¿Sabías que…?
... el Reino de Oykot ha estrenado su nueva central hidroeléctrica.
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[C- Presente] Over the Boardwalk, Beyond the Sunset | Priv. Asradi
Alistair
Mochuelo
Asradi le aseguraba que los regalos que le entregaba eran comunes, y que por ello no representaba problema alguno entregárselas para aprovecharlos como había comentado. Decidió confiar en las palabras femeninas, aunque maquinando una retribución tan pronto pudieran reencontrarse: ¡Ningún regalo pasaría sin ser respondido con la misma generosidad encima! El qué iba a ser este regalo, por otro lado, es algo que tendría que ponerse a planear en el corto y largo plazo, algo que fuese de igual o mayor valor que las hierbas que ahora caían en sus manos como un regalo caído de los cielos. ¿O debía decir, traído por las mareas? Sí, así dicho quedaba muchísimo mejor. 

¡Le pondría bastante cabeza en el tiempo que tuviera a su disposición! Algo que tuviera no solo un valor intrínseco, sino además pudiese guardar algún valor especial específico para la sirena; le ponía mas neuronas de las que debía, pero para el chico, no podía ser de otra forma cuando se trataba de un regalo para alguien tan importante como especial. 

Asintió repetidamente cuando ella estableció su condición, acompañado de su propia promesa; a como diera lugar, esa máquina nacería y conseguiría ser una pequeña herramienta capaz de ayudar a muchos. Y luego de ella seguirían muchas más, tantas como las locuras del emplumado pudieran dar a luz en su mente, y luego en una forma física que sus manos moldearan en la realidad. Pero debía ir un paso a la vez, y empezar por la primera idea a la que le apostaba tanto a favor.

¡Entonces es una promesa mutua! Si alguna vez necesitamos del otro por la razón que sea, no nos lo guardaremos y estaremos allí para lo que se necesite. Siempre que uno de los dos pueda sonreír, seguro que se lo acabará pegando al otro con un poco de insistencia y una buena conversación. — Y dejó salir un ruido de alegría por entre los dientes, expuestos por la sonrisa de gran envergadura que había decorado su rostro a lo largo de esa tarde, y muchas tantas más después de esa. Tener un confidente era un prospecto que le emocionaba más de lo que podría llegar a exteriorizar jamás -y vaya que la sirena ya sabría para este punto lo mucho que el cuerpo del Lunarian, su rostro más que nada, podía hablar incluso por encima de sus labios-. 

Pero las manecillas del tiempo no se detienen por nadie, e incluso, deciden acelerar cuanto mejor puedes pasarlo en un momento. Así se sintió para Alistair, quien en medio de sus experiencias de aprendizaje, de compartir con otra alma pensamientos que lo atormentaban, y de compartir tanto recibiendo como entregando luz a alguien más, sintió que la mañana atravesó la tarde con la rapidez de una flecha, coloreando el cielo en tonos preciosos que amenazaban con susurrarle que ya era hora de partir. Una tristeza que, por mucho que deseara cambiar completamente, estaba condenada a pasar tarde o temprano. 

El comentario de Asra le sacó de su trance, regresándole a la realidad. A diferencia de ella, su incapacidad para tomar oxígeno del mar significaba que no había manera alguna de quedarse un rato más, cuando la marea subiera y llenara completamente el interior de la cueva, y acabara de buena manera para el emplumado. Incluso sabiendo que sería tan sencillo como intentar salir del lugar nadando, el peso que le añadiría el sumergir sus plumas en el agua podía pasar a ser algo problemático si ellos requerían su presencia en otra isla. La Armada. 

De acuerdo, será lo mejor. Como me moje las alas, acabaré pescando un resfriado por toda el agua que me llevaré encima. — Intentó bromear acompañando el comentario con una pequeña risa entre dientes, casi ocultando el pequeño deje de melancolía que había en su voz. No quería que el día acabase "tan pronto", pero entendía perfectamente que no podía permanecer indefinidamente.

Negó con la cabeza cuando la sirena preguntó por los futuros planes a corto plazo del Lunarian, siendo que sus órdenes de permanecer en Kilombo aún no cambiaban hasta nuevo aviso. — No tengo nada planeado todavía, supongo que me quedaré en la isla uno-

"Pere Pere Pere Pere Pere" 

El sonido característico del Den Den Mushi, escapando desde el interior de uno de sus bolsillos; siempre que el almacenamiento no estuviese completamente sellado, el pequeño molusco podía respirar perfectamente. Sí, el también pensó por un tiempo que se ahogaría si lo dejaba ahí dentro a su suerte sin sacarlo cada pocos instantes. 

Dame un segundo, no tardo. — El joven Lunarian entonces retrocedería hacia el interior de la cueva, tomando un poco de distancia de la chica; por mucho que no le gustaba mantener secretos de esa manera, no podía permitirle escuchar su conversación con quien intuía era uno de sus superiores. No todavía. En conjunto con reducir el volumen de su Den Den al mínimo y colocarlo sobre su hombro para que estuviese cerca de su oído, pretendía que la conversación pudiese mantenerse secreta entre el molusco y el ave, incluso dentro de la acústica mejorada de la cueva. 

"Kacha"

Recluta, su presencia se requiere en Loguetown. Se le enviará más información mañana a las 600 horas. Sus deberes en Kilombo quedan suspendidos hasta el cumplimiento de su nueva tarea; otro agente cubrirá su puesto hasta que notifique su regreso. — Incluso en medio de este aviso, el Lunarian sonrió y respondió, procurando no modificar su inmutable tono jovial. — Entendido, enseguida empezaré a hacer preparaciones para el viaje. ¡Será pan comido llegar hasta allá! — Todo parte de intentar fingir que era una llamada de un conocido cercano, una coartada que reforzaría verbalmente poco después. Quizá era mejor así. 

Colgaría la llamada del Den Den y le daría un pequeño bocado al molusco -tenía un hábito de guardar diminutos bocadillos para él en un bolsillo diferente, a modo de premio-, le haría una pequeña caricia en el nacimiento de la extensión de los ojos donde parecía gustarle y lo guardaría nuevamente. — Era una llamada de trabajo. Parece que me necesitan en Loguetown pronto. Un nosequé de un cliente que se queja de un desperfecto en su producto, así que quieren que vaya a echar un vistazo para verificar si dice la verdad o lo ha estropeado él con un uso indebido. Parece que rodarán cabezas por la urgencia con la que sonaban, de cualquier forma. — Suspiró en cansancio, un ademán que de hecho era mas honesto de lo que poseer el contexto de la historia demostraría. No es que le molestara viajar, pero sus superiores tenían un hábito de no ofrecer margen de tiempo alguno para estos escenarios. 

¡Dicho lo dicho, parece que mi nuevo rumbo es Loguetown! Con respecto a donde iré después de eso... Veré si puedo regresar, o si nuestro reencuentro tendrá que ser determinados por los vientos del destino. — Un homónimo a los oleajes que reunían a las personas. El Lunarian entonces se acercaría a la sirena nuevamente, tomando sus manos en un último gesto amistoso mientras intercambiaba una mirada con los orbes femeninos y le dedicaba una última sonrisa, ¡al menos por ahora! — Nos vemos pronto, Asradi. — No hacía falta agregar más. Todo el sentimiento que podía reunir estaba en esas tres primeras palabras.  

Unas últimas palabras, y el Lunarian sería quien ahora se asomaría hacia el exterior de la cueva, estirando un poco sus alas para calentar los músculos mientras aprovechaba para observarla por encima del hombro, sonriente.

Uno, dos aleteos, y el chico se elevaría del suelo, surcaría los cielos tan naturalmente como lo era caminar para un humano, o nadar para una sirena. 

Aquel adiós, aunque melancólico, sería mas corto de lo que él jamás imaginaría.

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