Marvolath
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01-10-2024, 01:52 AM
Todo pasó demasiado rápido. Lo último que recordaba era saltar hacia su rival para golpear el vientre aprovechando la distracción de la chatarra, pero el hombre se había movido con sorprendente rapidez. Su golpe había impactado antes de lo previsto, sin darle tiempo a disminuir el agarre para evitar el daño; pero a cambio su rival había acertado su golpe al sacrificar la defensa.
Sintió el dolor pulsante del corte y la calidez de la sangre que comenzaba a manchar el costado bajo la camisa y el chaleco. El médico se palpó la herida, hurgando sin miramientos para juzgar los daños. El filo mellado de la espada había destrozado más que cortado, y aún así sentía que había estado cerca de cortar músculo. Si salía de esta tendría bastante que coser. Y algún tratamiento para las infecciones que seguro transmitiría esa hoja.
Su rival había ido a por todas y él debía de hacer lo mismo si quería tener una oportunidad. Sólo quedaba una apuesta que hacer: todo al negro. Sin perder más tiempo, se abalanzó de nuevo, aún a sabiendas de lo predecible que resultaba siendo la tercera vez que lo hacía. El espadachín había atacado con ferocidad, y si ahora buscaba un respiro él no se lo daría.
Saltó con el bastón en alto, descargando un golpe rápido de derecha a izquierda, tratando de golpear la cabeza, antes siquiera de tocar tierra. Notó un ligero pinchazo en el costado. Soltó aire lentamente, emitiendo un gruñido, y sin perder un segundo aprovechó la inercia para cargar un segundo golpe, esta vez un revés de izquierda a derecha, buscando la cadera. Ahora sintió un hormigueo bajo el chaleco. Apretó los dientes antes de buscar el tercer golpe, el que esperaba que fuera el inclinara la balanza a su favor: rompiendo la predecible secuencia, repitió el revés de izquierda a derecha ayudándose con las dos manos, tratando de golpear el brazo derecho para incapacitarlo.
El corte le recordó que ido más lejos de lo que debía. Se le dibujó una mueca de dolor en la cara y llevó una mano a la herida, presionando para calmar los pinchazos y el hormigueo que bailaban en su herida. Sabía que no sería suficiente, y el esfuerzo lo había quedado expuesto. En la medicina y en la batalla había una verdad: cuando la vida está en juego no hay riesgo demasiado grande.
Sintió el dolor pulsante del corte y la calidez de la sangre que comenzaba a manchar el costado bajo la camisa y el chaleco. El médico se palpó la herida, hurgando sin miramientos para juzgar los daños. El filo mellado de la espada había destrozado más que cortado, y aún así sentía que había estado cerca de cortar músculo. Si salía de esta tendría bastante que coser. Y algún tratamiento para las infecciones que seguro transmitiría esa hoja.
Su rival había ido a por todas y él debía de hacer lo mismo si quería tener una oportunidad. Sólo quedaba una apuesta que hacer: todo al negro. Sin perder más tiempo, se abalanzó de nuevo, aún a sabiendas de lo predecible que resultaba siendo la tercera vez que lo hacía. El espadachín había atacado con ferocidad, y si ahora buscaba un respiro él no se lo daría.
Saltó con el bastón en alto, descargando un golpe rápido de derecha a izquierda, tratando de golpear la cabeza, antes siquiera de tocar tierra. Notó un ligero pinchazo en el costado. Soltó aire lentamente, emitiendo un gruñido, y sin perder un segundo aprovechó la inercia para cargar un segundo golpe, esta vez un revés de izquierda a derecha, buscando la cadera. Ahora sintió un hormigueo bajo el chaleco. Apretó los dientes antes de buscar el tercer golpe, el que esperaba que fuera el inclinara la balanza a su favor: rompiendo la predecible secuencia, repitió el revés de izquierda a derecha ayudándose con las dos manos, tratando de golpear el brazo derecho para incapacitarlo.
CON201
CONTUNDENTE
Ofensiva Activa
Tier 2
No Aprendida
29
1
Al trazar un impacto horizontal en el que se vuelca todo el peso del arma y del propio usuario, este tratará de dar un impacto crítico y certero que logre causar un [Derribo] sobre la victima.
Golpe Básico + [FUEx2,3] de [Daño contundente]
El corte le recordó que ido más lejos de lo que debía. Se le dibujó una mueca de dolor en la cara y llevó una mano a la herida, presionando para calmar los pinchazos y el hormigueo que bailaban en su herida. Sabía que no sería suficiente, y el esfuerzo lo había quedado expuesto. En la medicina y en la batalla había una verdad: cuando la vida está en juego no hay riesgo demasiado grande.