Galhard
Gal
19-09-2024, 11:36 PM
Galhard observó con atención cada movimiento, cada palabra que salía de las bocas de Octojin y Lobo Jackson, intentando mantener una expresión serena mientras sentía el picor incesante en la garganta y el leve escozor que le provocaba la presencia del mink. Era irónico que, de todas las criaturas con las que el destino lo obligaba a cruzarse, un mink con ese pelaje rebelde fuera una de las pocas que realmente le afectaba de manera física. El mareo y la molestia constante en su nariz empezaban a desdibujar el borde de su paciencia, pero Galhard era un hombre acostumbrado a lidiar con las adversidades en silencio.
Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, apenas perceptibles para el resto, mientras su mente analizaba los gestos y las palabras de ambos. Había algo en la mirada de Octojin, ese gyojin tiburón con una presencia imponente, que lo hacía sentir como si estuviera observando un depredador cansado de ocultarse en las sombras. Por otro lado, Jackson irradiaba una energía tan desbordante que su mera presencia parecía llenar cada rincón del Baratie, aunque su entusiasmo rayaba en una peligrosa ingenuidad. Los soñadores siempre se quemaban más rápido.
Galhard sonrió internamente ante las palabras de Terence, que había logrado deslizarse entre ambos como una serpiente, astuto, paciente, y con la habilidad para ver más allá de lo evidente. Era cierto que el Baratie había sido testigo de muchos encuentros inesperados, y tal vez lo que presenciaban en ese momento no era diferente de otros encuentros del pasado. Sin embargo, Galhard sabía que algo más profundo bullía bajo la superficie.
Dio un pequeño sorbo a su bebida, intentando calmar la irritación en su garganta mientras intervenía, en un tono bajo, pero firme:
—Interesante reflexión, Terence. Es cierto que el Baratie tiene la habilidad de entrelazar historias que de otro modo jamás se cruzarían. Sin embargo —su mirada se posó primero en Octojin, luego en Jackson, antes de volver a Terence —la verdadera cuestión no es cuánto estamos dispuestos a sacrificar para encontrar lo que buscamos, sino qué estamos dispuestos a aceptar una vez que lo encontramos.—
Dejó que sus palabras flotaran en el aire por un momento, sus ojos enfocándose en Jackson, quien parecía aún absorto en la conversación sobre su música y sus sueños. Galhard sabía que los soñadores, aunque inspiradores, a menudo se estrellaban contra las rocas de la realidad.
—Jackson —su voz se tornó un poco más grave, casi como un consejo paternal disfrazado de advertencia — la música es poderosa, sin duda. Pero recuerda que este océano no tiene piedad con quienes solo ven su belleza. Es tan implacable como cualquier rival. Un mal acorde, una decisión apresurada, y te engullirá sin pensarlo dos veces.—
Octojin, por su parte, mantenía esa expresión de quien había visto suficiente del mundo como para entender lo que Galhard estaba insinuando. Los dos compartían esa experiencia, la de haber sido golpeados por la realidad, moldeados por las cicatrices invisibles que la vida les había dejado.
—No es malo soñar —concedió Galhard con un suspiro apenas perceptible — Pero hay momentos en que uno debe abrir los ojos y ver lo que hay frente a ellos. Y a veces... lo que uno encuentra puede ser más de lo que esperaba.—
Galhard hizo una pausa, aguantando un pequeño estornudo que le costó contener. La cercanía de Jackson estaba pasando factura, pero no permitiría que una alergia lo debilitara en ese momento crucial.
Miró nuevamente a Terence, con esa sonrisa fría y controlada que solía usar cuando estaba a punto de hacer una jugada estratégica:
—Porque el sacrificio, después de todo, no siempre es el precio más alto que pagamos. A veces, lo que realmente cuesta es decidir qué haremos con lo que obtenemos.—
Su respiración se hizo un poco más profunda, intentando ignorar el picor incesante que lo asaltaba, sabiendo que pronto tendría que retirarse o sucumbir ante el maldito pelaje de Jackson.
Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, apenas perceptibles para el resto, mientras su mente analizaba los gestos y las palabras de ambos. Había algo en la mirada de Octojin, ese gyojin tiburón con una presencia imponente, que lo hacía sentir como si estuviera observando un depredador cansado de ocultarse en las sombras. Por otro lado, Jackson irradiaba una energía tan desbordante que su mera presencia parecía llenar cada rincón del Baratie, aunque su entusiasmo rayaba en una peligrosa ingenuidad. Los soñadores siempre se quemaban más rápido.
Galhard sonrió internamente ante las palabras de Terence, que había logrado deslizarse entre ambos como una serpiente, astuto, paciente, y con la habilidad para ver más allá de lo evidente. Era cierto que el Baratie había sido testigo de muchos encuentros inesperados, y tal vez lo que presenciaban en ese momento no era diferente de otros encuentros del pasado. Sin embargo, Galhard sabía que algo más profundo bullía bajo la superficie.
Dio un pequeño sorbo a su bebida, intentando calmar la irritación en su garganta mientras intervenía, en un tono bajo, pero firme:
—Interesante reflexión, Terence. Es cierto que el Baratie tiene la habilidad de entrelazar historias que de otro modo jamás se cruzarían. Sin embargo —su mirada se posó primero en Octojin, luego en Jackson, antes de volver a Terence —la verdadera cuestión no es cuánto estamos dispuestos a sacrificar para encontrar lo que buscamos, sino qué estamos dispuestos a aceptar una vez que lo encontramos.—
Dejó que sus palabras flotaran en el aire por un momento, sus ojos enfocándose en Jackson, quien parecía aún absorto en la conversación sobre su música y sus sueños. Galhard sabía que los soñadores, aunque inspiradores, a menudo se estrellaban contra las rocas de la realidad.
—Jackson —su voz se tornó un poco más grave, casi como un consejo paternal disfrazado de advertencia — la música es poderosa, sin duda. Pero recuerda que este océano no tiene piedad con quienes solo ven su belleza. Es tan implacable como cualquier rival. Un mal acorde, una decisión apresurada, y te engullirá sin pensarlo dos veces.—
Octojin, por su parte, mantenía esa expresión de quien había visto suficiente del mundo como para entender lo que Galhard estaba insinuando. Los dos compartían esa experiencia, la de haber sido golpeados por la realidad, moldeados por las cicatrices invisibles que la vida les había dejado.
—No es malo soñar —concedió Galhard con un suspiro apenas perceptible — Pero hay momentos en que uno debe abrir los ojos y ver lo que hay frente a ellos. Y a veces... lo que uno encuentra puede ser más de lo que esperaba.—
Galhard hizo una pausa, aguantando un pequeño estornudo que le costó contener. La cercanía de Jackson estaba pasando factura, pero no permitiría que una alergia lo debilitara en ese momento crucial.
Miró nuevamente a Terence, con esa sonrisa fría y controlada que solía usar cuando estaba a punto de hacer una jugada estratégica:
—Porque el sacrificio, después de todo, no siempre es el precio más alto que pagamos. A veces, lo que realmente cuesta es decidir qué haremos con lo que obtenemos.—
Su respiración se hizo un poco más profunda, intentando ignorar el picor incesante que lo asaltaba, sabiendo que pronto tendría que retirarse o sucumbir ante el maldito pelaje de Jackson.