[Común] [pasado] Pan y queso

Entre parras y tintos

Otoño

A la mañana siguiente, y como de costumbre, amanecía temprano, pocos minutos antes de que salga el sol, el viejo cuervo desplegaba sus alas  y dedicaba unas horas de vuelo matutinas, más que nada para echar un vistazo general de la Isla y de paso no perder su natural costumbre de hombre alado. Aunque no lo parezca, mantener semejantes alas, llevaba cierto desgaste, entre tantas otras cosas, como caídas de pluma, higiene y más importante aún, mantener las alas fuertes. Una buena costumbre que había adquirido una vez que el cuervo se hizo más civilizado. Prefería los primeros rayos de sol para este ejercicio, le sentaban bien, podía alzar unos 50 metros de altura y luego se relajaba en caída, luego lo mismo, altura y caída, cuasi planeando, de esta confortante manera, recorría la isla y bordeaba sus costas. Una vez terminado el entrenamiento, buscaba alguna playa solitaria para darse un fresco chapuzón, aunque el verano se hubiera quedado atrás, la temperatura corporal del Lunarian, le impedía sentir aquellas primeras brisas frescas del otroño, en general, un sujeto acalorado. Buen momento para lavar sus alas y acicalarse.

 A las pocas horas de este primer recorrido, se dedicaba a recorrer los puertos y las zonas aledañas a los embarcaderos, normalmente allí buscaría su desayuno. El jugo de naranja siempre le sentaba bien, limón o naranja para comenzar el día, gracias a su trabajo tenía dinero por lo que disponía de buena cantidad de efectivo para darse sus gustos. El sándwich de pan y queso no podía faltar, a su suerte la isla disponía de varios almacenes y pequeños puestos de víveres. Con su audaz andar y una calida media sonrisa, iba y venía, le gustaba camuflarse entre la gente, aparentando ser uno más de ellos, aunque esto no fuera así, ni estuviera en sus planes, era un juego que disfrutaba, una suerte de ficción que le traía paz y con ello la extraña y desconocida sensación de un hogar.