Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] [Presente] El gigante, la tullida, la sirena, el pícaro, el pato y el boxeador
Ragnheidr Grosdttir
The Storm
Era una mañana gris y la marea lamía con suavidad la arena húmeda de la playa. Sobre ese suelo blando, los restos de una larga noche de juerga estaban esparcidos como las migas de un banquete descomunal. Botellas rotas, fogatas apagadas y la música de tambores lejanos que aún resonaba en la cabeza de Hammond, un rubio colosal de cinco metros, que yacía semienterrado en la arena, exhausto, con la piel aún pegajosa de sal y sudor. Hammond abrió los ojos lentamente, los párpados pesados como si llevaran el peso del mundo. La luz del sol, que apenas empezaba a filtrarse entre las nubes, lo golpeó como un martillo en la sien. Emitió un gruñido gutural, una mezcla de queja y desconcierto. Cada músculo de su enorme cuerpo, desde los gruesos brazos hasta sus imponentes piernas, parecía doler como si hubiera levantado montañas la noche anterior. Había sido una fiesta épica. La fogata había brillado en la oscuridad de la noche, reflejándose en el mar como un faro para los espíritus libres. Habían bebido cantidades absurdas de algún brebaje local, fuerte y ardiente como el mismo fuego. Hammond, a pesar de su tamaño y resistencia, no había podido resistir las invitaciones constantes a beber más y más. Entre brindis, desafíos y gritos de alegría, había dejado que el alcohol y el ambiente lo consumieran. Recordó vagamente haber levantado un barco viejo en una apuesta absurda para impresionar a los otros asistentes, que gritaban y lo vitoreaban como si fuera un dios mitológico. El barco ahora estaba medio hundido en la orilla, a unos metros de donde él estaba, un testimonio de su borrachera y su fuerza descomunal. Al parecer, en algún momento de la noche había decidido lanzarlo al agua, aunque por el estado del casco roto, el resultado había sido menos glorioso de lo que su mente nublada había imaginado en ese momento. Hammond se levantó con esfuerzo, sintiendo el crujir de su espalda. Tenía la boca seca como si hubiera tragado arena y la cabeza le palpitaba con fuerza. Giró su enorme cuello, buscando a sus compañeros de juerga, pero la playa estaba casi vacía, salvo por unos cuantos cuerpos desparramados que, como él, habían sucumbido al agotamiento. Miró sus manos y notó que aún llevaba un collar hecho de conchas y sogas enredadas, probablemente un trofeo de alguna hazaña que no recordaba. La noche había sido un torbellino de carcajadas, peleas amistosas, cantos desafinados y, por supuesto, más tragos de esa bebida maldita que seguía quemándole el estómago.


Aldri mer... aldri mer. — Murmuró para sí mismo en su lengua natal, la voz ronca y áspera. "Nunca más", se prometía, aunque sabía que ese juramento no duraría mucho. Hammond tenía una debilidad por las celebraciones, por esa euforia salvaje que lo alejaba de los problemas del mundo. Su tamaño y su fuerza lo convertían en el alma de cada fiesta, pero también en el primero en caer presa de los excesos. Con los pies hundidos en la arena, caminó pesadamente hacia el agua, buscando refrescarse. El océano parecía burlarse de él, las olas pequeñas y suaves contrastando con la tormenta que aún rugía en su cabeza. Se dejó caer de rodillas en la orilla, dejando que el agua fría salpicara su rostro. El alivio fue inmediato, aunque breve. Sumergió la cabeza completamente bajo el agua, dejando que el silencio del mar lo envolviera, como si intentara ahogar su resaca en las profundidades. Cuando emergió, sacudió su melena rubia, las gotas brillando a la luz del sol como si fueran destellos de plata. Respiró profundamente y dejó escapar un largo suspiro. Sabía que pronto tendría que enfrentarse a la realidad: encontrar sus cosas, quizás disculparse con alguno de los presentes si había sido demasiado brusco. Mientras observaba el horizonte, Hammond no pudo evitar esbozar una sonrisa torcida. Recordaba algunos fragmentos de la noche: la risa, el ritmo de los tambores, el choque de las olas. Por un momento, todo había sido perfecto, una fuga de la vida cotidiana y de los fantasmas que a veces lo acechaban. Sí, estaba destrozado, pero por alguna razón, valía la pena.

Con la energía renovada, aunque solo un poco, Hammond se puso de pie, su sombra proyectándose larga y oscura sobre la playa desierta. Mientras se estiraba y sentía cómo su cuerpo volvía lentamente a la normalidad, pensó que, al final, las resacas no eran tan malas. Al menos significaban que había vivido otra noche memorable. O, en el caso de Hammond, otra noche para olvidar y contar como una leyenda. — Jævla godt. — murmuró para sí mismo, con una sonrisa perezosa y una mirada de nostalgia en sus ojos. Y así, se adentró un poco más en el agua, decidido a curar su destrozado cuerpo de la única manera que sabía: afrontando el nuevo día con la misma intensidad con la que había despedido la noche.

Cómo era la vida, siempre tenía algo que ofrecer para Hammond. Era otro día. Otro día durmiendo al raso, en la playa. Una mala noche si cualquiera le preguntase al rubio, una realmente mala. ¿Había sido realmente mala? lo cierto es que no recordaba que fuera tan mala ... De hecho, la noche fue una locura, una de esas locuras que quieres recordar si o si, da igual lo que tuvieras que hacer al día siguiente y lo destrozado que pudieras llegar a estar. 

Un día. Un día desde la muerte de Mich, pero él seguía en la isla. La muerte de su mejor amigo fue un golpe duro del cual, como era normal, aún no estaba repuesto del todo. En Elbaf no enseñaban a controlar las emociones, ni a entenderlas, aquello era tarea de mujeres, al menos, otro beneficio de las mujeres guerreras de Elbaf. Para Hammond eran tan superiores a los hombres exactamente por esto, el dominio de lo emocional. Quizás, también por eso, admiraba incluso más a sus imaginarias "diosas" de las que tanta burla han llegado a hacer sus compatriotas e incluso familia. Las que solo él podía ver. En ellas se apollaría para superar la muerte de su compañero. Y en la segura bendición que tendría para lograr escapar de los criminales que ahora estaban en su búsqueda. La peor calaña de la ciudad ... En qué momento todo se había dado tanto la vuelta.
 
La sangre le brotaba por el costado. Su rostro por suerte ya no tenía sangre de otras personas. Daba igual limpiarse bien, no olvidaría esa noche. Y aunque tuviera conocimiento básico basiquisimo sobre cómo cubrirse una herida, los disparos que le rozaron el costado y la pierna derecha seguían sangrando. En menor medida sí, pero ahí estaban. El cuerpo del Bucanner avanzó por los callejones, intentando "ocultar" su presencia, una suerte realmente fugaz, porque era verdaderamente complejo. Se cubrió con su capa roja y lo intentó. Fue a parar a las puertas de un ... ¿garaje? Allí se quedó a pasar lo que quedaba de ... Madrugada. Tirado, bajo su capa. Sus pesadillas estaban ahí para atraparlo de nuevo. 



Una hora después ... 

El sonido de un metal (la persiana) le hizo despertar, aunque no se movió, tan solo abrió los ojos. Se apartó un poco cuando una mujer de cabello rubio y otra persona iniciaron la conversación. La fémina es la que salió justo tras la "puerta" que se abrió, aquella metálica. Lo cierto es que allí sentado, sangrando, Hammond no parecía muy grande. Más bien pequeño. Comprendió que debía adelantarse antes de asustarla. Eso sí, ojeó que medio cojeaba e iba sujeta a algo. Le faltaba una pierna. — ¡Dejarrr de lamentarrr! — El aura que emanaba la fémina, cubrió el cuerpo de Venture, expulsando las malas energías, durante un instante. Existía gente así, incluso el propio nórdico solía ser así, irradiando auras semejantes. La bendición de sus diosas de nuevo, entrando en acción y llevando a una mujer como aquella, frente a el. Y en el mejor momento. — Señorrita ... —  Alargó una mano, colocando esta sobre el puesto que había montado. Lo compuso realmente rápido, sobre todo para faltarle una extremidad. — Nessesito ... — Se llevó la otra extremidad al costado. —  ᛋᛅᚾᚷᚱᛁ ... ᛚᛁᛗᚲᛁᚨᚱ ... —  Susurró en su idioma natal.[/font]
#2


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RE: [C-Pasado] El gigante y la tullida - por Ragnheidr Grosdttir - 30-07-2024, 05:02 PM
RE: [C-Pasado] El gigante y la tullida - por Asradi - 30-07-2024, 08:27 PM
RE: [C-Pasado] El gigante y la tullida - por Asradi - 31-07-2024, 12:17 PM
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RE: [C-Pasado] El gigante y la tullida - por MC duck - 12-08-2024, 01:17 AM
RE: [C-Pasado] El gigante y la tullida - por Asradi - 12-08-2024, 11:51 AM

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