Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
[Misión de temporada] El Gato y el Ratón - Grupo A
Percival Höllenstern
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El cielo gris comenzaba a teñirse con el tenue resplandor de una mañana que apenas se asomaba tras las nubes. Aunque la luz del sol no era lo suficientemente fuerte como para penetrar las capas de humo que emanaban de las fábricas y chimeneas de Oykot, resultaba ciertamente molesto debido al cambio que conformaba con el ecosistema oscuro de Grey Terminal.

Sabía que este tipo de operaciones requerían una precisión milimétrica, donde cada movimiento tenía que ser medido y calculado. Para cualquiera que no estuviera acostumbrado, podría parecer que todo estaba en pausa, pero yo lo sabía mejor. La espera no era una señal de calma; era solo el preludio de lo inevitable, y comenzaba a mascarse una sensación de cierta agitación generalizada, algo que pude observar allá donde mi catalejo apuntaba.

Me acomodé detrás de una chimenea, una de tantas que adornaban los tejados de la ciudad, ocultando mi silueta con cuidado mientras mis ojos, siempre alerta, escudriñaban los alrededores. Desde esta altura, la ciudad se desplegaba como un laberinto de calles y pasajes, donde la vida continuaba su curso de manera rutinaria, ajena a los pequeños estímulos que ya se habían puesto en marcha y comenzaban a deformar la ciudad a su antojo. Si todo salía según lo previsto, ni siquiera notarían nuestra presencia hasta que fuera demasiado tarde. Pero la realidad rara vez se ajusta a los planes, y eso es algo que la Hyozan me enseñó.

Respiré hondo, dejando que el aire enturbiado, mezcla del salitre del mar y de la polución de las chimeneas llenara mis pulmones. El manto gris que cubría mi cuerpo me protegía del viento, pero también me hacía sentir más seguro, gracias al camuflaje de mi identidad. Era un truco que había aprendido hacía años, en tiempos donde desaparecer era una cuestión de vida o muerte. Ahora, lo hacía de manera casi automática, cada pliegue de la tela colocado con precisión, cada arma asegurada en su lugar, lista para ser desenfundada en cualquier momento.

A través del catalejo, observé la Central Eléctrica de Oykot. La estructura, un complejo gigante metálico que dominaba una parte de la ciudad, parecía viva. Podía sentir la electricidad correr por sus entrañas, como el latido de un corazón que mantenía a la ciudad funcionando. Para muchos, era solo otro edificio. Para mí, era el objetivo. Desactivar ese corazón, aunque solo fuera temporalmente, cambiaría el equilibrio de poder en la región. Eso era lo que nos habían encargado. Pero como resolver la hazaña seguía siendo la verdadera cuestión. Sabía que la fuerza bruta no sería suficiente en este caso, no con la seguridad que había sido redoblada...

En los últimos cinco minutos, había contado al menos cinco guardias visibles, todos ellos deambulando por las plataformas superiores del embalse. No me engañaba. Sabía que habría más dentro, fuera de mi campo de visión, preparados para intervenir si las cosas se salían de control. Podían ser mercenarios, soldados de élite, o incluso simples trabajadores entrenados para defender su lugar de trabajo, pero eso no cambiaba el hecho de que estaban preparados para un enfrentamiento. Sus cuerpos se movían con cierta agitación. ¿Había existido quizá algún tipo de filtración?

Mi mano acarició la empuñadura de uno de mis cuchillos, no como una amenaza, sino como un recordatorio de lo que estaba por venir. La violencia, cuando era inevitable, era rápida y precisa. Mi entrenamiento con los Hyozan me había enseñado a no disfrutar del combate, sino a verlo como una herramienta más. Un medio para un fin. Cada segundo de espera era un desafío a esa mentalidad; la paciencia era tan crucial como el dominio de cualquier arma. 

Entonces, lo vi. Un movimiento apenas perceptible en el borde de mi visión, algo que destacaba entre las sombras de los tejados adyacentes. Giré la cabeza con disimulo, sin dejar de observar mi entorno, y ahí estaba, un hombre de pelo rojizo atrincherado en la proximidad, con mayor descuido que el que yo había mostrado. Quizá me había seguido, algo que me hizo apretar ligeramente los dientes, pero su actitud no parecía hostil. Tal vez otro miembro del Ejército Revolucionario...

Con un gesto apenas perceptible, me incliné hacia adelante, ajustando mi posición para seguir el avance del muchacho. Estaba claro que él también me observaba, buscando una señal, una indicación de que era hora de moverse. La tensión en el ambiente era palpable, como un hilo invisible que conectaba nuestros destinos. No había margen para errores.

Mientras esperaba, recordé las palabras de Tenji, el hombre que me había traído a esta operación. Ciego, pero con una sabiduría que superaba con creces su falta de visión, me había hablado de la importancia de los pequeños detalles. No es la fuerza lo que derrota a un enemigo, sino la astucia me había dicho. Y ahora, esas palabras resonaban en mi mente mientras mis ojos seguían escaneando el terreno, buscando esa brecha en la seguridad que nos permitiría infiltrarnos sin alertar a nadie.

El hombre de pelo ígneo y alas extrañas, por su parte, parecía estar en sintonía con ese mismo planteamiento. Lo vi detenerse brevemente detrás de una chimenea, observando la patrulla de guardias con el mismo detenimiento que yo. Sabía que estaba buscando un patrón, una debilidad en la formación. Si lograba encontrarla, podríamos movernos sin levantar sospechas. Pero hasta entonces, el tiempo seguía corriendo, y cada segundo de espera se sentía como una eternidad.

El viento cambió de dirección, trayendo consigo el sonido de las olas rompiendo contra la costa cercana. En cualquier otro momento, ese sonido podría haber sido relajante, pero ahora solo me recordaba lo volátil que era la situación. Un paso en falso, un movimiento brusco, y todo nuestro esfuerzo podría venirse abajo, por lo que maximicé mi cautela y decidí no dar por sentado ningún aspecto de la operación.

¿Águilas Rojas? ¿Dónde se encuentran? — musitó una voz ronca de barítono susurrando desde uno de mis bolsillos, precisamente a través del Den Den Mushi. Debía ser aquel recio tontatta, dado el timbre similar de voz. Solo a él se le ocurriría un nombre en clave tan estúpido como efectivo...

Águila uno en posición con cinco palomas a las doce, pero creo que el águila dos tiene serios problemas de motricidad... Si es que es el capullo que se encuentra en un tejado colindante al mío que no deja de moverse con esas alas tan llamativas. ¿Por qué me habéis traído al puto mochuelo novato? — espeté con un claro tono directo, escupiendo casi las palabras entre susurros de desagrado.

El tiempo pasaba lentamente. Cada minuto que pasaba en los tejados, cada segundo que observaba la Central Eléctrica y sus guardias, resultaba más tedioso que el anterior. No es que el objetivo me importase demasiado, pues estaba todavía tomándole forma a esto de ser un buen samaritano dentro de la revolución, pero los resultados sí suponían un síntoma de éxito. Si logramos desactivar la central, aunque fuera temporalmente, crearíamos una brecha en el control del enemigo sobre la ciudad. Eso, a su vez, permitiría a nuestras fuerzas de asalto avanzar, aprovechar la confusión y tomar posiciones clave, lo que eventualmente acabaría en una cabeza ajena rodando por el suelo.

Pero sabíamos que no sería fácil. Los guardias se mostraban disciplinados, y aunque habíamos encontrado algunos puntos débiles en su formación, no podíamos subestimar su capacidad de respuesta. La verdadera cuestión era cuándo actuar. El revolucionario de pelo rojo me miró una vez más desde su posición. Ambos sabíamos que el momento se acercaba. Pero hasta entonces, la espera continuaba.

Mi mente seguía trabajando, evaluando cada detalle, cada posible ruta de escape mientras rutinariamente voy crujiendo mis dedos con cierto esmero en una postura típica de mí. Sabía que, cuando el momento llegara, todo dependería de nuestra capacidad para movernos rápidamente y de la forma más colateral posible, pero también quirúrgica.

Resumen, Información Básica y demás

#11
Ubben Sangrenegra
Loki
La suerte parecía estar del lado del bribón de ojos dorados y blancos cabellos, pues Tofun no tuvo inconveniente en aceptar su compañía. La gente del lugar recibía a Tofun con sonrisas y saludos, una actitud que por un lado tranquilizaba a Ubben, pero que, por otro, hacía que su instinto de supervivencia se pusiera en alerta. No podía bajar la guardia, no mientras había tantas miradas alrededor, y mucho menos cuando era consciente de que el atraco que tenían en mente requería que todo saliera perfectamente, sin margen para errores. Pronto, como era de esperarse, los guardias los preguntaron sobre la identidad de aquel moreno que acompañaba al Tonttata. Ubben no se inmutó externamente, manteniendo su fachada tranquila mientras escuchaba la respuesta de Tofun. Por dentro su cabeza comenzaba a correr a mil por hora, preocupandose por que pudiesen reconocerle.

Ubben apenas pudo contener una risa interna al escuchar el nombre. —¿Ese fue tu mejor nombre falso?— pensó, manteniendo su expresión, mientras el Tonttata continuaba con su actuación. El enano, como buen charlatán que era, comenzó a cuchichear con los guardias, soltando detalles sobre la vida del supuesto hijo que el peliblanco no habría inventado ni en su más delirante estado etílico... no por falta de imaginacion... sino, por amor propio. El peliblanco escuchó cómo su “padre” lo describía como un tábano, una sanguijuela de su madre que no hacía más que perderse entre bares. Pero la regla número uno de la improvisación era clara: nunca niegues nada. Y Ubben era un maestro en ese juego. Entró en personaje de forma instintiva, inventando la personalidad de su personaje a medida que escuchaba las descripciones y comentarioas de Tofun. Cuando el tonttata le indicó avanzar, suspiró con resignación y asintió, mostrando esa expresión de "otra vez lo mismo", una que podía ser reconocida por cualquiera que haya tenido un día terrible.

Una vez dentro del área indicada, el peliblanco dejó caer el peso de su cuerpo sobre la carretilla, como si la carga de su vida fuese demasiado para soportar. Decidió jugar sus cartas tal como el enano lo había hecho, utilizando su carisma y dramatismo para mantener la atención alejada de lo realmente importante. —Podría estar en la taberna ahora...— murmuró al aire, como quien no quiere la cosa, y luego su mirada se fijó en la persona más próxima a él, buscando atraparla con su dorado resplandor —¿Tan malo es perseguir un sueño?— preguntó, su tono impregnado de una mezcla de tristeza y frustración. Su intención era que las personas que estuviesen cerca de él le pusieran atención.

Antes de que pudieran responderle, Ubben continuó con su monólogo, su voz tornándose más apasionada con cada palabra. —Sólo quería hacerme un nombre por mis propios medios, ¿sabes? Con mi voz y mi guitarra, ¡pero no! Mamá se casa de nuevo, y de repente tengo que dejar de lado mi música, mis intentos de surgir en el arte, para seguir a su nuevo marido...— gesticuló con las manos de forma exagerada, haciendo movimientos amplios que tenían por intencción atrapar la atención de quienes le observaban. Sabía exactamente cómo manejar un público, cómo hacer que le mirasen a él, pero no su cara, un truco para camuflar sus ojos afilados. Mientras hablaba, aprovechaba cada oportunidad para barrer con la mirada el entorno, de forma disimulada, buscando puntos estratégicos que pudieran ser útiles para la misión... entradas y salidas alternativas, habitaciones que pudieran funcionar como escondites, salas de guardias, baños y cualquier otro detalle que pudiera ofrecer una ventaja táctica para la armada revolucionaria.

La relación de "padrastro e hijastro" que Tofun había improvisado resultaba sorprendentemente efectiva para construir historias que mantenían a los guardias distraídos y curiosos. Ubben siguió su relato, adaptándolo según el interés que percibía en su audiencia. —Desde pequeño, soñé con estar sobre un escenario— declaró con un suspiro nostálgico —Las luces de los reflectores iluminándome, mi voz transformándose en la favorita del mundo durante generaciones…— los ojos del peliblanco brillaron, como si realmente pudiera ver ese futuro ante él. Después de unos minutos, cambió el tema sutilmente, redirigiéndolo hacia su “padre” —Pero bueno... vine por mi madre— admitió, bajando la voz, dejándola sonar más apagada, casi dolida. —No quiero darle más preocupaciones, ya está vieja y no quiero ser una carga para ella— Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran en quienes lo escuchaban antes de continuar —Mi padrastro no es un mal tipo, ¿saben? A pesar de que no tengo experiencia en esto, está dispuesto a enseñarme, a ser paciente incluso cuando me equivoco una y otra vez.

En ese momento, Ubben estaba completamente sumergido en su papel, como si la realidad y la ficción se hubieran entrelazado a la perfección. —Pero tampoco puedo negar que me molesta cuando me llama vago— añadió, alzando la mirada y encontrando los ojos de la persona más cercana —Él no entiende mi pasión por el arte, ni mi deseo de crear algo que deje huella— Hizo una pausa dramática, aprovechando el momento para clavar la mirada en la persona más próxima a él, sus ojos dorados dejando entrever una mezcla de tristeza e impotencia. —¿Alguna vez tuviste que abandonar un sueño?— preguntó con la voz de alguien claramente conflictuado.


Resumen

Relevantes
#12
Atlas
Nowhere | Fénix
Es curioso cómo el tiempo puede pasar de una forma completamente diferente en función de cuánto sepa uno de lo que realmente está sucediendo. Pensad en todos esos habitantes de Oykot, pobres y ricos, que no tienen la menor idea de lo que amenaza con caérseles encima más pronto que tarde. Seguramente para ellos el día esté transcurriendo como uno más, con su fluir habitual y sin grandes sobresaltos. Por el contrario vosotros, con una misión importante entre manos y un ideal que defender firmemente sujeto contra vuestro pecho, probablemente estéis viviendo cada instante como un segundo crucial. Incluso los que hasta el momento simplemente os preparáis hasta que llegue el momento de intervenir disfrutáis de una tensión, una suerte de acción contenida, que perfuma vuestro tiempo de una forma completamente diferente.

Umibozu, consciente de que no podía ser demasiado provechoso por el momento, regresa al mar para obtener toda la información posible acerca de lo que había descubierto con anterioridad. En su nuevo viaje hacia la gruta vuelve a pasar junto a las dos colinas, allí donde varias embarcaciones se encontraban atracadas en espera de ser requeridas para alguna labor. Por supuesto, reparas en la zona para valorar cómo podría ser un hipotético despliegue de urgencia. Efectivamente, los navíos se sitúan en paralelo unos junto a otros y tienen suficiente espacio por detrás como para soltar amarras y abandonar el pequeño puerto todos a la vez. Por cierto, ahora que me fijo, justo cuando has pasado la zona y ya te encaminas hacia la gruta, si te da por volver la mirada una última vez hacia atrás, podrás ver que uno de los barcos se ha hecho a la mar. Si fueses un poco mal pensado, a juzgar por la trayectoria inicial cabría esperar que se dirigiese a la zona más oriental de Oykot flanqueando la central hidroeléctrica por su extremo superior.

Por otro lado, la gruta es mucho más profunda y amplia de lo que al principio cabría imaginar. Tras unos cien metros, por otro lado, en los que no hay cámaras de aire identificables, por fin llegas a una zona en la que sí se eleva un techo natural a unos tres metros de la superficie del agua. Puedes avanzar sin problema ninguno, aunque podrás apreciar que a los lados de la gruta hay hechos caminos de metal para que se pueda caminar por los mismos —sin patrullas a la vista ni nada—. Por último, llegarás a una gran reja con gruesos barrotes de hierro, tras la cual, ¡oh, sorpresa!, puedes ver a lo lejos la pared posterior del embalse, así como las pasarelas que permiten a las patrullas hacer sus labores.

Los guardias asisten en silencio a las explicaciones de Tofun mientras Ubben, también conocido como Emilio, se mantiene en silencio. Sonáis bastante convincentes, así que no se lo piensan demasiado antes de dejaros pasar. El tipo que se había interpuesto inicialmente en vuestra trayectoria le da una poderosa palmada en la espalda a Tofun al tiempo que, tras introducirle en una suerte de corredor con seis puertas, señala una de ellas —de las dos situadas en la pared de la izquierda, la más alejada—. Como digo, el corredor consta de una puerta, por la que habéis entrado, enfrentada a otra a una distancia de unos diez metros. Ésta, si os asomáis por la pequeña ventana circular de la que dispone, conduce a unas escaleras que se internan en las profundidades de la central. A la izquierda hay otras dos puertas: la más cercana tiene una señal de precaución por productos tóxicos y la más alejada es el baño al que conducen al tontatta. En la derecha también hay dos puertas. La más alejada corresponde a un pequeño almacén con productos de limpieza, fregonas y demás, y se encuentra abierta. La más próxima de la derecha se encuentra abierta y es por allí por donde conducen a Ubben.

Sorprendentemente lleva hasta el otro lado de la presa, sirviendo de acceso a las pasarelas que la recorren a unos cinco metros sobre la superficie del agua retenida. Con un suelo de rejilla de lo más sólido, nada más salir hay dispuesta un área cuadrangular donde se apilan numerosos barriles cuyo contenido a simple vista no es fácil de intuir. Es junto a esos barriles que te piden que coloques la mercancía, Ubben, mientras escuchan atentamente tu historia improvisada. En los ojos de quien te escucha puedes ver cómo, efectivamente, todas y cada una de tus mentiras dan en el blanco.

Me imagino que en el proceso examinarás el interior. Como te decía, la puerta sirve de acceso a la zona superior del embalse, aquélla ocupada por las pasarelas. La propia presa en sí se sitúa a la derecha y a la izquierda, a lo lejos, hay un gran orificio con unos imponentes barrotes. A saber de dónde viene o hacia dónde va. De todos modos, seguramente sea más interesante que te pares a contar a las treinta y dos personas que en parejas recorren ordenadamente las pasarelas sobre la presa.

La verdad es que la situación pinta tremendamente fea, pero es entonces cuando todo da un giro de ciento ochenta grados. Un súbito y poderoso estruendo suena a lo lejos, en la zona oriental de la isla. Seguramente os hagáis una idea de qué ha podido suceder, ¿no? En el interior de la central es difícil calibrar bien el movimiento de efectivos, pero, desde la distancia y mucho más relajados, Percival y Alistair, pueden apreciar el movimiento del objetivo con mucha más precisión.

Por lo que se ve no deben ser fiestas locales ni debe haber ningún evento que justifique los fuegos artificiales que alguien ha lanzado sin previo aviso. Como os decía previamente, el gremio mercantil y las élites poderosas son conscientes de la tensión creciente entre las clases más desfavorecidas en la isla, así que hay claros protocolos para sofocar cualquier conato de rebelión o revolución. Desde lejos podéis ver cómo hasta dieciséis miembros de las patrullas que recorrían las pasarelas por encima de la presa abandonan la zona y se disponen a ocupar sus puestos en la zona más cercana a la zona de potencial conflicto.

Off
#13
Tofun
El Largo
Había funcionado. Logramos colarnos en la central. Aunque, lo admito, se me pusieron los huevos de corbata cuando vi que Ubben empezaba a soltar un discurso más denso que un sermón de S. Stan. ¡Le había vendido como un tipo tranquilo y callado! Y ahora parecía un cañón de palabras de última generación. Yo, mientras tanto, seguía rezando a lo que fuera que escuchase mis plegarias porque esto no diese un giro de 360 grados.

Llegamos a un corredor lleno de puertas, y ahí fue donde se me cruzaron mil opciones en la cabeza. A ver, ¿A dónde ir? A la izquierda: productos tóxicos. Interesante, muy tentador, pero tampoco es que quiera envenenar a toda la ciudad. Estoy aquí para salvar a la gente, no para convertirla en mis víctimas. Luego estaba mi coartada, el baño. A la derecha: un cuarto de limpieza y el camino hacia la zona de suministros, nada nuevo, ya había estado ahí más veces que en casa de mi suegra.

Y luego, la joya: la puerta al interior de la central, objetivo premium... ¡Pero cerrada, cómo no! Mientras mi cerebro se peleaba con todas estas opciones, llegó lo que esperábamos: una explosión tan potente que casi regurgito el chupito matinal. ¡El grupo C había cumplido con su parte!
En cuanto pude, me puse a enviar mensajes por el Den Den Mushi a mis compañeros, buscando toda discreción posible y adaptando mi tono de voz. Y claro, como siempre, nombres en clave que me sacaba de la manga sobre la marcha. El primero fue Umibozu:

¿Ballenato al aparato? ¡Hip! Estamos dentro y la fiesta ya ha comenzado. Procede cuando quieras.

Con eso me refería al caos que se estaba empezando a montar en el oeste. Luego, turno de Percival, quien al parecer le había tocado lidiar con la sombra del novato.

Aquí cuervo y pollo en posición. El pavo real va a proceder, necesitamos apoyo de las águil... de Águila y Polluelo.

El pobre polluelo ni siquiera tenía su propio Den Den Mushi. Pero oye, así es como nacen los héroes, ¿no? Cuando llegas sin preparar y nadie espera nada de ti y de pronto ¡PAM! Te pimplas una botella de vino nada mas llegar, que tiempos aquellos..

Después me tocaba hablar con Airgid, que estaba con Ragnir. Su misión era acercarse a Karina y los balleneros, alinearlos con nuestra causa y convencerlos de que se unieran a la liberación de Oykot. Pero todo lo que había escuchado de Karina me hacía pensar que era más dura que el dique de la isla.

El Largo al habla. ¿Cómo va el pastel? Imagino que ya lo habéis oído, pero han empezado con la celebración. Nuestro grupo está listo para tirar de la cadena.

Con eso intentaba decirle que si soltábamos el agua, necesitábamos su ayuda para redirigir el río. No sé si me entendió, pero bueno, era para lo que me daba la imaginación. Finalmente, me comuniqué con el Grupo C, los encargados de distraer a la guardia para que se quedaran atrapados por las aguas. Llamé al mapache del grupo, que al parecer se había ofendido porque lo confundí con otro animal. ¡Vamos! Con la cantidad de bichos que había en su equipo, era un zoológico. Pero bueno, cambié de enfoque:

Buen trabajo, fenómenos. Ahora vamos.

Cortito y al pie. Ya no me arriesgaba a que se ofendieran más.

Era el momento de actuar. En mis sueños, habría resuelto todo esto con calma y diplomacia, estilo héroe refinado. Pero la realidad apremiaba, y no había tiempo para sutilezas. Miré de reojo la sala para contar cuántos trabajadores había y dónde estaban posicionados, eran tres si contaba con que los hombres de Ubben salieran al exterior.

Respiré hondo y me preparé para hacer lo mío. Iba a ser rápido y eficaz, como en los viejos tiempos. La técnica de la "pelota de tenis". ¿Qué en qué consiste? Ja, ja, te lo explico:

Pelota etílica…

Me lancé hacia una pared, reboté de un salto sobre ella y caí justo en la nuca del primer guardia, dándole un buen golpe con la palma abierta. Como aprendí en la cárcel, claro. Usé su cuerpo como trampolín, salté hacia el segundo y repetí la jugada. Otro intento de golpe blanco en la nuca, con suerte ni lo vio venir. Desde ahí, di un último salto hacia la pared del fondo, reboté y aterricé sobre el último guardia, buscando hacerle el remate final.

Si todo salía bien, arrastraría los cuerpos al cuarto de limpieza, los taparía con trapos, mantas, o lo que encontrase por ahí. Pero no sin antes hurgar en sus bolsillos, buscando las llaves para las puertas interiores de la central. Y solo si todo iba sobre ruedas, mandaría un último mensaje por el Den Den Mushi a todo el equipo.

El grupo A ha descorchado la botella.

Bélico

Resumen
#14
Umibozu
El Naufragio
-Mal asunto-lurk - dije en un tono solo perceptible por mí al comprobar que esos barcos podían abandonar el puerto todos al mismo tiempo. Inmediatamente pensé en la hipotética situación de tener que enfrentarlos. ¿Y si…? Sí, en caso de tener que hacerlo atacar a los centrales en primer lugar sería, quizás, lo más inteligente. Salvo que quisieran destruir sus propios barcos por el fuego amigo, los barcos de los flancos tendrían que quedarse mirando, lo cual permitiría enfrentarlos de uno en uno. Cierto era que tendría la huída más complicada, pero siempre podía sumergirme hasta allá donde los humanos no pudieran seguirme - Espera-lurk… Uno, dos, tres cuatro-lurk… - ¿no eran cinco? Barrí el lugar en busca del navío que faltaba. Se había hecho a la mar y se dirigía ¿a la central? ¿Se había filtrado algo de nuestro plan? ¿Tofun había hablado con quien no debía? No. De ser ese el caso estaría toda la flota camino de nuestra perdición. Debía ser una patrulla rutinaria. En cualquier modo aquello pondría las cosas un poquito más interesantes a nuestros yos del futuro - Aquí Película (Mobi) Dick-lurk, nueva medusa en las costas-lurk - ¿qué pasa? Si Tofun podía hablar en clave yo también.

La gruta era mucho más profunda de lo que cabría esperar en un primer momento. Lo que inicialmente supuse como una pequeña cueva terminó adentrándose en las mismísimas entrañas de Oykot. ¿Sabrían de su existencia? La respuesta no tardó en materializarse en forma de camino metálico. Desde luego. A pesar de todo, el acceso para humanos era medianamente restringido, pues carecía de cámaras de aire en los que poder respirar en un buen puñado de metros. Ninguna complicación en mi caso. No parecía haber nadie en aquel lugar, por lo que pude recorrerlo en completa calma y silencio. Debía admitir que me relajaba y reconfortaba estar allí solo, dejando que tan solo se escuchase mi respiración. Aprovechando el agradable paseo, me comí el [Pollo Teriyaki] que me había llevado. Finalmente llegué al final de la gruta. Frente a mí tenía unos más que considerables barrotes de metal. Al otro lado podía ver la presa y las pasarelas en las que los guardias hacían sus quehaceres. Así con fuerza los barrotes e intenté zarandearlos. No tenía ninguna esperanza de que cedieran, pero por intentarlo… También me serviría para tantearlos. Si hubiera tenido el tamaño de Tofun, podría haber pasado entre ellos sin ningún problema, sin embargo dadas mis dimensiones la cosa iba a ser algo más complicada. Me giré para deshacer el camino recorrido y volver a la costa cuando el den den mushi habló.

-¿Ballenato al aparato? ¡Hip! Estamos dentro y la fiesta ya ha comenzado. Procede cuando quieras.

-Ballenato comprando hielo-lurk. No hay fiesta sin hielo-lurk

Me hubiera gustado decir que maldije mi tamaño, sin embargo una sonrisa diabólica adornó mi rostro. La voz de Tofun había sido el detonante para liberar como un fuego artificial de nuevo la adrenalina en mi cuerpo. Las membranas del cuello comenzaron de nuevo a expandirse y contraerse. Lo hacía en rachas de tres o cuatro. Un primer envite a la pared que contenía los barrotes para comprobar resistencia y empezar a debilitarla. Tuve la precaución de no embestir contra los barrotes directamente, pues parecían bastante gruesos y algo me decía que terminaría con un hombro, o los dos, rotos antes de hacer mella en ellos. Mi objetivo era la roca que los contenía y hacer un agujero nuevo. Un segundo envite después de que el primero no hubiera surtido todo el efecto necesario y aún tuviera que seguir golpeando. Tras ese segundo, si como esperaba todavía seguía allí encerrado cual Tofun en su prisión, cargaría seriamente para intentar hacer uno de los mayores destrozos del lugar en los tiempos recientes. Con aquello y tras las dos primeras ofensivas sí esperaba poder crear un espacio suficiente para salir.

En caso de conseguirlo, se vendría la fiesta. En caso de no conseguirlo, tendría que deshacer el camino y regresar por la arboleda lo más rápido posible. Dudaba que mis acciones hubieran pasado desapercibidas, por mucha distracción que hubieran montado en el pueblo. Tan solo esperaba que estuviera terminado el refuerzo para contener la gran cantidad de agua que íbamos a liberar. El plan era librar al pueblo, no hacerlos acuáticos a la fuerza. Liberé mi ser en forma de onda, la cual viajaría por toda la zona buscando impactar contra todo ser viviente. Era un fastidio, pero cada cual tendría que lidiar con ello muy a mi pesar. En ese momento era primordial que los guardias estuvieran lo menos operativo posible, pese a los daños colaterales. La onda viajaría durante mi carrera hacia la presa, la cual habría iniciado en cuanto cruzase el hueco. El factor sorpresa era clave.

No bien hubiera recorrido la distancia que me separaba del muro de contención del agua, embestiría fuertemente contra él, tratando de derribarlo o, al menos, crear una fractura que la presión del agua terminara de destrozar. Una vez más, el agua sería mi aliada en mi tarea y estaba seguro que juntos conseguiríamos nuestro propósito.

Personaje


Resumen


Aclaraciones


VyD


Daños y Destrozos


Peticiones a narrador


#15
Alistair
Mochuelo
En medio de su espera, la onda sonora de un estruendo hizo acto de presencia sin esperar a presentación ni justificación alguna. Al menos eso le parecía a Alistair, cuya falta de Den Den le mantenía mayormente carente de comunicación con el resto del grupo; debía apegarse a los pasos de la operación que había memorizado a como diera lugar y confiar casi a fe ciega que todo saldría como se había planeado, mas allá de uno u otro contratiempo aceptable que pudiera presentarse en medio de la ejecución. 

Pirotecnia con más que suficiente poder detrás de su preparación, encargándose de hacer todo el ruido que podía por el sector oriental de la isla y consiguiendo llamar la atención de una mayoritaria porción de la seguridad que se encargaba de resguardar la central hidroeléctrica. ¿Y a quién no le llamaría la mirada? Era una situación irregular cuanto menos, pero era la clase de situación irregular más que perfecta para la ocasión.

Lo habían logrado. El grupo C había conseguido su parte, o al menos en ello confiaba Alistair. 

Desde los tejados obtuvo una vista en primera plana de la escena desarrollándose. Era un escenario inesperado, y por aproximación caótico, en las que las unidades de seguridad tan solo les quedaba la opción mas instintiva para la que habían sido entrenados: Andar a mirar qué narices había sucedido, y asumir sus posiciones designadas en caso de que se tratara de un ataque. Y es que sí que era un ataque, solo que gracias a sus compañeros revolucionarios, habían conseguido hacerlos mirar para el lado que no era. 

Militantes que antes recorrían en rítmico tempo las pasarelas ahora corrían apresurados en dirección contraria, dejando tan solo un número reducido de operativos para resguardar la dirección que creían no requería de tanta seguridad como lo hacía el sector del que provenían las explosiones. Una oportunidad idónea para el Lunarian, pero una en la que no debía abandonar la cabeza; debía moverse, pero siempre entendiendo hacia donde y cómo.

Avanzó sin abandonar la cobertura que utilizaba anteriormente, intentando mantenerse alejado de ojos curiosos tanto como le fuera posible, y reemplazando éstas por la vegetación presente tan pronto quedara sin edificio alguno el cual utilizar como obstáculo visual. 

Con una mayor parte de la defensa centrada en otro punto cardinal del edificio, contaba con que hubieran menos ojos capaces de verlo sobrevolar la primera defensa de la central. Echó un vistazo lo más completo que pudo a las cercanías de la entrada, y si contaba con la suficiente ausencia, por fin daría un uso a sus alas. Dobló las rodillas cuanto mas pudo, preparando un salto mientras que sus alas se estiraban en preparación para el movimiento. Y pegaría un salto que, aunque por sí solo sería incapaz de sobrepasar el muro que componía la entrada, se ayudaría de un fuerte aleteo inicial para llegar todavía mas alto, seguido de unos cuantos más que aprovecharían el impulso adquirido para volar.

Su plan era sencillo en su explicación: Colarse por arriba, buscando cualquier apertura o entrada que le llevara directamente a las pasarelas que anteriormente habían reducido el numero del cuerpo de seguridad. Si sus compañeros habían conseguido sus métodos de infiltración, podía asumir que se encontrarían en uno de los pisos inferiores a las pasarelas. Y si este no era el caso, lo confirmaría él mismo con sus ojos cuando esto ocurriera. 

Un polluelo que había aprendido a volar debía utilizarlo para su ventaja, y la de los demás. Y si podía brindar apoyo desde arriba, haría mucho más que siguiéndoles los pasos al resto.

Resumen & Conteo de defecto
#16
Percival Höllenstern
-
Las explosiones retumban a lo lejos, rompiendo el silencio de la noche. Los guardias, ahora en alerta, se desplazan hacia el este, exactamente como lo habíamos planeado. Desde mi posición en el tejado, observo la presa, mi objetivo. Romperla sin ser detectado es la única opción viable. El caos es evidente, pero algunos de los guardias permanecen cerca, resguardando la estructura con desconfianza.

Si todo sale según lo planeado me digo en voz muda, repasando mentalmente cada paso, en unos minutos debería estar al otro lado, con el agua desbordándose y ellos sin saber qué ocurrió.

El mechero brilla brevemente en mi mano, la llama parpadeante ilumina mi rostro por un instante antes de acercarla cuidadosamente a la cuerda del garfio. Un truco simple, pero si lo uso bien, los guardias no sabrán qué los golpeó hasta que sea demasiado tarde. El humo comienza a elevarse en delgadas espirales. No mucho, pero lo suficiente como para ser notado por uno de los guardias.

Si uno de ellos percibe el olor...  pienso mientras observo cómo un guardia cercano frunce el ceño, llevando la mano a su nariz. El humo lo ha alcanzado, y tal como lo esperaba, empieza a caminar en mi dirección, aunque con cautela, sin saber lo que está buscando.  Si se acercara demasiado rápido, tendría que improvisar... Pero el hombre no está seguro. Sus pasos son lentos, su mirada inquisitiva, y ese es el momento que necesito.

Sin hacer ruido, desenvaino una de mis dagas. Esta no es para atacar, sino para crear una distracción. Si hago suficiente ruido en el lugar correcto, todos los guardias cercanos se girarán, dándome el tiempo que necesito. Mi mano se mueve con precisión, lanzando la daga hacia una pila de escombros en la distancia. El tintineo metálico reverbera en el aire, como si algo grande hubiera caído.

Los guardias reaccionarían como esperaba si estaba en lo cierto. Sus cabezas girarían al unísono, con sus cuerpos tensos. Algunos intercambiarían miradas nerviosas, inseguros de si deben investigar o permanecer en su lugar. El instinto de supervivencia les jugaría una mala pasada; al dividir su atención.

Aprovechando el momento, engancharía el garfio al borde del tejado y saltaría con agilidad, cayendo sin hacer ruido detrás de una tubería grande. Acabaría pegado a la pared, respirando con cuidado para no hacer ningún sonido. La presa estaría cerca, pero este tramo final sería peligroso.
Si alguno de esos guardias decidiera girarse ahora... me vería

Afortunadamente, el joven cercano a mí, se había convertido en un mártir, en un Ícaro que volaba muy cerca del Sol, pues literalmente desplegó sus alas y comenzó a volar, levantando una ligera polvareda proveniente de los tejados y alertando, junto con mi falsa alarma, a los guardianes restantes, momento que aprovecharía yo para llegar a la proximidad de la presa como punto final. Entre los ruidos de fondo de las explosiones, el joven volador y el tintineo metálico, sería prácticamente imposible verme.

Los guardias seguirían enfocados los sucesos, y yo me deslizaría entre las sombras, ayudándome de la discrección de los tejados, agazapado y con pasos ligeros, avanzando lentamente hacia la base de la presa. Cada explosión al este, me da una capa adicional de ruido que cubre mis movimientos. Si alguien escuchara mis pisadas, tendría solo un segundo para reaccionar antes de que me descubrieran.

Algo antes de llegar al borde de la presa, me agazaparía en un lugar colindante y sacaría otra daga. Esta vez, realizaría un ataque contra la pieza de la escenografía del teatro que estaba fabricándose ante todo el despliegue de medios de la Armada Revolucionaria. Claramente, las sutilidades caían en saco roto y era momento de pasar a la acción, uno de mis momentos favoritos, así que lancé una oleada de aire comprimido hacia la presa desde mis 15 metros de seguridad, mientras con la mano no hostil, crujía mis dedos y esbozaba una sonrisa.

Matemáticas vs La Presa


La presa caerá, y con ella, el destino de quienes intentan detenernos.

Inventario

V&D


Resumen
#17
Atlas
Nowhere | Fénix
Explicación del entorno


Bueno, bueno... Se está formando una buena en la otrora pacífica isla de Oykot, ¿no os parece? Y podríamos decir que esto acaba de empezar. Sí, de hecho vamos a decirlo, porque aún queda mucho entuerto por hacer y evitar que sea deshecho por quienes se oponen a vosotros.

Tofun pilla a sus compañeros de corredor completamente por sorpresa. Tal vez pudiesen esperar algún movimiento que se saliese de lo pacífico —por decirlo así— por tu parte, pero no que te pongas a rebotar como una pelota de una pared a otra. Además, como una de esas que botan como les da la gana y no siguiendo las leyes de la física. Además, tal vez por la confianza que les daba el hecho de que fueses su proveedor extraoficial de alcohol, lo cierto es que tienen una reacción más que deficiente y tus golpes aciertan donde te propones uno detrás de otro. En consecuencia, tus enemigos son noqueados, ocultados en el cuartucho y cubiertos con lo que encuentras a mano. Además, tienes la buena fortuna de que rebuscando en los bolsillos de los guardias encuentras una llave metálica en posesión del que ha llevado la voz cantante durante vuestro encuentro.

Y sí, como imaginas, sirve para abrir a puerta que habías fijado como tu objetivo. Das con unas escaleras metálicas, con sendas barandas a ambos lados y un total de veinticuatro escalones que liberan un desagradable y poco sigiloso eco cuando los pisas. Sea como sea, un potente e incesante ruido de motores llega desde las profundidades hasta tus oídos. Cuando llegas hasta abajo, en medio de un mar de motores, turbinas, tuercas y demás, localizas los puntos en los que el movimiento del agua es convertido en electricidad. Allí, toda una corte de hombres y mujeres ataviados con batas blancas y gafas, todos con aspecto de ser de lo más inteligente, se inclinan sobre monitores, ordenadores y gráficas. De momento parece que no han reparado en ti. Todo iría bien si no fuese porque, súbitamente, una luz roja empieza a parpadear mires donde mires junto al inconfundible sonido de una sirena que da la alarma. Este giro dramático de los acontecimientos ha venido precedido de una violenta sacudida que, llámame loco, parece venir de la zona de la presa.

Por su parte, los reiterados choques de Umibozu logran provocar que los barrotes, si bien no ceden ni un ápice en su forma, arrastren la pared a la que están anclados. En consecuencia, termina por abrir una abertura que le permite acceder a la zona de agua retenida y ponerse manos a la obra. No obstante, desde las pasarelas perciben las vibraciones de la zona ante tus repetidos choques, así como la agitación en los barrotes y la inminente sensación de que algo no va bien. Sí, las patrullas han disminuido en número a la mitad, pero quienes están ahí tienen ojos en la cara y oídos a ambos lados de la cabeza. Por eso, cuando finalmente salvas el obstáculo que conforman los barrotes alguno de ellos ya ha activado la alarma, esté donde esté el botón, la palanca o lo que tengan.

Un estruendo se extiende por la central hidroeléctrica, aunque lo cierto es que de momento ello no tiene demasiado reflejo en la zona que ocupáis al haberse movilizado los recursos disponibles en el área para la maniobra de distracción. Minipunto para vosotros. En el proceso, tu voluntad se extiende por la zona y deja fuera de combate a cuantos centinelas se encuentran en las pasarelas y junto a Ubben, que se ha librado de una buena porque ya le habían encañonado.

Además, tu poderoso nado te permite impactar con violencia contra la presa y provocar en ella una profunda grieta por la que empieza a escaparse agua al otro lado. Es una grieta por el momento, nada desdeñable pero continente en su mayoría. Si durará mucho así o no es algo que tendremos que descubrir.

En cuanto a quienes aún no se han incorporado a la central, ninguno de los dos encontráis problema alguno para aproximaros a la misma. Dentro comienza a haber cierto revuelo por las maniobras del gyojin —aunque inicialmente no lo sepáis— y los centinelas no prestan demasiada atención a lo que pasa fuera. Percival ejecuta una excelente maniobra de distracción que le permite colarse sin problema alguno, pudiendo ver después cómo los centinelas caen inconscientes en el momento en que se disponían a apuntar a Alistair para abrir fuego contra él. Una maniobra un poco suicida esa de dar por hecho que "como se ha ido la mitad la otra mitad no me va a haber, así que salto por encima de la presa". Sea como sea, lo cierto es que el despliegue de la voluntad de Umibozu te ha salvado el pellejo por el momento. Esperemos que siga así.

Continuando con los movimientos de nuestro sigiloso revolucionario, su golpe también impacta con la contención de la presa y la fuga aumenta, si bien no cede por completo. Un lastimero chirrido metálico os indica que, efectivamente, lo más probable es que más tarde o más temprano la estructura ceda por completo. ¿Cuándo? No lo sabemos, pero si nada lo detiene pasará.

¿Y ya está? Pues no, ahora me toca a mí. Vale, no, me pongo en serio. Si alguien tuviese la maravillosa habilidad de ver a bastante distancia de vuestra posición, que no es el caso, habría podido comprobar que dos de las embarcaciones atracadas en el muelle que vio Umibozu han abandonado su posición en cuanto la alarma ha comenzado a sonar. ¿Su dirección? Confío en vosotros, pero si no os lo digo seguro que nos lo pasamos mejor todos. En cuanto a las otras dos, de unas compuertas situadas en el casco de los navíos se han liberado unos pequeños vehículos similares a pequeñas motos submarinas a las que se han aferrado una serie de personas. Sí, han seguido el camino que previamente recorrió Umibozu y acaban de aparecer en el interior del embalse. Son un total de ocho, encontrándose tres aún bajo el agua y habiendo salido los otros cinco a gran velocidad de las profundidades para incorporarse a las pasarelas.

Tal vez sería buena idea que os volteaseis en su dirección, no sin que antes Umibozu hiciese algo con los ocho arpones que avanzan en su dirección y que han sido lanzados por esos curiosos vehículos a una velocidad  de 35 m/s, pudiendo causar 50 de daño perforante cada uno en caso de impactar. Por el momento mantienen su vestimenta de buzo puesta y llevan algo similar a una pistola que parecen haber extraído de los vehículos. En cuanto a la posición exacta, los que están bajo el agua se encuentran a una distancia intermedia entre el orificio con los barrotes y la zona de las compuertas, a unos 80 metros de ambos extremos aproximadamente. Los otros cinco, en una de las pasarelas con forma de arco situada justo sobre las cabezas de sus compañeros subacuáticos, situados equidistantemente entre sí.

¿Queréis más información? Imagino que sí... ¿Por qué no probáis a interaccionar con ellos, a ver qué tienen que ofreceros?
Presa
#18
Ubben Sangrenegra
Loki
El bribón de ojos dorados no pudo evitar quedar impresionado al ver la inmensidad de la estructura que se alzaba ante él y en un gesto casi instintivo, aferró con más fuerza la carretilla cargada con los pesados barriles que llevaba. Su postura, normalmente relajada, ahora parecía tensa, como si temiera que en cualquier momento pudiera perder el equilibrio y caer al agua desde las plataformas. Para cualquiera que lo observara, debía resultar casi cómico ver al moreno con esa expresión que oscilaba entre el asombro y un sutil temor, como si la gigantesca presa lo abrumara por completo. Pero, por supuesto, toda esa actuación no era más que una fachada perfectamente calculada, mientras su mente funcionando a toda velocidad detrás de aquellos ojos dorados que ocultaban mucho más de lo que mostraban buscaba una forma de continuar su misión.

¡Dios, este lugar es enorme!— soltó el peliblanco, dejando que un tono de ligera desesperación se escuchase en su voz mientras lanzaba una mirada de aparente temor a sus acompañantes. La tristeza nostálgica que había usado momentos antes para engañar a los guardias del lugar había sido reemplazada por el fingido miedo. El cambio de semblante era tan creíble que resultaba difícil imaginar que, en realidad, lo único que pasaba por la mente del bribón era cómo acercarse a su objetivo sin levantar sospechas [Carisma]. —¿No les da miedo caminar por aquí, tan cerca del agua?— añadió y en su tono un leve nerviosismo mientras dirigía la vista hacia la extensión del lugar, observando cada rincón. En realidad, su mente trabajaba frenéticamente, buscando una excusa creíble para moverse sin levantar sospechas. No necesitaba un destino específico, solo quería adentrarse lo suficiente en la estructura como para localizar los puntos clave que le permitieran cumplir con la misión de destruir la presa.

¿Puedo echar un vistazo desde la presa? La vista debe ser única...— preguntó en voz baja, simulando timidez, pero antes de que pudiera recibir una respuesta, el ambiente cambió abruptamente. Un sonido ensordecedor resonó por todo el lugar, una alarma que invadió cada rincón. El estruendo lo tomó por sorpresa, aunque, como buen actor, no lo demostró. En un abrir y cerrar de ojos, sus acompañantes lo encañonaron, apuntándole con sus armas mientras su mirada se clavaba en el bribón de tez morena. —¿Qué es ese sonido?— dijo fingiendo un total ignorancia y miedo de lo que podía estar pasando. Su voz temblaba ligeramente, su rostro se había transformado en el de alguien completamente aterrorizado, pero, por supuesto, aquello no era más que otra de sus máscaras. Ignorándolo por completo, uno de los hombres le pateó las rodillas, obligándolo a caer al suelo, reduciéndolo con violencia. Ubben gruñó internamente, sopesando sus opciones mientras se preparaba para la inevitable pelea.

Mierda...— pensó mientras apretaba los dientes y evaluaba la situación —Voy a tener que pelear...— La idea de enfrentarse a esos tipos se complicaba sin ser perforado como un queso suizo y aquello no le hacía gracia, pero no le quedaba de otra. Justo cuando estaba trazando mentalmente su siguiente movimiento, una vibración extraña recorrió el aire, un poder que el peliblanco reconoció de inmediato. El Haki del Conquistador se hizo presente, extendiéndose por el lugar como una onda expansiva. La fuerza de esa presencia era abrumadora, pero Ubben, quien no era ajeno a semejante poder, logró mantenerse consciente. Sus captores, sin embargo, no tuvieron tanta suerte. Uno a uno, cayeron inconscientes a su alrededor, dejándolo solo en medio de la repentina quietud. Quien quiera que hubiera liberado esa habilidad, le había salvado la vida sin siquiera saberlo.

No había tiempo que perder. El peliblanco se puso en acción de inmediato, evaluando rápidamente a los hombres inconscientes. Se agachó junto a uno de ellos y, con movimientos ágiles, le quitó la ropa. Sabía que necesitaba pasar desapercibido, y la mejor manera de hacerlo era mezclarse entre los trabajadores del lugar. Se enfundó en las ropas ajenas, ajustándolas sobre su propio cuerpo, y luego escondió sus senbon en los bolsillos de la vestimenta robada. Antes de continuar, Ubben sacó uno de sus senbon y, con precisión quirúrgica, lo ensartó en su propio hombro izquierdo, seguido por el derecho. El dolor estaba presente, pero era mejor no escatimar en recursos. Estaba activando la técnica Pluma de Cuervo, utilizando la inversión del segundo punto de presión [PLUMA DE CUERVO], una táctica que le permitiría potenciar su lanzamiento de agujas.  Con la vestimenta de un trabajador como coartada y la ventaja de su técnica activada, el bribón de cabellos blancos comenzó a moverse con cautela, sus ojos dorados escrutando el entorno en busca de cualquier posible amenaza. Pronto localizó a un grupo de cinco hombres armados con arpones, que se montaron en las pasarelas y le fue inevitable el digitar sus dedos contra el pulgar, mientras su pie se sacudía nerviosamente... tendría que actuar pronto. Observó unos segundos las situación y les vió ubicarse apuntando en dirección al agua con unas especies de pistolas/arpones. Detuvo su molesto tic sujetando su rodilla y continuó.

Ok, esto es peligroso— Pensó, mientras se posicionaba a unos quince metros de los arponeros con expresión dura en el rostro y mirando al rededor, simulando buscar la razón de la alarma, rogando que su disfraz le ayudase a mantenerse fuera del radar [Carisma?]. Ubben corrió por la pasarela, con la mirada fija en el imponente muro de la presa. Mientras avanzaba, lanzó cinco senbon [Matanza de Cuervos], cubiertos con Haki de Armadura [Busoushoku II], concentrándolos en un solo punto del muro para maximizar el daño. En cuanto a los arponeros, luego de atacar la represa, tomaría una aguja Senbon y la lanzaría directo a su antebrazo, apuntando al 1° Punto de Shock y buscando desarmarle mediante [Cuervo Ladrón]. En el mejor de los casos, habría uno desarmado y otros cuatro con armas... pero aquello sería un problema para el Ubben del futuro.


Resumen

Relevantes
#19
Umibozu
El Naufragio
Mis envites tuvieron un efecto deseado. Si bien no conseguí romper los barrotes, al menos sí conseguí arrancarlos de la pared que los contenía, dejando en su lugar un gran hueco que me permitía pasar. La discreción y el sigilo habían dejado de ser una prioridad y ahora lo que primaba era actuar con la rapidez y contundencia de un tsunami. Creada la distracción en el pueblo, debíamos actuar con presteza cuando el resto miraba para otro lado y, al mismo tiempo, tratar de colapsar las defensas de la isla de Oykot y generar el caos suficiente para que todo fuera confuso y nadie supiera del todo como actuar. Nadie salvo nosotros, que veníamos a la isla con un plan bien trazado, aunque como siempre tendríamos que improvisar sobre la marcha según los contratiempos que fueran surgiendo. Y eso era, precisamente, lo que había hecho al toparme con aquellos barrotes.

Nada se interpuso en mi camino después de haber salido de la gruta. Fue una carrera directa y sin sobresaltos. Sin embargo mi voluntad no pareció quebrantar la del resto de presentes en la zona, habría sido ingenuo esperarlo, y una fuerte alarma comenzó a sonar tras mis actos. Aquello no me detuvo, si no que redobló la determinación de mi avance y posterior placaje al muro de contención de la presa. Mi ataque pareció resquebrajar el muro, aunque no conseguí tirarlo por completo. Bueno, menos era nada. La alarma no tardó en obtener sus frutos y por el mismo lugar que yo acababa de salir lo hicieron un grupo de enemigos. Venían hacia mí en motos de agua – Tenemos compañía-lurk. Igual necesitamos más hielo-lurk – informé por el den den mushi. Rápidamente comprendí que el camino por el cual había venido seguramente ahora estaría vigilado, sino en su totalidad, sí en la entrada de la cueva en el mar. ¿Estaría el barco que había visto? ¿Habría más?

-Salto estelar – salté hacia las motos que venían hacia mí, yendo a su encuentro y al de los arpones que pretendían pescarme. ¿Acaso pensaban que era una ballena cualquiera? – Abyssal Fury: Ball Fish – en el ascenso del salto comencé a rodar sobre mí mismo como si fuera una pelota. Con aquel movimiento pretendía dos cosas: la primera sería dificultar que los arpones pudieran clavarse en mí. La segunda aplastar a mis rivales con la caída. El movimiento no cesaría una vez en el agua, sino que iría a por los motoristas como una mole aplastando el grano. Adicionalmente si algún arpón se clavaba en mí la rotación haría que todo lo que hubiera en el otro extremo saliera volando. Mucha fuerza iban a necesitar para retenerme. Tampoco habría que pasar por alto que mi ataque generaría movimiento en el agua y con suerte terminaría tirando con ella a más de uno de la moto o, quizás, hundiéndola en lo profundo de la presa.


Resumen

Aclaraciones

Técnicas

Peticiones para narrador

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#20


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