Anko
Médica Despiadada
11-11-2024, 03:44 PM
Anko se encontraba trabajando dentro de la Base G-23 de la Marina en Isla Kilombo, como de costumbre, ella trabajaba en ese momento en los papeleos de la base, una tarea que odiaba hacer, pero tampoco tenía más opción, eran parte de sus tareas como Oficial de la Marina, quejarse no era opción porque técnicamente, así lo decidió ella. No fue hasta que la puerta de madera de su oficina fue golpeada sutilmente por el Sargento Dan, un hombre con el que la Alférez había formado una buena amistad laboral y gracias a eso, tenía el beneficio de poder entrar a su oficina sin esperar a que ella le diera permiso.
Cuando el hombre entró, se acercó hasta el escritorio para entregarle un pequeño sobre de papel a su nombre, Anko no esperaba una carta de nadie por lo que se le hacía extraño aquel suceso, pero su sentimiento de extrañeza abandonó su cuerpo cuando el sargento le indicó que venía de una tal Anmitsu, y con ello, se retiró del lugar. Presurosa, la joven abrió el sobre y sacó la carta en su interior, su hermana estaba en Kilombo y quería reunirse con ella, y claro, también quería algo de suministros ¿Para qué? No lo sabía, pero ella confiaba.
Con un leve suspiro, se levantó de su asiento y tomó la capa marine que estaba en el respaldo y la colocó sobre sus hombros, obviamente un oficial no podía salir sin vestir aquella prenda sobre su uniforme, y aunque no era reglamentaria, para ella era un total orgullo portarla. Ajustó las Katanas en su cinturón y se apresuró a llenar una mochila con lo que le iba a entregar a la Jujin y con todo listo, abandonó la oficina, no sin antes pedirle a Dan que la cubriera mientras ella salía, cosa que el sargento aceptó sin rechistar, ya sea porque lo sentía como una orden de un superior o por otra cosa.
Una vez fuera de la base, su caminata comenzó hacia el cercano Pueblo de Rostock, el pueblo en donde estaba la posada que le daba alojamiento en su estadía en la Isla, talvez podría quedarse en la base, pero prefería algo más cómodo y solo para ella, no le agradaba la idea de talvez compartir la habitación con otros soldados que solo la desnudaban con la mirada. Fue una cuestión de pocos minutos para cuando ya se encontraba en Rostock, ahora solo debía buscar a Mitsu, podría perder el tiempo preguntando y buscando por todos los lares del pueblo, pero no, ella tenía aquella energía misteriosa para sentir presencias.
Ya adentrada en Rostock, la espadachina cerró sus ojos por un momento para concentrarse, logrando con ello visualizar las presencias de todos los presentes en una enorme área, y no tardó mucho para dar con Mitsu, y resultaba que la Jujin estaba cerca del mercado, mercado que estaba a unas cuadras de su posición. Sin más dilación, se encaminó hasta la zona, varios de los civiles ahí presentes la saludaban y la reconocían al instante por sus actos dentro de la Marina, sí bien le encantaba ser reconocida, aveces extrañaba la época en la que salía tranquila a la calle y todos la ignoraban, pero, en fin, es el precio a pagar.
Después del pequeño alboroto, finalmente pudo ver a su hermana a pocos centímetros de ella — Mitsu ¿Cuánto tiempo sin vernos? — Dijo la alférez con la mochila colgada en un solo hombro y aquella capa blanca con la palabra “Justicia” bordada en la espalda, ondeando levemente con el viento, y claro, el uniforme característico de los Marines, algo que ella no acostumbraba usar hasta hace poco.
Cuando el hombre entró, se acercó hasta el escritorio para entregarle un pequeño sobre de papel a su nombre, Anko no esperaba una carta de nadie por lo que se le hacía extraño aquel suceso, pero su sentimiento de extrañeza abandonó su cuerpo cuando el sargento le indicó que venía de una tal Anmitsu, y con ello, se retiró del lugar. Presurosa, la joven abrió el sobre y sacó la carta en su interior, su hermana estaba en Kilombo y quería reunirse con ella, y claro, también quería algo de suministros ¿Para qué? No lo sabía, pero ella confiaba.
Con un leve suspiro, se levantó de su asiento y tomó la capa marine que estaba en el respaldo y la colocó sobre sus hombros, obviamente un oficial no podía salir sin vestir aquella prenda sobre su uniforme, y aunque no era reglamentaria, para ella era un total orgullo portarla. Ajustó las Katanas en su cinturón y se apresuró a llenar una mochila con lo que le iba a entregar a la Jujin y con todo listo, abandonó la oficina, no sin antes pedirle a Dan que la cubriera mientras ella salía, cosa que el sargento aceptó sin rechistar, ya sea porque lo sentía como una orden de un superior o por otra cosa.
Una vez fuera de la base, su caminata comenzó hacia el cercano Pueblo de Rostock, el pueblo en donde estaba la posada que le daba alojamiento en su estadía en la Isla, talvez podría quedarse en la base, pero prefería algo más cómodo y solo para ella, no le agradaba la idea de talvez compartir la habitación con otros soldados que solo la desnudaban con la mirada. Fue una cuestión de pocos minutos para cuando ya se encontraba en Rostock, ahora solo debía buscar a Mitsu, podría perder el tiempo preguntando y buscando por todos los lares del pueblo, pero no, ella tenía aquella energía misteriosa para sentir presencias.
Ya adentrada en Rostock, la espadachina cerró sus ojos por un momento para concentrarse, logrando con ello visualizar las presencias de todos los presentes en una enorme área, y no tardó mucho para dar con Mitsu, y resultaba que la Jujin estaba cerca del mercado, mercado que estaba a unas cuadras de su posición. Sin más dilación, se encaminó hasta la zona, varios de los civiles ahí presentes la saludaban y la reconocían al instante por sus actos dentro de la Marina, sí bien le encantaba ser reconocida, aveces extrañaba la época en la que salía tranquila a la calle y todos la ignoraban, pero, en fin, es el precio a pagar.
Después del pequeño alboroto, finalmente pudo ver a su hermana a pocos centímetros de ella — Mitsu ¿Cuánto tiempo sin vernos? — Dijo la alférez con la mochila colgada en un solo hombro y aquella capa blanca con la palabra “Justicia” bordada en la espalda, ondeando levemente con el viento, y claro, el uniforme característico de los Marines, algo que ella no acostumbraba usar hasta hace poco.