Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Aventura] [A-Presente] Bienvenidos al circo [Tier 3]
Octojin
El terror blanco
Personaje


Octojin se encontraba en el G-31, resignado a la rutina de tareas mundanas que le habían mandado ese día. La fregona en su mano, demasiado pequeña para su tamaño gigantesco, hacía que tuviera que agacharse incómodamente para fregar los suelos del cuartel. Cada vez que lo hacía, sentía cómo el sudor resbalaba por su frente y su espalda, empapando su camisa ya pegada a su piel. Cada pasillo por el que pasaba era una tortura para su espalda, y los murmullos nerviosos de los demás soldados solo añadían a la sensación de que algo importante estaba ocurriendo en el cuartel, algo de lo que él, atrapado en su tarea, no formaba parte.

"¿Qué hago aquí? Me alisté para ser parte de algo grande, y me tienen fregando el suelo como si no existiera otra cosa que hacer", pensó mientras pasaba la fregona de lado a lado con lentitud.

Terminó de fregar y se dirigió al área este del cuartel para vaciar los contenedores de basura, la que era su siguiente misión. A medida que avanzaba por los pasillos del cuartel, Octojin no podía dejar de notar que la gente estaba inusualmente nerviosa. Los rumores corrían por todas partes, pero nadie le decía nada concreto. Todo indicaba que algo grande estaba ocurriendo, pero, ¿qué? Octojin frunció el ceño, sintiendo la frustración aumentar dentro de él. Pasó por varios marines que cuchicheaban entre ellos, lanzándole miradas rápidas antes de seguir con sus murmullos.

Una vez llegó al lado este, el escualo enseguida notó cómo aquella tarea era mucho más sencilla para él, dada su fuerza descomunal. Mientras sus compañeros humanos luchaban por levantar los pesados cubos, Octojin lo hacía con suma facilidad, levantando dos o tres a la vez y vaciándolos sin esfuerzo.

Después de vaciar la basura, fue directo al comedor, ansioso por devorar su ración. La comida en la Marina no era algo para alardear, pero al menos llenaba el estómago. Justo cuando estaba a punto de dar su primer gran mordisco, el cabo Oyama irrumpió en la sala con prisa y les lanzó una orden que cambiaría el ritmo de su día.

Y en aquél momento, la monotonía del día se vio interrumpida cuando el cabo se acercó a ellos con noticias urgentes. El tiburón apenas había comenzado a disfrutar de su plato cuando la noticia de que les esperaban en la sala 12-B con urgencia llegó a sus oídos. Sin pensárselo dos veces, comenzó a comer a una velocidad sorprendente, llenando su boca hasta los límites de lo que podía masticar. A medio tragar y aún con comida en la boca, se levantó de la mesa y salió apresuradamente, con sus mandíbulas trabajando sin pausa mientras se dirigía a la sala de exposiciones. Por un momento tuvo un amago de tos mientras corría y casi se ve obligado a expulsar la comida de su boca, pero pudo tragar todo antes de llegar a la sala.

Cuando llegó, se encontró con la sargento Abott, una mujer estricta de mirada cortante, y un mink león con un pelaje castaño dorado, que llevaba una vieja gabardina beige, gafas de sol y un sombrero fedora. A pesar de su elegante vestimenta, había algo salvaje en sus ojos ambarinos y su postura imponente. El mink carraspeó antes de comenzar su presentación, mientras la sargento organizaba a los soldados en filas. Octojin, con su descomunal tamaño, destacaba entre los demás marines.
 
La misión que se les encomendaba era clara: debían purgar Loguetown de los piratas conocidos como la Hermandad de la Velocidad. El mink león, Palemane, detalló que el objetivo principal era capturar su barco, el Gymnasium, aprovechando que la tripulación podría estar resintiendo los efectos de una celebración reciente.
Las imágenes de los miembros de la banda pirata proyectadas en la pantalla llamaron la atención de Octojin, especialmente cuando apareció la foto de Onigiri, un gyojin rana. Aunque su apariencia era cómica, Octojin sabía que no debía subestimar a ningún enemigo, especialmente a otro gyojin.

Aprovechando su experiencia previa como carpintero y su conocimiento de estructuras, Octojin pensó una táctica de infiltración que aprovechara su habilidad para trabajar con madera. A su mente llegaron ideas de sabotear el barco desde dentro, debilitando puntos clave de su estructura para inmovilizarlo rápidamente sin alertar a la tripulación. Esta propuesta, aunque audaz, reflejaba su comprensión única de las embarcaciones y su deseo de contribuir más allá de las tareas de limpieza. Otra opción menos sutil y quizá más eficaz, era hundir su barco desde el mar, pero aquello suponía que sería menos aceptable por parte de sus superiores. En cualquier caso, pensó muy bien sus palabras, esperando que todos los demás se marchasen a excepción de sus superiores, y entonces, se decidió a hablar.

Sargento Abbot, ¿me permite algo menos de un minuto? —dijo con su voz grave, sabiendo que el tiempo de la sargento era oro. Si accedía a ese minuto, continuaría— Podríamos infiltrarnos en el Gymnasium y aprovechar mi habilidad como carpintero para hundirlo desde dentro. Un golpe estratégico en su estructura podría hacer que pierdan su velocidad y maniobrabilidad. Podríamos camuflarlo con cualquier tipo de distracción fuera. Y si no, podríamos hundirlo desde abajo. Podría sumergirme en el mar y buscar alguna debilidad en el navío. Aquellos nos dejaría en una gran ventaja. Pillaríamos desprevenidos e indefensos a los piratas, y sería cuestión de tiempo atraparlos. Si montamos un perímetro, no podrían huir por tierra. Y por mar no tienen nada que hacer ni conmigo ni con cualquier embarcación que preparemos.

Octojin permaneció firme, esperando una respuesta de la sargento. Sin duda había sido muy atrevido al proponer un plan, cuando muy seguramente, ya hubieran pensado veinte mejores que ese. Pero el tiburón quería hacerse notar, que vieran que tenía mucho más que aportar que tirar la basura y fregar los pasillos con una diminuta fregona. El plan en sí sólo daba dos datos, que el tiburón era un excelente nadador, y que su condición de carpintero podía ser útil a la hora de enfocar el plan. Casi con total seguridad tanto la sargento como el mink habrían tenido eso en cuenta, pero nunca estaba de más recordarlo.

Tras la reunión, Octojin se retiraría a su cuarto para prepararse adecuadamente para la misión. Recogió su dial de destello y sus nudilleras personalizadas, herramientas que podrían ser decisivas en el enfrentamiento próximo. Mientras se armaba, no podía evitar sentir un peso de responsabilidad; no solo tenía que probar su valía como nuevo miembro de la Marina, sino también luchar contra los prejuicios que aún sentía de parte de algunos de sus compañeros. Cada paso que daba hacia el patio de armas, donde se reunirían antes de la misión, estaba cargado de determinación y un renovado propósito.

"No importa qué tan dura sea la misión", pensó mientras esperaba a que todos estuviesen listos, "Si puedo servir a la Marina de una manera útil, lo haré. Quizás esta redada sea lo que necesito para demostrar mi verdadero valor."

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#2


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RE: [A-Presente] Bienvenidos al circo [Tier 3] - por Octojin - 04-09-2024, 11:55 AM

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