Hay rumores sobre…
... que existe una isla del East Blue donde una tribu rinde culto a un volcán.
Brindis a la luz de la Luna [Público]
Octojin
El terror blanco
Octojin escuchaba atentamente, con sus ojos oscuros observando cada pequeño gesto del nuevo integrante en la conversación. Los humanos tenían una extraña costumbre de auto-incluirse en las conversaciones ajenas con una facilidad pasmosa. El gyojin aún no sabía si aquello era costumbre únicamente en conversaciones o en todos los ámbitos, pero lo veía un tanto extraño. ¿Acaso no valoraban la privacidad?.

El ambiente en el Baratie había cambiado sutilmente desde que ese humano comenzó a hablar. Las palabras resonaban con una calma contenida, un eco de experiencia y sabiduría que no necesitaba levantar la voz para imponerse. A pesar de no haber compartido muchas palabras con él hasta ese momento, Octojin podía sentir el peso de lo que estaba diciendo. Era como si el humano pudiera ver a través de las apariencias, captando algo más profundo de lo que los demás podían percibir.

Mientras el mink Lobo Jackson seguía su intercambio enérgico sobre su música, Octojin notaba cómo Galhard mantenía una cierta distancia emocional, como si estuviera observando una escena desde un punto ventajoso. El otro humano había lanzado su comentario reflexivo sobre los caminos que se cruzan en el Baratie, y ahora Galhard lo estaba elaborando, volviendo la conversación más seria y densa.

Octojin no era del tipo que se dejara llevar por el humor o las bromas, y aquella conversación encajaba más con su estilo. "¿Cuánto estamos dispuestos a aceptar una vez que encontramos lo que buscamos?". Las palabras de Galhard retumbaban en su mente. Las había entendido con una claridad preocupante. Durante años, el habitante del mar había buscado algo: un propósito, un lugar en el mundo que pareciera tener sentido para alguien como él, que no encajaba ni en el mar ni en la tierra. Había dejado su hogar, la seguridad del océano, para explorar un mundo que muchas veces lo había recibido con hostilidad. Y que francamente, no terminaba de entender ni de sentirse cómodo en él. En un ambiente así, era complicado dar una valoración sobre si había sido una buena decisión o no, pero sí que podía asegurar que su fin era el correcto, al menos para él. Y por ello seguía luchando día a día contra todo lo que se le ponía enfrente.

El tiburón asintió levemente mientras la conversación continuaba. El humano dirigió su atención hacia Jackson, advirtiéndole con una severidad paternal. El mink, aunque optimista, no comprendía aún la crueldad de los mares, pensó Octojin. Él, en cambio, lo había vivido. Sabía que los océanos eran implacables, que no mostraban misericordia para los soñadores, los débiles, ni para los que actuaban sin pensar, que solían ser la gran mayoría. Aquello era lo que más le preocupaba de Jackson. Parecía haber conocido a demasiados soñadores en su vida, y la mayoría de ellos habían acabado rotos, devorados por la realidad.

Pero entonces, una nueva pregunta de Galhard lo atrapó: "¿Qué haremos con lo que obtenemos?". Era algo que no había considerado en mucho tiempo. Él cazaba maleantes y carpinteaba para mantenerse ocupado, pero ¿realmente había encontrado lo que estaba buscando? ¿Qué haría cuando finalmente lo hallara? Era una pregunta que le pesaba en el pecho, algo que tendría que responderse tarde o temprano.

Por un lado, pensaba que aquello vendría solo. Uno no sabe cómo reaccionará ante ciertos estímulos hasta que no los siente, de la misma manera que no sabes por qué el ser que tienes delante actúa de una manera u otra. Cada uno de los allí presentes tenía su recorrido, y el habitante del mar estaba seguro de que ninguno reaccionaría igual ante las mismas noticias. Porque cada camino, había sido diferente. Entonces pensó, que quizá, debería plantearse que los objetivos no tienen por qué cumplirse. El recorrido es lo realmente importante, y éste podía derivar en otros a medida que pasaba el tiempo. Y aquello realmente estaba bien.

Galhard parecía estar terminando su intervención, y el Baratie cayó en un silencio momentáneo. Octojin, siempre reservado, decidió que no era el momento de abrirse en demasía. Pero había algo en la atmósfera que le sugería que se acercaba una tormenta, no una física, sino una interna, algo que removería las aguas en las que nadaban todos los que estaban en esa conversación. Apartó el plato que tenía enfrente y esbozó una mueca. Le habían quitado el hambre con tanta pregunta existencial. Aquellas reflexiones no estaban hechas para él, y solo conseguían que se replanteara más cosas de las que realmente quisiera.

Con una voz baja, más por respeto a las palabras de aquél humano que por cualquier otra cosa, Octojin se dirigió a él, rompiendo el silencio.

—Tienes razón. El océano no perdona. Pero también hay momentos en los que tenemos que lanzarnos a él, sin saber si vamos a encontrar lo que buscamos o si simplemente nos tragará. Eso es la vida, no tener miedo a nadar en ella. O a surfearla, o bucear. Cada uno elige cómo quiere recorrerla, lo importante es los puntos que vas pasando. Si llegas a una isla tropical, soleada y con un montón de fruta sabrosa, disfruta de ella. Si llegas a otra con un clima lluvioso, desierta y sin alimento, ve a la siguiente, no repares en la mala suerte que has tenido.

Miró a Jackson, quien seguía irradiando esa energía despreocupada. Luego, dirigió su mirada de vuelta a Galhard, quien estaba claramente incómodo, quizá por haber lanzado tantas preguntas sin obtener respuesta. O puede que fuese otra cosa, la verdad es que era raro verle así.

—A veces, no se trata de encontrar respuestas, sino de sobrevivir el tiempo suficiente para hacer las preguntas correctas. Y a veces, incluso de no preguntar. Yo soy más de estos últimos. Avanza, vive y no te metas con nadie que no lo merezca.

Era lo más cercano a un consejo que podía ofrecer en ese momento. Sabía que tanto Jackson como Terence y Galhard estaban lidiando con sus propios demonios, sus propias búsquedas internas. Y aunque Octojin también tenía los suyos, no estaba dispuesto a mostrarlos tan abiertamente. Al menos no cuando el nivel reflexivo era tan exigente.

En ese momento, Octojin se dio cuenta de que el día en el Baratie no sería tan tranquilo como pensaba. Había estado viviendo un espejismo minutos atrás, donde comer con el mink era el máximo esfuerzo que debía hacer. Sin embargo, ahora la filosofía y el camino recorrido por cada uno eran los principales temas de conversación, con consejos por aquí y por allá y reflexiones dignas de un libro. Aquello sin duda dejó sin hambre al tiburón, que siguió ojeando cómo seguía la conversación, esta vez siendo algo menos participativo.
#17


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RE: Brindis a la luz de la Luna [Público] - por Octojin - 23-09-2024, 11:45 AM

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