Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
01-08-2024, 07:02 PM
El sol aún no estaba en lo más alto del cielo cuando Zev caminaba por la vasta sabana de la isla de Cozia. La vegetación exuberante y el aire fresco sustituían poco a poco al trauma de la batalla contra la tribu. El olor a hierba y tierra mojada llenaba sus pulmones mientras avanzaba, sus sentidos siempre alerta para cualquier signo de peligro o de caza.
Después de varias horas de exploración, Zev se detuvo junto a una charca donde una manada de antílopes bebía agua. El Mink se quedó quieto, observando sus movimientos con atención. Su instinto de cazador se activó y, con una velocidad sorprendente, se lanzó sobre uno de los antílopes, derribándolo con facilidad.
Zev se permitió un momento de satisfacción mientras se alimentaba. La carne fresca le proporcionaba la energía que necesitaba y el sabor de la libertad. Terminada su comida, se limpió los restos de sangre del pelaje y se dirigió hacia un árbol solitario, ligeramente más alto que los demás. La idea de un buen descanso después del atracón le parecía perfecta.
Subió con agilidad por el tronco, sus garras facilitando el ascenso. Al llegar a una bifurcación en las ramas, se acomodó, apoyando la espalda contra el tronco principal. Desde esa altura, podía ver gran parte del paisaje y sentirse seguro. Cerró los ojos, permitiendo que el sonido de la naturaleza y el suave balanceo de las ramas lo arrullaran hasta el sueño.
Un tiempo después, mientras Zev dormía profundamente, comenzó a escuchar una voz que tarareaba una melodía alegre. Poco a poco, la voz se fue haciendo más clara, hasta que las palabras llegaron a sus oídos. - ¡Misty! Estas muy callado. ¿A qué se puede dedicar un suricato? ¿Tú lo sabes?
Zev abrió los ojos, desorientado y sobresaltado por el ruido. Al moverse repentinamente, una rama quebró y el coyote perdió el equilibrio y cayó desde lo alto del árbol, aterrizando de manera torpe en el suelo. El impacto lo dejó aturdido por un momento, y se quedó allí, parpadeando y tratando de entender qué había ocurrido.
Frente a él, un suricato lo observaba con curiosidad desde las ramas del árbol, mientras un pez muy extraño lo acompañaba. Tan rápido como pudo se puso en guardia y esperó a ver la reacción de los dos intrusos.