Lobo Jackson
Moonwalker
02-10-2024, 06:51 PM
El mink sonreía mientras dejaba limpio un salmón al horno que habían dejado sobre la mesa, quedando tan solo las cáscaras de limón que habían sido más exprimidas que el esclavo de un noble mundial.
- Os preocupáis demasiado-gara. - Contestó, limpiándose los colmillos con una espina que utilizaba de mondadientes. - Si nos quedamos viviendo en el pasado nunca conseguiremos disfrutar del presente-gara, y mucho menos luchar por el futuro-gara. -
Dándose cuenta de que tanto su amigo el escualo y los humanos le observaban con curiosidad, decidió explicarse mejor.
- A ver... La vida es... ¿Cómo podría explicarlo-gara? - Ojeó a su alrededor y justo vió pasar a un camarero que sujetaba una enorme bandeja con un gigantesco atún. - ¡Ey! ¿Podrías dejarnos ese pescadito aquí-gara? -
Antes de que el camarero pudiera acercarse, otros dos llegaron a la mesa y recogieron los platos sucios, restos de comida y demás cubertería usada para hacer hueco al colosal atún que ocupaba la mesa al completo, cuya bandeja se salía por los bordes. Al mink se le hizo la boca agua y agarró un cuchillo antes de empezar a hablar.
- Mirad-gara, la vida es como este atún-gara... - Su sabiduría peleaba con el hambre en la lucha por el control de su boca: la primera quería hablar, la segunda quería comer. - ¿Lo véis? Aquí sin más parece lo más simple del mundo-gara, listo para ser devorado-gara. Un pescadito completo de una pieza-gara, pero por dentro es un ser complejo lleno de tejido, músculos y espinas-gara. -
Con la punta del cuchillo rasgó la piel, cortando suavemente hacia abajo para que ésta se abriera bajo la afilada hoja de acero inoxidable. Poco a poco hizo mella en la carne, tan deliciosa como se imaginaba. - Para disfrutar de la vida no hay que ir a toda prisa-gara, de la misma forma que tampoco es buena idea cortar a diestro y siniestro la carne del atún-gara. Si te precipitas y lo haces sin pensar, la puedes echar a perder-gara. Lo mismo pasa con la vida-gara, no vale la pena lanzarse sin pensar y como loco-gara, pero tampoco es necesario detenerse a analizar cada paso-gara. -
- Así es la vida-gara, lejos de parece sencilla, pero cuando profundizas te das cuenta de que no todo es comer, dormir, bailar y existir-gara. - Empezó a raspar suavemente la piel con el cuchillo, sacando aquel delicioso ruido que sólo ocurre cuando la piel está en su punto. - Debajo de esta deliciosa piel se esconde la jugosa carne del atún-gara, las capas de la vida-gara. El truco está en disfrutar el proceso de ir poco a poco hasta alcanzar el corazón-gara... Y cuando digo el corazón me refiero a la esencia de la vida misma-gara. -
Seguidamente pinchó el trozo que había cortado con el tenedor, sacando una buena pieza que llevó hasta su boca con gran deleite para su paladar. Aquel pedazo de atún le supo a gloria bendita, como si su estómago hubiera hecho un espacio único en su interior para albergar algo tan maravilloso. Cuando por fin tragó, extasiado en aquella experiencia culinaria, suspiró con gracia.
- Eso de preguntas y respuestas-gara... Las respuestas llegan solas, basta con vivir la vida-gara. Y a veces, la respuesta eres tú mismo-gara. - Explicó el mink. - Si quieres que algo cambie lo mejor que puedes hacer es dar pie a ese cambio-gara. Nadie mejor que tú conoce tus deseos-gara, y cómo se podrían llevar a cabo-gara. -
Luego, señaló la envergadura completa del atún. - Pero algo muy importante que debéis tener en cuenta-gara, es que a veces uno necesita pedir ayuda para salir adelante-gara. Como veis, para mí sería imposible acabar este hermoso atún yo solito-gara, y que me ayudéis hacerlo además es una excusa para compartirlo con vosotros-gara. ¿Qué mejor regalo en esta vida que vivirla con la gente que nos cae bien-gara? ¿Con los que conocemos en el camino-gara? ¡Esa es la esencia-gara! -
Entonces se fijó en que el rostro del joven que estaba a su lado se había ido enrojeciendo con el paso de los minutos. Por un momento, creyó que el chico estaba aguantando la respiración, pero sus ojos enseguida vieron que algo le estaba dando una reacción alérgica.
- Oh vaya, lo siento-gara. - Dijo Jackson. - ¿Tienes alergia al atún? ¿Te ha salpicado el jugo del pescado-gara? ¿Quieres una servilleta-gara? - Tomó una servilleta de papel de tela, de esas elegantes que tienen el símbolo del Baratie bordado, y se la acercó al hombre con amabilidad.
- Os preocupáis demasiado-gara. - Contestó, limpiándose los colmillos con una espina que utilizaba de mondadientes. - Si nos quedamos viviendo en el pasado nunca conseguiremos disfrutar del presente-gara, y mucho menos luchar por el futuro-gara. -
Dándose cuenta de que tanto su amigo el escualo y los humanos le observaban con curiosidad, decidió explicarse mejor.
- A ver... La vida es... ¿Cómo podría explicarlo-gara? - Ojeó a su alrededor y justo vió pasar a un camarero que sujetaba una enorme bandeja con un gigantesco atún. - ¡Ey! ¿Podrías dejarnos ese pescadito aquí-gara? -
Antes de que el camarero pudiera acercarse, otros dos llegaron a la mesa y recogieron los platos sucios, restos de comida y demás cubertería usada para hacer hueco al colosal atún que ocupaba la mesa al completo, cuya bandeja se salía por los bordes. Al mink se le hizo la boca agua y agarró un cuchillo antes de empezar a hablar.
- Mirad-gara, la vida es como este atún-gara... - Su sabiduría peleaba con el hambre en la lucha por el control de su boca: la primera quería hablar, la segunda quería comer. - ¿Lo véis? Aquí sin más parece lo más simple del mundo-gara, listo para ser devorado-gara. Un pescadito completo de una pieza-gara, pero por dentro es un ser complejo lleno de tejido, músculos y espinas-gara. -
Con la punta del cuchillo rasgó la piel, cortando suavemente hacia abajo para que ésta se abriera bajo la afilada hoja de acero inoxidable. Poco a poco hizo mella en la carne, tan deliciosa como se imaginaba. - Para disfrutar de la vida no hay que ir a toda prisa-gara, de la misma forma que tampoco es buena idea cortar a diestro y siniestro la carne del atún-gara. Si te precipitas y lo haces sin pensar, la puedes echar a perder-gara. Lo mismo pasa con la vida-gara, no vale la pena lanzarse sin pensar y como loco-gara, pero tampoco es necesario detenerse a analizar cada paso-gara. -
- Así es la vida-gara, lejos de parece sencilla, pero cuando profundizas te das cuenta de que no todo es comer, dormir, bailar y existir-gara. - Empezó a raspar suavemente la piel con el cuchillo, sacando aquel delicioso ruido que sólo ocurre cuando la piel está en su punto. - Debajo de esta deliciosa piel se esconde la jugosa carne del atún-gara, las capas de la vida-gara. El truco está en disfrutar el proceso de ir poco a poco hasta alcanzar el corazón-gara... Y cuando digo el corazón me refiero a la esencia de la vida misma-gara. -
Seguidamente pinchó el trozo que había cortado con el tenedor, sacando una buena pieza que llevó hasta su boca con gran deleite para su paladar. Aquel pedazo de atún le supo a gloria bendita, como si su estómago hubiera hecho un espacio único en su interior para albergar algo tan maravilloso. Cuando por fin tragó, extasiado en aquella experiencia culinaria, suspiró con gracia.
- Eso de preguntas y respuestas-gara... Las respuestas llegan solas, basta con vivir la vida-gara. Y a veces, la respuesta eres tú mismo-gara. - Explicó el mink. - Si quieres que algo cambie lo mejor que puedes hacer es dar pie a ese cambio-gara. Nadie mejor que tú conoce tus deseos-gara, y cómo se podrían llevar a cabo-gara. -
Luego, señaló la envergadura completa del atún. - Pero algo muy importante que debéis tener en cuenta-gara, es que a veces uno necesita pedir ayuda para salir adelante-gara. Como veis, para mí sería imposible acabar este hermoso atún yo solito-gara, y que me ayudéis hacerlo además es una excusa para compartirlo con vosotros-gara. ¿Qué mejor regalo en esta vida que vivirla con la gente que nos cae bien-gara? ¿Con los que conocemos en el camino-gara? ¡Esa es la esencia-gara! -
Entonces se fijó en que el rostro del joven que estaba a su lado se había ido enrojeciendo con el paso de los minutos. Por un momento, creyó que el chico estaba aguantando la respiración, pero sus ojos enseguida vieron que algo le estaba dando una reacción alérgica.
- Oh vaya, lo siento-gara. - Dijo Jackson. - ¿Tienes alergia al atún? ¿Te ha salpicado el jugo del pescado-gara? ¿Quieres una servilleta-gara? - Tomó una servilleta de papel de tela, de esas elegantes que tienen el símbolo del Baratie bordado, y se la acercó al hombre con amabilidad.