Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
[Evento - P] Setas grandes y niebla densa. ¿Qué puede salir mal?
Drake Longspan
[...]

Los sentidos de Drake Longspan comenzaron a agudizarse, su percepción del tiempo desistió, haciendo que este parezca pasar más lento de lo normal. Sus pensamientos fluían libremente alrededor de su "flotabilidad". Notaba como sus movimientos requerían de una precisión aún mayor de las que él podría darle. Sin duda estaba en un viaje astral. 

La caída parecía inalterable, su destino parecía sellado, no fue salvo la sensación de rebotar en diversos champiñones gigantes lo que le hizo reaccionar y caer en blando. Se colocó las gafas de sol y miró a su alrededor, tuvo la sensación irrefrenable de encender aquel cigarro de liar, aunque no entendía como había llegado allí, cuando lo prendió, notaba que tenía un olor raro, pero agradable.

Ahora que había calmado su ansiedad, llegaba la siguiente pregunta:

¿Cuál es mi maldito nombre?

Se dejó caer hacia detrás, en aquella seta tan blanda. Tan bajo... y a la vez tan "high". Ladeó su rostro en ambas direcciones, con extrema lentitud, no veía nada. Quizás podría transformarse en roca, asimilandose y creciendo en tamaño, si recordase que podía hacer eso. Comenzó a reirse de forma incontrolable y se volvió a sentar sobre la seta rocosa. Parecía decidido a ponerse en marcha... En un rato, cuando todo deje de darle vueltas, y se terminé su cigarro de liar que tanto le estaba ayudando a concentrarse.

Con mi mente en el dinero y el dinero en mi mente.

Decidido, o colocado, se reincorpora torpemente y comienza a caminar con una ceguera demencial, rumbo hacía alguna parte, algo parecido a unas ruinas abandonadas... Drake Longspan pareció escuchar en la lejanía ecos de un pasado glorioso... O a lo mejor era cosa de aquello que estaba consumiendo, solo el tiempo lo dirá.

Personaje

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#11
Shiro
Ninguno
Al fijarme bien pude comprobar que la bestia no relucía solo por aquel extraño líquido que había vomitado, sino que también vestía con una indumentaria de lo más colorida en la que al principio no me había fijado. No creía que fuese justo que ese bicho tuviera ropa mientras yo iba por ahí con mis partes pudientes al aire ¿A qué enfermo se le ocurrían estas cosas?

Como había esperado el animal hablaba, aunque sus palabras de poco me sirvieron. No solo no conocía dónde estábamos, sino que tuvo la osadía de preguntarme si lo sabía yo… ¿Enserio? Si lo supiese no iba a ir por ahí preguntando… Estaba desnudo, pero no loco. Mientras decidía si molestarme en contestar o no me percaté del ligero movimiento de mano que realizó el animal. Había sido bastante sutil, pero como estaba alerta por si decidía atacarme no me pasó por alto.

-Así que tú también tienes una - pensé al observar la bolsa que le colgaba de la cintura. No es que llevase mucho con la mía, pero por alguna extraña razón la reconocí inmediatamente. Eran iguales y eso quería decir que tendrían el mismo contenido.

Su mente recordó la sensación que había tenido cuando había tocado la esfera del interior. Aún no sabía para qué servía, pero sentía que tenía un valor incalculable y solo sabía que necesitaba poseer más. El animal como si pudiera sentir mis ansias de obtener el contenido de su bolsa se puso a aullar de forma salvaje mientras adoptaba una pose de lo más extraña. Seguramente él también querría mi canica, pero no iba a darle el gusto de dársela así como así… Y entonces se desató la hecatombe.

El tronar de una poderosa tormenta se hizo eco a través de todo el lugar, haciendo que se me pusiera la piel de gallina mientras sentía el retumbar de los relámpagos vibrando por cada hueso de mi ser. Era como el pistoletazo de salida de una competición de tiro de gigantes, como el ruido que hacías en mitad de la noche cuando no querías que nadie te escuchara y caías algo, como el inicio y el final de algo.

No había tiempo que perder, la cosa parecía ponerse fea y ya notaba el desgaste de mantener mi técnica activa. Quizás no había sido muy buena idea el haberla activado para andar correteando por ahí sin más si iba a terminar peleando… pero no me quedaba otra que aprovechar la situación, así que me dispuse a preparar una pequeña ofensiva pensando en lo que había visto con anterioridad. No sabía si funcionaría, con un poco de suerte incluso la tormenta estaría distrayendo al animal, por lo que sin pensarlo más ordené a la seta que girase en el aire y descendiese a toda velocidad realizando un arco de nuevo hacia arriba con la intención de embestirlo con la cabeza plana del hongo. Confiaba en que hiciera el mismo efecto que cuando yo había saltado encima de una de ellas e hiciera que la bestia saliese despedido.

Resultase efectivo o no, aprovecharía el movimiento si nada me lo impedía y haría descender mi hongo volador a tierra firme. Necesitaba parar de usar mis poderes por lo que con un ágil movimiento me bajé de la seta y desenvainé mi arma adoptando una postura de defensa a la espera de lo que me tuviese deparado este endemoniado lugar. Notaba la carga de mantener durante tanto tiempo mis poderes, pero confiaba en haber puesto la distancia suficiente como para recobrar algo el aliento.

Resumen


Aclaraciones y gastos de energia
#12
Lobo Jackson
Moonwalker
Su sentimiento de cautela pronto se vio confirmado cuando el desconocido mencionó que también portaba una de aquellas bolsitas, igual que la que él tenía colgada del cinturón. De alguna manera sabía que le decía la verdad, porque un pálpito en su interior le transmitía la sensación que cualquiera que estuviera en aquel extraño lugar tendría una de aquellos saquitos bajo su custodia. Pero mientras meditaba sobre las posibilidades que aquel conocimiento implicaba, un terrible sonido cataclísmico le sobresaltó.

Una tormenta como ninguna otra se había desatado en algún lugar indeterminado que parecía ser todas partes y ninguno, no había forma de saberlo desde aquel bosque de hongos cuya espesa neblina cegaba la vista. 

Asustado por el ruido aterrador, perdió el enfoque de sus pensamientos mientras mantenía su fantástica pose de guardia antes de devolver su atención hacia el hombre de la seta flotante... Quien había desaparecido.

- ¿Dónde está? - Pensó, preguntándose mientras miraba el lugar que había ocupado momentos antes y en cuyo lugar se encontraba un remolino blancuzco de niebla. - ¿Se fue? -

Trató de afinar su oído lupino, en cuyos tímpanos todavía resonaba el eco del trueno, y creyó escuchar un suave silbido de algo enorme deslizándose por el aire. Ladeó la cabeza cual pastor alemán al escuchar la palabra "parque" y miró con atención hacia el origen de aquel sonido, por encima de donde se encontraba.

Debido a la persistente niebla no consiguió ver lo que se le venía encima hasta que ya era demasiado tarde, cuando el enorme hongo volador apareció de entre la bruma con gran velocidad y la clara intención de aplastarlo. Tan rápido como pudo, el mink intentó dar un triple mortal con tirabuzón extra estiloso y lleno de sensual glamour para esquivar con la mayor gracia posible el intento de perricidio, algo que le sería prácticamente imposible por la velocidad con la que se le aproximaba el champiñón.

Por suerte o por desgracia para Lobo Jackson, se había olvidado de las propiedades elásticas del suelo sobre el que estaba de pie. Al tratar de saltar, se vio sorprendido por el absurdo rebote con el que sus piernas le impulsaron hacia arriba justo a tiempo para colisionar con la parte plana de la seta a mitad de vuelo, donde se encontraron de una forma tan íntima y personal que la baba del licántropo marcó el suave sombrero del hongo, segundos antes de que éste le transmitiera la energía cinética que llevaba y la sumara a la de su propio salto.

Cual bola de billar que recibe el impacto de la bola blanca, el mink más estiloso del lugar salió despedido en la dirección opuesta realizando un arco a través del aire en el que, de haber alguien que pudiera verle a través de la bruma, se sorprendería por la manera en la que su cuerpo parecía adoptar una hermosa pose de ballet girando sobre sí mismo mientras su silueta se perdía entre el bosque de hongos, entre los que rebotó tras recorrer cerca de 15 metros desde su posición inicial y donde terminó sujetándose a uno con todas sus fuerzas para evitar seguir siendo una peluda bola de pinball.

Bajó despacio usando sus afiladas uñas para llegar al suelo tan suavemente como le fuera posible, tratando de no provocar otro evento de salto sobre colchoneta elástica. Aquel viaje no le había hecho nada de gracia, ni a su estómago tampoco, aunque por suerte no le quedaba nada más que vomitar. Tan sólo el amargor de la bilis en su lengua que iba a juego con el ánimo amargado por culpa de aquel ataque a traición. 

Ya en pie en el suelo apretó la mandíbula y sus dientes relucieron en una mueca rabiosa. Se moría de ganas de encontrar al hombre de la seta voladora para pagarle el viaje con un par de cicatrices en la yugular. 

¿Pero cómo lo haría? No podía ver nada entre el centenar de gigantescos champiñones que crecían por doquier, ni siquiera sabía hacia dónde se tendría que dirigir para encontrarle porque la niebla también ponía su granito de arena para nublarle la vista y era imposible recordar contra qué champiñones había rebotado en su pequeño viaje... Pero quizás tendría más suerte al intentar olerlo. Levantó el rostro hacia arriba y olfateo varias veces hasta que creyo captar el aroma del hombre de la seta, si es que ese era el suyo. 

- Esta vez no me pillarás desprevenido. - Pensó al tiempo que se colocaba a cuatro patas y, tan pegado al suelo como pudo, gateo cual sabueso en la dirección hacia la que creía que se encontraba el hombre, tratando de dar un pequeño rodeo para colocarse a sus espaldas. - Si te atrapo, te vas a llevar una sorpresa.

Resumen


Aclaraciones


Esquema ilustrativo del choque by me
#13
Timsy
Timsy
-¡Eh, que no huyas te he dicho!

Apenas conseguí un par de pasos cuando mi presa tropezó - ¡Ya es mío! - “No vendas la piel antes de cazar el oso”, solía decir el ciego, “Y si lo haces, ten piernas suficientes” añadía en alguna ocasión antes de estallar en una sonora carcajada. Cuánta razón tenía aquel pobre diablo. El azar quiso que el hombre al que iba a capturar, cayera sobre una de aquellas enigmáticas setas y saliera despedido hacia la tupida niebla. La cura de humildad fue inmediata - ¡Escamas! - Apenas un par de pasos más y detuve en seco mi avance. No era por darle ventaja al hombre. No era tan generoso, la verdad. Mis ojos se desviaron al cielo de manera instintiva, aunque no vieron más que un gris infinito e impenetrable que envolvía toda la zona, sin embargo… Sin embargo el sonido atronador de cientos, cientos no, ¡miles! de estruendosos truenos hicieron que me estremeciera. Todas mis escamas se endurecieron y el corazón aceleró al ritmo del Apocalipsis. Aquello solo podía augurar una cosa: el fin del mundo.

Tan pronto como llegaron, se fueron. Sin embargo, mi corazón seguía latiendo al son del Juicio Final. La sangre martilleaba los tímpanos y todo interés por aquel tipo había muerto, dejando en su lugar el mismo silencio que ahora reinaba a no mucha distancia de dónde me encontraba. De haber sido testigo de semejante barbarie difícilmente habría podido seguir con tanta naturalidad, pues tan solo el sonido había bastado para alterarme. Me encogí de hombros y consideré que aquel lugar ya me había aportado todo cuanto podía ofrecerme, así que caminé un par de metros, salté en una de aquellas setas gigantes y dejé que el azar y el destino fueran mis guías en aquel misterioso, enigmático y onírico mundo.

Aclaraciones para Tenka


Aclaraciones

#14
Shiro
Ninguno
El plan había funcionado y mi táctica del “hongo volador”, como sería recordada desde este momento, surtió el efecto más o menos deseado. Si bien el lobo demostró unos reflejos encomiables dando un poderoso salto intentando esquivar la seta, no fue lo suficientemente rápido para evitar el golpe y salió despedido por los aires perdiéndose entre la bruma mientras yo aterrizaba.

La inmutable niebla hacía complicado saber donde habría caído con exactitud la bestia parlante. Esta podría haber chocado contra cualquiera de las setas que había en esa dirección y terminar rebotando hacia a saber donde. Eso complicaba algo las cosas, ya que temía echar a correr en aquella dirección y terminar perdiéndose, al igual que le angustiaba quedarse quieto a la espera de que la bestia volviese. La visión era prácticamente nula y aún podía sentir dentro de su pecho el retumbar de la tormenta.

-¡Joder! - mascullé en voz baja mientras corría en la dirección contraria a la bestia. No podía enfrentarlo habiendo gastado tantas fuerzas en mi paseo aéreo, por lo que si tenía que perderse mejor hacerlo en la dirección contraria en la que había salido volando el lobo.

Mientras avanzaba el paraje apenas variaba. Todo era niebla y hongos, hongos y niebla… y así sucesivamente hasta que alcancé una zona menos poblada de aquella peculiar región, por lo que cuando llevaba unos treinta metros corriendo me escabullí entre un grupo de setas que crecían en ramificación alejadas del resto. No tenía mejor cobertura posible que esa a mano y temía que si se subía a las propias setas saliese rebotando como la bestia lupina y por lo menos desde ahí no había más hongos que entorpecieran su visión.

-Concéntrate - pensé mientras controlaba la respiración. Necesitaba controlar el martilleo de mi pecho y centrar todos mis sentidos a percibir si la bestia me perseguiría. Mi vista se centró en cada ondulación que se formaba en la bruma mientras el oído se centraba en intentar captar cualquier ruido que delatase al lobo o a cualquier otro ser. Con un poco de suerte terminaba perdido igual que yo y así tenía el tiempo necesario para recuperar la fuerza que había perdido utilizando sus poderes. Era una pena no haberse encontrado en igualdad de condiciones, ya que entonces no hubiese dudado en pelear con uñas y dientes hasta conseguir la canica que seguro que poseía… pero mis prioridades eran claras. Valoro demasiado la vida para perderla en una batalla desigual.

Aclaración Lobo Jackson


energía
#15
Lobo Jackson
Moonwalker
Olfateaba hacia arriba y hacia abajo, buscando el olor del hombre. La niebla a su alrededor creaba una cortina blancuzca que le servía de cobertura, y aunque no podía ver nada, creía haber captado un rastro. Cuando pensó que se estaba acercando escuchó unos pasos apresurados alejarse en la dirección opuesta, pasos desde donde estaba seguro que se originaba el olor a humano.

Aceleró un poco la marcha y descubrió que había seguido el rastro con éxito cuando encontró el hongo volador yaciendo inerte sobre el suelo. Recostado como estaba, parecía mentira que algo tan grande y abultado pudiera mantenerse a flote en el aire, ¿sería una característica especial de esas setas? ¿Tal vez así podrían repartir sus esporas? ¿O sería un poder de aquel hombre? No estaba seguro de las propiedades aerodinámicas de los champiñones, pero tenía la absoluta certeza de que se la habían lanzado intencionadamente.

Acercó el morro hasta la seta y olisqueo, reconociendo sin dificultad el olor del hombre que hasta hacía unos instantes había estado allí. 

Contento, realizó una pose en la que extendía el brazo derecho hacia afuera mientras que apoyaba la cabeza sobre la mano izquierda, torciendo ligeramente las piernas al tiempo que declaraba con seguridad: - He encontrado tu rastro-gara. - Se giró sobre sí mismo, dando tres piruetas sobre sí mismo con los brazos recogidos y una pierna levantada. - Sé hacia dónde has ido-gara. -

De pronto, el suntuoso y grácil baile se detuvo con el mink encarando su hocico hacia la dirección hacia la que el hombre se había marchado corriendo. Sus puños se apretaron con tanta fuerza que las venas de sus brazos se marcaron bajo su suntuoso y cuidado pelaje. 

- Estás sudando, puedo oler tu cansancio-gara. - El pecho del lobo se hinchaba y deshinchaba a causa de una respiración que sólo podía traducirse a un ansia depredadora. Sus ojos parecían dejarse llevar por una especie de deseo primigenio que dormitaba en su interior, algo que notaba desde el fondo de su ser. Un instinto de persecución que le instaba a seguir a cuatro patas y continuar con su tarea como rastreador.

Deseaba encontrar a aquel hombre.

Deseaba... Encontrar... A una presa...

Deseaba... Deseaba... Deseaba...

Parpadeo varias veces y se sintió perfectamente capaz de conseguirlo, a pesar de estar prácticamente pegado al suelo. Pero estaba bien, pensó, porque así sería más fácil seguir el rastro. Eso es, pensó, cerca del suelo es lo ideal. 

Alegre, quiso expresar un grito triunfal. - ¡Guau! - ¿Guau? Se extrañó un poco pero de alguna manera sentía que se había expresado de la mejor forma posible.

Comenzó a caminar a cuatro patas al tiempo que su nariz se pegaba al suelo. No le sería difícil encontrar al hombre... ¿Eh? Sus manos eran más pequeñas, parecían patas. - Estas setas me deben de estar volviendo majareta. - Pensó.

Y aunque Lobo Jackson no había notado nada, su cuerpo había cambiado. Ahora, en lugar de ser un mink, era el lobo azul más estiloso del lugar y no tardaría en encontrarse con el hombre pues se dirigía a paso rápido a través de la espesura fúngica.

Nuevo aspecto
#16
Drake Longspan
[...]
Bow wow wow, yippi you yippy yei.

Drake Longspan, o lo que quedaba de él en ese momento, se tambaleaba por la Ciénaga del Delirio, un paraíso de champiñones gigantes que destellaban en tonos neón, como si las estrellas hubieran decidido enraizarse en la tierra. A cada paso que daba, el suelo parecía hundirse ligeramente, como si caminara sobre una nube que se deshacía con su peso, o tal vez era solo la seta que estaba masticando el tiempo y el espacio a su alrededor.

El paisaje, aunque borroso y cambiante, era tan vívido que a veces le costaba distinguir entre lo que estaba frente a él y lo que su mente le hacía ver. Los champiñones de todos tamaños y colores se alzaban a su alrededor, algunos incluso con caras sonrientes que lo miraban de reojo, o tal vez solo lo imaginaba, o era cuestión de lo que estaba fumando, daba igual, estaba buenísimo. La brisa suave traía consigo aromas dulzones, embriagadores, mezclados con un toque de humedad y decadencia.

Mientras avanzaba, la transformación comenzaba a apoderarse de él, su cuerpo parecía estirarse y desvanecerse en las sombras danzantes que los hongos proyectaban. Su andar se hizo más relajado, más fluido, casi como si flotara a través de la ciénaga. Un ritmo lento y pesado se instaló en su cabeza, un latido constante que parecía sincronizarse con sus pasos. Al borde de la realidad, una voz grave y cadenciosa, tan familiar como un viejo recuerdo, resonó en su mente, suavemente, como si el eco de un concierto en el que nunca había estado, o un beat del West Blue que nunca había escuchado con anterioridad.

Drake, o quienquiera que fuese ahora, seguía caminando, sin rumbo fijo, pero con la certeza de que estaba donde debía estar. Las ruinas, medio enterradas en el musgo y los hongos, comenzaron a emerger ante él, como si hubieran esperado su llegada. Columnas rotas y muros desmoronados se alzaban, envueltos en las sombras y en la luz espectral de la ciénaga. Se detuvo, sus ojos entrecerrados enfocándose en lo que parecía ser una entrada oscura y ominosa, tan tentadora como el siguiente soplo de su cigarro de la risa.

Una risa profunda, ronca y lenta escapó de su garganta, llenando el aire denso a su alrededor.

Si esto es el final... — murmuró, con una sonrisa perezosa — es el mejor maldito final que podría haber imaginado.
Y así, con la mente en paz, el cuerpo relajado y los sentidos agudizados, se adentró en las ruinas, como un rey en su trono, listo para lo que la Ciénaga del Delirio tuviera reservado para él.

Personaje

Resumen
#17
Tenka
Anticuario
 
Retumban oscuros los cielos mientras avanzo por la niebla. He perdido de vista a mi enemigo. La lejana tormenta me estremece. Vuelve a trepidar la bóveda bajo un trueno aún más brutal. Aún más cerca. El sonido de un tambor. ¿O era la furia de aquella tormenta? Un grave instrumento de metal retumba en mi cavidad torácica. ¿O son los truenos, bramando pesados y perseverantes?

El manto místico de una fina nieve comenzó a descender, mezclando su blanco puro con el de la bruma ominosa.

¿Qué es este persistente delirio?—dije, dueño de mi propia voz por primera vez desde que entré en aquella pesadilla.

Avanzaba, aún, invisible por el ciego paisaje. La tormenta cesó y con ella su densa música. La ligera nevada desapareció como había llegado, y, mientras observaba sus últimos copos, una figura se dibujó casi imperceptible, al límite de mi vista en aquella atmósfera.

Poco a poco me fui acercando a ella. Era un hombre, de tez oscura y vistiendo un sombrero. Iba vestido de negro y para mi sorpresa contaba con un saco como el que yo tenía, atado a la cintura. Un ansia extraña me abordó. Aquella era una buena ocasión para descifrar el sentido de aquel mensaje y aquellas bolsas.

Las nieblas aún cubrían el entorno pero se adivinaba en este unas ruinas entremezcladas con las inevitables setas. El hombre avanzaba hacia aquellos vestigios y se detuvo frente a unas puertas imponentes.

Me aproximé invisible a aquel hombre bajo un silencio entrenado y fiable, evitando dejar rastro alguno de olor o huellas. Sin mayor miramiento, arrancaría la saca de su cintura, la haría invisible y me lanzaría contra una seta enorme ubicada jsuto a un lado, con intención de rebotar sobre ella en el ángulo adecuado para proyectarme lejos y huir.

GASTOS Y TÉCNICA
#18
Timsy
Timsy
Una vez más la densa niebla sembró el desconcierto. Podía saber cuando estaba subiendo y bajando, pero poco más podía adivinar. El suelo había desaparecido hacía rato, engullido por la masa neblinosa y no sabía cuando lo volvería a ver o si caería de nuevo en él o por el contrario caería en otra seta gigante que me propulsaría de nuevo por los cielos. Sentí una punzada de pesar y decepción al comprender que se me estaba negando la oportunidad de ver el mundo tal y como lo hacían la aves. De pronto permitirme ascender a esas alturas sin recibir una muerte segura por apachurramiento y quedar como papilla de pescado, pero no poder ver mucho más allá del alcance de mis manos me pareció cruel. Muy cruel. Quién hubiera ideado aquella realidad debía haber sido una mente retorcida. Espera… ¿A caso no era la mía? ¿Era yo el retorcido?

El descenso inició conmigo cabeza abajo, como el proyectil que busca perforar a su presa. Un proyectil ciego y desorientado, pero que igualmente golpería allá dónde el azar tuviera a bien. Dejé que las fuerzas ejercieran sobre mí libremente, como las medusas se dejaban guíar por las corrientes marinas. A fin de cuentas, ¿qué podía hacer yo? ¿Qué iba a ganar? ¿Y si podía volar también? Inconscientemente comencé a mover rápidamente los brazos con la esperanza de alzar el vuelo hacia ningún lugar. Doble decepción. ¿Cuántas más podría llevarme en los escasos segundos que duraría el trayecto?

Como si de un deja vu se tratara, el suelo se materializó y junto a él un cánido vestido de una manera peculiar. Caminaba a cuatro patas, en la misma dirección que lo hacía yo. No podía verle el rostro, pues él olfateaba el suelo a cuatro patas y yo le veía desde una posición superior y a su espalda. Antes de poder emitir sonido alguno, si no conseguía esquivarlo de alguna manera, le propinaría un fuerte cabezazo en todo el lomo sin remedio alguno. Con ello comprobaría si el daño de las caídas únicamente estaba exento si te estampabas contra el suelo o, por el contrario, si también chocarse y darle un cabezazo a un animal de los que allí vivían gozaba del mismo privilegio. Nada era seguro en aquel cruel y enigmático mundo.

Aclaraciones

#19
Lobo Jackson
Moonwalker
Enfrascado como estaba en su importante tarea de rastreo, Lobo Jackson que ahora era un lobo por completo seguía olfateando el suelo. Su mente sólo se concentraba en encontrar al lanzador de setas, aquel a quien había declarado como su enemigo y a quien deseaba darle un saludo especial con le filo de sus colmillos. Percibía la fragancia personal de quien sólo viste la piel con la que nació y que va con la pichula completamente expuesta a la intemperie, fácil de seguir por el reciente esfuerzo físico que había desencadenado la respuesta suprarrenal de su cuerpo.

En ese instante algo golpeó su espalda de improviso, algo que había descendido desde las alturas y cuya presencia no había notado por estar sumergido en su búsqueda. Un impacto contundente que sintió a lo largo del lomo y que le hizo abrir la boca por la sorpresa del momento. 

Si alguien viera aquel impacto se confundiría de la repentina aparición de una rana amorfa desde los cielos como plaga profética que, sin otro motivo que el del cruel azar, impone su castigo sobre una inocente y adorable bestia que lucía un atuendo monísimo. Una instantánea de la ridiculez de aquel lugar que tan solo podría captarse en aquel instante, pues el cuerpo del lobo cedió bajo el impacto y se estampó contra el suelo.

Pero el suelo no era de roca, granito o madera, mucho menos de algo resistente como el hormigón.

El suelo era elástico como la goma, más todavía, una superficie con una propiedad sin igual que disfrutaba devolviendo cuanto se le mandaba con el mismo entusiasmo con el que se lo daban.

Con exactamente la misma fuerza, Lobo Jackson rebotó hacia arriba dando un impacto igual de severo contra la escamosa y pringosa piel del extraño ser que se había chocado contra su peluda espalda, dando a su vez un cabezazo inverso que probablemente golpearía la mandíbula de la rana.

De nuevo, aquel hipotético espectador vería cómo los dos pintorescos seres se separarían a mitad de vuelo con caminos inciertos, probablemente magullados y desorientados.

¿Dónde caería Lobo Jackson? No habría forma de saberlo con certeza, pues al ser un lobo por completo carecía de pulgares con los que facilitar un agarre en las setas circundantes y se vería preso del capricho del rebote entre ellas hasta que, con suerte, sus fauces mordieron el cuerpo carnoso de uno de aquellos champiñones para por fin mantenerse quieto. 

Indignado, creyendo que el hombre de las setas había vuelto a atraparle desprevenido, su mente se llenó de ira y sus pensamientos le hacían pensar en usar sus manos para agarrar al tipo en cuestión. Tal era la frustración que sentía que su cuerpo se transformaba mientras su boca seguía mordiendo la seta con rabia, recobrando su forma previa de mink y sujetándose al champiñón con ambas manos. 

Miró a su alrededor, la niebla seguía tan espesa como siempre y volvía a estar en un lugar indeterminado, no muy lejos de donde había sufrido el golpe pero sin duda apartado del camino. ¿Lograría ver a alguien?

Resultados del golpe


Aclaraciones para Timsy
#20


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