Jun Gunslinger
Nagaredama
07-09-2024, 02:02 AM
"De escapar de aquí no, desde luego"
A la peliazul se le hinchó la vena de la frente, reflejando la rabia que hirvió en su interior ante el comentario del anfibio. Por un momento se dibujó en su mente una imagen muy clara de ella misma partiendo el cepillo en la cabeza del cara de rana, pero ante el impulso de volverlo realidad, optó por apretar los dientes y por mantenerse en calma y en silencio. Estaba siendo tolerante y guardándose el orgullo más allá de los límites, porque perder los estribos significaba también perder la oportunidad.
Afortunadamente, la propuesta de un plato de comida bastó para ablandar y convencer al pequeño pez. Aceptó ayudar, asegurándose primero de tener el pago garantizado y soltando una sutil amenaza delante del marine, como si buscara su complicidad o aprobación. Jun sonrió y asintió con la cabeza, porque definitivamente era un trato que cumpliría. No pensaba regresar a ese húmedo calabozo apestoso.
El bichito, dispuesto y hacendoso, solicitó un cepillo para comenzar con el trabajo. Pero al marine aquella petición, por inofensiva que pareciera, no pareció gustarle en absoluto. En lugar de hacerle el favor, lo mandó a buscarlo por su cuenta donde Erny, que estaba en la caseta de vigilancia, evitando así descuidar a la prisionera. Ella chasqueó los dientes, de manera casi imperceptible. El tipo no era tonto, obviamente no iba a permitir que el gyojin tuviera oportunidad alguna de ayudar a escapar a la muchacha.
Jun casi se sale de su cuerpo cuando Bichito protestó con una negativa. Apretó los puños por una brevedad que pareció eterna, hasta que la criatura rectificó y accedió a ir en busca del cepillo, dejando el otro en manos de la peliazul, que entonces suspiró con alivio. Antes de partir, se presentó como Timsy, un nombre que a Jun le entró por un oído y le salió por el otro. Para ella, aquel ser rebelde y curioso era Bichito y punto.
—Soy Jun —le respondió, y por primera vez desde que comenzó todo el embrollo le regaló a la criatura una sonrisa agradable y genuina.
Las manos volvieron a hundirse en el agua jabonosa, ya turbio su color de tanto enjuagar el cepillo. El ruido de las cadenas acompañaban cada movimiento, recordatorio constante de su situación, de lo que había sucedido la noche anterior, de lo que pasó con Juri. Inevitablemente daba vueltas y más vueltas sobre los mismos pensamientos. Su mente volvía una y otra vez al mismo punto. ¿Se encontraría bien su amiga? Estaba desesperaba por volver a verla.
A la peliazul se le hinchó la vena de la frente, reflejando la rabia que hirvió en su interior ante el comentario del anfibio. Por un momento se dibujó en su mente una imagen muy clara de ella misma partiendo el cepillo en la cabeza del cara de rana, pero ante el impulso de volverlo realidad, optó por apretar los dientes y por mantenerse en calma y en silencio. Estaba siendo tolerante y guardándose el orgullo más allá de los límites, porque perder los estribos significaba también perder la oportunidad.
Afortunadamente, la propuesta de un plato de comida bastó para ablandar y convencer al pequeño pez. Aceptó ayudar, asegurándose primero de tener el pago garantizado y soltando una sutil amenaza delante del marine, como si buscara su complicidad o aprobación. Jun sonrió y asintió con la cabeza, porque definitivamente era un trato que cumpliría. No pensaba regresar a ese húmedo calabozo apestoso.
El bichito, dispuesto y hacendoso, solicitó un cepillo para comenzar con el trabajo. Pero al marine aquella petición, por inofensiva que pareciera, no pareció gustarle en absoluto. En lugar de hacerle el favor, lo mandó a buscarlo por su cuenta donde Erny, que estaba en la caseta de vigilancia, evitando así descuidar a la prisionera. Ella chasqueó los dientes, de manera casi imperceptible. El tipo no era tonto, obviamente no iba a permitir que el gyojin tuviera oportunidad alguna de ayudar a escapar a la muchacha.
Jun casi se sale de su cuerpo cuando Bichito protestó con una negativa. Apretó los puños por una brevedad que pareció eterna, hasta que la criatura rectificó y accedió a ir en busca del cepillo, dejando el otro en manos de la peliazul, que entonces suspiró con alivio. Antes de partir, se presentó como Timsy, un nombre que a Jun le entró por un oído y le salió por el otro. Para ella, aquel ser rebelde y curioso era Bichito y punto.
—Soy Jun —le respondió, y por primera vez desde que comenzó todo el embrollo le regaló a la criatura una sonrisa agradable y genuina.
Las manos volvieron a hundirse en el agua jabonosa, ya turbio su color de tanto enjuagar el cepillo. El ruido de las cadenas acompañaban cada movimiento, recordatorio constante de su situación, de lo que había sucedido la noche anterior, de lo que pasó con Juri. Inevitablemente daba vueltas y más vueltas sobre los mismos pensamientos. Su mente volvía una y otra vez al mismo punto. ¿Se encontraría bien su amiga? Estaba desesperaba por volver a verla.