Lemon Stone
MVP
07-11-2024, 12:36 AM
Sonrió, su sonrisa oculta tras la máscara, cuando Murci-chan apoyó la idea de pedir más alimento. Sabía que era de los glotones. Y posiblemente le gustaban las prostitutas, es decir, ¿a qué clase de minero no le gustan las cariñosas? En fin, de momento no importaba. Ya tenía su primera victoria moral del día y estaba seguro de que conseguiría muchas otras más.
Lemon utilizó el poder de la Voz para que la Causa le dijera si había gente cerca o no, sus emociones y qué tan fuertes eran.
Por otro lado, poco le gustó el comentario de Chicles. Era una maldita envidiosa porque cantaba mal y no era ni la mitad de fabulosa que Lemon. ¿Podía cantar, tocar la guitarra y montar un espectáculo digno de las leyendas del rock? Imposible. Lemon tampoco, pero él pensaba que sí. Sin embargo, era un buen líder, había aprendido de los mejores y sabía que la gente joven cometía muchos errores, así que dejó pasar los inapropiados comentarios de su subordinada.
Subió al bote y, debido al peso de sus tremendos y atractivos músculos, este se zarandeó de un lado a otro, pero finalmente se estabilizó. Miró los remos normales y luego miró el suyo. Volvió a mirar los remos normales y otra vez el suyo.
-No los necesitamos -determinó, lanzándolos al agua-. Tengo el mío.
Puede que el bote se dirigiera más hacia la izquierda que hacia la derecha y viceversa por remar con un solo remo, pero es que eso le daba igual. Lo importante era avanzar y vaya que estaban avanzando. Los túneles eran sitios lúgubres, húmedos y para nada ostentosos. Cualquiera podía perderse y jamás encontrar la salida, pero por suerte tenía a Chicles y a sus mapas. Había decidido protegerla sin importar si perdía uno o dos pezones en el intento.
Como había afirmado Lamborghini (el abuelo de la silla de ruedas) el camino era aburrido, silencioso y completamente normal. Ningún derrumbe. Ninguna emboscada. Ningún fantasma. Esperaba no encontrarse con ningún payaso porque, de lo contrario, remaría de vuelta con todas sus fuerzas y se escondería bajo las sábanas tres días y tres noches.
-¿Sabían que mi familia tiene una finca en cada isla del Paraíso? Las tiene grandes, pequeñas, no tan grandes, no tan pequeñas, incluso las tiene enanas. No tengo ningún problema con los enanos ni con la gente rara -Miró a Murci-chan-, de hecho, hasta diría que me agradan. Soporto poco a la gente fea porque, ya saben, los Stone somos hermosos de nacimiento. ¿Quieren que me quite la máscara? Pues no lo haré. No quiero que te enamores de mí -Miró a Chicles.
Iba a seguir contando las grandes virtudes familiares cuando Murci-chan lo interrumpió. Al principio le molestó, pues ¿quién se creía para interrumpir al fabuloso Agente Lemon Stone? Pero como era rarito lo perdonó. Los raros funcionan diferentes, sus cabezas funcionan diferentes. Mencionó que escuchaba fuego. ¿El fuego se escucha? ¿Cómo hace? ¿ZzZZzZZz o pspspsps?
-¿Fuego? ¿Dices que escuchas fuego? -Los ojos de Lemon se iluminaron, no porque fuera un pirómano sin remedio… Bueno, sí, era un pirómano sin remedio, pero también porque significaba aventura-. ¡Hay gente cocinando! ¡Bieeeen! ¡Comida!
Una idea paranoica pasó por su cabeza. Puede que nadie estuviera cocinando, puede que fuera… ¡El enemigo!
-No, no, no. Espera un momento, ¿y si es gente mala? ¡¿Y si son las Fuerzas Opresoras que se han metido en nuestra base?! Supongo que pronto lo averiguaremos… ¡Vamos despacio, camaradas, y directo al peligro! ¡Jajajaja!