¿Sabías que…?
...oficialmente el aniversario del manga One Piece es el 22 de Julio, dado que ese día en el año 1997 fue cuando se publico el primer capitulo.
[Común] Bendito silencio
Shy
"Shy"
Ah, Rubek, se decía Shy en su fuero interno. La perla del North Blue. Este bendito silencio es una maravilla. Shy no podía estar más maravillado. Por primera vez en mucho tiempo, podía andar por un mercado, en una plaza sin ruido y sin aglomeraciones. El barullo de las ciudades portuarias era poco más que un recuerdo lejano. Allí en Rubek, la calma reinaba, y el cazador no podía estar más feliz. Casi, casi podía haber esbozado una sonrisa de oreja a oreja. Se imaginó como ya se había imaginado en una multitud de ocasiones: colgando sus armas y dejándolo todo para abrir una mercería. Y ahora sí, sin el malestar de tener que dirigirse a los consumidores o a los proveedores. Todo en silencio. 

El cazador había dado esquinazo a Illyasbabel. Aunque no era en absoluto un buen plan dejar atrás a su compañero, temía que si le acompañaba la calma se rompería, frágil cual cascarón de huevo, golpeada por los chistes malos y las ideas peregrinas de su compañero. En fin, ya le encontraría. De momento, podía disfrutar a solas de aquel precioso lugar. 

Sin embargo, la tranquilidad duró poco tiempo. Una inquietud se asentaba en su cuerpo. Una intranquilizadora ansiedad que atenazaba su corazón. Incluso si se encontraba en la gloria, aquella calma era demasiada extraña. Impropia de una ciudad. Aquello anticipaba una emboscada, o una sorpresa desagradable. No hacía falta utilizar el Haki de Observación ni ningún otro tipo de detección sobrenatural para poder percibir aquello. Shy esperaba que, al cruzar la siguiente esquina, encontrase una pila de cadáveres descuartizados siendo devorados por las moscas. Pero no daba con esa sorpresa desagradable cada vez que pasaba a una nueva vía, lo que, al mismo tiempo, le hacía pensar que era el doble de probable encontrarse aquello detrás de la siguiente esquina. Cuanto más lo pensaba, menos sentido tenía toda aquella situación. Y ahora empezaba a echar de menos a Illyasbabel. Seguramente él podría haber soltado un chascarrillo para calmar los ánimos, incluso si estuvieran en frente de la citada pila de cuerpos.

Shy tomó sus agujas. No sabía con quién o qué podía toparse. Sabía que no estaba solo: además de los hipotéticos asaltantes, confabulados y preparados para atacar desde las sombras, los náufragos de aquel barco de tracción molusca seguían en la costa, heridos, desesperados, hambrientos y esperando su oportunidad. Y a sus ojos, él también era un obstáculo. Se ocultó en un callejón y esperó. Algo tenía que ocurrir en algún momento.
#1
Illyasbabel
cuervo de tiburón
Rumo al North Blue
3 de Invierno
Habían pasado ya cuatro horas desde el accidente, la poca luz que había se desvanecía entre el ocaso y la tiniebla que se cernía por sobre toda la isla, Illyasbabel al poco tiempo de llegar y acomodar la situación, saldría volando para investigar la zona. El viejo cuervo no disfrutaba en lo absoluto aquella extraña sensación que se posaba sobre su esqueleto, Algo anda mal... Pensó, más de una vez, mientras volaba entre la bruma y veía la devastación. Aquel lugar era completamente desconocido para él, por lo que le dedicaría algunas horas de vuelo antes de volver con su compañero.

 Pasadas unas cuantas horas Illyasbabel volvería al punto del accidente y como era de esperarse, Shy no estaba ahí, todos se habían esfumado con la niebla, la costa había sido completamente abandonada salvo por dos o tres sujetos a los cuales increpó para saber la dirección de su amigo. - Gracias caballero! - dijo mientras volaba en la dirección que le habían señalado. Aunque fuera evidente debía advertirle a su compañero sobre la extrañeza del lugar. Quizá podrían hacer algo al respecto. A poco más de unos veinte metros sobre el suelo Illyasbabel surca los cielos esperando identificar a Shy. Al adentrarse en lo que parecían las ruinas de una aldea, notó la silueta de su camarada a pocos metros de una plaza,. ¿Qué demonios haces ahí?... se preguntó con curiosidad mientras se acercaba con cautela. Era la oportunidad perfecta para intentar sorprender a su compañero con un buen susto. 

 El viejo cuervo analizo la situación y concluyo que lo mejor sería atacar por la espada. he! he! Este es el plan perfecto...- murmuró en tono malicioso mientras buscaba la espalda de su amigo y se lanzaba con moderada velocidad hacía él. - ¡¡¡BBBBUUUAAAHHH!!! - exclamó con todas sus fuerzas una vez alcanzado el piso y unos pocos metros de distancia. La travesura era otro de sus medios de diversión, claro que sí, realmente Illyasbabel nunca pensaba en las consecuencias, ni mucho menos cuando esta de buen humor.
#2
Donatella Pavone
La Garra de Pavone
Rubek, Isla del Silencio, Día 3 de Invierno, Año 724
Ruinas cercanas al centro de Salzburgia


 
El silencio de Rubek era tan profundo que parecía tener vida propia, un espectro invisible que envolvía cada rincón de la isla y acallaba hasta los pensamientos más ruidosos. Donatella Pavone avanzaba lentamente por las calles desoladas de Salzburgia, sus botas apenas rozaban el suelo con un leve crujir amortiguado de los restos de lo que pareció ser alguna vez una ciudad dedicada a la música. La chica de ojo ambas no presentaban ninguna prisa en sus pasos, solo una curiosidad latente de descubrir lo que la misteriosa isla a la que había aterrizado tenía para ofrecer. La quietud de aquel lugar resultaba a la vez fascinante eran tan misterioso que se tornaba opresivo, cada esquina de la aldea abandonada parecía contar un secreto que el silencio se negaba a revelar ante cualquier visitante.
 
Desde su llegada tras aterrizar en la costa con el pulpo en la mañana, no había encontrado un solo alma con quien intercambiar palabras. La isla se mantenía fiel a su apodo, cubriendo todo con una capa de serenidad inquietante. Pero fue justo en ese instante, cuando sus pensamientos comenzaban a perderse en el murmullo del viento helado, que un estruendoso grito rompió el manto de silencio como un trueno en medio de una noche despejada. El eco se extendió por las ruinas como un rugido en la caverna de un gigante. Donatella se detuvo en seco, su corazón dio un pequeño salto por la sorpresa, pero recuperó la compostura al instante, buscando con los ojos entrecerrados girando la cabeza en la dirección del sonido a fin de notar cualquier indicio de movimiento.
 
Por un segundo, se preguntó si su mente le jugaba una broma, pero el timbre aún resonaba en su memoria. — Un grito... aquí... — Susurró para sí misma con un dejo de incredulidad. Sin perder tiempo, Donatella echó a correr. Su figura se deslizó entre las calles desiertas con la misma agilidad con la que se movía en combate, esquivando escombros y ramas caídas sin esfuerzo. La brisa helada golpeaba su rostro, pero ella apenas lo notaba. Solo le importaba descubrir quién había roto el silencio de Rubek, el silencio que tanto la incomodaba.
 
Cuando dobló la última esquina, se encontró con una escena inesperada, un hombre alto, de cabellos oscuros, estaba de pie, sosteniendo unas agujas con evidente precaución. Además, otro hombre, más bajo, pero con un porte majestuoso, de cabellera blanca y alas negras, sonreía con una expresión entre la picardía y la satisfacción. El eco del reciente grito aún parecía flotar a su alrededor, era evidente que uno de ellos lo había causado.
 
Donatella se detuvo a una distancia prudente, observando con atención, los desconocidos no parecían simples aldeanos ni personas comunes por lo que tendría que actuar con cautela. Tras unos segundos de silencio, la heredera del Imperio Pavone dio un paso al frente, con la postura firme y los ojos brillando con curiosidad contenida. — No esperaba encontrarme con... compañía en un lugar tan como este. — Murmuró con voz serena y una chispa de curiosidad y entusiasmo en sus ojos, habló solo lo suficientemente alto como para que solo ellos la escucharan, buscando no perturbar demasiado la atmósfera del lugar, conteniendo la emoción de por fin poder hablar con alguien tras un viaje solitario tan arriesgado por la tormenta.
 
Su mirada se desplazó de uno a otro, evaluándolos con calma antes de esbozar una leve sonrisa cortés. — El silencio de esta isla parecía impenetrable hasta hace unos minutos. Me pregunto... ¿son locales? Acabo de aterrizar en un pulpo hace unas horas y aun no conozco mucho del lugar, pero este silencio no me parece normal, se siente perturbador y opresivo.  — Donatella mantenía su tono y expresión neutral, preparada para cualquier tipo de reacción por parte de los sujetos que acababa de interrumpir. A veces, la información más valiosa se obtenía en los momentos más inesperados, y en Rubek, todo parecía estar teñido de misterio.
#3
Shy
"Shy"
Permanecía silente. Shy solo podía escuchar el ruido de su propia respiración. Alguien le acechaba. La emboscada era inminente. Intentaba no agitarse. Si mostraba signos de terror, sus acechadores sabrían que consideraba aquella situación peligrosa. Nada de nervios. Aplomo. Inspirar, espirar. Había que mantenerse sereno para conservar la cordura. Mostrar el temple de un asesino, lo que siempre había sido. Inspirar, espirar. Se había enfrentado a enemigos poderosos, no creía que nada de lo que hubiera allí realmente pudiera hacerle sentir verdadero terror. Shy relajó un poco su postura. Inspirar, espirar. No podía podía ser tan grave el mal que acechaba en la oscuridad de la isla. Todo el mal es humano. Inspirar...

Un grito hizo que Shy se sobresaltara, provocando que se le tensaran los hombros y se le quedasen los ojos como platos. Se atragantó a mitad de la inspiración; no obstante, aquello no limitaría su capacidad marcial. Con un giro propio de una bailarina, se dio la vuelta sobre sí mismo y lanzó una estocada que se quedó a medio camino al presenciar el familiar rostro que había querido pasarse de bromista. La aguja quedó a escasos centímetros de la garganta de Illyasbabel.

Illyasbabel, pensó Shy. ¿Cómo no? ¡Pero serás gilipollas! ¿Cómo coño se te ocurre ir por ahí dando sustos? ¿En esta situación? ¿Es que tienes serrín en lugar de sesos? ¡Capullo! ¡No vuelvas a hacer eso!

Shy se limitó a recomponerse y a fruncir el ceño. Era una persona de poquísimas palabras, y la bronca que tenía ganas de echarle al díscolo de su compañero requería más de las que le gustaría decir a lo largo de un mes. Sí, le alegraba ver su bobalicona sonrisa, ¿pero ahora? Ahora tenía ganas de convertirle en un alfiletero a aguijonazos. El día en el que llovieron los cerebros, tú saliste con paraguas, por lo visto. Guardó las agujas, su rostro exhibiendo la más pura de las indignaciones. Le estaba cogiendo cariño, pero había días en los que prefería ni verle. Hoy estaba por ser uno de esos días.

Sus problemas no parecían concluir con las travesuras de Illyasbabel. Una elegante dama avanzaba en su dirección dando largos pasos. A pesar del silencio, no parecía exhibir ningún tipo de ansiedad. Shy imaginó que, con semejante porte y actitud, debía de manejarse lo suficientemente bien como para no sentirse acobardada. Shy se dio cuenta de que la recordaba de algo. ¡Ah, del barco-pulpo! En efecto. A Shy le había impresionado su belleza, aunque, ciertamente, no le recordaba en absoluto a su querida Ame. Era otro tipo de belleza. Shy emitió un pequeño gruñido de fastidio. La muchacha les interrogó acerca de su identidad.

-Cazarrecompensas -respondió-. Viajábamos contigo.

No tenía sentido mentir en aquella situación. Shy se había estudiado las recompensas locales de cabo a rabo y no la recordaba. Y en cualquier caso, tenían que prestarse toda la ayuda posible para salir de aquel entuerto. Máxime cuando podía haber una emboscada en cualquier momento y teniendo a una horda de náufragos desesperados a los que atender. Shy le lanzó un gesto con la cabeza, como si le preguntara: ¿Y tú quién eres?
#4
Illyasbabel
cuervo de tiburón
- He! he! he! - rio con la misma despreocupación que lo caracterizaba. La agilidad y cautela de su amigo fueron suficientes como para interrumpir su broma, por poco e Illyasbabe terminaba con un agujero en su cuello, solo rio y luego se disculpo con su compañero por su falta de tacto. Aunque realmente era un juego para el viejo cuervo, que buscaba, en algunas ocasiones, sorprenderle, cosa que sería un desafío para él, la guardia de un cazador como Shy no era cosa sencilla, por lo que, además de un juego, era una practica habitual, y ciertamente molesta, aunque esto ultimo le costaba reconocerlo, como siempre, un viejo tonto y despistado con un gran corazón de bufón.

Aun con brazos en alto Illyasbabel se disculpaba con su compañero - Lo siento camarada, no pude evitarlo... he! - dijo algo avergonzado mientras descendía sus manos. - ¡No más travesuras por hoy! - se dijo así mismo, asegurándose de que su compañero lo escuchará. A los pocos segundos su encuentro fue interrumpido por una silueta que aparecía sobre la bruma. - Tenemos compañía - murmuró, mientras hacía un esfuerzo por reconocerla.

 - Buenas tardes - respondió, mientras se quitaba el sombrero ante la figura, que ahora reconocía como una joven mujer. Illyasbabel asintió ante la respuesta de su compañero, - Así es, viajamos juntos, ¿Cómo se llama usted señorita? Mi nombre es Illyasbabel, cazador a su servicio. - dijo, en tono sereno, mientras tomaba un cigarro de su camisa y lo encendía. - Supongo que estamos varados en este extraño lugar... hmmm, he recorrido este sitio y no me gusta en lo absoluto, hay algo que no anda bien aquí, ¿Acaso han visto a algún pueblerino? - dijo mientras reflexionaba,  - oye Shy, ¿Sssabes donde demonioss estamos? - dijo mientras volteaba para ver a su compañero. - ¿Qué les parece si vamos a aquel bar? - preguntó a ambos mientras hacía un esfuerzo por reconocer, a la distancia, lo que parecía un viejo bar abandonado. - Quizá tengamos suerte y consigamos algo de beber...- 
#5
Donatella Pavone
La Garra de Pavone
El eco del gruñido de Shy y la risa despreocupada de Illyasbabel se desvanecían en el aire helado de Salzburgia, como si el ambiente de la isla misma fuera capaz de absorber cualquier sonido con avidez. Donatella observó con atención cada movimiento de los dos hombres frente a ella, desde la manera en que el alto y autodenominado cazarrecompensas de mirada analítica envainaba sus agujas hasta la sonrisa despreocupada del peliblanco de las negras que se presentaba con un aire de camaradería. Cada gesto hablaba de sus personalidades y de la extraña dinámica que aparentaban compartir.
 
Cuando Shy mencionó que eran cazarrecompensas y que viajaban juntos en el barco-pulpo, Donatella asintió ligeramente, un destello de reconocimiento cruzó su mirada. La calma imperturbable de su semblante no cambió, pero sus ojos se afilaron con un destello de curiosidad, aquel detalle revelaba que habían pasado por el mismo accidente. El alado de plumas negras se presentó como Illyasbabel, reiterándose el sombrero mientras realizaba una inclinación cortés. La heredera del Imperio Pavone le dedicó una leve sonrisa en respuesta, apreciando el gesto de cortesía, aunque siempre manteniendo una postura vigilante.
 
Donatella Pavone, cazo verdades y secretos más que nada, pero no niego que me he visto obligada a cazar algunos bandidos. — Respondió, dejando caer su apellido con una calma medida y cierta formalidad. Sabía que su nombre tenía un peso que pocos ignoraban en su isla, pero en islas tan lejanas como Rubek, incluso la reputación parecía ser absorbida por el silencio. Su mirada se desvió momentáneamente hacia el viejo bar que Illyasbabel había señalado entre las ruinas. La fachada agrietada y la ventana rota del lugar parecían susurrar fragmentos de un pasado olvidado. La idea de entrar y encontrar algo que explicara la naturaleza de aquella isla silenciosa era tentadora, pero Donatella también sabía que las respuestas solían venir acompañadas de peligros.
 
No he visto a ningún pueblerino desde que llegué. Solo el incomodo silencio... y ahora a ustedes. — Admitió con tranquilidad, mientras sus ojos volvían a los dos hombres.  Dejó que la última frase flotara un momento en el aire antes de continuar. — Definitivamente hay algo extraño en este lugar, deberíamos mantenernos juntos. Si ese bar sigue en pie, podría ser un buen lugar para refugiarnos por un momento y discutir un plan... pero debemos mantenernos alerta. — Dijo con un tono firme pero calmado y cortes, como si no estuviera pidiendo sino dejando en claro su intención.
 
Ajustó el cuello de su abrigo mientras el viento levantaba mechones de su cabello, haciéndolos danzar bajo la tenue luz del ocaso. Luego, su mirada recorrió el entorno, buscando cualquier indicio de movimiento entre las sombras de las ruinas. La intuición le decía que en Rubek, el peligro podía esconderse detrás de cualquier esquina o en el mismo silencio que los rodeaba. — Entonces, ¿avanzamos juntos? — Preguntó finalmente, su tono tranquilo pero cargado de determinación a modo de aceptación de la invitación que Illyasbel le había realizado. Donatella no solía trabajar en equipo, pero en aquella isla donde el silencio pesaba como una losa, cualquier alianza momentánea era preferible a la incertidumbre solitaria. Después de todo, en aquel lugar tan remoto, una alianza no era descabellada sobre todo cuando primera vez en mucho tiempo su prioridad se había convertido en saber dónde se encuentra y ponerse a salvo antes de continuar con su misión.
#6
Shy
"Shy"
Como venía siendo costumbre, Illyasbabel abandonó toda precaución y se presentó con la afabilidad de un perrete, para luego proponer buscar su particular hueso: un buen licor. Shy se preguntó si la imprudencia de su compañero conocería algún límite o si cada vez que salieran a hacer un trabajo se llevaría una nueva sorpresa. Seguramente lo segundo. Obvió la pregunta del lugar en el que estaban. En primer lugar, no sabía si Illyasbabel sabría ubicar Rubek en un mapa; y además, prefería escuchar de la recién llegada lo que supiera de aquel lugar. Era más que probable que estuviera en la misma situación que ellos, varada y sin escapatoria, pero a lo mejor podría revelar algún tipo de información que resultase de particular importancia. 

La chica se presentó como Donatella Pavone. El rostro impertérrito de Shy casi mostró una ceja arqueada. El apellido Pavone tenía un cierto reconocimiento, eso desde luego. En aquel momento, Shy no sabía ubicarlo del todo -tal vez fuera producto de haber caído un par de centenas de metros desde el cielo-, pero sabía que aquella casa tenía algo, y ese algo podía abarcar desde un áureo estatus hasta un escándalo y vergüenza familiar. Si aquella mujer había nacido en la púrpura, como aseguraba su nombre... ¿Por qué ejercer como cazarrecompensas? Debía de tener una vida acomodada, arriesgarse en peligrosas cacerías parecía todo un acto de temeridad. Entonces Shy recordó que se había dicho a sí mismo en demasiadas ocasiones que ahora que tenía algo de caudal, colgaría las agujas, abriría una mercería y viviría una vida tranquila, pero aún no lo había hecho. No era más que otro mentecato de la misma talla.

Illyasbabel no había tardado en mencionar su nombre, de modo que no sintió la necesidad de presentarse. En su lugar, dedicó un breve asentimiento a la presentación de la enigmática Donatella. La cazadora aseguraba -en un tono altivo propio de la nobleza- no haberse encontrado con ninguno de los habitantes de la isla. Shy deseó no pasar a formar parte de aquella exigua población. Asintió a la propuesta de la mujer: utilizar la taberna como refugio les permitiría abandonar la calle y escapar de la vista de cualquier acechador. Y, por supuesto, que su compañero llenase el buche de aguardiente.

Con un gesto de cabeza, mostró conformidad con la idea de Donatella y avanzó en dirección al bar. Sus puertas estaban abiertas, no habían echado el cerrojo. En el interior reinaba la misma quietud y soledad que gobernaba en toda la isla de Rubek. Solo tenían a la vista sillas y mesas vacías, sin la menor señal de que allí hubiera vivido alguien. Por lo que parecía, en aquel lugar nunca se había redactado una comanda, ni servido una copa, ni reído un chiste. Aquella era una ciudad muerta, y ellos, sus últimos -o primeros- moradores.

Shy no percibió ningún tipo de trampilla, postigo o escondrijo por el que pudieran ser atacados. Estaban verdaderamente solos. 

-Bien -musitó, antes de volver su mirada a Donatella-. ¿Alguna hipótesis?
#7
Illyasbabel
cuervo de tiburón
Con ambas manos en los bolsillos de su pantalón y con su cigarro aún en boca, Illyasbabel apresuraba la delantera del grupo hasta alcanzar el modesto Bar. Una vez frente a la entrada tuvo que casi forzar la vieja puerta, que luego de un poco de reniego y un bruto golpe, lograría abrir, - ¡Bienvenidos! - exclamó, mientras daba paso a Shy y Donatella. Como era de esperarse, no había nadie en el bar, más que algunas mesas llenas de polvo y viejas cortinas que adornaban el sitio. La preocupación de Illyasbabel no fue menor al notar que la barra y los muebles que se  encontraban detrás de esta estaban completamente vacías, - No puede ser...- se dijo así mismo algo deprimido. Desoyó completamente las palabras de su compañero y se dispuso a inspeccionar a fondo el bar, con avidez dio un salto para atravesar la barra principal para luego posicionarse donde suele estar el Barman, una vez allí, empezaría su escandalosa búsqueda. - Nada, nada, ¡Nada..! - decía mientras revoleaba trapos viejos y movía algunos trozos de madera. Ahora un poco más frustrado apoyó su cuerpo sobre la barra y se quitó su sombrero, - Mis días están contados...- se dijo así mismo, entregándose completamente a lo que podría llegar a ser una estadía abrumadora.

 Aun en sus pensamientos, Illyasbabel oyó el crujir de la madera en lo que suponía fuera la cocina del bar, rápidamente se incorporó y se dispuso al acecho, - ¿¿Quien anda ahí?? -  Exclamó con fuerzas mientras abría la puerta de una patada y desenfundaba una espada. No tuvo respuesta alguna por lo que no tuvo más remedio que acceder a la sala contigua. Al ingresar no encontró nada, probablemente aquel ruido había sido una ilusión o simplemente alguna alimaña, por lo que su esperanza sobre una posible encuentro se desvaneció en el aire y nuevamente cayó en la amargura. Pero justo antes de volver a donde se encontraba, su experto olfato noto algo raro, había una trampilla en el piso, y de allí provenía un extraño aroma a cereal en descomposición. Sus ojos brillaron con esperanza, - Quizás ¡¡Quizás!! -. Abrió la trampilla del suelo y al descender al subsuelo se encontró con una bodega con algunas botellas de vino aun cerradas. - ¡BINGO! - exclamó con fuerzas, por su entusiasmo cualquiera hubiera escuchado sus gritos. Tomó varias botellas y dejó algunas monedas en su lugar, luego se retiro al bar para dar las buenas nuevas a sus compañeros.

 - ¡He! ¡He! ¡He! - rio mientras se sentaba junto a Shy y Donatella y servía tres copas de aquel añejado vino. - Al menos tenemos que beber... - dijo mientras brindaba en el aire y luego fondeaba la copa. - Supongo que podríamos investigar un poco más la isla... quizá resolvamos el misterio de tanto silencio... - 
#8
Donatella Pavone
La Garra de Pavone
Donatella cruzó el umbral del viejo bar con pasos medidos, siguiendo a Shy e Illyasbabel. Sus ojos ámbar recorrieron el interior vacío del lugar, tomando nota del polvo acumulado en las mesas y la barra, las cortinas desgastadas y la ausencia total de vida. El abandono del bar era tan marcado que parecía impregnado por el mismo silencio que aparentemente reinaba en toda la isla.
 
Mientras el lunarian peliblanco se entregaba a su búsqueda ruidosa, Donatella permaneció junto a Shy, quien parecía tan analítico y cauteloso como ella misma. El semblante de la Garra de Pavone era sereno, manteniendo una postura erguida y una alerta constante que se negaba a descuidar, estaban en un territorio desconocido para los tres por lo que no podía permitirse tomar las cosas a la ligera.
 
Cuando Shy le preguntó si tenía alguna hipótesis, Donatella inclinó ligeramente la cabeza, considerando su respuesta mientras repasaba todo lo que había visto y vivido desde su llegada en la mañana de ese mismo día. — Es difícil decirlo con certeza aún... pero este silencio no es normal. Las estructuras, escombros, todo parece indicar que este pueblo estuvo vivo, sin embargo, no hay señales de lo que pasó con la población. — Habló en un tono bajo, como si temiera que alguien pudiera escuchar sus palabras. — Además, el ambiente se siente diferente, es como si toda la isla estuviera... atrapada en una burbuja de quietud, un estado de limbo oscilando entre la vida y la muerte. Simplemente parece que... desaparecieron. — Su tono serio y firme no parecía ceder ante la extraña situación que vivían, escondiendo su angustia y ansiedad tras su semblante mientras sus ojos recorrían el lugar nuevamente para asegurarse que nada se le haya escapado.
 
El ruido repentino de una puerta abriéndose de golpe interrumpió sus pensamientos poniendola en alerta hasta ver que solo se trataba de Illyasbabel. Donatella dejó escapar un leve suspiro y giró ligeramente hacia Shy, como compartiendo en silencio una mirada de resignación ante el comportamiento de su ruidoso compañero. Sin embargo, decidió no comentar al respecto, había cosas más importantes que abordar que corregir los modales de un hombre. Después de todo, le habían enseñado en el imperio que los hombres eran inferiores y por ende no debía perder su tiempo tratando de entenderlos ni mucho menos corrigiendo a los extraños.
 
Cuando Illyasbabel regresó triunfante, cargando botellas de vino y sirviendo copas con un entusiasmo renovado, Donatella lo observó con una mezcla de incredulidad y ligera diversión. La actitud despreocupada del cazador era un contraste sorprendente con la tensión del entorno, la chica entendía perfectamente su sentimiento de encontrar algo bueno dentro de lo malo, sin embargo, no pudo aceptar la copa de vino sin pensarlo.
 
La Pavone se detuvo frente a la copa, mirándola fijamente mientras sentía el hedor proviniendo de la copa, no estaba acostumbrada a tomar alcohol de mala clase, mucho menos si aparentaba estar pasado de fecha. No obstante, tras una leve mordida en su labio inferior mientras miraba con asco, tuvo que aceptar la oferta gracias al recordatorio de sed que sus labios resecos le brindaron. Tomó la copa que le ofreció, sosteniéndola entre los dedos sin llegar a beber de inmediato, fingiendo una sonrisa que claramente no podía contener del todo su expresión de asco la alzó y soltó un largo suspiro para relajas su semblante.
 
Beber es una manera de aliviar el peso del misterio... pero no olvidemos que estamos en un lugar que podría estar lleno de secretos así que debemos ser cuidadosos. — Comentó finalmente, su voz suave pero firme. — Me interesa descubrir qué pasó aquí. Esta isla tiene una historia, una que probablemente no será fácil de encontrar. — Levantó la copa un poco más, ahora hacia sus nuevos camaradas como en un gesto simbólico hacia el brindis, antes de tomar un sorbo. Desafortunadamente, el sabor del vino era justo como lo veía venir, alguien con un paladar tan refinado y acostumbrado a las catas podría percibirlo al instante, el olor a cartón mojado, el color reflejando la oxidación de los años y el sabor a vinagre, todos indicios de que el vino estaba pasado. Sin embargo, lo importante ahora era brindar, saciar su sed y entablar alguna conexión con los sujetos que había conocido, quienes con suerte podrían ayudarle a revelar los misterios de la isla.
 
Finalmente, dirigió su atención a ambos hombres, sus ojos brillando con determinación. — Estoy de acuerdo con Illyasbabel. Deberíamos investigar más. Pero debemos ser cuidadosos... esta isla no es lo que parece. Propongo que descansemos primero, si han llegado hoy en un pulpo al igual que yo, entonces han sido victimas de la tormenta que me hizo terminar acá. — Con esas palabras, Donatella se recostó ligeramente en su silla, manteniendo la postura vigilante mientras esperaba las respuestas y los próximos movimientos de sus compañeros. Aunque la idea de trabajar en equipo le resultaba incómoda si no se trataba de su Guardia Real, entendía que en una isla como esta, la soledad era un lujo que no podía permitirse. Por ahora, debía confiar, al menos lo suficiente, en sus nuevos aparentes aliados.
#9
Shy
"Shy"
Illyasbabel no perdió el tiempo y se lanzó a desvalijar la despensa, ansioso por encontrar una sola gota de su ansiado alcohol. Por su parte, la dama Pavone se mantuvo altiva, si bien en su rostro se apreciaba una expresión de cautela. Shy agradeció que, por vez primera, no fuera la única persona en estado de alerta en su grupo. Ciertamente, pensaba Shy, sería una buena adquisición a nuestro siempre menguante gremio. El necesario balance. Alguien en quien poder delegar la vigilancia. Dioses del mar, que diga que sí. 

El compañero de Shy se introdujo en la bodega y causó toda una percusión infernal de cristal roto y cajas removidas. Shy, por evitar quedar peor frente a aquella acompañante, tuvo que hacer de tripas corazón para evitar hundirse los dedos en los tímpanos. Pavone reaccionó mejor que él al ruido, y desarrolló un pensamiento que ya había cruzado la mente de Shy: que, sencillamente, los habitantes de la isla habían desaparecido. El cazador había desterrado aquella idea de su mente, pues no resultaba plausible de ningún modo. Sin embargo, los últimos sucesos le llevaban a ser algo más flexible con la verosimilitud de lo que sucedía a su alrededor. Al fin y al cabo, había volado en un barco propulsado por un pulpo. Shy dedicó un firme asentimiento a la Pavone, reflexionando algo más sobre aquel asunto que les concernía. Cierto era que no estaba retribuido, pero era un buen modo de encontrar la forma de salir de allí.

Pavone mostró un cierto rechazo a la ruidosa actitud de Illyasbabel, situación que resultó del todo embarazosa para Shy. No podía pronunciar las suficientes palabras como para explicar la actitud de su compañero, ni para emitir una disculpa válida. En su lugar, tensó el ceño y suspiró. Al menos, no tenía que contar con que su compañero quedase desmoralizado por aquella lúgubre atmósfera.

Illyasbabel sirvió copas para los tres. La chica Pavone miró la suya con un gesto desdeñoso casi imperceptible, mas no dudó en llevarse el aguardiente a los labios. Ni que decir tenía que Illyasbabel ya había hecho lo propio. Shy se acercó la copa, captó su hedor, y tomó la presurosa decisión de bebérselo sin respirar, para evitar las arcadas. Normalmente no habría hecho algo tan imprudente, pero convenía que la recién llegada no pensase que estaba siendo envenenada. 

El alcohol -por fortuna- no distrajo a la chica, que seguía manteniendo su interés en la isla. Propuso un descanso. Shy asintió. Era una oportunidad para pertrecharse y lamerse las heridas tras aquella lamentable caída. De igual manera, sus acechadores podrían perder la paciencia y lanzar un ataque para el que hubieran preparado una defensa adecuada. La muchacha se recostó en una silla sin perder su elegante porte.

-De acuerdo -asintió Shy, no sin cierta reticencia-. Descansaremos. 

El cazador se sentó en una esquina y sacó de hatillo un ovillo de lana. Tejía con el ceño fruncido, a sabiendas de que la paz podía quebrarse en cualquier instante. Hasta entonces, permanecería alerta. Contaría con su espadachín de confianza, que haría una ebria demostración de sus habilidades, y con aquella extraña mujer, que también parecía poder arreglárselas bien. Uno rara vez escoge la compañía que le sigue. Se la gana, y saca lo mejor de esa situación. En tal caso, Shy no dejaba de pensar que podía sacar de un lunarian borracho y una noble misteriosa.
#10


Salto de foro:


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