matones que acababan de huir, sino de algo más profundo, y eso es una oferta que no podía permitirse rechazar. Se había tragado el farol.
— ¿Y cuál es ese precio, espíritu de la montaña? —respondió Chetony, su voz apenas un susurro en comparación con la de Drake.
Drake esbozó una sonrisa más amplia, casi paternal.
—No soy un hombre de grandes exigencias, solo de necesidades claras —dijo, dejando que sus palabras flotaran en el aire antes de continuar— Protección, influencia, quizás incluso algunos recursos para mis próximos proyectos. Y por supuesto, una suma que me permita disfrutar de los placeres de la vida mientras tanto, siempre por adelantado.
Aquel mafioso lo miró fijamente a través de sus gafas de sol, sopesando y barajando sus opciones. Sabía que ese hombre estaba en una posición de ventaja, pero también que era alguien con quien era mejor tener un acuerdo que un enfrentamiento. Finalmente, asintió, su semblante mostrando la resignación de un hombre que había sido vencido por un maestro en su propio juego.
—Trato hecho — dijo, extendiendo su mano hacia aquel hombre de pelo negro y revuelto, su mano temblaba debido a la situación vivida.
Drake tomó la mano de Chester Chetony, su apretón fue firme y seguro, y a una distancia prudencial gracias a sus largos brazos. Sabía que este acuerdo era solo el comienzo, una pequeña inversión en un futuro lleno de oportunidades.
Una completa estafa.
— Perfecto. Ahora que estamos en sintonía, hablemos de los detalles, necesito saber la posible localización de ese pato. — concluyó el carpintero boxeador, mientras la tensión en la taberna comenzaba a disiparse, y los murmullos de la clientela volvieron a llenar el aire. Pero Drake Longpsan, con su mirada fija en aquel, ya estaba varios pasos por delante, calculando su próxima jugada en el tablero de la vida, la piratería y hacienda.
La taberna volvía a su caótico estado habitual, pero para Drake Longspan, todo estaba exactamente como debía estar. Cada pieza estaba en su lugar, y las posibilidades eran tan vastas como el horizonte que alguna vez había contemplado desde las cubiertas de los barcos que construía. En ese preciso momento, supo que acababa de comenzar una nueva partida, y como siempre, estaba decidido a salir ganador.
El muchacho recogió su petate de la taberna, cargándolo en su hombro, se dirigió a la salida, levantando el brazo izquierdo comentó al aire:
— Quiero el cincuenta por ciento del precio antes del anochecer, y por adelantado.
El carpintero, con su habitual calma, se acomodó en la mesa, su presencia llena de una confianza que no necesitaba ostentar con palabras. La taberna, aunque aún impregnada del olor a humo y pólvora, comenzaba a recuperar algo de su desordenada tranquilidad. Los pocos clientes que quedaban, aturdidos pero ilesos, se mantenían a distancia, conscientes de que habían presenciado algo fuera de lo común, pero sin atreverse a intervenir.
MC Duck, aún en su transformación parcial, observó a Drake con ojos brillantes, una mezcla de respeto y cautela. Aparentemente y a decir por la situación, el carpintero había tomado el control de la situación con una facilidad que no muchos poseían. Pero más importante aún, sabía que ahora aquel pato estaba en deuda con él, una posición que no solo le gustaba, si no que le hacía maquinar planes económicos casi utópicos.
Al menos hasta que huyó del lugar.
Por suerte para Drake Longspan, todavía quedaba aquel Mink tan extraño con pintas de jaguar con reacción alérgica.
Drake se reclinó ligeramente hacia adelante, apoyando sus codos en la mesa y entrelazando sus dedos. Su sonrisa era afable, pero sus ojos revelaban una mente que calculaba cada movimiento como si estuviera trazando el plano de un barco a prueba de balas.
— Sabes, amigo mío — comenzó a decir el usuario de la fruta Ishi Ishi no Mi, con una voz resonante y controlada — el caos tiene su precio, pero el orden... ese puede ser aún más caro. Y hoy, parece que has encontrado a alguien dispuesto a organizarlo por ti. ¿Cuánto pides por el pato?
Aquella figura tan extraña, con los dedos pringados de color naranja parecía completamente humano de nuevo, sintió el peso de las palabras de Drake. Intentó mantener la compostura, pero el sudor frío que perlaba su frente lo delataba. Sabía que Drake Longspan no solo podría pertenecer a los matones que acababan de huir, sino de algo más profundo, y eso es una oferta que no podía permitirse rechazar. Se había tragado el farol.
— ¿Y cuál es ese precio, espíritu de la montaña? —respondió Chetony, su voz apenas un susurro en comparación con la de Drake.
Drake esbozó una sonrisa más amplia, casi paternal.
—No soy un hombre de grandes exigencias, solo de necesidades claras —dijo, dejando que sus palabras flotaran en el aire antes de continuar— Protección, influencia, quizás incluso algunos recursos para mis próximos proyectos. Y por supuesto, una suma que me permita disfrutar de los placeres de la vida mientras tanto, siempre por adelantado.
Aquel mafioso lo miró fijamente a través de sus gafas de sol, sopesando y barajando sus opciones. Sabía que ese hombre estaba en una posición de ventaja, pero también que era alguien con quien era mejor tener un acuerdo que un enfrentamiento. Finalmente, asintió, su semblante mostrando la resignación de un hombre que había sido vencido por un maestro en su propio juego.
—Trato hecho — dijo, extendiendo su mano hacia aquel hombre de pelo negro y revuelto, su mano temblaba debido a la situación vivida.
Drake tomó la mano de Chester Chetony, su apretón fue firme y seguro, y a una distancia prudencial gracias a sus largos brazos. Sabía que este acuerdo era solo el comienzo, una pequeña inversión en un futuro lleno de oportunidades.
Una completa estafa.
— Perfecto. Ahora que estamos en sintonía, hablemos de los detalles, necesito saber la posible localización de ese pato. — concluyó el carpintero boxeador, mientras la tensión en la taberna comenzaba a disiparse, y los murmullos de la clientela volvieron a llenar el aire. Pero Drake Longpsan, con su mirada fija en aquel, ya estaba varios pasos por delante, calculando su próxima jugada en el tablero de la vida, la piratería y hacienda.
La taberna volvía a su caótico estado habitual, pero para Drake Longspan, todo estaba exactamente como debía estar. Cada pieza estaba en su lugar, y las posibilidades eran tan vastas como el horizonte que alguna vez había contemplado desde las cubiertas de los barcos que construía. En ese preciso momento, supo que acababa de comenzar una nueva partida, y como siempre, estaba decidido a salir ganador.
El muchacho recogió su petate de la taberna, cargándolo en su hombro, se dirigió a la salida, levantando el brazo izquierdo comentó al aire:
— Quiero el cincuenta por ciento del precio antes del anochecer, y por adelantado.