Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Común] [Pasado] Ecos de Caza
Illyasbabel
cuervo de tiburón

El tiempo había pasado rápidamente para Illyasbabel desde que fue dejado en el East Blue, su misión siempre presente en su mente. Desde su ultimo encuentro con el Gremio habían pasado cinco largos años de caza, de recorrer islas y océanos, enfrentando a piratas, a sus propios demonios y a la implacable naturaleza del mar, Illyasabel se convertía poco a poco en un joven adulto. Ahora, la búsqueda lo había llevado a un lugar extraño y peligroso, la Isla Momobami.
 
 La isla no era grande, pero lo que le faltaba en tamaño lo compensaba con su impenetrable selva y su fauna hostil. Los árboles se alzaban como gigantes en una selva frondosa y espesa que cubría toda la isla, salvo por un gran monte en el centro. Esta elevación rocosa, empinada y casi vertical, parecía un guardián silencioso de la isla, asediada también por la vegetación que intentaba trepar hasta su cumbre. Los animales y criaturas que habitaban la isla no eran criaturas comunes, cada uno de ellos era una anomalía, un desafío para cualquier intruso que se atreviera a poner un pie en Momobami. Se decía que estos animales habían desarrollado su agresividad y extrañas habilidades debido a siglos de aislamiento, manteniendo a raya a cualquier visitante. Nadie se aventuraba demasiado en el corazón de la isla, la mayoría no llegaba ni siquiera a tocar tierra firme antes de ser empujado de nuevo al mar por alguna bestia territorial disconforme con la llegada de extraños.

 Illyasbabel, sin embargo, no era un visitante cualquiera, su búsqueda lo había llevado hasta aquí, siguiendo el rastro de un pirata solitario que había estado sembrando el caos en pequeñas aldeas y barcos mercantes del East Blue. El hombre había sido astuto, siempre un paso por delante, utilizando el terreno y su conocimiento de las islas para evadir a Illya. Pero esta vez, el pirata había cometido un error al refugiarse en Momobami.

 La embarcación de Illya, más bien un pequeño bote alquilado, resistente y preparada para cualquier eventualidad, estaba anclada en una pequeña bahía protegida de la isla. Mientras descendía de su navío, sus ojos negros y brillantes analizaban el entorno. La vegetación era densa, la atmósfera estaba cargada de humedad, un silencio inquietante envolvía el lugar, roto solo por los lejanos sonidos de criaturas desconocidas.

 Sabía que el pirata estaba aquí, en algún lugar entre la espesura o tal vez en lo alto del monte. El ambiente estaba cargado de peligro, e Illyasbabel lo sentía en cada fibra de su ser, al fin y al cabo, se había criado en un sitio similar. Avanzó con cautela, su figura esbelta y musculosa moviéndose entre los árboles con la agilidad de un cazador experimentado. No era la primera vez que enfrentaba lo desconocido, pero sabía que esta isla sería un desafío diferente. La selva parecía tener vida propia, cada crujido de las hojas, cada susurro del viento le advertía de la presencia de algo más. Las sombras entre los árboles parecían moverse, y los ojos de las criaturas lo observaban desde la distancia. Illya no era de los que retrocedían, sabía que de las bestias no se corre, se las enfrenta. Su misión era clara, y su voluntad inquebrantable.

 Después de horas de recorrer la selva, llegó a una pequeña abertura en la vegetación. Delante de él, el monte se erguía imponente, sus paredes rocosas cubiertas de musgo y enredaderas. A lo lejos, en una cornisa, pudo distinguir un destello, algo que solo los ojos entrenados de un cazador habrían notado. Illyasbabel sabía que había encontrado su objetivo. El pirata estaba cerca, más tarde que nunca la caza comenzaría. - Rodrigo el de camisa rosa, que nombre más extraño...- se dijo así mismo mientras veía una vez más el papel de " se busca ".
#1


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