Airgid Vanaidiam
Metalhead
01-08-2024, 02:12 PM
La conversación fluía mientras Hammond acaparaba la atención de todos los presentes. La chica dijo pertenecer a los mares del norte, era una forma curiosa de explicarlo. Normalmente la gente se refería más a la tierra que al mar, ¿quizás era navegante? Navegante y médica, vaya curriculum. Aunque al parecer era una médica algo más tradicional, se podría decir, usando esos remedios naturales hechos a base de plantas. Se sorprendió al ver cómo dos extranjeros habían llegado a su tienda, estaba aburrida de ver siempre las mismas caras, aquello era como un soplo de aire fresco. — Matemático, tía. — Dijo al escuchar ese tema de las algas. Era su forma de decir "guay", una de ellas. La verdad es que tenía un lenguaje un poco extraño, entre sus colegas se entendían, pero ya apenas le quedaban un par que no se habían ido de la isla.
Le trajo el té a Hammond, pero enseguida se quedó dormido, ni si quiera llegó a tomar la taza. Escuchó a su compi de curas, divagar sobre qué podrían hacer con él. Era un hombre enorme, casi gigante, no sabía lo que medía pero solo podía imaginarse cuánto pesaría. Y la verdad es que estaba empezando a llamar demasiado la atención, el resto de dependientes y civiles se acercaban a mirar, también era normal, el cuerpo de Hammond ocupaba casi toda la calle. — Na, le acabo de conocer, poco antes de que aparecieras. Pero parece buen tío. — Explicó con sinceridad, y entonces tuvo una idea. — Espera un microsec. — Dejó la taza sobre un estante y se apoyó contra la mesa de su estudio, metiéndola para dentro, para su casa y más al fondo. Trataba de hacer algo de hueco, espacio abierto y libre para poder colocar ahí a Hammond y apartarlo un poco de la calle. No le costó mucho apartar la mesa, a pesar de sus dificultades para moverse y maniobrar, Airgid estaba más que acostumbrada a su espacio. Se manejaba por él como un pececillo en el agua, y es que había instalado también agarres por las paredes, así poder apoyarse casi en cualquier sitio.
— Voy a intentar meterlo un poco pa'cá, así al menos no estará tirao en la puta calle, ¿sabes? — ¿Pero cómo? Pues a lo burro. Se colocó donde se encontraba su cabeza, agarró el bastón su antebrazo, tomó a Hammond de los bíceps y flexionando un poco la rodilla, para que el bastón se apoyase en el suelo y sirviera también como una segunda pierna, tiró. Tiró para atrás con todas sus fuerzas, tratando de arrastrar el cuerpo de su colega herido hacia el interior de su casa. Vale, pesaba más de lo que esperaba. Paró, tomó aire, y volvió a intentarlo de nuevo. ¡Tira, tira! Los brazos de Airgid se tensaron, llevaba un top sin mangas y podían observarse sus músculos en todo su esplendor, sus hombros anchos y definidos. Sin pedirlo, el frutero y unos cuantos más de las tiendas de alrededor se acercaron para arrimar el hombro, tomar a Hammond de las piernas y ayudar a Airgid, que consiguió moverle un poco, pero no lo suficiente. Odió que hubieran tenido que ayudarla, pero... la verdad es que lo necesitaba.
Finalmente consiguieron meterle en su casa, o al menos la parte superior de su cuerpo, sus pies seguían en la calle, pero estaba mucho mejor, la verdad. — Gracias, tíos. — Puede que no le gustara la ayuda, pero no era una desagradecida. El de la tienda de sofás le alcanzó el té y se lo dio a Airgid mientras esta tomaba asiento en el suelo, junto a Hammond. — Ah coño, casi se me olvidaba. — Sonrió, alcanzándolo y terminando de colocarse. Se sentó con las piernas cruzadas, colocando la cabeza de Hammond entre ellas, y siguió las indicaciones de Asradi para ir dándole sorbitos del té al gigante de vez en cuando. Con cuidado le abrió los labios con la taza, y agarrándole por la parte de atrás de la cabeza para que no lo desparramara todo, deslizó un poco del té sobre su boca. — Quédate el rato que quieras, total creo que no abriré hoy la tienda ya a estas alturas. — Sonrió, no había perdido la sonrisa en ningún momento. — ¿Quieres una birrita o algo? Tengo el frigo ahí, pilla lo que quieras. Tengo refrescos, zumos, unas patatitas. — Le lanzó un guiño, al parecer iban a estar un rato juntas, así que quería hacerle saber que tenía mano libre para que tomase lo que quisiera de su casa/garaje. Y le caía bien, era una chica dulce, que se preocupaba por los demás. Quizás era una característica que le venía por la profesión, pero se agradecía encontrar a gente buena de vez en cuando.
Le trajo el té a Hammond, pero enseguida se quedó dormido, ni si quiera llegó a tomar la taza. Escuchó a su compi de curas, divagar sobre qué podrían hacer con él. Era un hombre enorme, casi gigante, no sabía lo que medía pero solo podía imaginarse cuánto pesaría. Y la verdad es que estaba empezando a llamar demasiado la atención, el resto de dependientes y civiles se acercaban a mirar, también era normal, el cuerpo de Hammond ocupaba casi toda la calle. — Na, le acabo de conocer, poco antes de que aparecieras. Pero parece buen tío. — Explicó con sinceridad, y entonces tuvo una idea. — Espera un microsec. — Dejó la taza sobre un estante y se apoyó contra la mesa de su estudio, metiéndola para dentro, para su casa y más al fondo. Trataba de hacer algo de hueco, espacio abierto y libre para poder colocar ahí a Hammond y apartarlo un poco de la calle. No le costó mucho apartar la mesa, a pesar de sus dificultades para moverse y maniobrar, Airgid estaba más que acostumbrada a su espacio. Se manejaba por él como un pececillo en el agua, y es que había instalado también agarres por las paredes, así poder apoyarse casi en cualquier sitio.
— Voy a intentar meterlo un poco pa'cá, así al menos no estará tirao en la puta calle, ¿sabes? — ¿Pero cómo? Pues a lo burro. Se colocó donde se encontraba su cabeza, agarró el bastón su antebrazo, tomó a Hammond de los bíceps y flexionando un poco la rodilla, para que el bastón se apoyase en el suelo y sirviera también como una segunda pierna, tiró. Tiró para atrás con todas sus fuerzas, tratando de arrastrar el cuerpo de su colega herido hacia el interior de su casa. Vale, pesaba más de lo que esperaba. Paró, tomó aire, y volvió a intentarlo de nuevo. ¡Tira, tira! Los brazos de Airgid se tensaron, llevaba un top sin mangas y podían observarse sus músculos en todo su esplendor, sus hombros anchos y definidos. Sin pedirlo, el frutero y unos cuantos más de las tiendas de alrededor se acercaron para arrimar el hombro, tomar a Hammond de las piernas y ayudar a Airgid, que consiguió moverle un poco, pero no lo suficiente. Odió que hubieran tenido que ayudarla, pero... la verdad es que lo necesitaba.
Finalmente consiguieron meterle en su casa, o al menos la parte superior de su cuerpo, sus pies seguían en la calle, pero estaba mucho mejor, la verdad. — Gracias, tíos. — Puede que no le gustara la ayuda, pero no era una desagradecida. El de la tienda de sofás le alcanzó el té y se lo dio a Airgid mientras esta tomaba asiento en el suelo, junto a Hammond. — Ah coño, casi se me olvidaba. — Sonrió, alcanzándolo y terminando de colocarse. Se sentó con las piernas cruzadas, colocando la cabeza de Hammond entre ellas, y siguió las indicaciones de Asradi para ir dándole sorbitos del té al gigante de vez en cuando. Con cuidado le abrió los labios con la taza, y agarrándole por la parte de atrás de la cabeza para que no lo desparramara todo, deslizó un poco del té sobre su boca. — Quédate el rato que quieras, total creo que no abriré hoy la tienda ya a estas alturas. — Sonrió, no había perdido la sonrisa en ningún momento. — ¿Quieres una birrita o algo? Tengo el frigo ahí, pilla lo que quieras. Tengo refrescos, zumos, unas patatitas. — Le lanzó un guiño, al parecer iban a estar un rato juntas, así que quería hacerle saber que tenía mano libre para que tomase lo que quisiera de su casa/garaje. Y le caía bien, era una chica dulce, que se preocupaba por los demás. Quizás era una característica que le venía por la profesión, pero se agradecía encontrar a gente buena de vez en cuando.